Capítulo 3
—¡Listo! —exclamó con emoción al ver su obra maestra. El blondo lo miró también y no oído evitar sonreír, se sentía mejor al menos, además, al ser una bestia divina su regeneración era más rápida que la de los humanos por lo que en unos día no habría rastro de brazo/ala rota gracias a la ayuda de la princesa.
—Gracias—
—De nada—sonrió poniéndose de pie y mirando hacia la ventana, al instante hizo una enorme mueca que creo desconfianza en el menor—Vaya, el sol ya se está ocultando y en tu estado no llegaras rápido a casa—meliodas suspiro un poco, acomodó sus ropas que estaban un poco bajadas y miró hacia la cama de la doncella. Al instante elizabeth tuvo que volver a cubrirse por la luz que lo había envuelto y en su lugar se quedó un cachorro dragón que avanzaba con dificultan hasta su espacio de descanso. Se subió encima y luego se acurrucó cerrando sus ojos—¿Qué haces? —
—Dormiré aquí—
—Oh está bien—
—¿¡Está bien!? —se levantó con brusquedad, mala idea pues su ala se sacudió y volvió a recostarse con dolor—Niña, soy un desconocido—
—No eres un desconocido, eres meliodas—el dragón rodó los ojos algo fastidiado y la miro levemente cuando ella se recostó a su lado.
—Solo dormiré aquí porque fuiste buena y me ayudaste, aunque sanare rápido gracias a mi regeneración —se quedó pensativo—Aunque creo que es la primera vez que una bestia duerme en la vivienda de un humano—
—¿Hu? ¿Por qué? —
—No nos llevamos bien con los humanos—la simpleza con la que lo contesto le hizo recordar a elizabeth la tarde de sus clases, justo cuando prohibió cualquier contacto con bestias divinas diciendo que no podían llevarse bien. Tal vez era más normal de lo que pensaba, eso solo la hizo tener más dudas
—¿Por qué no? —
—Despreciamos a los arrogantes humanos—elizabeth entrecerro los ojos con desilusión
—¿Por qué nos odian? —
—Haces muchas preguntas niña—la albina hizo un puchero inflando sus mejillas y permitió que el dragón negro clavara sus ojos verdes en los suyos. Meliodas sólo soltó un suspiro y se resignó a contestar—Porque los humanos apestan a mentira y estupidez—
—Oh comprendo—se quedó en silencio viendo como el animal empezaba a cerrar los ojos feliz de ya no ser interrogado, sin embargo...—¿Y yo también huelo así? —no podía dormir sin salir de su duda, meliodas solo bufo un poco y abrió sus ojos otra vez olfateando a la niña
—No, tu estas bien—
—¿Y a que huelo entonces? —
—Las niñas humanas como tú no deben de saber eso—la albina se resignó a aceptarlo use quito los zapatos para arrojarlo al suelo desde su lugar. Meliodas estaba acostado del lado del suelo y ella de la pared así que tendría que arrojarlos para no molestar a al animal/humano a su lado
—¿Y cuantos años tienes? Yo 15—
—Pues tengo 12— elizabeth jadeo un poco, sus clases sobre la flora y fauna de líones habían tenido resultados por lo que ahora tenía un poco más dudas respecto a las criaturas divinas
—¿Y por qué no eres más grande? Digo, tienes 12, pero según mi clase de animales a esa edad ya tienen apariencia como adultos—
—Somos diferentes a los animales, nos transformamos en adultos cuando cumplimos dieciocho o diecinueve en una ceremonia de mayoría de edad—
—Ya veo, ¿y seguirás siendo un niño hasta eso? —
—En verdad hace muchas preguntas —pensó el de ojos verdes—No, mi cuerpo humano crecerá normal así como tú, en cuanto a mi forma animal solo crecerá hasta que sea esa ceremonia—
—Entiendo—se quedaron en silencio y entonces meliodas por fin volvió a cerrar sus ojos. Elizabeth se quedó así, mirándolo, con una sonrisa grande en su cara. Se sentía mejor están acompañada después de haber estado sola todo el tiempo ahora ya tenía a alguien con quien hablar. Al menos para su suerte era pequeño y adorable por lo que no le causaba nada de miedo. Completamente sumida en ese ambiente cálido, la princesa levantó su mano derecha y luego empezó a acariciar la cabeza del dragón y la pequeña gema verde en su frente
