Pieza rota

DOMINÓ

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel MCUoso

Pareja: Winterfalcon, Walker x Bucky un rato.

Derechos: a comer taquitos sin diarrea.

Advertencias: wueno, habrá escenas algunas desagradables, algo de angst y pos mucho drama porque así va la cosa, para más placer. John Walker es malo, no se hagan ideas que no son. Una historia de encargo.

Gracias por leerme.


*****


Pieza rota.

Bravo, permíteme aplaudir

por tu forma de herir mis sentimientos.

Bravo, te vuelvo a repetir,

por tus falsos e infames juramentos.

Todo aquello que te di

en nuestra intimidad, tan bello,

¿quién me iba a decir

que lo habrías de volcar en sufrimiento?

Bravo, Enrique Bunbury con Nacho Vegas.



Florencia, Italia.

Toda la mesa era un homenaje a la gloria gastronómica italiana como a la más alta etiqueta que James hubiera conocido en su vida, la elegante platería con la vajilla que seguramente era de tiempos antiguos por su diseño, junto con las copas de vidrio cortado y ese centro de mesa con rosas recién cortadas parecía todo un sueño. Desde que entrara al servicio de la condesa de la Fontaine, dormía en las más cómodas camas y comía de los mejores platillos sin mencionar que tenía todo un gimnasio preparado para alguien de su condición donde podía entrenar sin que nadie lo molestara. Sus primeras misiones habían sido para detener cargamento de armas ilegales que usaban los insurrectos todavía molestos por los cambios generados luego del Blip.

Había sido todo una satisfacción el patear tantos traseros sin que terminara en algo sangriento, solo una que otra nariz rota con raspones de caer en el asfalto. El sargento debía aceptar que esta nueva faceta de John Walker era mucho más agradable que la anterior, John no solo lo escuchaba, confiaba lo suficiente en él para dejarle a cargo de algunos asaltos o bien para cuidarle la espalda. Se habían acoplado como un dueto, un par de ronin arreglando esas cosas que los gobiernos estaban dejando en el olvido esperando que se solucionaran solas o bien crecieran tanto para usarlos de pretexto en alguna nueva ley que solamente beneficiaba a los más poderosos.

Estaban salvando vidas cada que detenían un convoy, paraban un avión o capturaban un buen número de mercenarios pagados por políticos. Le gustó mucho eso, como la atención de Walker en su persona, permitiendo que explotara su experiencia como soldado. Incluso dejó de parecerle incómodo que el hombre estuviera preguntándole si no estaba herido o si se sentía cansado, siempre atento a si había comido o dormido lo suficiente, charlando con James durante los descansos de todo tipo de cosas, mostrando una cultura que no le sabía. Esos acercamientos ayudaron mucho para las misiones, además de la presencia siempre constante de la condesa.

—Wow, ¿a qué se debe la ocasión? —John también entró a ese salón, vestido en ropas informales igual que Bucky.

—Mis amores, celebramos que nuestra iniciativa está comenzando a rendir frutos, US Agent y Canario son nombres que ya se dispersan en la red, esa red que nos importa —sonrió Valentina, mirando a los dos— ¿Por qué no consentir a quienes les debemos esta nueva esperanza? Disfruten de su comida, tesoros míos.

—Bueno, pues adelante —el rubio le sonrió, extendiendo una mano para que fuera el primero en sentarse— Te ves bien, James.

—Igual tú.

—Ah, por favor, todavía tengo el ojo morado.

El sargento rio, tomando los cubiertos para comer frente a John, intercambiando miradas entre esa charla que fue del clima en Florencia hasta cuál era el propósito del hombre al tener sueños.

—Nunca pensé que me llevaría tan bien contigo —confesó James, bebiendo de su copa— Es como...

Se detuvo, dejando la copa sobre la mesa. Walker le miró fijamente antes de inclinarse, pasando una mano por su brazo que palmeó.

—¿Cómo con Steve?

—Es descortés hacer comparaciones.

—Entonces no las hagas. James, yo sé que la huella dejada por Steve Rogers en este mundo no tendrá nunca algo igual, ni siquiera pretendo eso. Sí, busco hacer lo correcto, después de lo sucedido me di cuenta de que no lo había hecho como debía ser, y estoy más que agradecido con la vida por tenerte a mi lado, aconsejándome, guiándome a ser un mejor hombre. Soy un mejor hombre gracias a ti.

