Capitulo 23
Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.
Hanabi sonrió y se abrazó a Sasuke, cuando escucharon el grito de Mikoto. La dama Uchiha, acababa de enterarse que Ino e Itachi se casarían y la noticia la hizo muy feliz, no obstante, nada la pudo preparar para la otra noticia que la pareja tenía para darle.
—¡Embrazada... un nieto!—decía entre lágrimas de auténtica alegría. Abrazo a la rubia y perdió la cuenta de las veces que le agradeció por darle esa gran alegría.
—¿Y yo que? ¿No se supone que también debes felicitarme?—se quejó Itachi para molestarla.
—Tu mejor ni hables, se supone que eras un caballero, así fue como te crie y la dejas embarazada ¿Que crees que dirá Inoichi cuándo se enteré?—el joven se arrepintió de molestar a su madre, pues ahora se veía escalofriante y sin olvidar que también debía enfrentar a su futuro suegro.
—Te quedaste sin argumentos hermano—soltó Sasuke al ser testigo del cambio de ánimo que tuvo Itachi.
—Ya deberían saber, que tú madre es de armas tomar—añadió Fugaku, quien continuó comiendo, mostrando indiferencia, sin embargo, estaba muy feliz por la noticia del embarazo. Su hijo había encontrado a su compañera de vida y pronto serían una familia. Ahora solo faltaba Sasuke y por lo que podía ver, sucedería muy pronto.
Pronto las tres féminas comenzaron hablando de todo lo referente a la boda, tales como el vestido, el salón y lo más importante, la fecha, ya que el embarazo pronto sería visible y el vestido cambiaría drásticamente.
Las dos chicas acordaron ir a ver a Hinata, para darle la noticia. Aún no asimilaban lo sucedido una semana atrás, cuándo Tenten, viajó a los Estados Unidos con Deidara y terminaron pasando por Las Vegas, donde contrajeron matrimonio. Ellos ya vivían juntos, así que, lo único diferente fue el certificado de matrimonio. Hinata aún no lo sabía y estaban seguras que se pondría feliz.
[...]
—Con esto queda listo... solo firmen aquí y el bebé, quedara legalmente registrado como su hijo—la chica peliroja que los ayudó a realizar los trámites para el reconocimiento de Itama, no había dejado de coquetear con Tobirama, sin embargo, el Senju, parecía ajeno a todo y la única en notarlo era Hinata.
El albino se apresuró a estampar su firma, sin soltar a su hijo, luego sonrió, deslumbrando aún mas a la chica y le entregó el bolígrafo a la ojiperla. A pesar de lo sucedido con Indra, Tobirama, no se mostró, ni molesto, ni hostil con ella en ningún momento. Para la consternación de la Hyuga, el hombre, no dejó de sonreírle abiertamente, como lo hacía cuando estaban a solas.
—Aquí tiene—luego de las firmas de ambos, le entregó los documentos a la chica para concluir el proceso.
—Felicitaciones, tiene usted un hijo adorable—soltó la joven, sin dejar de verlo. Hinata no pudo evitar sentirse incómoda y excluida. Era lo que sucedía cuándo estaban juntos y él, parecía tan inmune a todo, mientras que ella quería ocultarlo para que no lo vieran así.
—Gracias... y coincido con usted... mi hijo es el bebé más encantador que hay y todo se lo debo a la belleza de su madre—la ojiperla se sonrojó y apretó fuerte, la correa del bolso donde llevaba los artículos de Itama, sin embargo, el Senju, lo había dicho como lo más obvio y ni siquiera notó los estragos de su comentario.
—Gracias por todo—esta vez fue la ojiperla, quien habló, interrumpiendo la admiración de la chica con Tobirama y con su bebé.
Los tres salieron y caminaron por los largos pasillos del edificio donde se encontraba la corte. Tobirama, no mencionó lo sucedido con Indra y ella por alguna extraña razón, quería explicarle, pero en realidad, no supo cómo hacerlo y optó por mantenerse en silencio, respecto a eso.
