Capitulo 6
Los personajes, de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia.
—D-disculpé yo, no debi...—Hinata se disculpó después de despegar sus labios de los demandantes labios del Senju. Estaba muy apenada por haberlo besado, fue tanta la euforia, que hasta olvidó el incidente con el tipo que la quiso forzar a bailar con él ¿ahora que pensaría Tobirama de ella? Después de embriagarse y comportarse como tonta.
—No te disculpes, fui yo quien te beso y créeme, no lo lamento—le dijo levantando su barbilla con delicadeza, mientras ambos permanecían en la pista de baile.
Tobirama se acercó a ella y de nuevo volvió a besarla. La inexperiencia de la ojiperla, le hizo perder el juicio. La chica trataba de responder con torpeza y poco a poco, le fue siguiendo el ritmo en una sensual danza de lenguas, donde la del mayor resultó victoriosa.
—¿Te sientes mejor?—le pregunto con ternura, al verla tan sonrojada.
—Si, gracias—respondió para luego esconderse en su amplio pecho, debido a la vergüenza. Su corazón latía tan rápido y casi podía asegurar que de no ser por la música, él podría escucharlo como si de un tambor se tratara.
—¡Vamos salgamos de aquí!—sin más preámbulos, el Senju tomo la mano de la morena y se la llevó con él hacia afuera. No pensaba soltarla, no se arriesgaría a que otro imbecil tratara de aprovecharse de ella.
Hinata lo siguió sintiéndose dentro de un sueño. Podía sentir todas las miradas sobre ellos, en especial,las femeninas, las cuales veían a Tobirama con devoción y no podía culparlas, dado que ese hombre era sumamente atractivo. Él tenía algo que ella no podía explicar y es que cada vez que él la veía, Hinata podía sentir calor dentro de todo su cuerpo. Se notaba que el Senju era un hombre acostumbrado al dominio, a ser quien daba las órdenes y aunque ese detalle debía molestarla debido al gran parecido a su padre y a Neji, no lo hizo.
Ni siquiera en sus sueños hubiera imaginado verse bailando con él y mucho menos siendo besada. No estaba segura si su falta de pudor se debía a los tragos que ingirió, pero ella quería mas de él. La ojiperla deseó que ese magnífico hombre, la llevara a una cama y le hiciera perder la cordura y de paso, también la virginidad.
Si eso le hacía sentir solo una mano que la guiaba hacia fuera, no quería ni imaginar, lo que ese hombre sería capaz de causar al intimar un poco mas con ella.
Tobirama lanzó miradas asesinas a los muchos tipos que osaron poner sus ojos sobré Hinata. La acercó mas a él en forma posesiva, como demostrando que ella ya no estaba ni estaría disponible para nadie. Suspiro cuando finalmente pudo salir sin tener que romper la cara de nadie y se dedicó a sentir la suavidad de la piel femenina. Ella lo provocaba sin darse cuenta. Hacia mucho tiempo que no se comportaba de esa manera y no quería que ese momento terminara.
Abrió la puerta de su auto para que ella entrara y se aseguró que no se golpeará al hacerlo. Luego se fue hacia el lado del conductor, mientras miraba por el rabillo del ojo como la ojiperla juntaba los dedos índices, tal como si estuviera nerviosa. El gesto le pareció adorable. Condujo hacia la cuidad sin dirigirse a la residencia Hyuga, pues aún no quería dejarla ir y menos después del mal rato que pasó por culpa del sujeto atrevido.
Hinata miró que el auto siguió de largo, pasando el camino que llevaba a su casa, pero no se atrevió a cuestionar nada. Había empezado a recuperar la cordura y se sonrojó por los pensamientos indecentes que tuvo minutos atrás.
—¿Aceptas una invitación a cenar?—le pregunto dirigiendo sus rojizos ojos hacia ella en un semáforo donde le toco frenar por la luz roja.
La Hyuga también lo miró y no pudo mas que afirmar con la cabeza, ya que las palabras parecían haberse atorado en su garganta.
