Capítulo 8: 5 Horas de perdición.

A tan solo cinco horas de que un homicidio se diera como concluido y tanto Helen Ruth como los granjeros no tenían idea, era un día agradable para cualquier otro ciudadano. El reloj en la casa de los padres de Helen marcaban que eran las cuatro de la tarde y comenzaban a organizar todo para su vigésimo aniversario que se llevaría a las diez de la noche, aunque de algo que no estaban al tanto era que en su día más feliz perderían a su única hija.

– ¿Quieres que cuelgue globos acá Roberto? –Preguntó la madre de Helen con la misma sonrisa que las dos poseían, ya se sabía a quién Helen había heredado esa sonrisa encantadora.

–Si Carolina. ¡Esta será la mejor fiesta que podamos haber tenido! –Rio Roberto mientras que preparaba la cena para sus invitados que se iba a realizar aquella noche.

–Tuvimos miles de fiestas...

–Estás en lo correcto aunque...–El hombre se acercó hasta donde se encontraba Carolina. –Nunca cumplimos veinte años de casados todos los días. –Con una sonrisa besó los labios de aquella mujer, quien le devolvió el beso a los pocos segundos.

–Roberto, se te quemará la comida.

–No te preocupes Carolina, la comida está bien, mejor sigue dándome esos besos que solamente tú me los sabes dar.

– ¿Solamente yo? –Preguntó la mujer con una sonrisa picarona, intentando investigar un poco más.

–Ay no, también los sabe dar Juliana, Beatriz...–No pudo terminar mientras que Carolina le seguía dando besos.

–Mejor cállate, que eres incapaz de engañarme.

–Estás en lo correcto, eres mi único amor. –Finalizó el hombre, mientras se retiraba hacia la cocina para ver si su comida no se estaba quemando.

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