Capítulo 2
—Bien, tu origen humilde no te hizo tan estúpida. Bienvenida al palacio hija mía—
—Gracias, emperador—murmuró en bajo volviendo a ver a los que era ahora su familia y tomó entre sus manos el té que se le había ofrecido. Se lo llevó a los labios intentando relajarse, pero incluso el dulce sabor de la bebida no pudo tranquilizarla. Sentía la mirada de los tres sobre ella y sus hermanastros no dejaban de murmurar y soltar pequeñas risas entre ellos, eran niños crueles por lo que podía deducir y eso sí que le incomodaba. No le molestaba, sabía que sería raro acostumbrarse a una plebeya pero sin duda su falta de educación para ser de la familia real le sorprendía
La velada continuó por al menos veinte minutos más, donde ella sólo intercambiaban miradas con todos y su silencio era tenso. Cuando su padre dijo que su momento de descanso había terminado y debía de retirarse fue cuando no supo si sentirse aliviada o no, pues hasta apenas ese instante el primero de sus hermanos se puso de pie y a su lado
—Así que plebeya —habló el albino de ojos rojos con una sonrisa burlona. En toda respuesta elizabeth hizo una reverencia leve estando sentada e ignoro sus ojos—Pues tienes buenos modales para ser una sucia campesina, haces reverencias a todo el mundo. ¿Donde lo aprendiste? ¿En una lavandería o en un establo? ¿Quizá un insecto? Kajajaja—soltó una risa como si su broma hubiera sido muy buena. Elizabeth alzó una ceja mirándolo fijamente y confundida, creando un mohin pensativo viéndose adorable para los ojos que la observaban desde lejos. Solo soltó un suspiro y tras meditar un poco su respuesta se puso de pie
—Los insectos no pueden enseñarle nada a los humanos, príncipe —las risas del niño se detuvieron de forma estrepitosa y le dedicaron una mirada frívola
—¿Qué? —se exaltó —¿Te atreve a contestarme? ¡Cuida tus palabras campesina! —
—Lo hago, ¿por qué de pronto te haz enojado conmigo hermano? —sonrió levemente intentando calmarlo, una gota de sudor frío resbaló por su frente y guardo sus manos detrás de la espalda. Si iba a pasar toda su vida en ese lugar debían de llevarse bien ¿no? Quizá sólo quería algo de cariño familiar o tal vez estaba siendo ingenua. Al fin de cuentas seguía siendo solo una niña
—¡Pues porque una sucia mocosa de la calle se ha burlado de la realeza! ¡Por eso estoy molesto! —
—Pero no me he burlado de ti—ladeo su cabeza con confusión, cada respuesta era más certera que la última e incluso parecía que la luz estaba saliendo de ella. Ban comenzó a temblar de la rabia al ver que no podría romper el orgullo de aquella sucia niña y solo apretó sus puños con molestia
—Tú...—dio un paso hacia ella—¿Cómo puede una plebeya ser parte de la familia real? ¡No lo aceptaré! —y en ese preciso instante, elizabeth tuvo que cubrir su boca para no empezar se a reír, pues el niño de tan solo trece años de edad había hecho una pose divertida y la había apuntado con su dedo—¡Juro por mi honor que...!—
—Bien lo lamento—
—¿Eh? —
—Si crees que te insulte te pido disculpas, majestad—el de ojos rojos hizo un puchero y se cruzó de brazos molesto—Lo siento, solo no sigamos ¿si? Estoy algo cansada de mis clases y quiero ir a mi habitación—
—¿Q-Qué? —
—Fue suficiente Ban, detente—hasta ese momento la peli roja interrumpió su pelea de niños y se levantó de su lugar para caminar hacia su hermano—También va para ti hermana, si vuelves a insultar a Ban frente a mi te arrepentirás—
—Lo único que hice fue ver como se enojaba y me señalaba, no lo insulte—pero la mirada molesta de la niña de cabellos rojos no pareció ayudar mucho a su situación. Dejó salir el aire que había contenido unos segundos y bajó la mirada
—¿Acaso supones que Ban comenzó este escándalo? —
—Hmm si, pero si lo digo empezará otra pelea—pensó
—Princesa elizabeth,no, hermana—al menos había alguien que le daba el título de familiar—Ten más cuidado con lo que haces a partir de ahora, no vayas a ensuciar el nombre de la familia real—
—Bien, entendido—sonrió de oreja a oreja tratando de darles su lado más luminoso pese a que por dentro solo quería soltarles que ella no había hecho nada, pero no valía la pena, sus cabezas no les permitían aceitar una equivocación
—¿P-Por qué sonríes así? ¿Te burlas de mi? —
—Ya basta Ban, dejemos a nuestra hermana sola—
—¡P-Pero...!—
—Perder el tiempo con ella solo nos rebaja a su nivel—tomó de la oreja a Ban y lo jalo hasta darle media vuelta mientras este soltaba quejidos de dolor, antes de desaparecer contra la puerta, la bella princesa le dedico una mirada fulminante a su hermana—Tuviste suerte—
¡PAM!
