n u e v e


Seokjin

Todo lo que veía no era más que oscuridad, sentía mi cuerpo adormecido y mi cabeza punzaba de manera dolorosa, casi como desesperada, lo cual solo empeoraba las cosas, porque simplemente no podía moverme. Mis manos se encontraban sujetas con un material desconocido para mí, pero lo percibía áspero debido al roce que ejercía en mis muñecas, aunque ese no era el verdadero problema.

Por más que me esforzaba, mi vista no funcionaba, era como si algo cubriera mis ojos, negandome la posibilidad de observar a mi alrededor y eso me ponía inquieto, porque no recordaba la razón de lo que estaba ocurriendo.

Fue entonces cuando escuché algo crujir y el duro suelo en dónde estaba recostado, moverse como si alguien avanzara hacia mi dirección, todo se movía, lo cual me indicaba que no estaba en un lugar plano, más bien me encontraba sobre algo. Apreté los labios con disimulo, esperando que quien fuese el que estuviera ahí, no lo notara.

Un rechinido más fuerte me hizo estremecer, era como el crujir de la madera vieja; podía sentir con claridad la presencia de alguien a mis espaldas y apenas pude reaccionar cuando algo acarició mi cabello, mientras escuchaba una ronca voz susurrarme:

Sé que estás despierto...

No pude más, mis ojos comenzaron a lagrimear, haciendo que mi cuerpo se removiera con temor, dejando a relucir un detalle que no había notado antes y era que mis piernas no estaban aprisionadas, así que en un vago intento por huir, comencé a patalear, hasta que la misma persona soltó un alarido de dolor, fue en ese preciso instante que me di a la tarea de ponerme de pie para poder escapar de lo que sea que estaba ocurriendo.

Pero tan pronto como mis piernas dieron un paso, sentí como era tomado del brazo y arrojado con dureza una vez más hacia el suelo, un grito de dolor se escapó de mis labios, mientras comenzaba a llorar aún más fuerte.

— ¿Acaso intentaste escapar, pequeña zorra? —Expresó con desprecio aquella voz masculina, haciéndome sollozar con terror cuando sus dedos empezaron a impartir caricias sobre mi mejilla derecha—, ¿De verdad pensaste que te dejaría ir tan fácilmente? Eres muy ingenuo, Seokjin —entonces, sin previo aviso y de manera brusca, retiro la venda que había estado amarrada a mi cabeza todo este tiempo, impidiéndome ver.

Sacudí como pude los mechones que ahora cubrían mis ojos, para poder alzar mi vista de una vez por todas, logrando chocar mi mirada con una aún más imponente, la cual consiguió su objetivo, que era intimidarme. Con dificultad me senté sobre lo que podía reconocer como una carreta, ya que las había visto innumerables veces por los alrededores de mi pueblo; miré la oscuridad del cielo, cayendo en cuenta de que era de noche y no sabía en dónde o que tan lejos estaba de casa. En ningún momento mis lágrimas cesaron, porque no podía evitar pensar en el peor de los escenarios.

Mi vista recayó una vez más en el hombre desconocido en el instante en que se colocó de cuclillas frente a mí, haciendo que un recuerdo borroso inundara mi mente por escasos segundos y la razón era porque aquella pose se me hacía muy familiar. Giré mi cabeza con confusión, analizando mi situación, tratando de atar esos cabos sueltos que se revolvían dentro de mi cabeza intentando encajar unos con otros para obtener una respuesta coherente a lo que estaba pasando.

Y cuando pensé en darme por vencido, aquel volvió a hablar, esta vez esbozando una pequeña sonrisa burlona. —"Con que tú eres Kim Seokjin, pero que sorpresa encontrarte en este lugar" —eso fue lo único que dijo o más bien repitió, porque tan pronto como terminó de hablar, una ola de nerviosismo invadió mi cuerpo, mi respiración se cortó de repente, consiguiendo que mis ojos se abrieran más de lo normal al recordar lo que había pasado antes de que perdiera el conocimiento de todo.

— E-Eres tú... —alcancé a murmurar, sintiendo una vez más el miedo incrustarse hasta lo más profundo de mi piel. Intenté retroceder con la poca fuerza que mis talones ejercían sobre la madera de la carrera, mientras negaba una y otra vez con mi cabeza—. Eres el mismo hombre que estaba en mi jardín... —declaré con horror, reviviendo todos los sucesos que habían acontecido desde que decidí abrir aquella puerta que daba paso al exterior del palacio. Me recriminaba una y otra vez por haber sido tan estúpido, al mismo tiempo que escuchaba un risita salir de los labios de mi contrario.

— Creí que te tomaría más tiempo recordarlo, ya que ese golpe que te dimos te derribó al instante. Incluso llegué a pensar que habías muerto —explicó con sorna, sin poder resistirse a soltar una carcajada, como si el hecho de mencionar a la mismisima muerte fuera un chiste barato. Fruncí mi entrecejo con desagrado, sabiendo que el mostrar temor no funcionaría con una persona como él, ya que desde la distancia podría notar la frialdad en su mirada, de que a pesar de estar sonriendo, sus ojos eran completamente inexpresivos; sí, en definitiva no tendría compasión aunque llorara a mares, así que suspirando, me arme de valor para cuestionarlo.

