#O7
Al final de toda aquella travesía en su primer arresto, su primera persecución y, bueno, primera verdadera pelea, el Escuadrón identificó al criminal que pudieron tomar preso como Kim MinGyu.
Podría decirse que eso fue lo único bueno que hubo, ya que en todas las ocasiones, el mismo se negó a hablar, a decir una sola palabra, y por si fuera poco, a comer; casi.
El hecho ocurrió un martes, y comenzando desde ese día, MinGyu se negaba a abrir la boca.
Miércoles fue interrogado por Han de la manera más suave que encontró, ya que según él así lograría sacar aunque sea un poco de información; pero todo lo que hizo Kim fue reírse en su cara por el intento.
Jueves fue el turno de RyuJin. MinGyu no hizo más que apartarle la cara; aún no podía creer que una chica le haya ganado una pelea y haya sido ella misma que le esposara, por ello ni la miró, ni respondió.
Ya el viernes, SeungMin entró a en la sala, pero como si su paciencia no era poca, duraba menos de dos horas. Se cansaba de que el tipo no abriese la boca para responder las preguntas que tenía.
Felix no quiso ni hacer el intento el sábado, por lo que Han volvió a tratarlo por él, llevándose con la misma suerte de los otros tres.
MinGyu volvió a la celda a esperar por su juicio, ya que después de todo, él era un criminal, formaba parte de una banda, entonces debía ser procedido por la ley en un tiempo.
Ahora el domingo de JiSung era bastante tranquilo, estar en pijama en su casa acompañado de su mascota, sin hacer más que descansar o en ocasiones visitar a su madre, bueno antes eran así.
El Capitán Bang básicamente los obligó a los del equipo a tener ese domingo para despejarse, pero lo normal era que pasarían toda la semana en la oficina.
Luego de almorzar, estaba ya preparándose para su siesta, con la cabeza puesta en la almohada, la cobija ya en la cintura, en la posición perfecta... Hasta que su teléfono sonó.
—¡Hoy es domingo, por amor a Dios! —maldijo tomando el aparato, pero aquel nombre en la pantalla le quitó el sueño, las malas ganas y lo puso en sus cinco sentidos. —A la mierda.
Acomodó su garganta, volviendo a poner la cabeza en su almohada, listo para atender.
—Hannie —escuchó aquella voz.
—Hey, Min —trató de poner su mejor tono. —Estabas un poco desaparecido, ¿No crees?
—Sí, lo siento por eso —sonrió. —Prometo no hacerte extrañarme otra vez.
—Ajá —rió, no podía mentir, sí le gustaba ese lado egocéntrico del mayor, pero él también sabía jugar así. —Tú eres el que llama, significa que yo te hacía falta.
—Muy bien, me atrapaste —lo escuchó reír suave. —Quizá sí te extrañé, quizá.
—Es raro que lo hagas aunque hablemes todos los días por mensaje —movía sus pies, disfrutando de aquello.
—Escribir no es lo mismo que escuchar tu voz, lindo —touché. Bien, sabía jugar, pero al parecer no tanto como MinHo.
Razón tenía, JiSung pensaba lo mismo. Escribirle o recibir un mensaje de “Buenos días”, no era lo mismo a escucharlo de su propia voz, que no iba a mentir, le gustaba, mucho más cuando le decía Hannie.
Sí, ya era una especie de debilidad.
—¿El ratón te comió la lengua? —volvió a escucharlo, sacándolo de sus pensamientos.
—No, aquí estoy —tomó asiento en su cama.
—Oh, qué bien, así podré invitarte a salir —soltó sin más, esperando la respuesta del otro, que estaba en shock. —¿JiSung?
—Ehh, ¿Como una cita dices? ¿Ahora?
—Sólo si me lo permites, y no estás ocupado, claro —ladeó la cabeza.
—Bueno, no tuve que trabajar hoy, estoy libre —mordió su labio inferior, queriendo gritar. —Un momento.
El chico alejó el teléfono de su oído, tapando el micrófono, entonces hizo una especie de grito mudo, moviendo los pies. Parecía toda una colegiala chillando por su primera invitación a una cita.
Bbama simplemente hizo su típica carita de confusión.
Volvió a acomodar su garganta y acercó el móvil. —Bien, acepto.