La puerta se cerró y elizabeth se dejó caer en el suelo completamente abandonada, era mucho mejor al menso ahora estaba tranquila sin nadie que le gritara
—Vaya par tan extraño—murmuró mirando hacia el cielo azul, extendió su mano derecha como si pudiera tocar las nubes y finalmente la dejó caer. Se sentía raro, como si...como si volará, como si tuviera alas y el cielo fuera su verdadero hogar
Crack
—¡Grrr! —
—Hu—alzó su cabeza ante repentino gruñido de dolor y se quedó en silencio, esperando, buscando con sus ojos del color del mar a el dueño de el quejido.
—¡Gyaaa! —
—Que raro—se levantó con cautela esperando que nadie la estuviese vigilando o mínimo que alguien recordará que había otra princesa ahora. Se permitió a sí misma saltar por los arbustos para abandonar los muy buen cuidados jardines y adentrarse un poco en el bosque, busco detrás de los árboles, siguió el sonido de los rasguños y quejidos hasta que por fin lo vio y sus ojos se iluminaron—Un dragón—
—¡Hiiisssss! —
—Tranquilo pequeño—tomó entres sus brazos a la escamosa criatura que se resistió intentando alejarse volando de forma inútil, sus garras se clavaron en la piel de la albina sin llegar a perforarla y cuando finalmente lo dejó sobre su regazo, pudo notar su molestia. Tenía el ala rota y en una de sus patas tenía una astilla encajada de la cual salía sangre espesa y roja. Rápidamente se preocupo y lo abrazo—Pobre pequeño—
—¡Oye! —
—¿Quién dijo eso? —preguntó levantando la cabeza
—¡Aquí abajo! —
—¡Kyaaaa! —
—¡Auch! ¿No ves que estoy lastimado? —hasta ese momento pudo reaccionar y se dio cuenta que lo había empujado por la impresión. Se dedico unos segundos para respirar y calmar su acelerado corazón mirando al animal que empezaba a lamer su pata. Se cubrió la boca con las manos y volvió a tomarlo entre sus brazos—¡Oye no! ¡Bajame asquerosa humana! —
—¡Hey! ¡Soy muy linda! —el dragón hizo un puchero e intento safarse de sus brazos pero antes de poder hacerlo ella ya se había levantado y lo empezaba a llevar
—Merlín—murmuró a lo lejos una voz—Se lo esta llevando una humana—
—Bueno, lo voy a extrañar—añadió indiferente pese a que la otra voz estaba realmente preocupada
Por su parte la albina se introdujo en el palacio empezando a correr aún con el exótico animal entre brazos intentando que su sangre no se esparciera y alguien sospechar a algo, carajo, ese vestido le había gustado y ahora estaba manchado de rojo, pero todo valía la pena si lograba ayudar a ese pobre animal que hablaba
—¡Sueltame humana! —
—Shhh no grites, si alguien te ve estaré en problemas—pero le hizo caso omiso, seguía moviéndose sin importar el dolor para poder liberarse de aquellos brazos delgados. Llegaron a la habitación, lo dejó sobre la alfombra y luego corrió con rapidez hacia el baño para buscar algo que le ayudara, al no ver nada tuvo que tomar alguna toalla y mojarla para limpiar la herida—Quieto—lo detuvo antes de que pudiera escaparse lo coloco boca arriba sobre su regazo y luego sujeto su pata —Pobre dragón—
—No soy un dragón—elizabeth rodó los ojos divertida, podía acostumbrarse a sus quejidos
—¿Cómo te lastimaste? —
—¿Qué te importa? —lamio la herida para limpiarla aunque la albina lo detuvo, rápidamente el animal clavo sus dientes en su mano...pero no le hizo más que cosquillas, resignado la soltó de una vez y volteo su cara—Además no puedo darle información personal a una niña humana desconocida—
—Soy elizabeth goddess liones, ahora ya no soy tan desconocida—
—Pues no me interesaba saber tu nombre—
—Anda, seamos amigos, no todos los días encuentras un dragón parlante—