—¡Que día mas feliz!—Tobirama elevó el pequeño cuerpo de su hijo y junto su frente con la diminuta frente del pequeño. Las rojizas orbes de ambos se veían y el niño, se veía muy cómodo con él—¡Hinata...! No me alcanzará la vida para agradecerte por esta gran felicidad—la ojiperla se quedó en silencio mirando la escena frente a ella. Ahora no tenía ninguna duda, Tobirama, sería un excelente padre con Itama y respecto a su hijo... pareció reconocer a su progenitor, dado que sólo con ella se sonreía y ahora lo había hecho para él. Se veían tan bellos juntos, que no pudo evitar, quedarse hipnotizada ante tal visión.
—Itama es prácticamente todo mi mundo—añadió ella, cuando logres romper el contacto visual. El albino le sonrió y colocó el niño en su asiento. Hinata se acercó para comprobar que estuviera correctamente amarrado y para su sorpresa, todo estaba en orden, garantizado así, la seguridad del pequeño Senju.
—¿Tienes hambre? ¿Si deseas podemos ir a comer?—sugirió el varón, cuándo le abrió la puerta del auto, para que ella entrara.
—No—soltó sin pensarlo, luego se sintió culpable por ser tan cortante e intentó arreglarlo—debo regresar a trabajar, pero si lo desea, puede pasar el resto de la tarde con Itama... aquí tengo todo lo necesario para todo un día o tal vez dos—las rojizas y tristes orbes, brillaron con la sugerencia.
—¿De verdad...?—si bien es cierto, que al escucharla negarse a ir a comer, se sintió triste, ahora ni siquiera podía identificar, la felicidad que experimentó al saber que ella le confiaría a su hijo. Luego de lo que presenció esa mañana, su corazón se partió, aunque ya lo sospechaba, el dolor no pudo ser menor. Lo había olvidado y ahora ya no suspiraba por él, ahora suspiraba por la persona que le calmaba la soledad y que se comportó como el caballero protector que ella necesitaba...¡Entonces! ¿Que derecho tenía a interferir? No, no después de lo que escuchó de sus propios labios. Ella tuvo que pasar por muchas penurias y la culpa, no lo había abandonado.
—Claro que si, de hecho, el mismo juez decretó que la custodia es compartida—el juez anotó los términos y entre ellos estaba la custodia del bebé. Tobirama, no exigió nada, sin embargo, el juez preguntó los días que él cuidaría del pequeño y fue cuando Hinata propuso los fines de semana, o cuando viniera a la cuidad, ya que él, no vivía en ese lugar.
—Pero aún no es fin de semana—repuso, queriendo tener plena seguridad de que ella le estaba dando la oportunidad de pasar el día con su hijo, aunque todavía no fuera su turno.
—No importa, se que compartiremos su custodia como personas civilizadas y dudo mucho, que lleguemos a tener desacuerdos—el corazón del Senju, se estrujó aún más de lo que ya estaba. Ella ya asimilaba la idea de ser simplemente una pareja separada, que mantenía una relación cordial, por el bien de los hijos. Con todo el dolor de su alma, debía aceptar su derrota, pero primero debía hablar con alguien y lo haría al día siguiente, o de ser posible, esa misma tarde. De esa conversación, dependería el tiempo que se quedaría en esa cuidad—Aquí tiene—Hinata lo saco de sus pensamientos, cuándo le entregó una pequeña hoja, donde anotó la hora en que su hijo debía comer, también incluyó su número de teléfono para que la localizara en caso de emergencia. Sólo serían unas pocas horas, pero no pasó nada por alto.
—De nuevo gracias... lo traeré cuando cierren la pastelería... aquí tienes—le entregó una tarjeta con sus datos, eran las tarjetas de identificación que usaba en su negocio. Estaba seguro, que a pesar de no haber cambiado su número telefónico, ella lo había olvidado. No obstante, ella no lo había olvidado y vaya que trató de hacerlo, sin embargo, durante todo ese tiempo, alejada de él, repasó ese número pensando en todo lo sucedido.
—Cualquier cosa que pase, no dude en avisarme, o si no logra que esté tranquilo puede regresar—Tobirama asintió, muy agradecido con ella por dejarlo compartir tiempo con su hijo, pero al mismo tiempo, su corazón dolió, al ver que ella cada vez estaba más inalcanzable. La confianza que le dio toda la fuerza de hacer su orgullo a un lado para buscarla y pedirle regresar, ahora parecía haberse extinguido. Ni siquiera se sentía con el derecho de pedirle que regresara con él, y mucho menos se podía atrever a preguntar, si todavía lo amaba. Esa mañana cuando la encontró besándose con el Otsutsuki, pudo escuchar lo que ella le dijo... ellos no eran nada y lo único que los unía era Itama.