—¡Gyaaaaaaa! ¿¡Q-Q-Qué haces!? —apenas hizo un par de movimientos el dragón se despertó alarmado y le gruño fuerte. Ella solo apartó la mano confundida—¡N-No me toques! —
—¿Te lastime? —
—¡No! —gruño aún temblando y acostandose otra vez con delicadeza—No me dolió, pero si me tocas ahí yo siento...yo me siento...siento...—
—¿Eh?—
—¡Olvídalo!—sintió su cara completamente caliente, estaba seguro de que si estuviera en su forma humana él estaría del mismo color que las rosas que adornaban el bosque mágico. Estaba avergonzado y nervioso, agradecía que ella no pudiera ver su sonrojo debido a su escamuda piel negra
—¿Entonces te puedo acariciar en cualquier otro lugar?—el animal se exaltó un poco
—¿Cómo sacaste esa conclusión? —elizabeth solo empezó a reírse por respuesta y empezó a acariciar su espalda con delicadeza. Meliodas decidió ignorarlo y se hizo bolita empezando a relajarse de verdad, sus caricias eran demasiado adictivas y tan cálidas que empezaba a sentir sueño. No hizo más y decidió rendirse a esa oscuridad que conocía bien teniendo pequeños destellos con imágenes que no comprendía
—Volveremos a vernos—
*
A la mañana siguiente la albina soltó un sonoro bostezo mientras se estiraba en su cama, los sucesos del día pasado parecían apenas un simple sueño hermoso como los de su madre a su lado. Aún con sus ojos cerrados estiró su mano dispuesta a acariciar un poco más a él animal a su lado, pero fue grande su sorpresa al no sentir nada. Siguió palmeando largos segundos intentando encontrarlo en su cama pero al no sentirlo abrió finalmente los ojos, al hacerlo un sonrojo apareció en sus pálidas mejillas y tuvo que contener la risa
El niño rubio estaba saltando de un lado a otro con una sonrisa en su cara. Sus ropas se alzaban y luego volvían a la normalidad, parecía que jugaba a algo parecido al "avioncito" un juego que sólo podía observar desde la ventana del bar ya que no le permitían hacer tales cosas. Se levantó con cuidado de no hacer tanto ruido, pero las sábanas y la cama estaban en su contra por lo que estas hicieron ruido. Al instante el niño se detuvo con las mejillas rojas y volteo a verla, su bella sonrisa se convirtió en un ceño fruncido furioso volviendolo más adorable de lo que ya parecía.
—¿Q-Qué me miras? —
—Lo lamento, buenos días—
—Buen día humana metiche—desvío sus ojos con vergüenza temblando levemente, se sentía con la dignidad rota, lo cual llegaba a ser tonto pues él solo se estaba divirtiendo un rato, pero para una bestia divina y arrogante como meliodas, ser visto de esa forma por un humano era la peor desdicha que podía sucederle. Apretó su brazo rito sin importarle mucho el dolor
—Pero no es nada malo, solo estabas jugando—
—Una humana no debería de ver a una divinidad como yo haciendo tales cosas—la albina solo empezó a reírse por lo muy importante que se consideraba y negó levemente, sería mejor desviar en tema y no seguir avergonzandolo más, ni quería perder a su único amigo en ese lugar por una tontería como esa
—Veo que tu pierna ya está mejor—instintivamente el niño de ojos verdes movió su pierna y asintió con la cabeza—Que alegría—sonrió como el mismo sol al salir y el calor en las mejillas de la bestia aumentó, este solo pudo sentir como sus orejas se ponían rojas al ver a la niña sonreír y se enojo consigo mismo por la misma razón, quería salir de ahí de inmediato, además, tenía a alguien que no podía dejar mucho tiempo solo—¿Quieres desayunar? Podría llevarte en mis brazos y ocultar tu gema para que la gente no se asuste de ti, tomamos el desayuno y venimos—le tentaba mucho la verdad pero su orgullo le impedía verla y su responsabilidad le decía que se fuera
—Debo irme—
—¿Qué? Pero sigues lastimado—
—Me tengo ir—
—¡Espera! —no lo pudo detener, el viento sacudió su vestido, la luz la dejó ciega unos cuantos segundos y para cuando reaccionó solo pudo ver a unas cuantas garras alejándose por la ventana a toda velocidad mientras parecía quejarse.