El auto estacionó en un restaurante que a primera vista, parecía elegante. La Hyuga se miró detalladamente, buscando no estar desalineada y antes que se diera cuenta, el Senju abrió su puerta tendiéndole una mano para ayudarla a salir. Temblando de nervios, la tomó sintiendo la calidez que despedía la enorme mano masculina.
Tobirama la apego hacia él con supremacía. Quería que todos vieran que ella estaba con él y que era su mano la que sostenía la de ella.
Un mesero los guió hasta una de las mesas y antes de sentarse frente a ella, el Senju, tomó asiento en seguida de la Hyuga. Pensó que tal vez, con un poco de suerte podría robarle más besos de esa pequeña y provocativa boca.
La morena agradeció mentalmente el acto del Senju, pues también ella quería que estuviera a su lado para poder seguir oliendo su varonil fragancia.
—Quizás no se compare con tu comida, pero te aseguro que aquí se come bien—soltó el albino, atrayendo toda su atención hacia él.
—E-estoy segura que si, muchas gracias por la invitación Senju-san—repuso con una pequeña sonrisa opacada por los nervios.
—Sería bueno que llames a tu padre y le avises que yo te llevaré a tu casa, de lo contrario podría preocuparse—sugirió Tobirama, animándole a llamar a Hiashi.
—Él esta de viaje y tanto Hanabi, como Neji, salieron después que salí yo. Nadie me espera por ahora—aclaro sin ver la sonrisa que se estampó en el perfecto rostro masculino.
—¡Ya veo! Entonces pidamos algo—el mesero se acercó y ambos pidieron lo que querían.
Habían transcurrido, unos cuantos segundos después que el mesero se marchará, cuando el magnetismo entre los dos los atrajo a otro beso. La mesa que escogieron se encontraba alejada de todas las demás, de ese modo, era muy poco probable que alguien los pudiera ver. Tampoco era que eso les importara, pues ninguno de los dos tenía compromisos.
La ojiperla se dejó llevar a un sin fin de sensaciones que nunca antes había experimentado. La boca del Senju la rendía por completo y el calor aumentaba dentro de su ser. Un involuntario gemido se escapó de sus labios y eso bastó para que el albino la estrujara mas, a la vez que profundizó el beso dejándole sin aliento. Se separaron por falta de aire, pero permanecieron con sus frentes unidas. Él no dejo de verla, mientras que ella evitaba hacer contacto visual.
Continuaron de la misma manera, hasta que llegó el mesero con la cena. Agradecieron y se dispusieron a comer, mientras mantenían algunas platicas forzadas. Tobirama pensó en la mejor manera de hacerla sentir cómoda y mirándola comer, supo como hacerlo.
—¿Tu sabes preparar estos platillos?—sonrió mentalmente al ver el brillo en las perlas.
Hinata se relajó contándole anécdotas sobre como fue que le nació su amor por el arte culinario, después hablaron de la familia y amigos. Ambos contaron los motivos que los llevaron al antro donde horas antes se habían encontrado. Hinata, hasta se permitió sonreír cuando escuchó la manera en que Tobirama se quejó de su hermano mayor por embaucarlo, mandándolo a él para llevar a unos empresarios extranjeros.
También hablaron de sus sobrinos y de como los quería. La morena puso atención a todo lo que decía y finalmente, se sintió muy cómoda con él. Si alguien le hubiera dicho que ese hombre, el mismo que ella considero amargado la haría reír, definitivamente no lo hubiera creído.
—¿Te gusto la cena?—le pregunto después que terminaron.
—Si, estuvo deliciosa, yo nunca antes estuve en este lugar—respondió entusiasmada.
Los dos salieron tomados de la mano, como si de novios se tratara. Ella no se animó a retirarla, sino por el contrario, optó por continuar lo que él hacía.
El camino dentro del auto fue silencioso. Tobirama quería hablar, pero no sabía como plantear las cosas entre ellos. Él era ya un adulto y ella aun era una chiquilla, así que no tenía idea de como podía pedirle que si podían continuar mirándose.
