Candy Realm
Por fin abrió los ojos. Se encontraba en una cómoda aunque pequeña cama, con una almohada esponjosa. Ya no tenía frío, se sentía bien y no quería levantarse. Miró al techo, observando un pequeño ventilador con luz, que daba un aspecto cálido a la habitación. Repasó vagamente los objetos del lugar, mirando una mesa de madera con multitud de herramientas de carpintería junto a una taza humeante. Entonces, recobró la consciencia. Vio su casco apoyado a un lado de la cama, lo tomó y se lo puso. "¿Dónde estoy?" pensó, mientras se incorporaba para examinar desde un mejor ángulo el dormitorio.
Bajó de la cama, que carecía de patas y estaba unida a la pared, agarró la taza y observó su interior. Era un chocolate caliente con nubes de azúcar blancas flotando y derritiéndose lentamente. Probó un sorbo, ya que tenía un hambre incontrolable, pero luego paró y lo dejó en la mesa, pensando que quizás no era para ella. Se dirigió a una puerta de madera poco cuidada, que parecía ser la única salida de la habitación, ya que no había ventanas. Agarró el picaporte y giró, abriéndola con un ligero chirrido.
Se encontraba en un pequeño comedor, con una mesa redonda a la izquierda, junto a la cocina. En la pared del fondo había una puerta similar a la anterior, pero con un refuerzo de hierro, acompañada de dos ventanas pequeñas por las que entraba la débil luz del amanecer. Miró a la izquierda, donde había un perchero del que colgaban varios abrigos y chaquetas, su espada y su arco. Prota se apresuró a cogerlos avergonzada. "Como es posible que no me haya dado cuenta antes de que me faltaban, si el capitán me viese así de empanada..." pensó, lamentando su despiste. Entonces, se dio cuenta de que tenía vendada la mano y todo el antebrazo, cubriendo varias de sus heridas.
De pronto, una criatura pequeña salió de debajo de una mesa y se aproximó a la muchacha mientras ladraba. Prota se sobresaltó, apuntando con la espada hacia el animalillo. Se trataba de una criatura de aspecto canino hecha de nubes.
-Oh, pero si solo eres un perrito -dijo mientras se arrodillaba para acariciarlo-. ¿Dónde está tu dueño?
Entoces, se levantó bruscamente al escuchar unas llaves girando en la puerta de la casa. La puerta se abrió lentamente y el aparente dueño de la casa entró.
- ¡Ya te has levantado! Me empezaba a preocupar que no despertaras -dijo enérgicamente el extraño.
Su aspecto, similar al de una nubecita de tres colores pastel, era agradable. Su presencia inundó el salón con un aroma dulce. Era ligeramente más bajo que la chica, tenía brazos y piernas de longitudes similares, y unos grandes ojos que ocupaban la mayor parte de su "cara", si es que se podía llamar así, ya que carecía de cuello y era difícil delimitar dónde acababa. Prota tardó unos segundos en reaccionar ante el agradable sujeto.
-Disculpa pero, ¿Dónde estoy y quién eres tú?
-Cierto, cierto, se me olvidaba -comenzó diciendo la nube-. Verás, yo estaba cultivando caña cuando vi como una pelota extraña flotante aparecía en medio de mis cultivos. No sé cuánto tiempo llevaba ahí, así que decidí investigar. La atravesé y te encontré en el suelo en medio de un bosque.
La muchacha comenzó a recordar todo lo ocurrido en el bosque y volvió a dirigirse al extraño.
-Pues muchas gracias, me ha salvado la vida, señor... -dijo, esperando una continuación.
-Dulvio, puedes llamarme así -dijo la nube -. ¿Y tú quién eres?
-Prota, del Reino Doll -respondió, dándole la mano.
-Prota, hmm... -dijo pensativo -. Que nombre tan feo. Sin ofender.
-Menos mal que era sin ofender.
-Con que del Reino Doll, ¿eh? -. Comentó Dulvio, mientras se dirigía a la mesa-. No tienes tú mucha pinta de doll. Más bien pareces de Calcita, aunque tienes demasiado color en la piel.
