10 de Octubre, 1910.

—¡Señor! —grita la joven empapada de sangre, mientras sus fatigadas piernas corren por su vida entre los arbustos—. Ya no quiero continuar con el juego, me doy por vencida. Revele mi secreto y quédese con mi fortuna. No pienso seguir formando parte de este enfermizo juego.

El hombre frena su paso y la observa detenidamente; la chica está cubierta en sangre y lágrimas, mientras sostiene un cuchillo en su mano derecha. Ella no puede más, se quiebra y se echa a llorar en el pasto seco, suplicando para que la dejen abandonar el juego.

—Conoces las reglas, Jenna. No puedes desertar —menciona él.

El hombre se acerca a ella y la rodea con sus brazos, dándole el apoyo emocional que necesita para seguir. En un abrir y cerrar de ojos, Jenna encaja su cuchillo en el abdomen del varón, traicionándolo. Éste, desconcertado por la acción de su amiga, cae al suelo mientras comienza a sangrar.

—Eras tú. Todo este tiempo fuiste tú —logra apenas decir con dificultad.

—Eras el último, cariño —declara ella, poniéndose de pie y limpiando su cuchillo con una sonrisa tétrica—. En verdad lo siento, ¿cuál era tu nombre? Ah, sí —chasquea sus dedos—. ¡Dolka!

De una sola patada lo hace caer al río. La fuerza de la corriente termina llevándose al hombre para siempre.

Jenna es la ganadora.
Jenna reclama su dinero.
Jenna se adueña del juego.

—Sé el cazador o sé la presa. Bienvenidos a Dolka, haremos historia juntos.

«Supermassive Black Hole».