Capitulo 20
Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro. La imagen de abajo, no me pertenece y los créditos, son para su creador.
Finalmente Hashirama, pagó la fianza de su hermano, sin embargo, debía esperar cinco minutos, antes de salir para que no se encontrara con Toneri, ya que Ashura también se había encargado de la fianza de su sobrino.
—Siento la demora, pero tuve que encargarme de pagar los daños que causaron en el restaurante... Esos bastardos casi me cobraron el precio completo del local—se quejó el castaño. Tanto Ashura como él, no pudieron pagar la fianza hasta que no liquidaron todo.
—No te preocupes—respondió el albino, tomando todas sus pertenencias, que le fueron retiradas antes de meterlo en la celda. Entre todas sus cosas se hallaba el celular, con innumerables llamadas y mensajes de texto. No obstante, el Senju menor, no lo revisó, pues lo único que deseaba era darse un baño y quitarse la ropa manchada de sangre que vestía.
—Estoy seguro, que tu rostro y el de tu contrincante, estarán en primera plana de los periódicos. Ustedes si, que dieron un espectáculo—remarcó Hashirama tratando de no sonreír por el mal humor de su hermano. Era la primera vez que lo veía comportarse de la manera que lo hizo horas atrás, contra Toneri.
—Eso es lo que menos me importa y te aseguro que si lo encuentro de nuevo en mi camino, lo haré otra vez, sin pensarlo—replicó sin dejar de pensar en Hinata ¿Como fue capaz de dejarla sola a merced de ese demente? ¿Como podía pedir que lo perdonara después de no querer escucharla? Prefirió creer en las acusaciones de un desconocido, que en la mujer que amaba.
—Vamos, te llevaré a tu casa—ambos hermanos salieron de la jefatura y subieron en el coche del castaño, puesto que el de Tobirama, ya había sido trasladado a su residencia, apenas terminó con los trámites.
—Hinata, no me perdonara—soltó de pronto el albino, llamando la mirada inquisitiva de Hashirama—ella no me perdonara lo que le hice. La abandoné cuando mas me necesitaba y sin proponérmelo, la arrojé a las garras de ese imbecil—confesó con pesar.
—En esta ocasión... no se que decirte para que te sientas mejor—Hashirama sintió pesar, cuando escuchó a su hermano hablando tan derrotando. Hinata lo amaba, de eso estaba seguro, pero Tobirama, tenía razón, la abandonó a su suerte, cuando ella más necesitaba estar protegida y encima de todo, su esposa completó el desastre, agrediéndola, cerrándole las puertas laborales, e insultándole, por algo que ni siquiera hizo. Francamente, también él, dudaba que la ojiperla, quisiera verlos.
—Nada hará que me sienta mejor, salvo encontrarla y pedirle perdón—aseguró, mirando las avenidas por la ventanilla del coche. Era de madrugada y su hermano, no había ido a su hogar por su culpa, por ayudarlo a salir del lío en el que se metió al golpear a ese maldito. Nunca antes se comportó así, esa fue la primera vez que lo arrestaron y gustoso pasaría toda la noche arrestando, si con eso, hubiera logrado por lo menos romperle una pierna al Otsutsuki. Lo que dijo Hashirama era cierto, su rostro, estaría en las noticias y el escándalo tardaría tiempo en disiparse, pero también el de Toneri aparecería y de ese modo, quedaría más expuesto al ojo publicó.
Minutos después llegaron a su hogar y agradeció a su hermano por todo. Sin perder el tiempo se deshizo de la ropa y entró en el baño. Se quedó un rato, relajándose en el agua tibia recordando todos los eventos y uno en específico en ese mismo lugar, lo lleno de nostalgia. Fue de los primeros días en que ella se mudó a vivir con él y una tarde luego de hacer el amor en repetidas ocasiones, la llevó cargando hacia ahí y la ayudó. Apenas terminaron de lavarse, la sostuvo en su regazo para volva poseerla, apoyándola contra la pared. Cerró los ojos y logró enfocarla gimiendo, gritando su nombre, mientras sus delicadas manos se aferraban a su cuello, buscando estabilidad.
Fueron días tan felices, tan llenos de vida y de luz. Así pudo continuar, si no hubiera sido tan estupido desconfiando de ella.