-Ya, me lo suelen decir -le respondió, levantando levemente las cejas-. Por cierto, ¿Has visto a un ente, de color negro y sin cabeza? Se hace llamar "Darkness".
Dulvio negó con la cabeza, luego encendió el fuego y colocó una cafetera encima.
-¿Quieres un café? Necesitarás reponer fuerzas -le ofreció la nube.
-Me encantaría, pero no tengo tiempo, debo dirigirme a la ciudad más cercana y contactar con su gobernador. Quizás así pueda encontrar lo que busco.
-Lo vas a tener difícil, el Rey Candy no es fácilmente accesible, además, hay una serie de revueltas contra su régimen, muchas zonas de la ciudad están vigiladas o restringidas. Te acompañaré para que te sea más fácil.
La chica se lo agradeció. Dulvio agarró una caja de galletas para que Prota comiera por el camino y ambos salieron de la casa.
La luz del amanecer ya cubría todo el campo con mayor intensidad. Prota dio un giro completo sobre sí misma, admirando el paisaje. Los cultivos de tonos pastel cubrían gran parte del terreno, poblando colinas y llanuras. La pequeña casa de Dulvio estaba entre los campos y un largo camino de tierra conectaba con una gran muralla colorida a que separaba los campos de la ciudad de caramelo. Forzando la vista, pudo vislumbrar más líneas de murallas a lo lejos, rodeando los cultivos.
Accedieron al interior de la muralla por una de las muchas puertas abiertas. Las amplias calles estaban casi vacías, solo alguna nube pasaba por allí. Prota caminaba tras Dulvio mientras se comía una galleta y observaba los bonitos edificios. De pronto, algo cayó desde un edificio y rebotó contra el casco de Prota con fuerza.
-Auch -se quejó. Bajó la mirada, viendo una flecha negra rodando por el suelo.
Su compañero también encontró el objeto en el suelo. Rápidamente, Prota agarró a Dulvio y giraron la esquina, cubriéndose de cualquier amenaza posible. Ambos se miraron con preocupación.
-Pensándolo mejor, creo que puedes seguir sola -dijo la nube con voz temblorosa y se dirigió hacia alguno de los caminos de salida.
-Espera, ¿Ya me dejas aquí? -se quejó la chica-. Necesito llegar rápido a la corte y sin tu ayuda va a ser imposible.
-Me parecía buena idea llevarte, ¡pero no sabía que querían matarte! -dijo dándose media vuelta-. Buena suerte, tu sigue recto y evita a los merodeadores.
-¿Merodeadores? -preguntó la chica, pero ya era tarde, porque su acompañante se había largado.
Mientras se alejaba, la chica se asomó con cuidado por la esquina, buscando el lugar desde donde le dispararon. Localizó tres torreones sospechosos, así que intentó cubrirse de ellos por las callejuelas. La mayoría de los edificios de la ciudad no superaban los tres pisos de altura y todos ellos tenían un estilo parecido con rocas claras. Mientras avanzaba se topó con un tenderete que vendía diferentes prendas y telas. Prota pensó que sería buena idea cubrirse para disimular un poco entre las chuches, así que buscó una capa corta, parecida a un poncho, de un tono granate, que era el color que más se repetía entre los habitantes de la ciudad. Pagó con dos candelas, una moneda aceptada en la mayoría de mundos.
Continuó por las calles con cuidado, hasta que llegó a una plaza donde había un pequeño grupo de guardias, todos ellos siendo nubes. El lugar estaba lleno de tiendas con precios desorbitantes, ya que se encontraba cerca de la zona real. En el centro de la plaza había una gran fuente de roca blanca, decorada con multitud de adornos. Los soldados estaban colocando vallas hechas de regaliz duro, cortando algunas de las calles que conectaban con la zona. Todos ellos portaban espadas, lanzas y unos cascos de hierro acabados en un adorno similar al papel de los envoltorios de caramelos.
