Resplandor morado
Apoyando sus brazos sobre el carrito observaba todas las gemas que aún le quedaban dispersas por toda la mina. Mientras más profundidad adquiría más gemas brillaban a su alrededor. Su mirada era atraída por el resplandor de las piedras y extrañamente lo relajaba. Había logrado dejar su enojo con el viejo minero de lado y casi se olvidaba de que estaba allí para rescatar al otro robot de perderse en la gigantesca mina.
Al ver que el final de las vías estaba cercaba se preparó para salir del carrito. Antes de que chocara con otra vagoneta salió de un salto lo suficientemente alto como para dar piruetas como si fuera un acróbata y caer de pie elegantemente.
– Buenos cálculos, Carl. – extendió su brazo delante suyo con su mano abierta. Luego de unos pocos segundos su piqueta cayo justo en su palma – No me olvidé de ti. – con una sonrisa creída apoyó parte del mango del pico en su hombro y miró alrededor – Ahora ¿Dónde estarás, Ricochet? – sin miedo avanzó por el túnel, esa parte de la mina aún no tenía iluminación pero sus ojos alumbraban el camino sin dejarlo por completo en la oscuridad.
Por un rato caminó siguiendo unas huellas que supuso que eran de Ricochet al ser un patrón que dejaría un robot y no un humano. Había momentos en los que las gemas se unían a iluminar con su brillo hasta que eran dejadas atrás. Estaba a punto de volver cuando vio la sombra de alguien más alto que él en unas de las bocas de otro túnel.
– ¡Ricochet! ¡Ya deja de dar paseítos y vámonos! – siguió la sombra que resultó ser el robot que buscaba. Al notar que estaba siendo iluminado por un brillo morado levantó su mirada observando impresionado su alrededor.
Nunca había visto tantas gemas unas muy cerca de otras colocadas de forma tan encantadora. Por lo general sus impulsos eran de romper las rocas y sacar las piedras que eran de su interés pero a estas solo las quería mirar todo el día. Al notar que Ricochet estaba a su lado mirándolo en silencio se quedó observándolo por corto tiempo para volver su atención a las gemas.
El robot de sombrero no le prestó tanta atención a la belleza natural que tenía en frente de él y siguió con su mirada en el más bajo intentando comprender por que admiraba tanto algo tan insignificante como el conjunto de gemas alrededor de ellos.
– No sé como salir de este lugar y detecto fallos en mi extremidad inferior izquierda causado por el impacto. – logró llamar la atención del minero – ¿Podemos irnos o se quedará apreciando algo tan inservible como esto? –
– ¿Inservible? ¡No me importa! ¡Esto es hermoso! Si tan solo pudiera llevarme una… – vuelve a admirar las gemas.
– Esta bien. – se acerca a la pared, pone su mano sobre una de las piedras y la saca – Toma – deja la gema en manos de Carl – ¿Ahora si nos vamos? –
– ¡Claro que no, idiota! – desesperado busca volver a colocar la piedra en su lugar sin éxito alguno – ¡Trabajaré aquí pero no tengo permitido llevarme nada! – logra mantener la piedra en su lugar y se aparta – ¡Se veía perfecto hasta que la sacaste! ¿No podía haber sido otra que no estuviera en el centro? – la piedra se cae.
– ¿Trabajas aquí? Pero si eres un niño. – observa a Carl tomar su pico con fuerza y dejar la gema caer.
– ¡No me digas que soy un niño! – descarga toda su furia golpeando la pierna ya lastimada del otro robot obligándolo a arrodillarse – Si vuelves a llamarme así – con su pico tira de la bandana atrayéndolo al querer intimidarlo – te juro que va a ser peor. No me quieres ver enfadado, ¿O si? – hizo que el tono de su voz sonara lo más amenazante posible.
– ¿Entonces te dejaron enano? – por su pregunta Carl levantó de nuevo su pico dispuesto a golpearlo de nuevo pero logra controlarse pensando que no había maldad en la pregunta del de voz robótica.
– En realidad no permito que Jessie o Pam me actualicen. Mi forma es perfecta tal y como esta. Aparte de que es divertido ver la cara de los nuevos al ver que superas sus expectativas de ti cuando se han hecho una imagen basándose en tu apariencia. – dijo orgulloso.
Ricochet se levantó, el golpe no le había dolido o dañado pero su sistema seguía informándole de las fallas en esa pierna y le molestaba.
– ¿Prefieres ser pequeño, adorable, tener una voz humana y dos ojos? – dijo con desprecio.
– Bueno, es mejor que ser un ciclope desnutrido maltratado con una insoportable voz robótica rompe tímpanos. – puso sus manos en su cintura ganándose una mirada molesta del de bandana sonrió – Ups, ¿Fui muy insensible contigo? –
– Ya vámonos. Tengo que vengarme de aquel anciano. – no le dio importancia a lo que dijo el minero.
Ricochet volvió por el camino que habían recorrido mientras Carl miró una vez más aquella parte de la mina repleta de gemas que le parecía una linda rareza, aún le era llamativo pero le irritaba ver que una pieza faltaba y le quitara su perfección.
– Carl, tenemos que irnos. – puso su mano en el hombro del más pequeño haciendo que se sobresaltara.
– Si, ya voy. No más tardanzas, hay más cosas por hacer. – junto al otro robot volvieron todo el recorrido hasta la superficie.
Allí no encontraron al viejo Dynamike y Ricochet se negó a quedarse sin su venganza, quería que el brawler se arrepintiera de haberlo atacado solo por mirar unas gemas. Pero al final, Carl logró convencerlo para que no hiciera dalo al minero amante de las explosiones y se quedara allí sin dañarse más de lo que ya estaba mientras él buscaba a Jessie para que lo arreglara.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top