Salió de bañarse vistiendo sólo bóxers. Tomo su celular y se fue a la cama para revisar, todas las llamadas y mensajes perdidos. Ya acomodado en su almohada, accedió a las llamadas y su corazón se aceleró, cuando se dio cuenta que quien lo llamó, fue el investigador. Eran muchas llamadas y la última fue a media noche. Decidido, se fue a los mensajes y en el último decía... La encontré, aquí le dejó unas pruebas.
En menos de un segundo, quedó sentado en la cama sintiendo que su corazón se iba a escapar de él. Era ella, eran tres fotografías de su Hinata. Se tuvo que sostener el pecho agrandando las fotografías. Se veía mas hermosa que antes, o al menos eso pensaba él, después de tanto tiempo sin verla.
Con rapidez contestó a los mensajes, pidiendo que apenas los recibiera y se pusieran en contacto. Estaba seguro que no podría dormir, incluso quería haber podido saber en donde estaba, para irse en ese mismo momento, sin embargo, en ninguno de los mensajes decía esa información. Suspiro con impaciencia, dado que no tenía otro remedio mas que esperar a que Kisame, se comunicará con él. También debía informarle a Hiashi y apenas amaneciera, lo haría.
—¿Que te habrá hecho reír así preciosa?—pregunto hacia la pantalla del celular donde aparecían las tres fotografías de su amada. Ver esa sonrisa, lo lleno de satisfacción, pues, la ultima vez que la miro, no dejaba de llorar y ahora se veía radiante.
[...]
Kisame, tomo las fotografías y pasó los últimos días indagando acerca de la Hyuga. Pudo darse cuenta que ella, ya había obtenido su título oficial de Chef y que trabajaba como la cocinera principal de la pastelería perteneciente a los Sarutobi.
Las personas en Ame, eran reacias a soltar información, así que optó por coquetear con una mujer de segunda edad, la cual pasaba la mayor parte del día divagando por las calles pidiendo dinero para solventar su vició por el alcohol. Kisame la estuvo invitando a un bar, pagando por las bebidas y cuando comenzaba a ponerse ebria, hacia las preguntas acerca de la ojiperla.
Tobirama Senju, pagó mucho por la búsqueda y aunque en ningún momento le dijo cuál era su interés en la joven, él pudo deducir cuán enamorado estaba de ella. Lo malo era que de ser así, la información obtenida, no iba a gustarle nada.
La chica no se había involucrado con nadie, hasta ese momento, sin embargo, eso estaba por cambiar, si continuaba con el hombre llamado Indra Otsutsuki. Dicha información, no tuvo que obtenerla por terceros, ya que era evidente para quienes lo vieran, el gran interés que tenía en ella. Luego estaba el asunto del bebé. Sobre ese tema, nadie pudo decirle nada, pues según escuchó, ella no hablaba de eso y tampoco había pruebas de que ella fuera la madre.
Sin pensarlo mucho, optó por enviar tres fotografías, ya que el Senju, no respondió sus llamadas y sobre el bebé, no pensaba decir nada. Lo mejor era que el mismo Senju, se enterara cuando fuera a verla, porque él, no podía afirmar con certeza de temas no confirmados.
[...]
—Adoro a tu hijo—le dijo Moegi, a la ojiperla cuando sostenía al regordete bebé. La mayoría de sus nuevos amigos, estaban fascinados con Itama, a pesar de ser tan serio, pues después de cumplir casi tres meses, nadie, más que su madre lo había visto sonreír. Hasta en eso, se parecía al padre, pensaba la ojiperla, con regularidad.
Cuando la tristeza llegaba a ella, sólo le bastaba mirar a su niño y sentía que podía con todo. Su hijo le daba fuerzas para continuar el día a día.
—Hoy debo llevarlo con el pediatra, porque le tocan las vacunas—había tristeza en su voz y no era para menos, tendría que escuchar llorar a su angelito, aunque sabía que era por su bien, eso no lograba disipar la preocupación.
—Oh ¿En serio? Pobrecito—la chica lo miró también con pesar—lo bueno es que mi cuñado es muy amable y todos los niños de Ame, lo quieren —Hinata negó con la cabeza con lo último que dijo Moegi. La joven, finalmente había conseguido dejar la pena y apenas lo hizo, Kankuro se acercó a ella y dos semanas mas tarde anunciaron su noviazgo. El muchacho era hermano del pediatra Gaara Sabaku, el prometido de Sakura. Con los días, se enteró que los dos varones tenían una hermana, la cual, no era otra, que la chica por la que Shikamaru e Ino, se dejaron de hablar. Claro que la joven llamada Temari, no supo absolutamente nada sobre el conflicto de los dos amigos.