Meliodas no volvió en todo el día y elizabeth estuvo muy distraída intentando ver si llegaba, se desánimo creyendo que no volvería a hablar con la única persona con la que dejó de sentirse una prisionera otra vez, aunque fue una grata sorpresa cuando volvió a verlo por la noche sentado en la ventana con su coña escamuda moviéndose de un lado a otro
*
Después de eso meliodas siguió yendo durante varios días, que se convirtieron en semanas y estas mismas en dos meses. Siempre con una excusa diré rente para poder estar dentro del palacio junto a la princesa
—Solo venía a comer tu comida para humanos—sacudió su cuerpo mojado por la lluvia y luego se dejó caer en el regazo de la princesa sonriente que quería burlarse a carcajadas. Instintivamente, elizabeth empezó a acariciar su espalda sacándole un suspiro al animal. Por suerte su ala ya había sanado de forma muy rápida pero según la explicación del mismo meliodas, fue porque era demasiado genial como para estar lastimado—¿Y bien? Tengo hambre—
—Bienvenido meliodas —le sonrió con su misma forma luminosa de siempre, al instante el animal sintió calor en sus mejillas y frunció su ceño mostrándose "digno"
—Rápido humana atiendeme —elizabeth solo rodó los ojos divertida y negó con la cabeza
—Claro señor mandón—
—Oye, no soy mandón—
—Uhum—el dragón solo hizo un mohín de supuesta indignación dejando de mirarla pero permitiendo que la humana le diera un abrazo y cubriera su gema verde. Algo debía de admitir, le gustaba eso, para los humanos era normal ver dragones, montarlos, tenerlos de mascota entre otras cosas así que ver a la princesa con uno no se les hizo raro, claro, casi nadie sabía que era una bestia divina y eso lo llenaba más de comodidades. Además podía llevarse comida deliciosa y con eso alimentaba al otro cachorro de dragón que vivía en su casa en el bosque.
—Vengo porque creo me lastime la pata, curame —exclamó una vez
—Vengo para asegurarme que no a pestes a mentira y estupidez—la hizo reír durante esa visita
—Vengo porque no tengo de quien burlarme—y así durante varios día en los que la princesa lo recibía con una hermosa sonrisa y sus brazos abiertos. Ya no se sentía sola con aquel pillo a su lado
*
—Entonces, ¿esa última tampoco funcionó? —la voz del emperador de cabellos plata se escucho por toda su oficina y el guardia trago en seco. Estaba jugando ajedrez él solo lo cual era extraño, tuvo que bajar la mirada cuando noto sus ojos grises sobre los suyos
—No su majestad, teníamos muchas esperanzas ya que tenía el cabello plateado y los ojos dorados—el emperador suspiro
—¿Y la niña que encontramos la vez pasada? —
—Tampoco reaccionó, el arpa no empezó a sonar y sólo fue erradicada por la luz—la mirada severa y fría que le dedico el monarca a su sirviente fue tan efectiva que el pobre se puso de rodillas de golpe y empezó a temblar del miedo —¡Disculpe majestad! —
—Otro fracaso más, puedes retirarte—el guardia no lo dudo y apenas esas palabras salieron de su boca salió de la oficina del emperador dispuesto a no volver a entrar en un buen rato. Bartra se quedó solo ahí, pensando en su pasado, presente, futuro y fracasos en encontrar al descendiente de la única diosa—Un poder heredado sólo a los albinos de ojos dorados—pensó dentro de su tormentosa paz—Elizabeth —murmuró, ella tenía el cabello tan plateado como su madre y él pero a diferencia de los descendientes de la única diosa, sus ojos eran tan azules como profundo mar. Suspiro decepcionado, la madre de elizabeth era albina con ojos dorados pero no tenía ningún poder especial, aún así se enamoro de ella sin importarle la pieza de la "sangre noble" lo único que quería era protegerla a ella y a su bebé, pero para hacerlo necesitaba el poder del trono.