MinHo sonrió de su lado, feliz. —Pasaré por ti en... ¿Te parece una hora?
—Una hora está bien —asintió, aunque no lo pudiese ver. —En un momento te paso la dirección.
—Bien, bien —rió suave. —Te veré entonces.
—Cuídate —fue lo último que respondió para terminar la llamada y tirar su teléfono por alguna parte de la cama, seguido de él, que cayó con los brazos abiertos y una sonrisa.
Fueron segundos lo que estuvo ahí hasta que se dió cuenta de lo que hacía, y se levantó, tomando asiento nuevamente, ya con más calma.
Se dirigió hasta el baño, para tomar una ducha y comenzar a prepararse para su cita, sí, cita con MinHo.
La semana que había pasado, fuera del trabajo y todos los asuntos de ello, habían sido increíbles; MinHo se volvía poco a poco parte de su cotidianidad, y le gustaba, era algo diferente.
Si bien los dos en ocasiones estaban más ocupados por sus trabajos, siempre buscaban la manera de mantenerse en contacto, aunque sea con un mensaje de “¿Ya comiste?” ó “¿Dormiste bien?”, cosas así, que por más pequeñas que parecían, conmovían el corazón de ambos jóvenes.
MinHo, a su lado, comenzaba a creer que caer por los encantos del teniente, le estaba siendo una tarea bastante difícil, y sabía que si eso pasaba, para ambos les traería un tiempo duro.
Una de las cosas que el pelinegro odiaba era jugar con fuego; pero comenzaba a creer que por JiSung, quemarse un poco las manos no sería tan malo.
Volviendo al teniente, cuando salió de la ducha, comenzó a ponerse la ropa que anteriormente había elegido para su cita; jeans holgados, converse de plataforma y una camisa sin mangas azul, dejando al descubierto los brazos que se esmeraba trabajando.
Se quedó en el living, tomando asiento para enviarle la dirección de su casa a MinHo, que se había ofrecido a ir por él.
JiSung:
📍 Ubicación
MinHo:
MinHo:
Ya voy por ti ;)
Han reaccionó con un corazón a ese mensaje, en lo mismo que llevaba hacía desde que terminó de alistarse, o sea, sentarse a esperar, haciendo nada.
Bbama se sentó a su lado, dejando caer su cabecita en una de las piernas de Han, quien sin dudarlo comenzó a acariciarla, con cariño.
Se volvía ahora normal enviarse fotos, más que todo de parte de MinHo, que parecía tener un cariño por enviarle (a veces) lo que hacía; mientras cocinaba, antes de conducir, incluso en la oficina.
JiSung por su parte se reservaba un poco el tomarse fotos, sí le enviaba, pero en menos ocasiones que el mayor, por ello le admiraba.
Minutos después, escuchó que llamaban a la puerta, el timbre le notificó que no era nadie cercano a él, puesto a que si se trataba de alguno de sus amigos cercanos o su hermano, principalmente, entraban de una vez o tocaban a la puerta, nunca el timbre; tenía que ser MinHo.
Lo confirmó cuando se asomó por el huequito de la puerta; levaba un hoodie negro simple con un lindo estampado, pantalón blanco y sus nike air force, y ya con eso, tan sencillo, lucía muy bien.
—Vives en un lugar muy lindo, déjame decírtelo —sonrió al verlo, dirigiendo la vista a sus brazos que acaparaban toda la atención.
—Es sencillo —le devolvió el gesto, ya saliendo de su casa. —Oh, voy por mis llaves, espérame aquí.
El chico asintió, dando un paso dentro del recinto, donde ya en el recibidor habían fotos de él junto con su familia y amigos, ah, y de su perrito también, entonces sintió calidez por aquello.
Notó en una foto con su madre, el parecido que había entre ambos; los mismos ojos y boca, y por supuesto, las bonitas mejillas que tenía.
Era como ver la versión masculina de la señora Han, entonces rió.
El cachorro se acercó hasta donde se encontraba, con algo de miedo, hasta que el mismo se agachó, dejando que le oliera su mano y así dejarse acariciar.
—Listo —sonrió llegando frente a él, captando de nuevo su atención. —Oh, Bbama.
—Tiene un lindo nombre —sonrió. —¿Nos vamos?