Vaya, que el mundo es pequeño, se dijo la ojiperla, cuando lo supo. Por otro lado, también comenzó a tratar mucho a Sakura y ella le comentó, que venía de Konoha y que se conocía con Naruto y con Sasuke, pero que tenía mucho tiempo sin verlos ni hablarles, debido a sus múltiples ocupaciones.
—Lo se, el doctor es muy amable—repuso, cuando colocó los pasteles que le encargaron en las cajas correspondientes.
—Ni siquiera voy a preguntar, quien te acompañará, porque es obvio—la ojiperla se sonrojó, cuando miró a Indra acercándose hacia ella. Él se ofreció para acompañarla a pasar ese trago amargo, aunque se veían todos los días, lo único diferente, fue el horario. Indra dejó su oficina, mas temprano y prácticamente corrió hacia ellos.
En un principio, se ausentaba cuando las amigas de Hinata llegaban a visitarla, sin embargo, en una de las salidas al centro comercial, se los encontró por casualidad y Neji lo invito a comer con ellos. Eso continuó repitiéndose y ahora ya se llevaba bien con todos.
Apenas llegó y tomó a Itama en brazos. Moegi se lo entregó y se fue para continuar con sus labores—¿Están listos?—le preguntó a la ojiperla, pero sin dejar de ver a Itama. Ese bebé en realidad era adorable, aún con esa seriedad que lo caracterizaba... Se había apegado mucho a ese pequeño y sabía que no debía hacerlo. No podía engañarse a si mismo, pues lo más seguro, era que el verdadero padre aparecería cualquier día y se los llevaría lejos. Hinata trataba de ocultarlo, pero de pronto la veía con su atención dirigida hacia las parejas que llevaban niños y sus ojos se mostraban brillantes debido a las lágrimas. Era claro, que continuaba enamorada del hombre que brillaba por su ausencia.
—Si, muchas gracias por acompañarnos—la joven se colocó el bolso donde llevaba las cosas de su bebé en el hombro y salió con el varón. Arregló todo desde la mañana, para poder salir esa tarde y no tener que regresar, puesto que deseaba monitorear la salud de Itama, luego de las vacunas. Estaba exagerando y lo sabía, pero cuando se trataba de su bebé, nada parecía ser suficiente para ella. Lo mismo le sucedía a sus amigas, a Neji y por supuesto a Hanabi, quien apenas llegaba y acaparaba a Itama, sin querer soltarlo.
Su vivienda cada vez se veía más abarrotada, con todos los obsequios que las personas le daban a su hijo, incluso los clientes más fieles a la pastelería, se hicieron presentes llevando regalos. De continuar así, en poco tiempo, ya no sería posible vivir ahí, dado que ya no encontraba espacio para guardar todo.
—De ninguna manera los dejaré solos—subieron en el auto y se dirigieron al consultorio de Gaara.
Kankuro y Gaara, compartían el establecimiento. A la derecha estaba el area de pediatría y a la izquierda, laboraba, Kankuro, como médico general. Todo ese centro médico, se hallaba frente a los hospitales, estando el consultorio de Sakura, en seguida de ellos.
—¿Nombre del paciente? ¿Y el motivo de la visita?—pregunto Matsuri, la secretaria del pediatra, solo por seguir el protocolo, dado que sabía quiénes eran y también el motivo de la visita.
—Itama Hyuga y el motivo son las vacunas de los dos meses—Matsuri sonrió al ver la preocupación de la madre primeriza, sin olvidar el carácter de Hinata, la cual en poco tiempo, logró ganarse la simpatía de todos los que la trataban.
—En breve el pediatra los llamara y tranquila, todo saldrá bien—la ojiperla asintió regresando la pluma con la que apuntó el nombre en la lista frente a Matsuri. También la castaña le había tomado apreció a la Hyuga y ni hablar de Itama, a quien veían desde su nacimiento, cuando Hinata lo llevaba por algún malestar.