La abandono dispuesto a tomar su lugar como emperador y luego volver por ella para que nadie pudiera decirle si era correcto o no, ya que él sería la ley, Amaris juro esperarlo y como último regalo le dejo su anillo de rubí con el emblema real de líones jurando volver. Sin embargo como dice el refrán "ojos que no ven, corazón que no siente" y así como el agua en sus manos los recuerdos con la bella mujer se fueron evaporado de su cabeza. Entre más tiempo pasaba en el trono sus sentimientos por Amaris se fueron desvaneciendo y la sed de poder tomó su debido lugar. Siempre estuvo destinado al palacio y no pudo detener el momento en el que su corazón dejó de ser aquella pureza antigua.
Su sed de poder llegó a tal extremo que desde que se convirtió en emperador empezó a buscar a cada mujer o hombre con los cabellos plata y ojos dorados del imperio. Su poder era único y tan controlable que deseaba poseerlo, su poder era hacer que esas arrogantes bestias divinas se arrodillaran ante su trono, sin importar la especie, desde el zorro divino hasta el dragón negro, todos estarían a sus pies y podría controlarlo todo.
Pero cada mujer y hombre que llevaba a la casa de la diosa única precia ante la luz que la purgaba de cada mal en su cuerpo y ese deseo de poseer el poder cada vez estaba más lejos.
—¡Raaagh! —enojado y frustrado por su fracaso sólo tiro con fuerza su tablero de ajedrez produciendo un gran sonido y se jalo el cabello con desesperación. No era momento de arrepentirse por el pasado, debía de encontrar al descendiente de la diosa o esas bestias seguirían rigiendo el imperio por encima de su poder
*
—Princesa—la llamada de una de las sirvientas la distrajo de su desayuno y levantó la cabeza—Traigo los dados que ha pedido y también, la señorita elaine ha llegado—los ojos azules de elizabeth se iluminaron esperando ansiosa y como el mismo sol del verano, una pequeña niña de su edad salió de atrás de la sirvienta con una sonrisa
—Hola princesa—la señorita elaine fairy, hija menor del conde fairy se había convertido en su dama de compañía el mes pasado y desde la vio entrar supo que había encontrado a otro confidente en el palacio. La pequeña rubia y ella se habían vuelto amigas de inmediato y aunque elaine la seguía tratando con respeto aveces simplemente eran dos niñas hablando de cosas irrelevantes.—¿Hoy no vino meliodas, lady elizabeth? —las mejillas de la princesa se tiñeron de rojo y negó con la cabeza
—No—respondió con sutileza, elaine era la segunda persona que sabía sobre la existencia del dragón divino. Claro que al inicio le había tenido un enorme miedo, pero para ese momento aunque aún le temía ya era mucho menos que la primera vez que vio sus feroces ojos verdes
Aún podía recordar la primera vez lo había visto
*Flash back*
La rubia le dio una mordida a la galleta que la princesa le había dado y sonrió lleno de alegría. En su humilde mansión no tenían casi nada de sirvientes y eso la había hecho una mujer independiente, sin embargo, eso no quitaba que seguía siendo sólo una niña y con la princesa podía ser ella misma libremente, la quería como la hermana que nunca tuvo. Su casa era solitaria, su hermano mayor, Helbram, se la pasaba metido en sus estudios sobre política y escogiendo a alguna novia para ser la próxima cabeza de su familia. Eran nobles de bajo rango por lo que ella tuvo que irse a trabajar como dama de compañía. Agradecía mucho que le hayan asignado a la princesa elizabeth
—¿Cómo estuvo tu día elaine? —
—Biem...—añadió con la boca llena de galleta, diciendo mal la palabra y haciendo reír a la albina. Se pasó su bocado en ese mismo momento avergonzada, enjuagó su boca con algo de té y volvió a reír—Muy bien princesa ¿y usted? —