¿Con que derecho venía a perturbar su paz? Debía dejar de lado su dolor por perderla para que pudiera ser feliz alejada de él ¿No es eso el amor? Dejar dejar todos los sentimientos atrapados y silenciados, por lograr ver feliz a tu ser amado, así sea con otra persona. Estuvo a punto de derramar una lágrima, pero al escuchar el balbuceo de Itama, logró distraerse. Por lo menos le había quedado algo del inmenso amor que se tuvieron. Ese rayo de luz, le ayudaría a soportar haberla perdido por su estupides.
[...]
—¿Pero que tenemos aquí? Soy tu tío y ya te quiero pequeño—Hablaba Hashirama con voz infantil, cuando su hermano menor lo llamó en una videollamada, apareciendo el mini Tobi, en la pantalla—eres tan serio como tu padre, debiste heredar un poco del buen humor de tu tío favorito—el Senju menor bajo el sonido del teléfono, debido a las fuertes carcajadas de su hermano.
—Te comportas como payaso... asustaras a mi hijo—reprochó Tobirama dando un beso en la mejilla del bebé.
—Felicidades hermano, tu hijo es adorable y no sabes el gusto que me da escucharte llamarlo hijo... En medio de todo el caos, te quedó ese tesoro invaluable—Hashirama se sentía muy feliz con la decisión de Hinata, ya que a pesar de todo, lo dejó reconocer a Itama. Aunque no podía decir lo mismo en cuanto a su relación, pues después de lo que le contó Tobi, incluso él, pensó que quizás ya lo había dejado de amar.
—No tengo cómo agradecer esto...—el albino sintió que se le quebraba la voz y optó por guardar silencio, después de todo, ya había hablado lo suficiente con su hermano y la llamada concluyó.
Durante el día, se fueron a su habitación del hotel y se dedicó a su niño. Le preparó la fórmula, tal como lo marcó Hinata, luego lo colocó en su hombro y finalmente lo cambió de pañal. Cuando terminó, lo apretó contra su pecho y derramó las lágrimas. El bebé, no lloró en ningún momento y al poco tiempo, se quedó dormido. Con cuidado, lo rodeó de almohadas para evitar que pudiera caer. Se acostó junto a Itama y también se quedó dormido, por al rededor de dos horas. Se negaba a que el día llegara a su fin, porque debía regresar a su hijo, pero al mismo tiempo, anhelaba ver a la madre, así fuera, por escasos minutos.
Con todo el cuidado que podía, subió todo a su auto, dado que la hora de regresar, había llegado y lo menos que quería era molestar a Hinata.
Estacionó frente a la pastelería y asegurandose que ya no llovía, bajo con el niño y se fue directamente al apartamento de Hinata, sin embargo, apenas enfocó la puerta y miró que también Indra, esperaba a que le abrieran.
—Buenas noches—Indra de inmediato giró hacia ellos y no se esperaba ver al Senju con Itama en brazos. Estuvo la mayor parte del día, sin poder concentrarse, debido a lo sucedido con Hinata. Lo que menos quería, era causarle problemas, pero al saber que quizás, ella se podía marchar, actuó sin pensarlo y aunque el beso, fue increíble, lamentó hacerlo así. Ahora se encontraba frente a frente, con el ex de la ojiperla y a decir verdad, nunca pensó que lo saludaría.
—Buenas noches—respondió, luego de pasar por la sorpresa.
—¿¡Otsutsuki-san...! ¿Cree que tenga tiempo para hablar conmigo?—la pregunta, definitivamente dejó a Indra sin palabras. No conocía el carácter del hombre frente a él, pero de una cosa pudo estar seguro cuando lo conoció y era, que poseía una gran arrogancia, sin embargo, ahora, parecía una persona totalmente diferente.
—Claro... hay un bar a dos cuadras de aquí ¿Le parece que nos veamos ahí en una hora?—Tobirama asintió con la cabeza y en ese momento la puerta se abrió, dejando ver a la ojiperla. La joven se sorprendió al verlos a ambos, pero la sorpresa desapareció, apenas vio a su bebé. Prácticamente ignoro a los dos hombres y tomo a Itama de los brazos del Senju.