—Gracias Matsuri—Indra sostenía el asiento donde llevaban al bebé, mientras ella firmaba y cuando estaba por sentarse, una de las enfermeras abrió la puerta y los llamo.
Pronto pesaron, midieron y evaluaron al niño y les indicaron que pasaran a uno de los cuartos para esperar a Gaara. Todo el entorno era muy llamativo y definitivamente inspirado en los niños. Desde las paredes, camillas, dibujos y hasta las recetas médicas estaban ilustradas con personajes infantiles. Indra veía todo, luego miraba a Hinata y sin querer, sonreía deslumbrado.
—¡Buenas tardes...!—la puerta se abrió, luego de ser tocada dos veces y sin esperar respuesta, el apuesto médico pelirrojo entró con el expediente de Itama. Hinata e Indra, saludaron—Todo en este bebé, es normal, salvo por el hecho, de que es un poco más grande, de lo que marca la gráfica, sin embargo, no es algo malo, simplemente quiere decir, que será corpulento cuando crezca—concluyó el médico mirando a Itama.
—¿Cuantas vacunas le tocan?—cuestionó Hinata.
—Son cuatro inyectadas y una ingerida... En caso de presentar un poco de fiebre, le recetaré medicamentos que le ayudarán con las molestias. De ser así, no se asusten, es normal—una enfermera entró con las vacunas listas y en menos de cinco minutos, todo había terminado. Itama lloró un poco, en la última, pero su madre lo calmó y se quedó dormido.
Luego de recibir las últimas recomendaciones, los tres salieron, del consultorio. Uno de ellos dormido y los mayores, mucho más relajados. Para la ojiperla, había sido mucho mejor de lo que pudo pensar. Aunque su bebé lloro por momentos rompiéndole el corazón, pronto pudo calmarlo, terminando con ese trago amargo.
—Este campeón se portó como todo un hombre—sonrió Indra, mirando hacia la Hyuga—y para que te relajes, los invitare a cenar—con el tiempo, Indra comenzó a tutear a la ojiperla, por petición de Ino y de Hanabi, quienes argumentaron que la joven, era bastante joven, para que la llamara de usted.
—Después de todo lo que hace por nosotros, soy yo quien debería invitarlo—repuso la Hyuga, agradecida con el Otsutsuki, por todas las molestias que se tomaba por ellos. La verdad era que se había apoyado mucho sobre Indra y todo lo atribuía a la seguridad que ese hombre le producía.
...
Ya en el restaurante, ordenaron lo que mas les gustó del menú y comenzaron con las conversaciones.
—Desde hace tiempo, tengo la curiosidad de preguntarle... ¿Lleva mucho tiempo viviendo aquí?—finalmente, la morena se aventuró a preguntar. Neji había despertado sus dudas, cuando le comentó, que el nombre de Indra, le parecía familiar, sin embargo, no recordaba donde, lo había escuchado.
—Mas de diez años—aún después de responder, el varón miro el hermoso rostro de la chica. Ella tenía mucha curiosidad, pero, no se atrevía a indagar de más—Prácticamente, me desconecté de mi familia y salí huyendo, para no tener que someterme a ser una simple marioneta, que se mueve por voluntad de los demás—la ojiperla abrió los ojos y quedó perpleja. Sus motivos y los suyos eran parecidos.
—¿Eso quiere decir que no ha vuelto a mirar a su familia?—diez años, eran mucho tiempo para estar alejado de todos sus seres queridos, aunque, tal vez él, no tenía a nadie importante.
—La ultima vez que los mire, fue hace tres años, en el cumpleaños de mi madre—la morena quedó más impresionada por la información ¿Él tenía madre y no la veía?—Ella se molestó conmigo, porque renuncie a su nombre para obtener más facilidades, como abrirme puertas, solo por ser un miembro de esa familia.
—Yo... no quiero ser indiscreta, pero hasta el momento, no sé cuál el su nombre completo—Indra desvío la mirada hacia las otras personas que iban y venían dentro del mismo restaurante, como también, las que corrían afuera tratando de no mojarse por la repentina lluvia.
—Mi nombre completo, es Indra Otsutsuki—Hinata pensó que no respondería y pensó decir que no se preocupara y que sentía mucho preguntar, pero ahora lo veía con el rostro lleno de miedo y definitivamente, no sabía que hacer—¡Hinata! ¿Pasa algo? Estás pálida—se preocupó al verla en ese estado.
