Te Odio, Viejo
Espero que les guste~
Nota: Según la bonita y sensual Wikipedia, al padre de Petey se lo llama Grampa o Crud
Nota-2: Hablan de que este viejo fue un abusivo, aunque nunca dicen hasta que punto, así que fui especulando mientras escribía
Nota-3: Se dice mucho entre todo lo que leí que él pudo ser responsable de la deformación en la cola de Petey
Nota-4: Textualmente, la Wiki dice "El abuelo es un padre malvado, egoísta, arrogante, descuidado, abusivo e irresponsable, que posiblemente sea esquizofrénico y no tenga ningún amor por Petey". Lo de la esquizofrenia no me la espere xD
Petey no puede negar que tiene...sentimientos complicados en lo que respecto a su padre o bueno, a su donante de esperma, porque ese viejo gato no tenía el derecho de ser llamado "papá". En su opinión, era un maldito, ese tipo de ser malvado que no arrepentimientos y no tenía salvación alguna al decir verdad. Ese gato viejo era el tipo de ser cuyo karma tenía que llegar a él en forma de un gran camión que lo atropellara de lleno...y que quizás, le pase unas cuantas veces más por encima, solo para asegurarse. Así de malo era.
Pero por alguna razón, su mamá lo amo.
Eso fue una de las cosas que Petey jamás pudo comprender del todo. Ese gato siempre había sido conocido como un mujeriego según lo que escucho, del tipo que no tomaba la responsabilidad de lo que hacía, arrogante hasta el punto de ser frustrante y creyéndose la gran cosa, haciendo lo que quería y como quería, sin importarle nadie a su alrededor pero aun así, ella lo amo. Su madre se enamoro de ese horrible felino y estaba decidida a tener una familia con él, creyendo que podría cambiarlo o algo así, no tiene muy en claro que pasaba por la cabeza de ella en ese entonces pero nada salió bien.
Ese viejo maldito fue malo, una pesadillas constante en los pocos momentos en los que estaba presente y de alguna manera, aun trayendo dolor con su ausencia. Petey no puede negar que había querido tener a papá cerca, fue su época más inocente, que cambio con los pasos de los años y en cuanto se dio cuenta de lo malo que era ese gato. Llamarlo "papá" se sentía más como escupir en su cara en vez de algo lleno de cariño. Lo odiaba, no solo por como lo trato a él, sino por como trato a su mamá. La ignoro, la dejo y recuerda perfectamente que llego a empujarla más de una vez, entre otras cosas que prefería no recordar.
Se mantuvo alejado después de que ella murió, se negó a buscarlo o siquiera verlo, sabiendo que su vida sería mucha más tranquila sin el maldito cerca pero Lil't Petey, en su inocencia de ser recién creado y con la firma creencia de que había bondad en todos, termino por llamarlo y traerlo de vuelta a su vida. Sabía que no cambiaría, lo sabía, pero no quería romperle la ilusión de su hijo de tener una familia, de tener una bueno. Y al final, resulto como lo había esperado, con el maldito desaparecido y con él, todas sus pertenencias. Lo había desvalijado por completo, dejo todo su hogar vacío y con solo las historietas del gatito dejadas a un lado, porque no tenían valor monetario de seguro.
Lo bueno, es que el viejo se fue, pero lo malo, es que tenía un gusto morboso por arruinarle la vida a otros.
-¿Terminaste?- enarco una ceja, desganado, sin haber escuchado realmente lo que sea que el otro le hubiera estado diciendo, sabiendo que estaba lleno de insultos e intentos de hacerlo sentir mal consigo mismo. Estaba cansado, arto al decir verdad, y estaba al borde de tirarle algo a la cara del viejo, en serio que si. Que alguien le diera paciencia y no fuerza porque sino, ahí si que lo llevarían a prisión pero por un cargo peor de lo usual.
-Eres un mocoso- escupió con desdén y molestia, luciendo frustrado al parecer por su falta de reacción usual pero a Petey, en ese instante, no le importaba. Su "padre" podía caerse a un pozo y sinceramente, no podría importarle menos.
-Aja, lo que digas- se levanto y se estilo, tarareando para si mismo. Sacudió la cola, sintiendo como una especie de dolor fantasma en la cola de este al tener a ese gato allí presente, preguntándose no por primera vez porque se había detenido a escuchar a ese viejo. Nunca decía nada importante o que le interesara siquiera. -Adiós~- le dio la espalda, alejándose con pasos ligeros, eligiendo esta vez ignorar al otro. No tenía muchas ganas de dejar que sus palabras lo afectaran y por una vez, sintió una punzada de victoria al poder escuchar algo de desesperación en la voz ajena pero lo ignoro con rapidez.
-¡Hey!- después de un rato de caminata, pudo ver la pequeña casa a lo lejos, con dos seres que lo esperaban en frente y se animaron ante su voz.
-¡Papá!- Petey sonrío con cariño puro y genuino ante la vista de su hijo, quien se estaba alejando de Dogman a favor de correr hacia él tan rápido como sus cortas piernas le permitían. Se inclino con los brazos abiertos, agarrando al menor cuando este salto directo a su pecho en cuanto estuvo lo suficientemente cercan, abrazándolo. Su pequeño cuerpo y calidez, su risa ligera y el suave ronroneo lleno de felicidad, es suficiente para que el viejo sea olvidado de su mente por el momento, moviéndose solo para llevar el rostro ajeno con besos.
-Hola a ti también- miro al perro al escuchar su ladrido, bufando apenas al recibir una gran sonrisa como respuesta y mirándolo con ojos brillantes, llenos de una suplica ligera que el felino pudo entender. -Bien, bien- rodo los ojos con fastidio fingido, extendiendo una de sus patas en su dirección, y logrando que la sonrisa de Dogman se agrandara. -No me lamas- bufo cuando el otro medio se le lanzo encima y apenas evitar caerse, sonriendo con cariño al poco tiempo, abrazando a los dos seres más importantes que tenía en su vida.
El viejo podía irse al diablo y arder en llamas, Petey tenía todo lo que necesitaba allí mismo.
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