—Muchas gracias por traerme a casa—agradeció la morena, una vez bajo del auto frete a la mansión Hyuga. Él no dijo nada sobre los besos y eso le hizo sentir tristeza.
—¡Espera...!—la retuvo tomándole del brazo con poca fuerza—No me has entregado mi pastel de chocolate—sabía que era muy fuera de lugar, pero no encontró otra manera de pedirle verse de nuevo—y no sabes cuanto lo quiero en mi casa—añadió con falsa tristeza.
Hinata se sorprendió, puesto que ella ya había olvidado que le ofreció un pastel. Por otro lado, después de lo que hizo por ella, eso era lo menos que podía hacer por él.
—P-permítame su dirección...yo misma se lo llevaré mañana—afirmó decidida y sorprendiendo a Tobirama—Después de las molestias que le cause, es lo menos que puedo hacer por usted—concluyó sonriendo con inocencia.
El Senju pensó en aclarar que no lo hacía con afán de cobrar el favor, pero de hacerlo, ella no iría a su casa. Guardó silencio por el momento y le pidió su número telefónico para enviar la dirección por medio de texto. Logró matar dos pájaros de un solo tiro. La chica iría a su casa y también logró tener su número para ponerse en contacto con ella cuando quisiera, pues después de besarla no pensaba dejarla ir con nadie.
—Entonces te veo mañana—le dijo antes de regresar a su auto y ella asintió. Tobirama no se fue hasta que no se aseguró que ella entrará a su casa sana y salva, tal y como lo aseguró a Tenten.
[...]
Hiashi se tomó el puente de la nariz con frustración. Había viajado por negocios y terminó siendo abordado por Kaguya para hablar sobre el futuro matrimonio entre su sobrino y su primogénita y por mas que trato de negarse a reunirse con ella, la dama no cedió.
—Tu no lo entiendes Hiashi-san, mi sobrino está muy entusiasmado por que llegue el día en que finalmente pueda viajar a reunirse con su prometida—aseguró Kaguya.
—Por enésima vez te repito... Hinata no quiere cumplir con ese acuerdo y debido a su edad, yo no puedo forzarla para que haga algo que ella no quiere—reafirmó el patriarca Hyuga—Tu mejor que nadie, sabes a lo que me refiero, ya que tu hijo mayor se fue para independizarse—soltó el varón, hiriendo el ego de la peli-plata.
—No estamos aquí para hablar del mal agradecido de Indra y me parece de muy mal gusto que saques a relucir ese incidente—la dama estaba completamente molesta por la mención de la oveja negra, como nombraba a Indra.
—No trató de herirte, ni mucho menos tengo la intención de ofenderte... esto es sólo para que tomes conciencia y veas que no puedo obligar a mi hija para que me obedezca—espetó tratando de hacerle entrar en razón.
—Tu sabes el gran aprecio que tengo por mi sobrino y no se como pueda llegar a tomar este despreció, pero desde ahora te advierto, que te responsabilizo de lo que él pueda hacer—le lanzó la advertencia molesta.
—¿Mi responsabilidad?—cuestionó alzando la voz—En todo caso, es tu responsabilidad, dado que hace mucho tiempo, te pedi que suspendieras ese matrimonio, el cual siempre fue una idea descabellada—reprochó poniéndose de pie y pagando la cuenta—De verdad siento mucho, que las cosas pasaran de esta manera—fue lo ultimo que le dijo antes de marcharse.
Kaguya se tomo el whiskey de un solo trago, sabiendo que tenía que dar muchas explicaciones y para empeorar las cosas, el carácter de su sobrino no era el mejor cuando no conseguía lo que quería. Tenía tres meses antes de su regreso para pensar en alguna manera de decírselo. Sin mas opciones, tendría que apoyarse en Ashura para que le ayudara.
[...]
Itachi cargo con Ino hasta dentro de su casa. Ellos se conocían desde mucho tiempo atrás, así que no se sintió un invasor.