—¡Que no soy un dragón! —se quejo nuevamente y soltó un alarido cuando la niña sacó la astilla grande en su pata y luego envolvía esta misma con la toalla húmeda, debía de admitir que sintió alivio y eso vasto para que su mal humor disminuyera
—Además no parece que tengas amigos—
—Que grosera—
—Por favor seamos amigos, estoy muy sola en este palacio, mi madre murió y mi padre acaba de recogerme aunque no le interesó mucho, mis hermanos no me quieren y me siento muy sola en este castillo—comentó intentando conseguir menos hostilidad mientras intentaba ver su ala rota para tratarla, no sabía lo mucho que se había identificado el dragón con esas palabras
—Es la bestia que asesino a muchos de los nuestros hace 500 años, no mereces tocar nuestras tierras—
—Eres un monstruo, desciendes de seres que han perdido la razón, no perteneces a nuestra manada—
—Monstruo—
—Desaparece de aquí —
—Oye, ¿estas bien? —volvió a la realidad cuando ella lo habló tras dejarlo sobre un sofá y seguía viendo su extremidad lastimada
—Si—murmuró— No creo que sepas anatomía dragonial así que dudo puedas hacer algo, sanará sola—
—Pero puedo ayudar a que sane rápido—
—Bien, me quedaré—los ojos de la princesa brillaron como zafiros, tanto que el animal tuvo que dejar de verla para no sonreír y delatarse —Pero cuando me cure me iré y no significa que somos amigos—las lágrimas no tardaron en llegar a las lágrimas de la princesa, lo abrazo con suavidad para no lastimarlo más y consiguió un bufido de molestia—¿Acaso estas llorando? —
—No pequeño dragón—
—Que no soy un dragón—
—Pues te pareces mucho a uno—río con diversión por negar lo que claramente era, no era experta en criaturas exóticas, en donde antes vivía apenas y había pájaros o una que otra hada que se escondía cuando intentaban atraparla para venderla—Iré a buscar algo para sostenerla—
—¿Cómo una rama? —
—Princesa—elizabeth se volteo hacia la voz de un guardia que se acercó hasta ella. No pudo evitar temblar por la gran altura de este recordándole al dueño del bar, aún estaba fresca en su piel cada herida interna y externa que le había causado e incluso el animal pudo ver su miedo por lo que frunció el ceño y miró hacia el guardia—Aquí estaba, el emperador me manda para que...—
—Disculpa—
—¿¡Q-Qué!? —elizabeth no supo describir lo siguiente que pasó, el hombre cayó de rodilla contra el suelo y agachó todo su cuerpo en una reverencia exagerada mientras temblaba con temor—S-Saludos miembro del clan de los dragones divinos—
—¿Dragones divinos? —preguntó la albina confundida. Pero no pudo dirigirse hacia su invitado pues en ese mismo momento el animal salto del sofá, una luz extraña lo inundó creando que ambos humanos se cubrirán para no quedar ciegos y cuando al fin puso ver, un muchacho rubio se encontraba parado ante ella, sosteniendo su brazo roto pero sonriendo por su expresión. Tenía un cabello tan brillante como el sol, tez morena pero pálida a la vez que parecía de terciopelo y unos ojos tan verdes como el pasto más puro y bien cuidado
—Te dije que no era un dragón—
—¿E-Eres humano? —
—No exactamente—se burló por lo nerviosa que se veía
—Tú pierna sigue sangrando y tu brazo, ¿como esta? —el blondo desvío sus ojos hacia su extremidad y permitió que un ligero color rojo se posar a en sus mejillas
—Me duele solo un poco—elizabeth seguía sin aliento, le daba vergüenza admitirlo, pero era demasiado lindo, con esa mirada feroz y brillante y su cuerpo pequeño. Sin duda era menor que ella quizá de unos trece años más o menos, incluso once a juzgar pro su tamaño y cara infantil. Por un momento había olvidado que el guardia seguía temblando y dudando en frío escuchando su platica