—¡Pasen!—les dijo a los dos, volviendo a sentirse incómoda por lo que podía suceder. El Senju, colocó todas las pertenencias del niño sobre el sofá y sintiendo que sobraba, decidió marcharse para irse al bar donde esperaría al Otsutsuki.
—Aquí esta todo y de nuevo... gracias Hinata—miró hacia su hijo antes de darse la vuelta para marcharse—Ahora debo retirarme... con permiso—se despidió de la joven y le hizo un asentamiento con la cabeza al moreno. Hinata no sabía que decir, pero algo dentro de ella se removió, cuando miró una pequeña sonrisa que parecía llena de melancolía en su rostro, antes de cerrar la puerta. Instintivamente se aferró a su hijo sin dejar de ver la puerta por donde se marchó.
—¡Hinata!—el ensueño se disipó, cuando escuchó la voz de Indra—Quiero disculparme por mi comportamiento de esta mañana... Quizás tu no lo hayas notado aunque creo que eres la única en no hacerlo—sonrió y se acercó a ella. La ojiperla ya había acostado al niño y dirigió toda su atención a Indra—Tengo fuertes sentimientos de amor hacia ti y cuando creí que te irías con él, no pude evitar besarte, aunque se que estuvo mal.
—Yo-yo, no se que decir esto me toma desprevenida y...—Indra negó con la cabeza impidiendo que continuara.
—Lo se, no te preocupes, no tienes que darme una respuesta ahora, sólo quería que lo supieras y si decides aceptar darme una oportunidad, te aseguro que conmigo, no les faltará nada, ni a ti y a Itama... Te garantizó que estando conmigo, mi sobrino no se acercara a ustedes, yo puedo amarte incluso más de lo que él te amó—la joven se quedó pasmada y sin saber que decir. La declaración de Indra, la había tomado desprevenida. Ella no creyó que podía involucrarse sentimentalmente con alguien más que no fuera Tobirama y después de lo sucedido, solamente se dedicó a su bebé—Ahora te dejo para que descanses—el varón le dio un beso en la frente y salió dejando a la chica en una marea de sentimientos encontrados, no obstante, él estaba de la misma manera, debido a la conversación que le esperaba con el Senju.
[...]
—Le agradezco por acceder a reunirse conmigo—el albino se puso de pie, cuando miró que Indra llegaba a la mesa donde se sentó, minutos atrás. Contrario a lo que pensó, el Otsutsuki, no tardó mucho en llegar a su encuentro.
—Le confieso que su solicitud me tomo por sorpresa—soltó retirando la silla para sentarse frente al ex prometido de la ojiluna.
—Lo imagino, pero créame que es de suma importancia que mantenga una conversación con usted, referente a Hinata y a mi hijo—Indra permaneció en silencio en espera de lo que diría—Hinata me contó todo lo que ha vivido desde que llegó aquí y aunque me duela reconocerlo, debe saber que se ha ganado todo mi respeto—el Otsutsuki no pudo evitar sorprenderse por lo dicho—Amo a Hinata mas que a nada en el mundo y me comprometí a cuidar siempre de ella, sin embargo, cuando ella me necesitó más, no estuve a su lado para darle mi protección y por poco, Toneri logra secuestrarla... y mi hijo nació sin que yo pudiera estar presente, sin olvidar que durante todo el embarazo se vio obligada a trabajar para mantenerse a si misma.
—Ella se ganó mi simpatía, su modo de ser logró...—el moreno pensaba que era mejor no terminar con lo que pensaba decir.
—Enamorarlo... lo entiendo, pues fue así como me sucedió a mí y después de vivir en lo más parecido al cielo, caí al infierno por dudar de ella y creer en las calumnias de terceras personas—sonrió con amargura—¡Escuché...! Iré directamente al grano y me disculpo de antemano, si invado su privacidad, pero ella y mi hijo, son lo que mas quiero en la vida y debo asegurarme que estén seguros... ¿Cuales son sus intenciones con Hinata?—sintió que algo en su interior, se desgarraba cuando hizo esa pregunta, pues casi podía adivinar la respuesta.
—Quiero que me acepte y así terminé siendo mi esposa—respondió lo más directamente posible.
—Y respóndame ¿está usted dispuesto a tratar y querer a mi hijo como si fuera suyo?—de nuevo pensó, que el dolor lo iba derrumbar, ya que prácticamente estaba mirando al hombre que seguro, ocuparía su lugar.