—Muy bien elaine, deja las formalidades solo estamos tu y yo—la rubia se sonrojo, su padre le había dicho que estaba mal llamar a la realeza por su nombre—Anda, ya llevas una semana siendo mi dama y tenemos confianza—la rubia asintió y volvió su sonrisa aún más ancha
—Lady elizabeth—la ojizarca solo rió con una gota de sudor en su frente, al menos ya no le decía princesa. No pudo seguir con su conversación pues al instante escucho unas garras, un aleteo cerca de ella y luego un peso en su regazo junto a un color negro. Reconoció al dueño de aquellas escamas al instante y empezó a acariciarlo con una sonrisa. En poco tiempo ya se había encariñado con ese niño obstinado—¡Que lindo dragón señorita elizabeth! ¿Es su mascota? —
—¡Oye! Yo no soy mascota de ninguna humana—elaine se quedo en completo silencio, vio la cara de enojo de el animal y al ver la gema verde de transformación en su frente se puso pálida como la muerte y cayó de rodilla al piso en un reverencia exagerada
—¡S-Saludos al miembro del gran clan de los dragones divinos! —tembló de pies a cabeza mientras el dragón seguía mirándola triunfante logrando lo que quería
—Gyaaaaaaa—
—Meliodas, no la veas así elaine es un amiga—lo regaño jalando de su oreja con fuerza consiguiendo que el menor chillara e hiciera un puchero—Pide disculpas—
—Yo nunca pido disculpas—lo jaló aun mas y volvió a chillar haciendo reír un poco a la asustada elaine—Esta bien, perdón ahora sueltame ¡auch! ¡auch!—elizabeth lo soltó complacida de al menos haber pedido disculpas, luego lo acarició en el área lastimada y le dio un ligero abrazo cariñoso. Meliodas sintió calor en sus mejillas y su corazón latir con fuerza mientras la albina le daba un beso sobre su cabeza. Elaine estaba tan maravillada que dejó de hacer la reverencia y sonrió. No eran tan hostiles como le habían dicho
* Fin flasback*
Después de eso ahora ya podía convivir con el bebé dragón y le traía galletas cada que podía, aunque aún le tenía miedo al menos ya no caía de rodilla cada que esté la observaba
—¿Por qué no ha venido meliodas estos días? —elizabeth suspiro algo triste y alzó los hombros
—No lo sé, lo extraño mucho—
—Me imagino lady elizabeth—rió un poco—Él está demasiado apegado a ti—un sonrojo cubrió las pálidas mejillas de la princesa que solo carraspeo nerviosa
—No, es salvaje y no se deja domar—
—Uhum—rodó los ojos sin creer lo que dijo la albina
—¿Cómo es que te agrado un dragón que siempre está de mal humor?—
—Es demasiado adorable cuando está con usted, moviendo su cola con emoción, durmiendo e incluso molesto es tierno—
—Si, él es encantador—elizabeth no supo interpretar la mirada divertida que elaine le lanzó, pero como la verdad no quería saber lo que pensaba mejor decidió ignorarla
—¿Quiém esh emcantador...?—
—Oh meliodas ho...¡Kyaaaaaaa!—elaine no pudo terminar de saludar al dragón que aterrizó sobre su mesa, pues pudo ver la razón por la que había hablado de esa forma y descubrió que lo que tenía en la boca era un hada muerta con los ojos volteados
*
Lamento haber tardado pero ayer me la pase viendo la final del squid game minecraft. Larga historia XD
¿Qué les pareció? ¿Les gustó? Espero que si, Elaine esta aquí y para los que sepan del cómic sabrán que ella interpreta a la quería "lucy herive"
La verdad me dio ternura imaginar a meliodas en este capítulo, pero además del inicio del melizabeth también sucedieron varias cosas interesantes. Los planes de bartra, el cachorro que alimenta meliodas, ¡el hada muerta en su boca! >n<
Ya se resolverán muchas cosas después ;D✨
Sin más que decir disculpen faltas de ortografía, los dejo con una imagen de regalo y nos veremos después ^^💕
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