El menor asintió, saliendo primero del recinto. —Vendré luego, ¿Sí? —le hablaba a su cachorro, que solo hizo su carita confundida.
—Adiós, Bbama —despidió MinHo también apenas Han cerró la puerta.
Sin decir más, ahora el mayor caminó frente a él, llegando primero al auto y dejando abierta la puerta; esta vez, MinHo conducía su Audi R8, puesto a que quería impresionar a Han, y lo logró.
Cuando se volteó después de cerrar la puerta de su hogar, lo vió casi apoyado en la entrada del copiloto, sonriendo, esperando por él.
Si eso fuese un sueño, no quería que lo despertaran.
Asombrado, llegó finalmente donde él. —... ¿Es tuyo? ¿De verdad es tuyo?
—Así es —asintió sonriendo suave. —Uno de los varios que tengo.
—¿Me estás contando o me estás humillando? —se cruzó de brazos, sentándose en el copiloto.
—Contándote —rió cuando cerró la puerta por él.
Rodeó el auto de manera rápida, para poder irse; y no tardó mucho cuando entró al asiento del conductor, cerró la puerta y abrochó el cinturón, asegurándose de que JiSung también lo tuviese.
—¿Listo? —lo vió asentir. —Bien.
El motor rugió, llamando la atención del menor, emocionándose por ello, haciéndo reír nuevamente al mayor.
—¿Cuántos autos deportivos tienes? —preguntó de repente, cuando salían a la carretera la velocidad comenzaba a aumentar.
—Sólo tengo tres autos, Sung —bajó una de sus manos, conduciendo solo con una, dejando la otra en la palanca de cambios. —Este y dos más.
El chico se ruborizó por ello. —Pero, ¿qué marca son?
Por un momento, el mayor dudó en responder (o mentir) a esa pregunta, puesto a que llevaba a su lado al teniente que llevaba su caso, quien se suponía debía capturarlo.
Pero aún así le respondió. —Maserati, BMW y este precioso Audi.
—¿Cómo es posible que con sólo escucharlo ya se escuche caro? —achicó los ojos.
—Es que lo son, por eso solo tengo tres —cambió el carril.
—Ya veo —miró por la ventana.
—El tuyo es un Volkswagen, ¿No es así? —asintió.
Se sentía bonito que tuvieran un tema en común, por parte de ambos. JiSung no hablaba de autos con nadie; MinHo no hablaba de sus autos con ChangBin.
Ahora tenían con quién hacerlo.
—... ¿Y tienes hermanos? —lo observó, notando lo sexy que podía verse conduciendo con una sola mano, entonces evadió aquel campo de visión. —Perdón, el silencio ese me da-
—Descuida —MinHo rió por aquello, interrumpiendo. —Tengo uno, pero, ¿Cómo te explico? Somos hermanos adoptivos, él es de Japón.
Ahí el cayó en cuenta de la información que estaba revelando al contrario.
En otro escenario en el que Han no fuese teniente y tuviese otra ocupación cero relacionada con la ley, le hubiese dicho toda la información que quisiera de él.
Pero no podía, por obvias razones.
—Interesante —asintió.
—¿Tú tienes hermanos? —preguntando, a pesar de ya saberlo.
—Uno mayor —sonrió. —Es juez.
Por un demonio, lo que faltaba.
—Ya veo —carraspeó la garganta, esperando nunca estar en un juicio suyo.
MinHo estaba conduciendo hasta Incheon, dónde habían playas hermosas, y podría llevar a JiSung a pasar el rato y ver el atardecer con él en alguna de ellas.
La playa Misan era conocida por ser un lugar donde el atardecer llenaba a de colores el cielo, de tonos naranja, amarillos y en dadas ocasiones, el lila o rosa estaban entre las nubes, dejando una hermosa vista o un precioso momento.
No por nada, cuando MinHo se estacionó frente al rótulo del lugar, JiSung aplaudió levemente, puesto a que sabía que el momento que tendrían sería hermoso.
—Dios, este lugar es increíble —se bajó del auto, seguido de MinHo.
El chico corrió hasta el barandal que estaba antes de la entrada del lugar, viendo que habían varias personas allí, acompañadas en mayoría por sus parejas o familias.
Él estaba con MinHo, eso le era suficiente.
