Gemas
El despertador chilló fuertemente aturdiendo a la pelirroja que vagamente buscó con su mano el aparato para apagarlo de un golpe.
Como todas las mañanas, preparó su ropa, se bañó y volvió a su habitación para terminar de arreglarse y peinarse. Escuchó a Pam gritar desde la cocina recordando que estaban por comer. Hambrienta salió de la habitación y fue empujada por el robot que emocionado se dirigía a la salida.
– ¡Hey! ¡Ten más cuidado! – gritó pero el robot la ignoró por completo y salió de casa dando un portazo. Siguió su caminó hacia la mesa y tomó asiento en su lugar.
En la mesa, Colt estaba apoyando su frente en la tabla quejándose y arrepintiéndose por lo tanto que había tomado el día anterior junto a sus amigos. Por otro lado, Pam miraba a su hija curiosa.
– ¿A dónde va Carl? – dice la pelirroja más grande sin despegar su mirada de su hija.
– No lo sé. – contestó la pelirroja más pequeña. Mintió pero ninguno se dio cuenta de que lo había hecho.
Ya no tan lejos del pueblo, Carl entró a la mina rocosa esperando ver al otro robot allí.
– ¡Ricochet, ya estoy aquí! – mira a todos lados sin encontrar o recibir respuesta alguna – ¿Ricochet? – por si era necesario, tomó firmemente su pico con una mano y avanza por la mina buscándolo.
Al escuchar los gritos del brawler mayor que trabajaba junto a él en la mina se detuvo de repente queriendo escuchar lo que pasaba. No tenía apuro para salvar al viejo si es que estaba en peligro.
– ¿Creías que podías llevarte las gemas de este antiguo minero? ¡Oh, no, claro que no! ¡Nadie toca mis gemas! – se escuchó hablar al anciano.
Carl se asoma y cuando estaba por hablar ninguna palabra salió de su boca. Ambos brawlers, tanto Dynamike como Ricochet, estaban dañados. Aun así, el minero había salido victorioso. Con una sonrisa, empujaba el carrito por la vía, allí llevaba al robot que en lo que se recuperaba intentaba entender que estaba haciendo el otro brawler
– Esto no ha acabado. Solo espera a que salga de aquí y te destruiré. – mira indiferentemente al viejo minero.
– Pasará mucho tiempo hasta que nos volvamos a ver, ladrón de gemas. – aparta sus manos del carrito y en su lugar pone un pie – Nadie toma las gemas mientras este yo aquí. –
– ¡Mike, espera! – cuando el pequeño robot reaccionó fue muy tarde. Dynamike había empujado con su pie el carrito en el que estaba Ricochet.
El carro minero siguió las vías inclinadas hacía abajo, tomando más velocidad hizo que el robot desapareciera casi al instante de la vista de los dos brawlers.
– Dynamike… – intentando no explotar de furia, voltea a ver al anciano.
El brawler estaba encorvado con una mano en la espalda quejándose del dolor. Aun molesto, le dio su tiempo antes de regañarlo.
– Buenos días, Carl. Agh, dame un momento. – empujando su propia espalda con la mamo logró volver a enderezarse – Ah, ahora si. –
– ¿Qué fue lo que pasó? – mantuvo su mirada seria en Dynamike.
– Le di a ese ladrón su merecido. Lo vi con las gemas y no dude en darle una paliza. – orgulloso pero adolorido por la pelea, mira al robot a su lado con una sonrisa. – ¿Ahora lo vez? Aunque ya este mayor puedo hacer la tarea de jóvenes como los tuyos. ¡Casi que no necesito ayuda! –
– ¿Atacaste a Ricochet sin pensar? – dijo antes de que el anciano sugiera hablando y se fuera por las ramas – ¿¡Estabas seguro de que era un ladrón por lo menos!? – no fue capaz de guardar su furia y gritó.
– No, pero se parecía a uno. Je, “parecía”, seguro que se destruye cuando choque con algo. –
– ¡Agh, estaba conmigo! Lo conocía. Ahora tendré que buscarlo por tu culpa, viejo inútil. – dejó al brawler mayor atrás y buscó un carrito que pudiera usar para ir por las mismas vías hacia Ricochet.
El minero se quedo mirando al más joven aun sin entender del todo su molestia. No fue hasta que el otro brawler se fue por las vías que Dynamike se dio cuenta.
– ¿Ricochet? – susurró recordando al viejo modelo del robot que recién había empujado por una de las vías sin conocer hacia donde iban. Sabiendo que Carl iba a volver más enfurecido de lo que se fue, silbó la primera canción que se le vino a la mente y volvió a su trabajo como si no hubiera pasado nada.
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