Pieza olvidada

DOMINÓ

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel MCUoso

Pareja: Winterfalcon, Walker x Bucky un rato.

Derechos: a comer taquitos sin diarrea.

Advertencias: wueno, habrá escenas algunas desagradables, algo de angst y pos mucho drama porque así va la cosa, para más placer. John Walker es malo, no se hagan ideas que no son. Una historia de encargo.

Gracias por leerme.


*****


Pieza olvidada.


A veces no pienso
Me vuelvo tan frío y no estoy
A veces me ausento
De mis sentimientos

Y luego sonrío
Recuerdo y me aferro a vivir
Y a veces quisiera matar por tu amor
Tan solo por un momento

Y es que todavía no encuentro
Lo que en mí sería normal
Para darte mucho más
Y entregarme por completo

Sexo, pudor o lágrimas, me da igual

Sexo, pudor y lágrimas, Aleks Syntek.



Kyoto, Japón.

James respiró hondo, sujetándose con ambas manos de la orilla del lavabo cerrando por unos segundos sus ojos. Él había tenido la culpa. No debió provocar así a John con preguntas idiotas, era claro que se enfadaría cuando estaban en plena misión. Que lo hubiera golpeado no era sino un resultado por demás esperado, y que no debía repetir más o su relación se iría a pique, se quedaría solo por no decir que estaría arruinando ese proyecto de hacer del mundo un sitio lleno de orden y paz. Bucky abrió sus ojos, mirándose al espejo, la suerte de tener un suero de súper soldado era que los golpes pronto se iban, el moretón en su ojo estaba desapareciendo, en unas horas no quería nada.

Se lavó sus manos una vez más, notando que los cortes que se había hecho al sujetarse sin querer de una repisa de vidrio ya no estaban. Respiró aliviado, terminando de arreglarse con el cambio de ropas porque las anteriores se habían manchado. El sonido de la puerta abriéndose lo alertó, dejando sus tontas divagaciones para ir corriendo hacia la cocineta de ese departamento que Val había alquilado para ellos, un descanso largo antes de retomar sus misiones. John entró, trayendo consigo algo de comida que dejó en la barra, observándolo un poco, sacudiendo su cabeza después. Rodeó la barra de la cocina, abrazándolo con fuerza, besando sus cabellos.

—Mira lo que me haces hacer, esto no está bien.

—Lo siento.

—Sé que lo sientes, no me hagas sufrir así.

—No lo volveré a hacer.

—Soy tu único apoyo, James, la única persona que va a aceptarte tal como eres y te protegerá de todos. Dudar de forma tan estúpida a estas alturas es realmente una ofensa a nuestra relación. ¿Qué acaso no he sido bueno contigo?

—Lo siento, lo siento.

—Sshh, ya, tienes suerte de que soy alguien con mucha paciencia. Anda, vamos a cenar y veremos alguna película. Tenemos días por delante para que enmiendes tu error.

—Gracias.

—Ven, tontito.

Simplemente le había preguntado si ellos eran Leviatán, lo que hizo rabiar a Walker porque había sugerido de mala forma que eran una segunda HYDRA. James ya no tocó el tema, de momento estaban descansando, viendo por la televisión la manipulación de los medios para torcer lo que ellos hacían, puesto que al hacerlo sin tomar en cuenta a los poderosos y ambiciosos políticos que ahora controlaban el mundo, por supuesto que dirían cuanto se les ocurriera para desprestigiarlos. Era una suerte que hubiera gente despierta e informada que los apoyaba, saliendo a la calle para decir que US Agent y Canario eran los héroes que estaban buscando, mientras que los otros solo eran títeres del gobierno que nada bueno podían hacer, sino al contrario, solo dejaban más problemas.

Dejaron esas noticias amarillistas, distrayéndose mejor con películas que John le permitió a Bucky elegir. Luego fueron a la recámara para terminar esa reconciliación, un poco pesada para el sargento quien terminó más adolorido que antes, pero tranquilo de saber que volvían a estar tan bien como antes. Todo dependía de hacer las cosas bien, de seguir el compromiso hecho al inicio. Sus días reposando en Kyoto, como sus paseos planeados se vieron interrumpidos por una misión de último minuto, un tren que debían destruir en Europa, llevando consigo servidores a ser trasladados a una guarida mejor, servidores llenos de todas las listas de los espías de la GRC, que por supuesto decían no tener.