—¿Otsutsuki?—murmuró con miedo—¿Usted es un Otsutsuki?—cuestionó con la voz apenas audible, lo que preocupó al varón, el cual asintió a la pregunta—Creo que debemos irnos—fue lo único que atinó a decir e intentó levantarse, pero Indra la tomo ligeramente del brazo para impedírselo.
—Yo mismo te llevaré a tu hogar, pero no te irás hasta que me digas ¿que está pasando para que reacciones así conmigo? ¿Te he ofendido de alguna manera?—Indra en verdad, estaba muy desconcertado por la actitud de la joven.
—Tiene razón y me disculpo por mi proceder, es solo que...—calló por unos momentos para poder continuar, después de todo, no sabía si él, tenía parentesco directo con Toneri—me comprometieron desde pequeña, con miembro de la familia Otsutsuki y no accedí a tal, compromiso... ese fue el principio de toda una amarga pesadilla—Indra no pudo evitar sorprenderse—Toneri arruinó mi vida y no conforme, con hacerlo, también intentó secuestrarme—concluyó, dispuesta a no decir nada más.
—¡Hinata...! Lo siento tanto, no tenía idea que alguien tan cercano a mí, te hubiera dañado tanto—había pesar y vergüenza en la voz del hombre frente a ella y se sintió extraña—Toneri es mi sobrino y mi madre siempre se preocupó mucho por él, debido a los cambios en su comportamiento, sin embargo, nunca aceptó ser tratado por un profesional... Yo tengo muchos años sin tener contacto con él, te juro que no estaba al tanto de nada, sin embargo luego de escucharte, entenderé si no quieres estar cerca de mi... yo no delataré tu ubicación, no te preocupes por nada—le aseguro, estando seguro del motivo por el que ella había ido a parar en Ame.
—De nuevo me disculpo por mi actitud, es solo que al escuchar su nombre completo, me asusté—le dijo apenada—pero, desde que lo conozco, no ha hecho más que ayudarme y sería muy injusto de mi parte, alejarlo, solo por su parentesco con Toneri—Indra suspiró aliviado, por saber que ella no se alejaría. Ahora no podía evitar, querer saber más, sobre lo sucedido, no obstante, dejó que las cosas tomarán su curso y no la presionó para que dijera más, de lo que ya había dicho.
—Te doy mi palabra, de que todo continuará igual entre nosotros y te agradezco la confianza que depositas en mi, para permitir que siga cerca de ustedes dos—Indra dirigió su mirada al pequeño dormido en el porta bebé, donde se hallaba Itama, ajeno a todo.
[...]
Por extraño que pareciera, dos hombres de diferentes edades y con algo en común muy preciado para ambos, viajaban en el mismo vehículo, el cual se dirigía hacia el despacho de Kisame... Si meses atrás, alguien le hubiera dicho a Hiashi, que compartiría el mismo medio de transporte, que el Senju menor, se hubiera reído y afirmado que eso jamás pasaría, sin embargo, ahí estaba.
Tobirama llamó al patriarca Hyuga, para ponerlo al tanto de las últimas noticias y cuando Hiashi le pidió que le diera la dirección, Tobirama, le informó que ya estaba afuera esperando por él, para ir juntos.
Habían pasado dos días, desde que recibió las fotografías de su amada y por más que intento, no pudo reunirse con Kisame, al día siguiente, como pensaba hacerlo, debido a problemas de comunicación entre ambos.
...
—El señor Hiashi Hyuga, es el padre de Hinata y también está aquí, para saber sobre toda la averiguación que realizaste—Kisame y el castaño se saludaron, luego el investigador, colocó todo sobre el escritorio y les indicó que tomarán asiento.
Kisame les dio toda la información, como la dirección. También les mostró fotos, de la pastelería y les dejo saber, que ella ya había logrado obtener el diploma donde se registraba como Chef. Omitió, mencionar a Indra y al bebé, porque no tenía certeza de nada y él, solo daba información confirmada.
—Debo advertirles, que todo en Ame, funciona diferente a como funcionan en Konoha—los dos clientes lo miraron esperando respuestas—Todos en esa cuidad son muy unidos y hay un sentido de protección entre los residentes, que lo hace ser seguro... La señorita Hyuga, fue recibida con los brazos abiertos y por lo que pude observar, ya logró ganarse a la mayoría de sus compañeros y clientes de la pastelería, incluyendo a los dueños del negocio.