—Itama se ganó mi corazón desde que lo miré por primera vez—sin dudarlo, respondió a la siguiente pregunta hecha por el Senju.
—Gracias por su sinceridad—suspiro y cerró las rojizas orbes por unos segundos, ya que estaba por darse a sí mismo, el tiro de gracia—Mañana mismo me marcharé y cuando regresé por mi hijo, no me acercaré a ella.
—¿Que quiere decir?—preguntó Indra confundido por el rumbo que tomó esa extraña conversación.
—Aceptó mi derrota Otsutsuki-san... se que mis acciones hirieron a Hinata y por ende, también a mi hijo y después de verla con usted, no me queda mas que dejarles el camino libre... ella ya derramó muchas lágrimas por mí y yo solo deseo verla feliz, aunque no sea conmigo. Después de todo, de eso se trata el amor ¿no? De dejar que la persona amada sea feliz... así mi alma muera de tristeza—lo último lo dijo en voz, baja, sin embargo, Indra logró escucharlo—Hablare con ella mañana antes de marcharme y desde ahora le advierto, que haré mi último esfuerzo, aún sabiendo que no conseguiré nada, no obstante, no volveré a dar nada por sentado antes de aclarar las cosas, como lo hice en el pasado... Tómelo como un humilde consejo de un servidor—Indra miró la cantidad de alcohol que bebía y pudo sentirse mal por el hombre.
—¿Me esta diciendo que no se quedara aquí para seguir insistiendo?—debía preguntarle aún viéndolo tan decidido, puesto que todavía no lograba asimilar que el hombre, el cual a primera vista, le pareció, arrogante, prepotente y soberbio, se mostrara totalmente arrepentido y derrotado, como quien pierde todo, sin poder remediarlo.
—Prefiero retirarme, ahora que solo veo desilusión y dolor en sus hermosos ojos color luna, que quedarme a seguir insistiendo y conseguir mirarla llena de odio y despreció hacia mí... Me conformo con el favor que ella me hizo, dejando a mi hijo cerca y por otro lado, también debo encargarme del asunto de Toneri, es lo menos que puedo hacer por ellos—la molestia perturbó al moreno, apenas escuchó la mención de su sobrino.
—La verdad, me deja usted sin palabras Senju-san... Dudó mucho que yo pueda dejarle el camino libre a otro hombre y no me mal entienda, no lo estoy criticando, sino todo lo contrario—aclaro lo que en realidad pensaba—Debo confesar, que ahora es usted, quien se ha ganado mi respeto—Tobirama asintió y se dispuso a ponerse de pie para retirarse.
—Si alguien me hubiera dicho meses atrás que yo haría tal cosa, jamas lo hubiera creído, pero véame ahora—negó con la cabeza y sonrió sin muchas ganas—Estoy seguro, que usted haría lo mismo que yo, aunque ojalá, nunca se vea obligado a tal cosa—Indra tomó la iniciativa y estiró la mano, para estrecharla con su rival, el mismo, que logró ganar su respeto. Tobirama correspondió el apretón de manos y finalmente se despidió, pidiéndole que no le dijera nada a Hinata, sobre esa improvisada reunión.
La conversación con el Otsutsuki, le dolió mucho más de lo que pensó y lo peor, fue darse cuenta, que el hombre era todo un caballero ¿Como podía luchar contra alguien como Indra?
...
El día siguiente, la ojiperla se disponía a comenzar con sus labores, cuando escuchó que la llamaban. Podía reconocer esa voz, en cualquier lugar donde la escuchara. Se giró para encararlo y ahí estaba él, Tobirama. Se veía diferente, a cómo lo miró el día que llagó.
—¿Me concederías unos minutos para hablar? Por favor, no te quitaré mucho tiempo—ella sostenía a Itama sobre el soporte de la espalda y se sintió ahogada por tenerlo tan cerca, eso era lo que intentaba evitar, estar cerca de él y desde que llegó, lo había visto acercándose. Estaba lista para rechazarlo, sin embargo, había algo en la expresión de Tobirama, que no había visto antes y tuvo que acceder. Después de todo, dijo que sólo serían unos minutos, con un poco de suerte, no le afectaría tanto su cercanía.