Nunca antes miró a la rubia tan devastada y tan frágil. Ella siempre se mostró fuerte, casi impenetrable y ahora veía que era solo una fachada para cubrir su verdadera naturaleza. No tenía idea quien había sido capaz de herirla, para que ella se comportara de esa forma.
La colocó en el sofa de la sala y se dirigió hacia la cocina, con la intención de prepararle un café bien cargando. Luego de unos minutos, regresó y la sentó.
—¡Ino-Ino! Tome esto—el mismo Uchiha enfrío un poco la bebida, para evitar que ella se pudiera quemar.
La Yamanaka de a poco recuperó la conciencia, encontrando las oscuras orbes de Itachi que la veían con preocupación. De inmediato se incorporó sonrojándose de vergüenza ¿Como podía estar dando ese espectáculo frente a Itachi? ¿Que pensaría de ella? Aceptó la taza de café para no hacer mas tonterías.
—¡Itachi, que pena con usted!—exclamo sin querer sostenerle la mirada.
—Nada de pena, lo importante es que ya está mejor—el azabache le colocó los rubios mechones tras la oreja, para que pudiera tomar el café—Tómelo, se sentirá mejor después de hacerlo—ella obedeció sin argumentar nada.
—¿Sabe que pasó con Hina y Tenten?—preguntó al recordar a sus amigas, las cuales dejó abandonadas en el bar.
—No se preocupe por ellas, ambas se marcharon con Deidara—la rubia expulsó todo el aire que mantuvo contenido.
—Lamentó mucho haber arruinado su noche, yo no suelo hacer este tipo de cosas es solo que...—el moreno la interrumpió, para que no pensara lo que no era.
—No arruinó nada, de todos modos, yo ya me pensaba retirar y me alegra haber tenido la oportunidad de estar allí para poder ayudarla—reafirmó mirándola fijamente, como nunca antes la había visto. No es que ella no le pareciera hermosa, sino que siempre la miró como una niña, pues la conocía desde que conoció a Hinata y las consideraba como sus primas, o incluso, familiares. En esta ocasión se permitió ver de cerca a la hermosa mujer en la que se había convertido y se sintió extraño.
Unos minutos después, el azabache se despidió mirando que la joven ya estaba mejor.
—¡Itachi espere!—el moreno se giró para verla—Me gustaría agradecerle lo que hizo por mí...¿que le párese si lo invito a comer mañana?—era lo menos que podía hacer después de semejante espectáculo, pensó Ino.
—Desde ahora le repito que no tiene nada que agradecer... pero si, aceptó la invitación a comer—afirmó despreocupado—Pasare por aquí mañana a las tres—le aviso y salió de la casa. Debía llamar un taxi.
Ino se quedó sentada asimilando lo que había sucedido y terminó escondiendo su cabeza debajo de los cojines ¿Como pudo portarse así? Y precisamente frente al hombre más correcto que conocía y como si fuera poco, todavía se tomo el atrevimiento de invitarlo a comer. Definitivamente lo pensaría mejor antes de volver a beber alcohol.
[...]
Deidara había hecho un gran esfuerzo por conducir correctamente, pues la castaña le besaba y le mordía el cuello con deseo. Al llegar a su habitación prácticamente desnudos, dieron rienda suelta a la pasión que durante meses permaneció inactiva por culpa de sus errores.
Tenten gemía fuerte. Los tragos la excitaron de más y sin duda alguna, el rubio lo disfruto. Se habían extrañado mucho y pensaban desquitarse durante todo el resto de la noche.
—Me vuelves loco—le aseguró el rubio durante las embestidas.
—Y-y tu a mi—con dificultad pudo confesar la castaña, dado que se encontraba perdida en el placer, el mismo que no había tenido desde que se dejaron de ver.
Continuaron saciándose durante toda la noche hasta que terminaron durmiendo desnudos y agotados, pero felices de estar juntos.
[...]