—No es para tanto.

—Y no quiero que sigas demeritándote porque las cosas con Sam no funcionaron, eres increíble, y tienes un corazón lleno de nobleza que a veces tengo temor de que le hagan daño, me roba el sueño imaginar que te lastimen, no quiero eso. Puedes decirme que soy un completo estúpido al enfadarme con todos los que te conocieron y no supieron valorarte, ver todo lo que eres capaz de dar. ¿Cómo es que jamás notaron tu brillo? ¿Qué clase de idiotas son?

James apretó una sonrisa, mirando esa mano. —Tampoco es que mi pasado...

—James, ni siquiera lo menciones. Tú no decidiste nada de eso, si yo no quiero ser juzgado por lo que hice mucho menos deseo que te etiqueten por cosas que no hiciste por voluntad. Que ellos lo consideren así solo me dice lo muy idiotas e hipócritas que son.

—Siempre están diciendo esto.

—Para que te convenzas de lo genial que eres, y no porque te quiera, que sí tiene que ver un tanto, más eso no tiene que ver con la verdad, y al verdad es que tú, James Barnes, eres una persona maravillosa llena de tanto cariño, tanta bondad que si los demás tuvieran aunque fuese la cuarta parte de ti, este mundo sería tan distinto.

—Basta.

—No me cansaré de repetirlo, ni de sentirme tan dichoso por estar a tu lado.

Todas esas palabras estaban mermando la voluntad de Bucky, diciéndose que era demasiado bueno. John no estaba más con su novia, aparentemente ella no congenió con su idea de servir a la condesa, considerándolo un error gravísimo al ponerse en demasiado riesgo por misiones cuyo objetivo no entendía, no al menos como el sargento parecía hacerlo. Durante una misión en Alemania, James le contó sobre el enfrentamiento entre Vengadores, lo que pasó con ellos y terminó sin querer hablando de lo sucedido con Sam. Walker lo escuchó sin comentar nada, abrazándolo al final de esa manera que tanto había necesitado de alguien, con la promesa de que pasara lo que pasara, nunca lo lastimaría así.

—Quiero decirte algo, James, pero te pido que no respondas, solo quiero decirlo y ya.

—De acuerdo.

John sonrió, tirando de su mano. —Me gustas, y sé que esto parece raro, pero lo he pensado mucho y no estoy equivocado, me gustas mucho. No necesito que me correspondas o me digas esas palabras de consuelo porque no lo estoy diciendo en espera de algo que quizá no puedas darme, me declaro para que sepas que al menos hay una persona en este mundo que sí está dispuesta a todo por ti. Alguien que no dirá que eres su mejor amigo y te abandonará a la primera oportunidad que unas piedras mágicas le ofrezcas como si fueras un perro, ni alguien que te embaucará haciendo creer que eres parte de su vida para luego humillarte.

—John, yo no... no sé...

—Me preocuparé por ti, te protegeré y te apoyaré en todo. No para que me correspondas, no para que sientas alguna obligación conmigo, verte feliz me bastará, saber que estoy haciendo algo para que tengas un mundo donde vivir sin más peleas es un sueño que cumpliré. Ahora... ¿comemos el postre?

Fue una declaración que dejaría su semilla en su corazón, continuando con sus misiones por aquí y por allá, mientras Walker iba mostrando pequeños gestos de ese cariño. A veces era solamente una rebanada de tarta de ciruelas dejada en su recámara, otras veces era recibiendo los golpes en su lugar, protegiéndolo con una fiereza que a veces lo descolocaba. En Buenos Aires, le pidió que pasearan para conocer la ciudad, sin hacer otra cosa que tomar fotos o probar la comida, haciéndolo reír al verlo intentar cantar en español. John lo hacía reír. Cuando las pesadillas aparecían, como sucedió en Quebec, el rubio lo abrazaba, meciéndolo entre sus brazos hasta calmarlo, dándole un baso de agua, abrigándolo y luego simplemente retirándose.