—¿Quieres que vayamos por un café antes de bajar a la playa? —ofreció el mayor.
—¿Y eso? —señaló su cabeza, dónde ahora el mayor lucía un beanie azul y una mascarilla negra.
—¿Qué? ¿Esto? —señaló el gorro y su cara, mientras el teniente asintió. —Bueno, soy una persona reconocida, no puedo exponerme a tanto.
—Entiendo, claro.
Han se fijó en la hora de su teléfono, esperando que fuese tiempo suficiente para no perderse el atardecer.
—Bien, vamos, busquemos un café —comenzó a caminar al lado del CEO. —¿Tienes alguno en mente? Sino, conozco unos cuantos.
El mayor lo miró mientras hablaba, se veía tierno desde perfil por como sus mejillas se movían. —Llévame al que quieras.
El menor alzó los hombros, y le hizo caso. No le llevó a uno tan lejano, ya que no quería que al regreso no se le hiciera tan complicado encontrar la entrada a la playa y poder ver bien el atardecer.
Cuando llegaron, pidieron y pagaron en la caja así luego buscar donde sentarse en lo que sus pedidos llegaban, para hablar un poco más antes de volver a la costa; como siempre, americanos fríos.
—Ya decía que este lugar se me hacía conocido —MinHo colocó las manos juntas sobre la mesa.
—¿Qué? —el menor lo miró. —¿Por qué?
—Cerca de aquí tengo una casa vacacional, bueno, no es mía, es de mamá, pero ella hace como si fuese mía —le dió media sonrisa. —Cada vez que íbamos con mi hermano, nos traía a los restaurantes o cafés de aquí.
—Oh, eso suena lindo —copió el gesto. —¿Vas a llevarme a conocerla? —bromeó.
—Lo haría sin tan solo tuviese las llaves conmigo —ladeó la cabeza, JiSung se asombró porque se tomó su pequeño chiste de forma real. —Siempre se las dejo a ella, como dije, es su casa, y está levemente escondida.
—No te preocupes —apartó la mirada.
Las bebidas llegaron donde ellos, agradeciendo a la mesera que les atendió, quien preguntó si necesitaban algo más, a lo que ambos negaron, para dejarlos solos y seguir con su plática.
—Puedo preguntar, aún siendo teniente, ¿Te dan días libres? —frunció el ceño, dejando el café frente a él.
—Ehh, sí y no —tomó un sorbo y luego lo dejó frente a él de igual manera, riendo. —Verás, ahora tengo un caso, y han sido días pesados para nosotros porque es difícil, entonces el Capitán nos dijo que usáramos este domingo para despejarnos y volver “frescos” —formó las comillas. —Para seguir con la investigación, pero usualmente no tenemos, dedicamos todo nuestro tiempo a esto.
—Wow, no es tan diferente a lo mío —tomó el vaso de café. —Es muy raro que yo tenga días libres también.
—Tú eres tu jefe, deberías tener tiempo para descansar, aunque sea para ir a esa casa vacacional de tu madre.
El mayor volvió a dejar el vaso. —Tú igual, Sung, mereces descanso.
—Merecemos —concordó, señalando con el vaso.
MinHo se apoyó en la mesa, para buscar cercanía con el menor. —Cuando termines este caso, te llevaré a esa casa para que tengamos ambos el descanso que necesitamos y pasemos tiempo juntos, ¿Te parece bien?
JiSung sonrió por el gesto, sintiéndose cálido y con el corazón corriendo a mil, entonces asintió.
Nuevamente el mayor acercó su mano, esperando que el castaño la tomara para estrecharla, y así fue. —¿Es un trato?
—Lo es —rió, luego tomando el último sorbo del café.
MinHo veía las fotos que había en su celular.
JiSung veía las que estaban en su galería y habían sido tomadas esa tarde.
El atardecer en la playa fue simplemente maravilloso. Los colores que adornaron el cielo fueron hermosos, junto con el sonido de las olas y las risas de ambos en los intentos de pasar un buen tiempo.
Bajaron a la playa y caminaron en la arena cuando el sol aún estaba alto, donde MinHo tomó fotos del menor, y luego llegaron hasta un lugar algo rocoso, cuando ya comenzaba a oscurecer, donde Han aprovechó para usar la cámara de su teléfono y sacarle fotos a su mayor cuando trataba de subirse a una piedra y cuandn estaba encima de ella.