James no tenía una buena experiencia con trenes, pero al lado de John sabía que no había nada que temer, además ese tren estaba automatizado, solo era protegido por una docena de marines. Dejaron Japón para ir hacia la frontera franco-alemana y atajar ese cargamento tecnológico. Con su nueva máscara cubriendo la mitad inferior de su rostro como sus ojos por el viento frío ya que atravesarían una cordillera nevada, el sargento se armó con el jet sobrevolando el área. Pronto vieron ese tren bala pasar por debajo de un puente rumbo al corazón de la montaña.

—Yo entraré a los vagones, tú cuida que nadie más se acerque —instruyó Walker, antes de tirar de su nuca y besarlo, colocándole su máscara— No me falles.

—Jamás.

La velocidad era el peligro, de no tener el equipo adecuado, la condesa siempre se adelantaba a esos contratiempos. El viento zumbó en los oídos de Bucky, caminando por entre los vagones, calculando el tiempo que les tomaría tomar el control y volar el tren justo cuando entrara por el corazón de la montaña. Sonrió por debajo de la máscara al escuchar el sonido de disparos seguido de un silbido conocido, ese escudo haciendo de las suyas. No drones ni tampoco refuerzo aéreo, claro que no llamarían la atención porque otros ojos bien podrían darse cuenta de ese transporte y hacer preguntas que la GRC no iba a querer responder, igual que otros.

—¡JAMES!

No le extrañó tanto que Falcon apareciera ahí delante suyo, esa mirada desesperada, sosteniéndose de uno de los ganchos por la velocidad que lo desestabilizaba. James ladeó su rostro, con su arma en mano colgando en un costado.

—¡James! ¿Qué demonios haces? —gritó Sam por encima del aullido del viento— ¡Para esto! ¡No me obligues a detenerte!

Su respuesta fue apuntarle con el arma, calculando la velocidad del viento y su disparo. Wilson gruñó y le disparó a una de sus alas, volándole una parte pequeña como advertencia.

—¡James! ¡Para ya! ¡Yo no sé que te han dicho pero es mentira!

—No me han dicho nada que tú no hayas hecho.

El tren giró, entrando a la línea recta para dirigirse al túnel. John lo llamó por el comunicador, era hora de retirarse. Sam jadeó, buscando acercarse.

—¡Lo siento! ¡Puedo explicarlo! ¡Ven conmigo, James!

—No.

Dejó caer su arma, disparando hacia el interior del vagón, donde ya sabía que podía provocar un pequeño estallido para enviar lejos a Wilson. Él solo se giró, el magnetismo en sus botas sujetándolo con fuerza de los techos, caminando hacia el helicóptero que apareció para ellos. Walker apareció por entre vagones, observando aquel techo abierto por detrás, extendiéndole luego una mano.

—Cariño, por favor.

Una explosión en el primer vagón inició la reacción en cadena, ellos ya estaban sujetos a la escalerilla para cuando todo el tren era solo una flecha en llamas que se perdió dentro de la montaña que callaría el resto de la explosión. Para cuando saliera del otro lado lo único que andaría serían con mucho las ruedas. John se palmeó en un costado, indicando que había extraído con éxito la información más importante, atrayendo a James hacia él para quitarle la máscara y besarlo mientras el helicóptero se elevaba siendo envuelto en un campo de invisibilidad, desapareciendo de la vista antes de que Falcon pudiera rastrearlos.

—¿A quién enviaste de paseo por los aires?

—Un idiota.

John se carcajeó, palmeando su trasero. —Te mereces un premio.

En realidad el premio fue para ambos, Valentina les dio un descanso más, pero con un día entero en un spa para que los trataran como reyes, ambos quedándose dormidos luego de un delicioso masaje para sus cuerpos tensos por anteriores misiones. La condesa sonrió al ver a los dos soldados perdidos en un dulce sueño inducido gracias a una droga puesta en la crema del masaje, no despertarían sino hasta mucho después. Ella tronó los dedos, haciendo que un grupo de agentes entraran, trayendo consigo un pequeño cofre con varios candados que fue liberando con códigos y su huella digital.