Tantas atenciones comenzaron a despertar algo en James. En Calcuta se dio de manera natural, ambos mirándose luego de la sauna. John lo atrajo a su lado, besándolo con fuerza, tirando de la toalla que cubría precariamente sus caderas que fueron sujetas para levantarlo, enredando sus piernas alrededor al ir hacia la recámara de la que no salieron hasta que el sargento estaba gloriosamente cansado de tanto sexo. Las misiones le supieron mejor, todo fue mejor. Incluso su ansiedad por no estar comunicado con el resto se desvaneció, ya no sintió esa imperiosa necesidad de marcar algún número de gente que hasta esas fechas ni siquiera le había buscado.

—Creo que alguien tiene algo que decirme —canturreó la condesa cuando volvieron a Florencia.

—Lo sabes ¿no?

—Te dije que le gustabas, no me equivoqué, rara vez pasa y no es en cosas importantes. Me alegra mucho, los matrimonios siempre son imparables.

—No somos...

—Oh, cariño, lo son en la práctica. Pero te puedo arreglar los papeles si lo deseas, todo por mis héroes.

—Val, no creo que de momento... luego será.

—Disfruta la vida, James, querido.

Volvieron a Estados Unidos no por una misión, sino por una noticia. John lo acompañó hasta Shelbyville, con su mano sujetándolo cuando la enfermera le anunció la partida de Steve Rogers, había muerto durante su siesta de la tarde, sin dolores. Obedeciendo su voluntad, incineró sus restos para llevarlos hasta Inglaterra, donde estaba la tumba de Peggy, al menos esa Peggy. Creyó que estaría enojado con su amigo de la infancia por haberlo dejado solo, pero la presencia de John cambió eso, tan solo sintiendo alivio de que ya no estaba sufriendo.

—Gracias por acompañarme, no tenías que hacerlo.

—¿Bromeas? Esto es importante, demasiado. ¿Cómo te sientes?

—Con ganas de estar tumbado en un sofá contigo abrazándome.

—Eso lo puedo hacer.

Ahí en Londres fue que tuvo un encuentro con alguien inesperado, mientras regresaba de comprar un poco de pan con un vino para acompañar, pensando en una noche de esas donde ponían a prueba la resistencia de las camas de hotel. Caminando por un pasillo para cortar camino, James escuchó el sonido de unos pasos discretos que a oídos normales no sonarían, pero no para él. Su corazón latió aprisa, porque por unos instantes le parecieron los pasos de Natasha Romanoff, deteniéndose sin mirar atrás, esperando a que la desconocida se acercara.

—¿Qué deseas?

—El Soldado de Invierno.

Yelena Belova estaba ahí, envuelta en un abrigo y mirándolo como si estuviera un muerto que había regresado a la vida, no muy lejana de la realidad. El sargento se giró, ladeando apenas su rostro.

—¿Ahora eres la Viuda Negra?

—Eso ya no, menos ahora.

—¿Menos ahora?

—HYDRA está de vuelta —la joven se le acercó— Está moviéndose de nuevo, ellos nunca van a desaparecer, corta una cabeza...

—Lo dudo mucho, ya no están sus cabecillas. Desmantelaron su red, fue un logro de Natalia.

—Un esfuerzo inútil de mi hermana. Te digo que ellos han vuelto, cuídate, soldat, porque seguro te buscarán.

—¿En qué te basas para decirlo?

—Solo sé que rescataron a los miembros de Leviatán, o Leviatán ha rescatado a HYDRA. Son uno solo y están comenzando a operar ya.

—¿Leviatán? ¿Los creadores del Cuarto Rojo?

—Más o menos —Yelena se encogió de hombros— Así que cuida tus espaldas, presta atención.

—No me has dicho algo que sirva más que nombres del pasado.

—Porque no lo sé y eso debería asustarte, ¿qué tan buenos son que sus huellas son imposibles de rastrear aun en la Red Profunda? Es como verlos en los viejos tiempos en que tenían el control de todo.

—Tomaré en cuenta tu advertencia. Gracias, Yelena.

Ella lo observó por un rato, acercándose un poco más, hablando casi en susurros.

—Sé que esto ya no me incumbe, pero hubo algo en su memoria sobre ti, no te olvidó del todo ¿sabes? No sé si llegó a decírtelo, pero le preocupabas, así que cuida tu trasero por ella.

—Tú también.

—Ojalá volvamos a vernos, buena suerte, soldat.

—Hasta pronto, Yelena.