La ojiperla se levantó temprano para preparar el pastel que le ofreció a Tobirama. Había dormido muy poco debido a las mariposas en su estómago, recordando los besos que el Senju le dio.
Al despertar pensó que quizás él lo había olvidado, pero se sorprendió de encontrar un mensaje de texto, con la dirección del albino. Lo que daba a entender, que él todavía contaba con el postre.
Hanabi no se había levantado y se sobresaltó al sentir la presencia de Neji.
—Buenos días ¿que haces levantada a esta hora?—cuestionó dirigiendo su mirada al batido que preparaba su prima—¿Y que cocinas?—realizó otra pregunta, al mismo tiempo que arqueó una ceja.
—Yo le prometí un postre a una persona y no quiero quedar mal—oculto quien era la persona a la que le entregaría el encargo—Y tu ¿piensas salir?—inquirió rápido para desviar el tema.
—Si, tengo una invitación a desayunar—respondió con una pequeña sonrisa que no pasó desapercibida por la morena.
—¿Karin sensei fue quien te invitó?—Neji se ahogó con el agua que tomaba y no tuvo mas remedio que asentir—Me da mucho gusto nii san...Ella es una buena persona—le dijo la ojiperla feliz de verlo intentar una relación con alguien.
—Nos estamos conociendo—recalcó y después de darle un beso en la frente a su prima, se despidió para acudir a su cita.
...
Al rededor de una hora, el postre estaba listo. La Hyuga se dirigió hacia su habitación, para ducharse y arreglarse. Quería verse linda para ir al encuentro con el Senju.
Se puso un vestido sin mangas en color lavanda que le daba a la rodilla. Optó por usar bailarinas negras, al igual que el cinto y el bolso. Dejó su cabello suelto y uso maquillaje discreto, se veía muy linda, a pesar de no mostrar mucha piel.
Salió rápido para acomodar el pastel dentro del auto antes que Hanabi la mirara y terminará bombardeándola con preguntas. Luego de unos minutos, se aseguró que todo estaba en orden y siguió la dirección que le mandó Tobirama.
[...]
Tobirama se había duchado y se vistió con ropa informal. Usaba pantalones de mezclilla con una camiseta polo y calzado deportivo. Tampoco pensaba hacer la canallada de obligar a Hinata a permanecer en su casa sabiendo lo tímida e inocente que era. Una vez llegara, tomaría el postre y la invitaría a pasear a un sitio tranquilo.
El timbre de la puerta sonó ocasionando una sonrisa en su rostro. Se apresuró abrir pensando mirar esos hermosos ojos perlados.
Su sonrisa se desvaneció de inmediato al ver a Hashirama con Mito y sus dos sobrinos cargando con bolsas de un restaurante.
—¡Vinimos a comer contigo!—le dijo el castaño, pasando sin ser invitado. Mito y los niños lo imitaron, sin darle tiempo al albino de objetar nada.
Con desánimo, serró la puerta y se unió a ellos esperando que la Hyuga tardara mas tiempo en llegar.
Aun no llegaba al comedor, cuando el timbre de la puerta se escuchó de nuevo. Sin que pudiera reaccionar a tiempo, los niños corrieron para ver quien de los dos, lograba abrir primero.
...
Hinata tocó la puerta, luchando por sostener el empaque donde traía el encargo, dado que también sostenía su bolso y un bote de helado que compró antes de llegar. Espero a que le abrieran y se sorprendió al ver a dos niños. Pensó que se había equivocado de casa, pero Tobirama apareció tras ellos y sin poder evitarlo, los niños la hicieron pasar, pues no podían apartar la mirada del postre de chocolate que la chica sostenía con dificultad.
—¿Quien es?—preguntó una voz masculina desde el comedor.
Ya para ese momento la Hyuga estaba sonrojada y muy muy apenada por haber interrumpido la reunión de Tobirama. El albino negó con la cabeza en forma de disculpa hacia ella.
Su hermano terminó arruinando sus planes y lo peor de todo, era ver los nervios de la ojiperla, debido a su inoportuna familia.
Continuara.
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