—Gracias, Steve Rogers, si no te hubieras quedado en esa línea del tiempo, no nos hubieras dado la oportunidad de encontrar esto.

Valentina sacó del cofre el Teseracto, sonriendo al admirar su luz azul, sujetándolo con un guante especial, caminando a las dos camas donde estaban John y James.

—Tu acto egoísta ahora nos otorga la victoria, gracias por esto, gracias por abandonar a tu amigo. No solo le devolviste la vida a Leviatán, nos entregaste al Soldado de Invierno. Gracias en verdad, Steve Rogers, por incursionar en otros universos de los que no estábamos enterados.

Con una risa, ella pronunció unas palabras, activando el poder del Teseracto, sus ojos reflejaron ese resplandor que tocó la mente de los dos soldados inconscientes.

—Ahora el mundo será nuestro. Y luego lo serán los demás.

Cuando James despertara tendría un cambio no tan notorio ni extraordinario. Se sintió bastante ligero, como si le hubieras quitado una carga y lo aludió al masaje final que lo hizo descansar al lado de John, quien lo llamó a su lado para estar un poco más juntos. En su corazón sintió un hueco, pero se dijo que fueron cosas ya pasadas que seguramente no valían la pena, no era la primera vez que se despedía de sentimientos viejos inservibles para su presente. Pasaron esos días sin salir de la habitación del hotel por estar jugando entre ellos, enredados de piernas y brazos, besos apasionados con muchos gemidos de por medio. John le sugirió un paseo que aceptó de buena gana, sonriendo al ver que alrededor la gente estaba halagando sus esfuerzos.

La condesa los convocó para una nueva misión, esta vez era algo mucho más gordo, tendrían que explotar todo un edificio donde se albergaban documentos como servidores de varias organizaciones internacionales, además de datos de internet de alto valor. Se prepararon, estudiando el mapa del edificio, salidas y puntos ciegos. Era un golpe fuerte, con este le darían la vuelta de hoja que el mundo estaba necesitando por fin trayendo el nuevo orden tan necesitado. James estuvo encantado con el entrenamiento previo con John, practicando todos los posibles escenarios, ensayando acciones necesarias para cuando llegaran todos aquellos que desearan impedirles lograr su objetivo.

—Una vez que terminen, Leviatán hará el resto —sonrió Valentina, acariciando la mejilla de ambos— Mis preciosos soldados, ustedes nos han dado la paz y el orden que este mundo necesita. ¿Quién extraña a los Vengadores cuando tenemos a US Agent y su Canario?

Esta vez no fue una infiltración discreta, tuvieron apoyo táctico para entrar a ese edificio en Oslo, abriéndose paso hasta los niveles superiores entre gritos de empleados y disparos de los agentes armados cuyos cuerpos cayeron como moscas. Bucky se quedó en un nivel, colocando las bombas en los pilares y dentro de los servidores, caminando entre oficinas de amplios ventanales, uno de ellos rompiéndose cuando Falcon hizo su aparición, interponiéndose entre el elevador y él.

—¡James! ¡Esto se acabó!

Canario solo arqueó una ceja, sin decir nada. Sam dio un par de pasos hacia él, con manos en alto en son de paz.

—No quiero lastimarte, de verdad que no, podemos hablarlo, James, sé que quieres escucharme.

—¿Te conozco acaso?

Wilson se quedó helado al escuchar el tono de voz en el sargento, tan falto de emoción, frío, indiferente. Como si en verdad no lo reconociera, algo que notó en los ojos de James que no mostraron nada. Bucky se giró de golpe, apenas si logrando esquivar la patada de Yelena que apareció detrás por sorpresa, sujetándola para enviarla contra las mesas. Sam voló hacia la joven para salvarla de que le rompiera la columna por eso, mirando al otro caminar al elevador que tomó con toda la calma del mundo.

—Algo no está bien.

—Te lo dije —siseó Yelena al sentir un tirón en la pierna que Canario sujetó— ¿Por qué rayos ustedes se meten en problemas sin saber lo que es capaz su enemigo?

—¿De qué hablas?