—Permítame encargarle el horno a mi compañera y podemos hablar en mi apartamento—le tomó unos pocos minutos y pronto estuvieron dentro de su hogar.
Cuando la miró sosteniendo a su hijo en brazos, se quedó deslumbrado por la tierna imagen. Ellos eran las personas que más amaba en el mundo y hubiera dado lo que fuera por continuar admirándolos—Te vez tan hermosa sosteniendo a nuestro hijo—intentó acercarse, pero no lo hizo debido a la expresión que se posó en el rostro femenino—Quizás si lo intentamos...—ella no lo dejó continuar.
—Tengo trabajo que hacer y no puedo estar perdiendo el tiempo, dígame de una vez lo que quiere hablar—el tono lleno de despreció y molestia que ella uso, lo hizo desistir. No tenía sentido continuar insistiendo, ella ya no lo quería cerca y como se lo dijo al Otsutsuki, preferiría retirarse, antes que verla llena de odio hacia él, como casi la veía ahora.
—Discúlpame, no volveré a molestarte con mis insolencias—tomó una profunda respiración—Hoy regresó a Konoha—la expresión de molestia que había mostrado la ojiperla, desapareció de su rostro, dando paso al desconcierto y también culpa, por hablarle de ese modo.
—Dijo que se quedaría tiempo indefinido—reprochó la joven—pero debi imaginar que sus obligaciones no pueden esperar.
—Lo único que me detenía aquí, son ustedes y a mi hijo, solo lo puedo tener los fines de semana, a excepción de ayer... entonces, no tiene ningún sentido que me quede, cuando lo único que quiero es verte y sin proponérmelo, terminó incomodándote... Aunque no lo creas, no es mi intención hacerlo—ella evitó mirarlo, ya que las rojizas orbes se habían clavado en las suyas.
—Bueno, quizás si evita hablar del pasado, nosotros podríamos llevarnos...—no supo cómo decir que podían ser amigos.
—No puedo ser tu amigo Hinata, no puedo estar cerca de ti, no cuándo mi pecho arde por el dolor de no poder tocarte, ni hablarte de todo lo que siento. Estoy consciente de que no obtendré tu perdón, pues ni siquiera yo mismo puedo perdonarme y estando cerca de ti, hace todo más doloroso para ambos—en un rápido movimiento, se acercó a ella para tomar a su hijo. Hinata accedió aún sorprendida—Te prometo que velaré por ustedes y cuando sea mi turno de tener a Itama, enviaré a alguien que lo recoja por mi—ella quiso decir algo, pero el Senju todavía no terminaba—Apenas regrese a Konoha, ayudaré a reunir pruebas en contra de Toneri, no descansare hasta que ese maldito, este tras las rejas, para garantizar tu seguridad—beso al bebé y lentamente se lo regresó a Hinata—Tienes mi numero de celular, cualquier cosa que se te ofrezca, no dudes en llamarme y pronto estaré aquí... ahora me voy, no te quito mas tu tiempo—lo miró caminando hacia la puerta y contrario a la noche anterior, ahora no volteo a mirarla, simplemente cerró y se fue.
No quería que continuara insistiendo en la relación que tuvieron, pues temía, que sus sentimientos se vieran afectados, pero al verlo marcharse, sintió un hueco en su corazón y logró dolerle mucho ¿Acaso no era eso lo que quería? ¿Entonces porque dolió tanto verlo irse tan triste? No era su intención hablarle como lo hizo, pero la noche anterior estuvo tan confundida y terminó desquitándose con él. Sucumbiendo a todo, lloró sintiendo su familiar aroma en el pequeño cuerpo de su hijo.
[...]
—¡Cielos Hina! Te confieso que durante todo este tiempo, quise asesinar a ese imbecil, pero después de escucharte, ya no se que pensar—Hanabi estaba visiblemente contrariada con la información. Ella nunca se imaginaría que un hombre tan soberbio como el Senju, pudiera ser capaz de hacer su orgullo a un lado, por amor. Según lo que le contó su hermana, Tobirama, ni siquiera tuvo que mirar el aspecto físico del bebé para decir que era suyo, inclusive, se ofreció a ser el padre, sin importarle que el progenitor, fuera el mismísimo Toneri.