Leviatán era una agencia de espionaje que había aprendido de dos temibles maestros: SHIELD e HYDRA, hasta donde James sabía, incluso tuvo agentes que trabajaron en ambas organizaciones al mismo tiempo para extraer información de los dos a favor de Leviatán. Una hermana pequeña, sumamente peligrosa de HYDRA que había creído desarticulada mucho antes que la otra. El sargento continuó su camino, volviendo al lado de John quien ya lo esperaba con una nueva misión que ocupó sus pensamientos los días siguientes, viajando esta vez a Marruecos para llevarla a cabo.

—¿Confías en mí, James? —preguntó Walker, esa noche que descansaron, luego de haberlo hecho, todavía sudados y con las sábanas revueltas entre sus piernas.

—Lo hago ya ¿no es así?

Una mano de John acarició su mejilla. —Siempre te protegeré, solo que para hacerlo mejor necesito de tu ayuda, debemos formar un buen equipo de confianza, y eso se logra si haces lo que te pida sin cuestionarme. Me angustia que algo malo te suceda, te pido esto para garantizar tu bienestar, así podré pelear mejor sabiendo de un plan de respaldo para ti, hazlo por mí ¿sí?

—De acuerdo.

Estaba acostumbrado desde HYDRA con sus Manejadores a que recibiera órdenes a seguir al pie de la letra, hacerlo con John no fue difícil desde que eran razonables. Incluso le pareció bien en llegado momento si lo corregía cuando cometía un error. Tal aprecio por su persona era sorprendente y con el tiempo se había vuelto algo indispensable en su vida, tener ese afecto tan incondicional siempre atento a todo lo que decía y hacía comenzó a hacerlo un poco paranoico de que lo perdiera.

—Solo me perderías porque tú así lo hicieras, James, yo jamás lo haría. Todo lo que pueda sucedernos siempre estará en tu poder, si no estamos bien es porque tú así lo quieres aunque yo sufra en el proceso, no me quejaría.

—No, no quiero perderte, no a ti.

—Mientras sigamos así, un equipo donde nadie más tiene cabida, nada nos detendrá.

La primera pelea le dolió muchísimo, ambos terminaron lanzando muebles y tomando caminos diferentes. Estaban en Río de Janeiro, con el calor que no fue nada bueno para su mal humor. John no le habló en todo ese día, ni tampoco le envió mensajes, ninguna señal ni para el otro día en que los nervios de James fueron superiores a su enfado, porque no olvidó la advertencia de Yelena y temió que Leviatán los hubiera ubicado, tomando al rubio como rehén para atraerlo a él. No le había dicho nada y se arrepintió de ello, llamando a la condesa para tener noticias de Walker.

No he sabido de él, creí que ustedes dos estaban en otra luna de miel.

Lo buscó por toda la ciudad, llamándolo tantas veces pudo, tratando de rastrearlo. Cuando pasaron tres días estaba más que desesperado. Valentina se presentó para consolarlo, escuchando sobre la pelea y ese silencio en el que lo tenía.

—Oh, James, pero mira nada más lo que has hecho, le rompes el corazón.

—Pero...

—¿No te das cuenta? John debe estar culpándose de haberte gritado porque tú lo provocaste, claro que se ha escondido Dios sabe dónde al sentirse un monstruo solo porque te hirió.

—Jamás fue mi intención —el sargento tragó saliva— No le haría eso.

—Por supuesto que no, todos cometemos errores, James. Haremos lo siguiente: yo lo buscaré, eso no será nada extraño para él, entonces lo traeré de vuelta a ti, le pides unas disculpas de forma correcta y asunto arreglado. Te perdonará, yo lo sé, te ama demasiado para eso. ¿Lo harás, James?

—Sí, por favor.

—Entonces espera aquí, te enviaré un mensaje cuando lo encuentre.

Tuvo que pasar otro día antes de que John Walker entrara por la puerta del hotel. Bucky no tardó en pedirle perdón, prometiendo que no volvería a hacer eso, esperando muy cerca del pánico por la respuesta que vino con una sonrisa por parte del otro.

—Confiaré en ti, James, ven aquí.