—Leviatán, idiota. ¿Crees que no aprendió de SHIELD y de HYDRA? Si ahora tu novio parece de nuevo el Soldado de Invierno es porque lo hicieron de vuelta.

—Imposible, en Wakanda...

—Puf, ya deja de poner a Wakanda como la toda poderosa que nadie puede vencer. ¿No escuchas? Leviatán es un HYDRA versión 2.0 que aprendió además de los errores de los Vengadores. Tenemos serios problemas y más vale que pienses en algo porque... ¡ABAJO!

Un escudo pasó volando por encima de sus cabezas, US Agent apareciendo sobre una mesa y pateando a Yelena antes de sujetar a Falcon por el cuello y azotarlo con un giro en el aire, recuperando su escudo que llevó al pecho de Sam, apenas logrando detenerlo con su propio escudo, mirando atónito como su protección se mellaba ante la fuerza bruta de Walker. Yelena gruñó, activando sus brazaletes que ahuyentaron al rubio, con una bomba de humo para sacarlos a ambos de ahí, rumbo a las escaleras.

—Vas a tener que tomar una decisión.

—No mataré a James.

—Pues entonces este edificio está condenado, también le hicieron algo al oxigenado ese.

—Yelena...

—Te ayudaré a noquear al soldat, pero te costará caro eso. No somos Steve Rogers para darle pelea, y en estos momentos dudo que un solo Capitán América pueda contenerlo.

—¿Qué es eso? —Wilson abrió sus ojos al ver una mini jeringa en manos de la rusa.

—Lo dormiremos, espero que la dosis sea lo suficientemente alta.

—Oye...

—Solo tendremos una oportunidad, Wilson, así que deja tus dramas baratos para alguien más porque no pienso arriesgar el pellejo por nada.

—Gracias, Yelena.

—Lo hago por mi hermana.

—De todas maneras, gracias.

Alcanzaron al sargento cuando este ya había terminado su parte, Walker estaba dejando cuerpos por doquier, disfrutando en serio de matarlos en el piso superior. Sam gruñó, lanzando su escudo contra el rubio, iniciando una pelea a la que se unió James. Dos súper soldados sin un ápice de compasión iban a matarlo, pero en la mente de Sam solo había un solo propósito, lograr separar a James los segundos suficientes para que la oculta Yelena pudiera noquearlo con ese sedante. Tenía ya unas costillas rotas y le cuerpo adolorido cuando ese momento por fin apareció, dando una disculpa en su mente al sargento al momento de lanzarlo contra una pared que atravesó, quedándose solo con Walker en una pelea que iba a perder de continuar así.

—Pero no moriré aquí, y menos en tus manos.

Las primeras explosiones fueron la señal para todos. John salió en busca de Bucky, sin encontrarlo. Sam derribó una columna para dividirlos, impedirle que lo siguiera hacia la salida de emergencia donde se encontró a Yelena pujando entre los temblores del edificio al arrastrar a un inconsciente James.

—¡¿Por qué jodidos tardaste tanto?!

Ella rompió la ventana, ayudando a Sam con su "prisionero", los tres saltando al mismo tiempo para caer sobre un mejorado Redwing que Torres controló, sacándolos de ahí antes de que todo el edificio colapsara. Les pareció escuchar el sonido de un jet, pero no vieron nada, huyendo entre el humo rumbo a un escondite antes de que llegaran las autoridades. Pronto el mundo iba a estar en caos con la caída de la red y la interrupción de comunicaciones principales además de la pérdida de información. Un golpe bien dado que nadie pudo prevenir pues cuando US Agent y Canario atacaron, al mismo tiempo Leviatán había desplegado sus fuerzas en diferentes puntos del planeta como cebo.

—Sé que esto igual no te gustará —jadeó Yelena al dejarse caer sobre un catre— Pero esto no hubiera ocurrido si Tony Stark estuviera vivo.

—¿Por qué lo dices?

—Hubiera salvado la información, protegido los satélites, es más, hubiera rastreado el ataque informático desde su origen. Eso hubiera sido muchísima ayuda, por no decir que hubiera controlado a James, si alguien aun tenía poder sobre este soldat era aquel hombre. La culpa pesa montones.