—Estoy de acuerdo con Hanabi—añadió Ino, quien tampoco sabía que pensar—Definitivamente, no quisiera estar en tu lugar... imagínate sentir la presión de tener a dos galanes queriendo ganarse un lugar en tu vida—la rubia quiso golpear algo, cuando se enteró de la reciente visita de Tobirama, pues casi estaba segura que sólo quería molestar a su amiga, sin embargo, cuando la ojiperla les contó todo, no pudo evitar, sentir un poco de lástima por el albino y si lo pensaba fríamente, Ino podía asegurar, que a ella, le hubiera sido imposible, salir bien librada de una trampa tan bien elaborada como la que les tendió Toneri... Con lo celosa que era, ni siquiera lo hubiera dudado y terminaría culpando a Itachi de todo, sin darle oportunidad a defenderse.
El Otsutsuki, supo exactamente donde golpear y el plan fue perfecto principalmente por dos razones. Una de ellas, fue utilizar el pasado de Tobirama, era de esperarse que un hombre el cual ya había sido herido de la misma forma, no daría pie a las dudas. Y la siguiente, fue sin dudas, la ingenuidad de Hinata... ella no podía andar por la vida confiando en todas las personas y para muestra, estaba lo sucedido.
...
Ese Sábado, las chicas llegaron y le dijeron todo lo referente a la boda de Tenten, como también el embarazo y próximo matrimonio de Ino y después de las felicitaciones, ella se entristeció sin notarlo. Como era de esperarse, las dos jóvenes, la bombardearon con preguntas y terminó diciéndoles todo, incluyendo la confesión de Indra.
—Seguramente a eso se debió el escándalo que protagonizaron Toneri y tú ex—repuso Hanabi.
—¿Que escándalo? ¿Que fue lo que sucedió?—Hinata sintió una gran necesidad de saber a que se refería su hermana. Ino sacó su celular, mientras Hanabi continuaba
—La semana pasada, esos dos se encontraron en un restaurante y dijeron que el Senju, se le fue encima a Toneri. Terminaron destruyendo el ostentoso local y ambos pasaron la noche, tras las rejas—la ojiperla recordó los hematomas en el rostro de Tobirama y fue entonces que pudo entender como fue que se los hizo.
—Al día siguiente, no se hablaba de otra cosa, míralo tú misma—Ino le dio el celular con las fotografías adjunto a la noticia, incluyendo los vídeos.
—¡Dios mío!—exclamó Hinata, cuando miró algunos vídeos tomados seguramente por los clientes del restaurante. Tobirama parecía poseído por el demonio y cuando pensó que no podía impresionarse más, los oficiales le dispararon con el arma eléctrica. No pudo evitar, llevarse la mano al pecho para tratar de calmarse.
—Como puedes ver, ni entre Hashirama, ni el otro tío de Toneri, lograron separarlos—agregó la castaña—Algo me dice, que fue luego de enterarse de toda la verdad, sobre lo que te hizo—Hinata no supo que más decir, lo único que quería era gritar y sacar toda la ansiedad que se instalaba en sus adentros. Y encima, era fin de semana y Tobirama no se presentó. Seguramente, Yahiko le sugirió no hacerlo.
[...]
Para la mayoría de quienes lo conocían, el joven era ingenuo e inocente, incapaz de percibir la maldad, aún cuando esta, estuviera bajo sus narices, sin embargo, Naruto no tenía un pelo de tonto, simplemente, no era de los que juzgaba sin darle la oportunidad a las personas, no obstante, una vez que alguien perdía su confianza, era porque realmente nunca mereció tenerla, como era el caso de su esposa.
Sus padres pensaban que él, no sabía absolutamente nada sobre los desacuerdos y las discrepancias que había entre ellos, pero no podían estar más errados. Naruto se percató del extraño comportamiento de Shion a los pocos meses de casados. Quiso darle el beneficio de la duda, pero las cosas con ella eran cada vez más raras. El repentino interés en saber sobre la vida de Hinata, la poca delicadeza que mostraba cuando hablaba mal de ella, los continuos desacuerdos con su madre y las salidas nocturnas, pronto lo pusieron en alerta. Discretamente comenzó a vigilarla fingiendo ser un despistado que producía lástima por no saber, lo que la esposa hacía a sus espaldas.