—Ese es el efecto que logra mi hija, a donde quiera que vaya—soltó Hiashi con melancolía, sosteniendo una de las fotografías, donde su hija reía con más chicas vestidas con uniformes.
—Yo iré hoy mismo—declaró Tobirama, obteniendo la mirada de los otros dos—No pienso esperar, ni un sólo día mas—Hiashi, prefirió no decirle nada, pues era evidente la desesperación en el albino, por ver a su hija. Él por su parte, también pensaba ir, pero le daría espacio a Tobirama. Quizás lograba hacer que ella lo perdonará y de ser así... tal vez, solo tal vez, a él, también le otorgaría el perdón.
Se despidieron de Kisame y en minutos, Tobirama dejó al Hyuga frente a la mansión, donde lo recogió horas antes. Los dos hombres se dieron la mano y quedaron de estar en contacto.
...
El Senju, ya no regresó a su hogar, pues prácticamente desde que recibió la información del investigador, preparó una pequeña maleta con ropa y con lo que pudiera necesitar, pensando que iría, al encuentro con Hinata, apenas amaneciera. Lamentablemente, no fue como creyó y ya no quiso bajar la maleta de su auto, porque no pensaba perder mas tiempo, que el necesario en llegar a ella.
Hashirama lo llamó el día después de la riña con el Otsutsuki y le pidió ignorar, todo lo que hablaban de ellos en las páginas amarillistas. A decir verdad, ni siquiera le importaba, dado que su único interés, era verla y después de tanto tiempo, por fin lo haría.
A medida que las horas pasaban, también se acortaba la distancia que los separaba y no podía evitar, sentirse nervioso. Temía que ella, no quisiera verlo. Se miró por el espejo retrovisor y los golpes recibidos por Toneri, eran muy visibles—Maldito—murmuró recordando, que cuando los recibió, ni siquiera los había sentido, seguramente por la adrenalina del momento.
La lluvia se hizo presente, apenas llegó a la ciudad. Condujo evaluando el entorno y en minutos, ya se hallaba, estacionado, cerca de la pastelería donde le dijeron que trabajaba su amada.
No sabía que hacer. Había estado tan apresurado para llegar a ella y cuando logró hacerlo, se sintió muy inseguro, sobre cómo debía proceder frente a la ojiluna. Se preguntó ¿como debía hacerlo? ¿Quizás llegar y cuestionar directamente? ¿O también entrar y esperar a que ella lo atendiera? Y por último ¿quedarse ahí, esperando a que cerraran y entrar antes para hablar sin interrumpir sus labores?
Se quedó dentro de su auto y pudo ver, la gran cantidad de personas que entraban y salían. Sin duda alguna, todos debían estar fascinados por la sazón de Hinata, la cual, era única.
Con un suspiro de molestia contra él mismo, bajo del auto y se dirigió hacia el establecimiento. No podía mostrar cobardía, si no la mostró, cuando la hizo llorar, acusándola de esas infamias, tampoco debía hacerlo ahora, que pediría perdón.
Entró siendo recibido por el característico olor dulce y también el de café. Tomo una mesa y miró en todas las direcciones en busca de Hinata, pero no lograba verla.
—¡Buenas tardes señor! Mi nombre el Moegi ¿Desea ordenar algo?—la chica se sorprendió al verlo directamente a los ojos. Además de ser un hombre increíblemente atractivo, tenía los mismos rasgos físicos, que Itama, mismo color de cabello, de ojos y de piel, sin olvidar que era alguien a quien nunca había visto por ahí ¿Podrá ser el padre de Itama? Se preguntó la chica.
—Un cafe y unos rollos de canela—ordenó recordando, lo mucho que a ella le gustaba comerlos y después de tanto tiempo sin convivir, sintió nostalgia por probarlos y de ese modo, tendría el pretexto perfecto, para pedir felicitar personalmente a la persona que los hizo.
—En seguida—la joven se fue a poner la orden y minutos después, regresó con todo.
Tomó el café y terminó con solo un trozo de los rollos. Lo hizo lentamente y en ningún momento la miró, ni la escuchó. Se estaba impacientando, debía actuar ya.
—La cuenta, por favor—le pidió a Moegi, cuando pasó junto a él.