Sam miró a James en el suelo, perdido por el sedante con una respiración apenas palpable, se llevó una mano a su costado donde sus costillas rotas. Yelena bufó, buscando un teléfono de señal encriptada que usó para llamar al teniente Torres, lanzándolo de vuelta a la mochila para recostarse.

—¿Qué vas a hacer? Cuando despierte intentará matarte.

—Haré que vuelva en sí.

Yelena rio burlona. —¿Con el poder del amor?

—No te burles.

—Si están bajo la influencia de Madame Hydra, vas a necesitar más que buenos deseos para limpiar su mente. Ni Wakanda puede con lo que estoy pensando le hicieron.

—¿Qué sospechas?

—Leviatán siempre quiso alterar la historia, sabía que una forma de hacerlo era con el Teseracto. Solo que lo perdieron, jamás pudieron tenerlo en sus manos... pero esa tipa es muy lista, se coló en SHIELD y debió enterarse de cosas.

—¿Crees que tenga el Teseracto? ¿Cómo?

Yelena se quedó callada unos segundos, luego mirando a James.

—¿Le dirás quién mató a Steve?

—No va a creerme.

—Es cierto, lo tomará como una trampa tuya. Bien, ¿conoces por ahí algún hechicero poderoso que esté cerca?

—Solo... a Strange.

—¿Son amigos?

—Bueno...

—Habrá que intentarlo, en cuanto estemos los dos en mejores condiciones iremos a verlo, nada va a remover lo que tiene este idiota en la cabeza más que un hechicero.

—¿Estará dormido hasta entonces?

Sam miró a James, igual que Yelena quien se puso de pie con una nueva jeringa, inyectando su contenido en una pierna del sargento para espanto del otro.

—¡Yelena! ¡Vas a matarlo!

—Es un súper soldado, solo dormirá como bebé. No sé tú, pero amo mis huesos enteros.

Torres los rescató, llevándolos de vuelta a Estados Unidos directo a Nueva York porque si James despertaba, tendrían un Soldado de Invierno muy cabreado. Una vez atendidas las heridas de Sam, buscaron la dirección del doctor Stephen Strange, esperando que pudiera ayudarlos. El Hechicero Supremo los atendió, escuchando la petición del nuevo Capitán América, accediendo a revisar la mente de Barnes sin promesa firme de que pudiera ayudarlo. Lo llevaron al sánctum santorum casi contando las pocas horas que les quedaba antes de que el sedante perdiera efecto, dejando al sargento en una plancha de piedra con símbolos tallados dentro de una habitación cerrada con más símbolos en las paredes.

—¿Puede ayudarnos, doctor?

—Puedo —Strange asintió, mirándolos— Pero el daño que tiene en su alma no puede ser reparado por magia alguna.

—De eso yo me encargaré —asintió Sam, nervioso— Solo quítele lo que le haya puesto Leviatán.

Las manos del hechicero se impusieron sobre el rostro de James, completamente relajado. Círculos de magia aparecieron, Strange cerró los ojos murmurando oraciones. Yelena jadeó asustada, señalando las manos del doctor que fueron tornándose negras, este despertando para alejarse del soldado.

—¿Qué sucede? —preguntó Sam.

—¿Dicen que sospechan de un Teseracto?

—Sí —asintió Yelena— ¿Por qué se le pintaron las manos?

El hechicero se miró sus manos que recuperaron su color. —Ese Teseracto no es de esta realidad, viene de un universo donde la maldad gobierna.

—Demonios, entonces ¿no le puede quitar lo loco al soldat?

—¿Acaso dije que no podría?

Strange volvió al ataque, esta vez más círculos aparecieron, de varios colores, entrelazándose alrededor suyo como de James. Los otros dos no les quitaron la vista de encima, observando los dedos del hechicero tornarse negros y luego como si se convirtieran en cenizas, cediendo poco a poco hasta que un aura azul comenzó a desprenderse de la cabeza del sargento, tornándose rojiza y luego negra, desapareciendo cual ceniza en el aire.

—Listo —anunció el doctor con una sonrisa discreta— Lo que sigue les corresponde.