Hablaron de todo lo que pudieron mientras estaban en el lugar, pasando buenos momentos juntos y conociéndose entre sí, ahí (a pesar de ya saberlo) Han le reveló que él nació y vivió ahí, hasta que comenzó a estudiar para ser policía, y mientras lo contaba, notó cuánto extrañaba ese lugar.
Como gesto, el mayor se ofreció a llevarlo allí de paseo o a visitar a sus viejos amigos cuando él quisiera, solo tenía que avisarle.
No quitaba el hecho de que seguía recordándose a sí mismo que haría esa y otras cosas, si tan solo no fuese el teniente que tenía que arrestarlo.
Ya por la noche, ambos jóvenes estaban en el mirador del puente del Río Han, observando las luces que se podían apreciar desde ese lugar, claro, las de la ciudad, pero compartiendo un poco más el tiempo de los dos.
El viento llegaban los brazos descubiertos del menor, por la camisa desmangada que llevaba, haciéndole tener leves escalofríos, que en ese momento eran menos debido a estar apreciando las fotos que tenía en su teléfono, y por estar al lado del castaño.
MinHo por su lado, cuando guardó su teléfono notó la leve piel erizada del chico, y gentilmente se quitó el hoodie que llevaba, para ponérselo.
Lo tomó por sorpresa, entonces guardó su teléfono y lo agarró, mirándolo. —Te va a dar frío.
—No importa —guardó sus manos en los bolsillos.
—Pero puedes resfriarte —trató de devolverlo, esta vez recibiendo la mirada del contrario.
—Sólo póntelo, Hannie —esos ojos que casi le clavan el alma insistían en que se colocara la prenda. —Prefiero que tú no pases frío.
Qué buena suerte que las bombillas del lugar no fueran lo suficientemente fuertes para que MinHo viera aquel sonrojo del menor.
Con el hoodie ya puesto, colocó las manos en el barandal, apoyándose ahí. —Gracias por hoy, Min.
—¿Te gustó la cita, eh?—lo miró, recibiendo una mirada por el rabillo del ojo, para luego asentir. —Eso me pone feliz, Sung.
—La próxima vez yo te invitaré —se reincorporó.
—¿Y por qué no hacerlo ya? —sacó las manos de los bolsillos y se cruzó de brazos.
—Porque si me dices que no, te tiraré al río —rió.
—Mejor esperaré entonces —rió. —Sólo no tardes, me gusta pasar el tiempo contigo.
Su corazón corrió, y la sonrisa apareció sin esperar mucho. Simples palabras que sabían conmoverlo.
—Seguro que lo más que puedo hacer es invitarte a un día en casa —elevó los hombros, tratando de ignorar los nervios.
—Lo que tu quieras, Han, que lo especial de la cita eres tú —apartó la mirada.
¿Acaso quería que muriera de un infarto? Porque eso parecía.
—Hyung —tocó su hombro, llamándole la atención de nuevo. Él lo miró, volteándose por completo para ello. —¿Saldrías conmigo en otra cita?
MinHo, por molestarle, suspiró, dejando caer los brazos a los lados de su cuerpo, suspirando y mirando hacia arriba. —No lo sé, Sung, creo que n-
El menor ya había amago de tomarlo y tirarlo por el barandal, haciendo reír a ambos. —Te dije que si me decías que no, te tiraría al agua.
—¿Y si digo que sí? —jugueteó, relamiendo sus labios.
JiSung entendió la referencia, pero no se dejaría ver fácil. Se acercó a su rostro, delineándole la mandíbula con un dedo mientras veía sus labios, codicioso —En la cita lo verás.
Y antes de que alguno pudiese hacer algo más, Han se alejó, caminando hasta el auto, dejándole de pie, cortando la tensión que hubo en pocos segundos.
MinHo rió, sonriendo de lado, para seguirlo de nuevo.
—Vamos, hyung, mañana tenemos que trabajar —entró al auto, para cerrar la puerta y escuchar la risa del mayor.
qué bonito todo...
extrañaba actualizar 😭😭
espero les guste, btw, y perdón por subir capítulos una vez al mes. pasa que #universidad, como seguro saben
nos vemos, cuídense y los quiero <3
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