—Aquí tiene—le entregó el recibo y cuando estaba por irse, el Senju la llamó.
—Estos postres son de los mejores que he probado ¿Cree que pueda felicitar en persona a quien los hizo?—cuestionó tratando de no mostrarse ansioso.
—Lo lamentó señor, pero ella tiene la tarde libre, dejó todo listo, antes de salir—sintiéndose frustrado, pagó la cuenta y salió, para ir a su auto. La lluvia había dejado de caer, pero según lo que podía ver, no tardaba mucho en regresar.
Estaba tan nervioso que ni siquiera podía jugar con el celular a cualquier juego tonto, para matar el tiempo. Recargó la cabeza en el asiento y miró por el espejo retrovisor. El vuelco que dio su pecho, casi dolió. Era ella, era Hinata, la persona que caminaba y sostenía varías bolsas en sus manos. El viento le volaba el cabello y también el vestido.
Sin pensarlo dos veces, bajo del auto, como si estuviera hipnotizado. Camino directamente hacia la acera donde caminaba ella y cuando una ráfaga mas fuerte de viento sopló, ella se detuvo, como si pudiera sentir su presencia y justó en ese momento, la llamó. No obstante, no se giró para verlo, sino todo lo contrario, la ojiperla, caminaba mas rápido, en un intento de ignorarlo. Negó con la cabeza y se adelantó más, quedando frente a ella, evitando así, que huyera.
[...]
Hinata salió de la pastelería y se dirigió al restaurante Sarutobi, donde dejaría a Itama, por petición de Kurenai, quien quería cuidarlo.
—No tardaré mucho, sólo comprare algunas cosas que comienzan a faltarme... Aquí esta el bolso, donde esta todo lo que puede llegar a necesitar—la verdad, no era la primera vez, que lo dejaba, pero siempre se comportaba de la misma manera preocupada por su bebé.
—No te preocupes, yo misma te lo llevaré en la noche, tomate tu tiempo, ya sabes que adoró tener a este galán con nosotras—Kurenai y su hija, se despidieron de Hinata y llevaron toda la atención al bebé.
La ojiperla se dirigió a realizar todos sus pendientes. Debía admitir, que el coche comprado por Neji, fue de gran ayuda, sobre todo para transportase, en los días más lluviosos, evitando que su bebé se mojara. Aunque mantuvo una fuerte discusión con su primo, no podía dejar de agradecerle por preocuparse por ella. Podía trasladarse sola, sin tener que molestar, y tampoco tomar el metro.
Estuvo en todos los lugares a los que debía ir y cuando terminó, se dirigió a su hogar, para comenzar con la limpieza. Estuvo muy tentada a ir en busca de Itama, pero no quiso que Kurenai, pensara que no confiaba en ellas para cuidarlo y si lo pensaba bien, era mejor que su niño no estuviera, para que no inhalara el fuerte aroma de los productos de limpieza.
Bajo del auto con bolsas en las manos y mientras caminaba, sitio el aire fresco golpeando su rostro, sin embargo, había algo mas en el airé... un olor tan familiar y que conocería en cualquier parte. Trató de deshacerse de esa idea, cuando escuchó su nombre, en la voz de él. Los músculos se tensaron y le impidieron girar a verlo, lo único que deseaba, era huir lo mas rápido posible. No estaba lista para enfrentarlo y tampoco quería hacerlo, así, que cuando la llamó por segunda vez, camino lo mas rápido que pudo. Lamentablemente, no fue suficiente, ya que Tobirama, logró adelantarse y se colocó frente a ella.
—¡Hinata!—el Senju quedó desarmado cuando finalmente la tuvo frente a él. Se veía hermosa.
La ojiperla no sabía de que manera podía, no desmoronarse frente a él. Paso muchas noches llorando por Tobirama, por no estar juntos. A menudo pensaba ¿que iba hacer el día en que se miraran? Y no tenía una idea clara sobre eso, pero de una cosa si estaba segura, no quería hablar con él, al menos no, por el momento.
—Con permiso—trato de rodearlo, pero el Senju, no se lo permitió ¿Como dio con su paradero? ¿Quien mas sabría que estaba en Ame? ¿Y si Toneri ya lo sabía? El miedo y la molestia llegaron a ella. Ahora no sabía si el lugar en donde consideraba su hogar, ya no era seguro.