—Ese chico es el más cruel de las bestias divinas—trago en seco—El dragón negro, aunque es joven sus habilidades físicas son mejores que la de los humanos—alzó levemente la cabeza, mala idea, pues apenas lo hizo el joven le dedico una mirada fulminante de reojo con un brillo morado en sus ojos que lo hizo temblar y volver a agachar su cara
—¿Y? —preguntó dirigiéndose a él—¿Qué quieres con la princesa? —
—E-El emperador me ha mandado para entregarle el pendiente real a la princesa —tartamudeo sin despegar la mirada del piso pero sintiendo como el de menor tamaño protegía a la albina, sacó el pequeño objeto de el bolsillo y extendió la caja hacia la bestia divina, esta la tomó y se la paso a elizabeth con cuidado
—¿Por qué no se lo da él? Es su padre —
—A mí solo me mandaron a entregarlo—el de ojos esmeralda se vio molesto por aquella declaración, suspiro, cojeando un poco por seguir lastimado y se sentido en el sofá
—Bien puedes largarte, humano—
—Pero antes—finalmente habló la mujer después d restar callada un buen rato—Por favor, traeme ungüento, vendas, ramas y si es posible algún médico para tratarlo—
—¡P-Por supuesto princesa! Lo que usted ordene—se puso de pie al ver su libertad sin haber muerto en aquel encuentro y apenas pudo poner su mano sobre la perilla cuando la voz de la bestia volvió a llamarlo
—Y por favor no le digas a nadie que estoy aquí, si dices algo te mataré—el guardia no dijo mas solo trago en seco y salió huyendo de ahí intentando que el miedo no borrará la lista mental que le había pedido la joven elizabeth. Se quedaron unos segundos en un silencio tenso intentando olvidar las últimas palabras dichas por el blondo pero cuando parecía que el hielo se había vuelto a formar, el niño empezó a reírse—Nishishi ¿Qué se siente descubrir mi verdadera identidad? —
—Pues eres muy lindo —sus mejillas morenas se tiñeron de rojo y desvío la morada avergonzado
—N-No me refería a eso, me refiero a que tienes a una bestia divina en tu cuarto, ¿no reconoces mi grandeza? —
—Pues no eres muy grande que digamos—el niño solo infló sus mejillas causándole ternura a elizabeth y se sentó a su para verlo. En verdad era lindo, mucho, sus ojos, su faceta, su cabello, se sonrojo con fuerza al pensarlo y desvío la mirada
—¿Enserio te dio más miedo ese humano que yo? —
—Pues era bastante grande y aterrador—en ese instante el blondo la tomó de la barbilla, la obligó a mirarlo y le dedico la mirada más escalofriante que podía hacer
—Las cosas no siempre son como parecen, yo podría arrancarte el corazón si lo quisiera —
—Pero yo te gano en tamaño—su cara aterradora se evaporo con rapidez y soltó un jadeo de frustración, mostrando una falsa indignación
—Aquí están las cosas que me pidió a-alteza—
—Gracias, puedes retirarte—ordenó con amabilidad tras tomar lo que le habían dado y volver hasta el rubio, lo primero que hizo fue tomar dos de las ramas que le habían traído y colocar cada una a los costados del brazo roto—No vayas a moverte o te dolerá —
—Ya lo sé, no soy tonto—las sujeto con la venda, lo ayudo a colocarlo con suavidad sobre una almohada de plumas y bajo hasta su pierna—Meliodas—
—¿Eh? —la princesa alzó la cabeza y no se espero la sonrisa que la bestia con la gema verde en su frente le daba
—Mi nombre es meliodas, princesa elizabeth—era demasiado joven para comprender el significado de las mariposas en su estómago
*
Disculpen faltas de ortografía, espero que les haga gustado ¿Cuál fue su parte favorita? Esto solo va empezando
Aclaración: Meliodas si tiene ropa, cuando se transforman se transforman con la ropa que se pusieron antes de ser animales. ¿Capichi? ;u;
Sin más que decir nos veremos después
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