— ¿Quién eres tú y quién te envió? —cuestioné sin vacilar, tratando lo más que podía de no acobardarme por la mirada tan severa que dirigió hacia mi persona y permaneció en silencio por alrededor de un minuto, analizandome sin emitir palabra alguna, lo cual comenzaba a incomodarme. De repente se encogió de hombros y tomando asiento en el mismo lugar donde había estado de cuclillas, habló.

— Taehyung, ese es mi nombre —dijo sin más, mientras llevaba una de sus rodillas en dirección hacia su pecho y recargaba uno de sus brazos sobre esta—, y pertenezco a la élite del ejército coreano. En pocas palabras, soy un hwarang de alto rango

— ¿Un hwarang? ¿Coreano? —pregunté con confusión, sin poder creer que esto era obra de una persona perteneciente a nuestro país vecino.

— ¿En serio estás sorprendido? —revatió mi duda con otra pregunta que me descolocó por completo, pero lo que más llamó mi atención era de que lucía un poco ofendido—. Con todo lo que ha estado pasando en la última semana, ¿No imaginaste que esto podría ocurrir tarde o temprano? Justo ahora, toda una nación te odia por el simple hecho de pertenecer a la familia real

— ¿De que estás hablando? No estoy entendiendo nada —respondí, sintiéndome perdido por el rumbo de nuestra conversación y eso pareció molestarle.

— En serio que eres muy ingenuo o muy hijo de puta, ¿Se supone que tú eres el único heredero al trono de Japón? Es una lastima, me compadezco de tu reino —expresó con sarcasmo y un toque de recelo, a la vez que volvía a ponerse de pie, como si no soportara mi presencia ni por un segundo más. Sin más, dio media vuelta, dispuesto a bajarse de la carreta, pero tan pronto como noté sus intenciones, alcé mi voz con denuedo, no estando conforme con dejarlo ir sin saber quien estaba detrás de todo esto.

— ¡Espera! Aún no haz respondido mi pregunta —demandé, dispuesto a obtener una respuesta, porque seguía sin entender quién sería capaz de hacer algo tan atroz. Taehyung giró su cabeza tan solo unos centímetros, los cuales fueron suficientes para dirigirme una filosa mirada, lo que lo hacía ver aún más intimidante debido a la luz de la luna y la oscuridad de la noche; tragué saliva antes de continuar—, ¿Quién te envió?

Sus ojos se enfocaron unos instantes en la superficie de madera, para después regresar su mira al frente, sin contestar u objetar algo. Solo se quedó ahí parado.

— Yo no soy el indicado para responderte, pero conozco a alguien que sí lo es —con esa serie de palabras, dio un salto fuera de la carreta, mientras alzaba un poco su mano, saludando a la nada o tal vez sí había una persona, solo que su enorme complexión no me permitía ver más allá.

Sino que, solo fue hasta que se hizo a un lado, cuando pude observar con claridad al hombre que sería mi salvación. Mis ojos se cristalizaron al momento en que lo vi avanzar entre la penumbra, no pensé en nada más, no cuestioné el porque estaba ahí, ni siquiera me pareció extraño, solo quería que llegara hacia mí de una vez por todas.

— ¡Namjoon! —Grité, grité con emoción y desesperación, sintiendo alivio en mi ser. En mí no cabía una pizca de duda de que él me salvaría. O al menos no la había, sino hasta que mi ilusión se rompió, porque cuando lo miré con atención, observé su expresión, notando que su semblante demostraba seriedad, pero también... tristeza. Una profunda tristeza.

Y fue ahí que reaccioné, me di cuenta de que está vez, nada ni nadie podría rescatarme...


















¡Hi, hi!
Cuánto tiempo sin leernos por aquí, en verdad lamento mucho la inactividad, no prometo regresar, pero no pude resistirme a escribir este capítulo. Fue más fuerte que yo jsjs

No daré muchas explicaciones, solo que ya estoy "indefinidamente retirada" de wattpad, solamente venía a dejar esto por aquí y dejarles ese mensaje. No estoy devuelta, solo voy a actualizar lo que venga a mi imaginación y créanme que Dolswae me ha dado mucho en que pensar, así que espero traer otro capítulo; es la única historia que me dio inspiración.

En serio espero que les guste el resultado, tenía tiempo que no escribía nada y creo que ya perdí el toque unu

Sin más que decir, les amo mucho, bai bai ✨❤️

Posdata: No sabía muy bien como narrar el capítulo en tercera persona, así que decidí narrarlo en primera. Espero no sea un conflicto a la hora de leer, ya que estuve llevando la narrativa en tercera, pero creo que para momentos muy importantes o que impliquen sentimientos muy personales del personaje, los voy a narrar en primera persona<3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top