—Necesitó hablar contigo, por favor concédeme un momento de tu tiempo—la forma en que realizó ese pedido, hizo que Hinata lo encarara y ambas orbes quedaron conectadas, como habían quedado en el pasado. La chica se desconcertó cuando miró las rojizas orbes, con todo, menos el dolor, la ira y la decepción, que miró en ellas la última vez que se vieron. También había marcas de golpes recientes, como si hubiera estado involucrado el una riña ¿Con quien pelearía? Se preguntó, preocupada, luego se reprendió mentalmente, por hacerlo, luego de como terminaron las cosas entre ambos. Los recuerdos llegaron y la molestia sólo aumentó, sustituyendo la ligera preocupación.
—Lo siento, pero en este momento estoy muy ocupada y no puedo... con permiso—en vano, trató de dejarlo atrás, pero él, no pensaba rendirse. Ella sabía que debían hablar, pues estando ahí, no iba tardar mucho en descubrir a Itama, aunque seguramente, la acusaría de haberlo concebido con Toneri.
—Por favor, sólo serán unos minutos... no sabes cuanto, te hemos estado buscando tu padre y yo—la chica trató de ocultar el asombro y se negó a preguntar, si lo que escuchó, era cierto ¿Su padre y él como personas civilizadas?
—Lo escuchó—soltó resignada.
—Entonces vamos a otro lugar para hablar más tranquilos—estaba por ayudarla con las bolsas, pero ella no le permitió acercarse.
—No pienso ir a ningún otro lugar. Lo mismo que escuchare en otro sitio, lo escucharé aquí... así que sea breve—Tobirama, apenas creía que fuera su misma Hinata, la persona frente a él. Era como si hablara con Neji, o con la menor de los Hyugas.
—Ya me enteré de lo que sucedió cuando fuiste a buscarme y fue Mito, quien te recibió—Hinata se llenó de ira al recordar ese día, el cual fue por mucho, el peor de toda su vida.
—¡Vaya...! Su cuñada es algo lenta para pasar los recados—soltó con sarcasmo.
—Lo se, ella nunca debió tratarte así, no tenía ningún derecho hacerlo, pero está realmente arrepentida por sus malas acciones—de no ser por el nudo en la garganta que se formó en la Hyuga, hubiera reído de la situación.
—¿Y que se supone que debo hacer? ¿Aplaudir como morsa porque la dama ya no me juzga como a una ramera? Si es eso lo que tiene que hablar, no me haga perder más el tiempo, porque no me interesa nada, que tenga que ver con ella. Me quedó bastante claro, con su golpe y con los insultos, cuánto me apreciaba— se intento alejar, pero Tobirama la sostuvo del brazo. Los dos reaccionaron a contacto, aunque de diferentes maneras—Quíteme las manos de encima o gritaré... No los quiero cerca de mi—le advirtió molesta.
—No te vayas, déjame co...—no pudo continuar con el pedido, por la llegada de una tercera persona.
—¿Esta todo bien Hinata?—la ojiperla, se soltó del agarre y se refugió en Indra, quien sin dudarlo, se colocó frente al Senju, escondiendo a la ojiperla tras él. Los dos hombres se miraron desafiantes y cada uno evaluando al otro. Para Indra fue claro, quien era ese tipo, pues sus rasgos, los veía a diario, en miniatura, mientras que Tobirama, no tenía la mas mínima idea de quien era ese entrometido, que se tomó tantas libertades con Hinata.
—Todo bien... el señor ya se va—sin decir más, el Otsutsuki, le quito las bolsas a la morena y ambos caminaron juntos, hasta la puerta de metal, por donde accedían a la vivienda de Hinata, sin tener que entrar en la pastelería.
El Senju se quedó apretando los puños y sin saber que mas hacer. Ella estaba diferente, parecía mas madura y sobre todo, llena de resentimiento. No podía culparla por no querer tenerlo cerca, ni a nadie de la familia Senju. Desde el principio lo supo, Hinata no lo iba perdonar tan fácil y la presencia de ese tipo, empeoró todo ¿Quien rayos era? Se preguntó, aun consternado.
Continuara.
Aquí les dejo otro capítulo, ojalá le agrade y me disculpo por la demora y por las posibles faltas de ortografía, luego las corregiré.😊💕
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