La chiquilla se acercó a uno de los soldados que estaba sujetando un papel, pensando que sería de mayor rango, ya que no cargaba con vallas. Se situó frente a él, que seguía sin levantar la vista del documento.
-Disculpe -comenzó diciendo-. ¿Podría indicarme cómo llegar al edificio principal de la corte? Necesito hablar con el Rey Candy urgentemente.
El soldado miró sin ganas. Observó a la extranjera con condescendencia, revisándola de arriba a abajo rápidamente.
-¿Y usted para qué quiere visitar el edificio de la corte, si se puede saber? -respondió.
La postura de la nube pretendía mostrarse superior, a pesar que la chica le ganaba en altura.
-Necesito advertirle sobre el secuestro de un miembro de la realeza doll, el responsable es un triforme llamado Darkness -dijo la chica con prisa.
Al oír el nombre, el rostro del soldado cambió de expresión a una más seria.
-Eso queda fuera de mi jurisdicción, buena suerte buscando, ja ja -soltó en tono burlón, dándose media vuelta para seguir su trabajo.
Prota movió el brazo para llamar otra vez la atención del soldado tocándole en el hombro. Antes de que llegara a hacerlo, este se giró y pudo ver entre las telas de la chica el mango de una espada.
-¿Eso es una espada? -dijo en tono acusador, mientras la apuntaba con su lanza.
-Solo para defensa propia, oficial -dijo un poco nerviosa.
-¡¿Acaso tienes licencia?! -dijo en un tono alto, llamando la atención de los demás soldados, que comenzaban a rodear a la chica.
-En el Reino Doll no se requiere de ella.
-Y aquí tampoco, ¡pero me da igual! Estabas acercándote a mis espaldas armada, seguramente con malas intenciones, ¡entrégate! -le ordenó la nube mientras indicaba a uno de sus compañeros que sacará unas esposas de caramelo.
En total, eran 8 nubes las que le rodeaban, obligándola a retroceder, acercándose a la fuente del centro. Los transeúntes observaban en silencio intentando enterarse de qué estaba pasando. Uno de los soldados comenzó atacando con un corte por la espalda a la chica, que rebotó en la pechera oculta bajo la tela. Prota lo devolvió con un puñetazo en la cara, tirando a la nubecita al suelo. Entoces, los demás le atacaron a la vez. Ella sacó su espada y comenzó bloqueando los filos de las lanzas que pretendían ensartarla, luego hizo un corte en la mano de uno de sus oponentes, desarmándole.
Todo el mundo contemplaba asombrado por la calle. De pronto, la chica agarró una lanza que había quedado sobre el pavimento y, dando una vuelta sobre sí misma, logro tirar a 3 soldados al suelo, empujándolos con ambos extremos del arma. El combate fue rápido, apenas hubo cortes, ya que predominaron los puñetazos. Quedaban solo dos nubes en pie: el soldado que llevaba la voz cantante, con una lanza, y otro con un escudo redondo y oscuro donde ponía "oreo". Prota soltó una fuerte patada sobre el escudo, derribando a la nube que se protegía tras él. Entoces, el oficial lanzó un corte agresivo directamente a la cara de la chica, que fue esquivado por los pelos, aunque la punta de la lanza rozó su moflete, provocando un corte molesto pero poco profundo. Cuando la nube intentó embestirla con la lanza, la muchacha lo esquivó, agarró el extremo superior y lo levantó, lanzando al oficial como si de una pértiga se tratase.
El desafortunado soldado acabó cayendo en la fuente, quedando agotado, ya que el agua debilita a la mayoría de chucherías. Prota se limpió la sangre del rostro y se acercó a su oponente derrotado.
-¿Por dónde puedo ir al edificio de la corte? -preguntó.
Antes de poder continuar, comenzó a sentir un temblor en el suelo. Levantó la vista, y notó que el sonido venía de una de las calles con vallado. La chica se dio la vuelta otra vez, escuchando que la nube le hablaba.
-Eso que escuchas, es un merodeador -dijo con dificultad-. Viene a hacer justicia, yo que tú huiría...
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