Hicieron el amor, un poco más salvaje que antes, liberando toda esa frustración que se había acumulado en ambos. James procuró no ser tan torpe para las siguientes misiones, atento siempre a las órdenes de Walker. Hubo un cambio en sus deberes, porque habían hecho tan buen trabajo en esos contrabandos que estaban casi extintos, ahora lo que debían hacer era desarticular esos grupos terroristas de raíz. Eso significó ataques más agresivos en los que el sargento ya no se sintió muy seguro porque no tuvieron el mismo tiempo de investigar, dado que esa gente se movía muy rápido, una vez ubicados no podían dejar pasar tantas horas sin emboscarlos o volverían a perderlos.

Los pequeños titubeos iniciales fueron lo que provocó esa primera bofetada de John, que se había merecido porque por nada civiles estuvieron a punto de estar en riesgo. Ellos trabajaban discretos, en las sombras con una efectividad letal para sus enemigos, el dudar no solo podía echar a perder la misión tan delicada, también provocar bajas de gente inocente. James aceptó sin peleas esos arrebatos, pues como ya Walker se lo había hecho ver antes, su mente no era la mejor para tomar ciertas decisiones, ni tampoco debía confiarse a que el soldado en su interior, ese monstruo, estuviera extinto del todo pese a la ayuda de Wakanda.

—Esto lo hago por ti, porque te amo, James.

En el desierto afgano fue cuando tuvo un encuentro de lo más desagradable e inesperado. Habían limpiado al grupo reaccionario escondido en unas cuevas, John se había alejado para hacer un rastreo antes de volver a su punto de extracción cuando apareció en el cielo una figura que hizo fruncir el ceño a James, escuchando el silbido de unas alas con el brillo de un escudo metálico. No trató de esconderse de Sam, esperándolo en esa roca alta donde estaba sentado.

—James, ¿por qué estás aquí? —Sam aterrizó a su lado, con una expresión de alivio— Por Dios, no sabes cuánto te he...

—No digas mentiras.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Cosa que no te incumbe.

Wilson parpadeó, mirando alrededor, notando ese humo que salía de la cueva por el explosivo que activaran para asegurarse de que no hubiera sorpresas posteriores.

—Espera... ¿tú hiciste eso?

—¿Qué quieres?

—James, estamos buscándote. Desapareciste así sin más y...

—¿Estamos? ¿Quiénes exactamente?

—¿Qué te ocurre?

—Nada.

—Estás... diferente.

—Estoy bien, de hecho no he estado mejor en toda mi vida.

—James, ¿atacaste esa gente?

—No necesito que alguien como tú venga a decirme qué puedo o no hacer.

—Tenemos a un nuevo grupo, Leviatán, están haciendo cosas muy malas.

—¿Cómo el cogerte a alguien para luego burlarte de él?

—Escucha, puedo explicar...

—Ahora no quiero saberlo, demasiado tarde.

—¡James!

Bajó de la roca, buscando su maleta donde había guardado su armamento, justo cuando apareció John por detrás de una colina, quedándose quieto unos segundos, luego caminando más lento hasta llegar a su lado mientras Wilson bajaba a toda prisa, no creyendo que los dos estuvieran juntos.

—Tú no debes estar aquí —siseó Sam al rubio.

—Oh, ¿qué harás? ¿Matarme? ¿El nuevo Capitán América toma vidas por capricho?

—¿Qué haces con James?

Walker resopló divertido, alcanzando la mano de James, tirando de él para abrazarlo por su cintura, besando su mejilla ante los ojos estupefactos de Sam.

—Te voy a pedir algo, no vuelvas a dirigirle la palabra a mi James, si aprecias tu vida, lo harás. Oh, eso también incluye no meterte en lo que no te importa.

Le tomó unos segundos a Sam el reconocerlos. —¿US Agent y... Canario?

—Vámonos —ordenó el rubio.

—¡James!

Este se dio media vuelta, sonriendo a John para tomar el transporte automático que los alcanzó, un jeep blindado al que subieron, desapareciendo por una senda con Wilson anonadado, realmente preocupado de lo que acababa de ver, tal fue su sorpresa que no escuchó al voz de Torres sino hasta que este casi gritó en su oído, volviendo a la realidad.

—Tenemos malas noticias, alguien se nos adelantó —le dijo el teniente, obligándolo a volar de vuelta a la base con un total desconcierto.

—¿Le dijiste algo a ese idiota? —demando John al subir al jet— ¿Le hablaste de la condesa?

James negó, alcanzando su mano. —No obtuvo nada de mí.

—¿Seguro?