—¿Esto cuanto cuesta? —Yelena se cruzó de brazos— Porque siento que deberemos firmar un...

—No, al contrario. Me han alertado de algo peligroso, el objeto que han traído de otro universo debió crear una perturbación que yo detectara. El que no lo supiera solo implica que tenemos una magia poderosa entre nosotros a encontrar y neutralizar antes de que haga más daño.

—Gracias, doctor Strange.

—Sam, Yelena, pueden llevarse a su bello durmiente.

De nuevo, Torres les consiguió una avioneta para volar hasta Louisiana porque Sam quiso tener a James de vuelta en casa, necesario para su recuperación. Yelena condujo la avioneta, canturreando mientras veía a Wilson mirar con tanta aprehensión al sargento.

—Viéndolo tanto no hará que se vayan los problemas.

—Fue mi culpa, si yo no... le hicieron daño por mi culpa.

—¿Estás consciente de que puede odiarte el resto de sus días?

—No me importa, solo deseo ya no verlo prisionero de nadie, que sea usado como un arma.

—Sí que te calaron las palabras de Steve —se burló Yelena.

—... tal vez.

—Tsk, cómo les gusta hacer dramas a los americanos.

—Gracias, Yelena. No tenías que hacer todo esto.

Yelena bufó, suspirando de mala gana. —Ya te lo dije, no lo hago por ninguno de ustedes, sino por mi hermana. Cuido a la familia idiota que tuvo, aunque luego me hagan dudar de si merecen de mi apoyo.

—Eres tan genial como ella.

—Gracias por el cumplido, pero sé que no es verdad. Natasha fue LA Viuda Negra, nunca habrá otra igual. ¿Cómo piensas arreglar tu cagadero?

—No lo sé.

—Hombres —negó la chica, masticando una goma de mascar— ¿Sabías que Nat y James fueron pareja cuando estuvieron con HYDRA?

—¿Qué?

—Él siempre le decía que tendrían una familia cuando huyeran juntos, claro, en esos momentos en que el soldat no era una máquina de matar. Por supuesto, los descubrieron, para que mi hermana lograra huir de esos malditos, Barnes se dejó atrapar. Adiós recuerdos. Ella siempre se culpó de eso, sin lograr salvarlo hasta que tu amigo descongelado apareció.

—¿Por qué ella nunca...?

—Quiso dejarlo libre, le pesaba mucho el que James hubiera sufrido lo indecible para que ella anduviera feliz por el mundo. Como pago por eso, ya no le dijo nada, haciéndole creer que era ella la que no recordaba lo que tuvieron —Yelena se giró para verlo— Siempre le lloró, así que si en verdad valoras la memoria de mi hermana como a este costal viejo, no vayas a meter la pata de nuevo o juro que voy con Madame Hydra a quitarle su cubito para matarte de la forma más dolorosa posible.

—Sí, ya me has advertido antes —sonrió Sam— Y no le fallaré.

—Louisiana a la vista.

Sarah se había marchado con sus hijos a visitar una amiga, dejándoles la casa sola para ellos al enterarse de lo que Sam planeaba hacer. El trío llegó a la casa a tiempo, dejando al sargento en su recámara. Yelena se quedaría en casa por si la situación se salía de control. Tanto ella como Wilson se quedaron en la sala abajo, en silencio sin hacer nada más que escuchar el tic tac del reloj de la sala hasta que por fin escucharon pasos arriba, apurados, de alguien despertando sin saber de buenas a primeras dónde estaba o cómo había llegado ahí.

—Buena suerte, capitán Wilson.

—La necesitaré.

Fueron los pasos más pesados que Sam hubiera caminado en su vida, subiendo las escaleras tomándose su tiempo, sujetando el picaporte de aquella puerta con un nudo en la garganta. Cerró sus ojos por unos segundos, respirando profundo antes de abrir, encontrándose con un par de ojos azules cuya ira le fue evidente, ira mezclada con dolor.

—¡¿Quién carajos te crees tú?!

Abajo, Yelena torció una sonrisa, mirando al techo que necesitaba una buena mano de pintura. Pisadas enfadadas y gritos se dejaron escuchar.

—Hermana, si estás en algún lugar donde puedas hacer algo, ayuda a estos dos.

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