Continuó vigilando por un tiempo, hasta que descubrió que ella no sólo lo engañaba con otro hombre, sino que ese hombre, era Toneri Otsutsuki, quien fue prometido de Hinata y ahora estaba obsesionado con ella. Descubrió que Shion, había sido su cómplice prácticamente desde que el tipo llegó a Konoha y pronto ató cabos. Su esposa no era virgen y fue a una clínica, para que le hiciera la reconstrucción. Cuando un médico al que ella había frecuentado desapareció, supo que era hora de llegar mas a fondo en la investigación, así que colocó un rastreador en el auto de su esposa. También colocó cámaras en toda la casa y consiguió escuchar la mayoría de sus llamadas hechas al Otsutsuki. Con dicha información, ahora estaba seguro que ellos dos fueron los causantes de desaparición del médico, ya que ella se mofaba de haber silenciado a ese estorbo. Pero sin duda alguna, lo que más lo perturbó fue enterarse lo que planeaba Toneri con Hinata, al gradó de obligarla a huir. Con el rastreador del auto se dedicó a seguirla cuando salía en medio de la noche y tomó fotografías de ellos dos saliendo de diferentes hoteles. No le tomó mucho tiempo, saber cuál era el auto de Toneri y también le colocó un rastreador.
Había tenido que hacer un gran esfuerzo por fingir que no sabía nada y apenas podía soportar, estar cerca de esa traidora mujer, pero con un poco de suerte, pronto se podía deshacer de ella. Se dirigió a la jefatura de policía, con todas las pruebas en su mano, Nagato ya lo esperaba. El pelirrojo se sorprendió cuando recibió su llamada y en un principio, fingió no saber de que le hablaba, cuando le mencionó el caso de Hinata, sin embargo, apenas le mencionó lo referente a sus sospechas sobre el médico desaparecido y la actitud del policía cambió y no dudó en pedirle una reunión.
Esa misma mañana, llamó a Tobirama y también el Senju se uniría a ellos para exponer las pruebas, eso era lo menos que podía hacer por Hinata y Tobirama, ellos al igual que él, fueron los más afectados por las acciones de esos dos dementes.
[...]
Hinata veía a Indra y no pudo evitar, recordar su confesión. El apuesto hombre, no había hecho otra cosa que ayudarlos desde que se conocieron y aunque no lo amaba, quizás si se esforzaba, podía llegar a suceder, dado que el beso que compartieron fue agradable.
La semana que siguió, Tobirama le envió un mensaje de texto, donde le avisaba que estaba cerca de la pastelería. Le pidió ver a Itama y ella accedió, pero cuando se disponía a salir del local, se encontró con una amable mujer de mediana edad. Ella le mostró la credencial donde se identificó, como trabajadora social de Ame. La ojiperla, ya la conocía, pues había realizado algunos pedidos para ella y su familia.
La mujer llamada Yume, le informó que Tobirama, la contrató para que se encargará de entregar y recoger al pequeño. La Hyuga pensó que él, no cumpliría lo dicho, la última vez que se vieron, pero ahora estaba claro, que hablaba en serio. Con un nudo en la garganta, entregó al pequeño y regresó casi corriendo a la seguridad de la cocina, donde nadie podía verla. Estaba a punto de llorar y lo que era peor, fue que no sólo se debía a que pasaría la noche sin Itama.
El Domingo por la tarde, sucedió lo mismo, Yume llegó con su bebé y de nuevo, percibió el inconfundible aroma de Tobirama en el pequeño. Cuando finalmente se quedo a solas en su apartamento, de nuevo sonaron la puerta. Su corazón se aceleró, pensando que quizás Tobirama había olvidado algo, pero la persona que esperaba, no era el Senju, sino un Hyuga y uno que conocía bien.
—¿Le permitirías a tu padre pasar?—los ojos perlados al igual que los suyos, se enfocaron en Itama, el cual estaba en sus brazos. De pronto Hinata fue testigo de algo que no recordaba haber visto en su vida. Su padre le sonrió a su hijo y no fue una simple mueca, fue una sonrisa sincera. Sin decir nada, se hizo a un lado para dejarlo entrar.
Continuara.
Me disculpo por la demora y los errores de ortografía. Los corregiré apenas los encuentre.
Se que debía de actualizar, Tu mi complemento y aunque el capítulo esta casi listo, termine este antes. El acuerdo y El cordero, también están pendientes y les pido paciencia, porque algunas veces, no logró acomodarlos, como yo quiero y eso me suma tiempo. 😊💕
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