—No hay nada que temer, lo hice bien como me dijiste.

—Ya lo veo buscándote de nuevo para decirte que estás haciendo mal, que él es el único que puede hacer las cosas correctas y que no deberíamos estar en este tipo de misiones. Oh, pero es que hasta lo imagino diciendo que atacamos a gente inocente con tal de hacerte dudar.

—Imposible, yo sé que estamos ayudando al mundo.

—Como nadie más va a hacerlo. Ahora somos sus protectores, con la guía de Val tenemos un camino claro que está muy distante de los planes corruptos que Wilson sigue como perrito faldero. Pobre de ti si llegas a darle atención, James, eso me hará enfadar y habrá sido tu culpa.

—No, no.

—Estamos en algo grande, en algo importante, conforme vayamos avanzando, todo este esfuerzo rendirá cada vez con mejores frutos. La gente estará bien protegida, resguardada como debió ser desde hace tiempo, sin que esos idiotas en el poder intervengan más, igual que sus amigos beneficiados de un mundo en caos, huérfano de una mano sosteniéndolos, guiándolos hacia el nuevo futuro. Esto que hacemos tú y yo es de crucial importancia, ¿no te hace feliz el pensar que un día ya no necesitaremos más misiones, que podremos descansar en un mundo en paz donde todos están en su lugar correcto haciendo lo que les corresponde?

—Lo deseo mucho. Como estar contigo —sonrió Bucky.

Walker acarició su mejilla. —Solo escúchame a mí, ellos intentarán alejarme de ti, no los sigas o terminarás peor que cuando ese idiota trajo a su esposa a la casa.

—¿Esposa?

—¿No lo viste? Bueno, estabas distraído conmigo, en la televisión de la cafetería los presentaron, son el matrimonio Wilson. El Capitán América se casó.

James sintió un ligero aguijonazo de dolor, sonriendo para ocultarlo con un beso a John.

—Que le vaya bien, nosotros tenemos una misión importante.

—Eso es todo lo que deseaba escuchar de ti, ah, no sabes cómo muero porque lleguemos al hotel, vamos a celebrarlo en grande, te mereces una recompensa por ser tan buen niño.

—¿Lo hice bien?

—Muy bien, cariño. Estoy orgulloso de ti.

Valentina los premiaría además con otra de esas cenas elegantes, con vista al oasis en donde se encontraban temporalmente. Una cena que terminaron en la habitación, tirando algunas cosas, Bucky sintiéndose orgulloso de sí mismo de estar con alguien quien realmente lo apreciaba, la única persona que estaría ahí para él.

—Ven aquí, quiero esa boca pecadora en mi polla.

Pasarían ahí buenas horas, ajenos a las noticias internacionales. Leviatán despertaba como el mítico monstruo bíblico, no solo ya se había vuelto el dueño del tráfico de armas, ahora también atacaba a grupos de operaciones especiales que desarticulaban células terroristas, mismas que ya se habían unido a las filas de Leviatán. El mundo veía aparecer una nueva HYDRA con un nuevo nombre, sin entender cómo era que habían logrado hacer tanto daño sin que nadie los detuviera. Todos clamaron por los Vengadores, héroes que ya no estaban o no deseaban más tomar el manto de protectores del mundo.

Una desolación se adueñó del planeta, ese desasosiego, la desesperanza que estaba buscando Leviatán. Pronto las disidencias serían mayores, el caos terminaría de completarse y ellos podrían apoderarse de los gobiernos tan frágiles sin el respaldo de los Vengadores. Un Capitán América novato jamás sería un reto para ellos. Valentina de la Fontaine sonrió orgullosa de su trabajo, bebiendo una copa de champán al observar el video de vigilancia, dos figuras durmiendo a pierna suelta luego de una sesión sexual con un poco de tintes violentos.

—No necesito un cuaderno para dominar al Soldado de Invierno, solo necesito tener su corazón. Uno al que nadie prestó atención —rio la condesa, meciendo su copa— Ahora tengo un lindo canario, obediente y sumiso que obedece las órdenes de Leviatán.

Ella se carcajeó, cruzando sus pies en alto sobre el escritorio, apagando el monitor para terminarse esa botella, enviando un mensaje a los suyos de la situación de sus dos mejores armas, bajo su sobrenombre.

Madame Hydra.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top