Capítulo 1: 12 Horas de perdición.
El cruel destino de una joven chica se estaba aproximando a tan solo doce horas Helen Ruch una increíble empleada de una editorial un tanto exitosa, jefa de redacción y de unos cuantos puestos más se hacía cargo. Con tan solo treinta años y una exitosa vida se le iba a acabar en pocas horas, pobre chica hubiesen dicho las ancianas que se enteraban de cada chisme que sucedía en esta gran pueblo aproximadamente de cuatrocientos mil habitantes y justo el peor destino sería de Helen.
Como cada mañana se levantaba a las seis en punto apenas los rayos del sol iluminaban las ventanas de su departamento. A las seis de la mañana cuando comenzaba a amanecer se preparaba su desayuno aunque este sería su último, pero claro que Helen no lo sabía. Luego de su increíble desayuno, caminaba para ir a su trabajo porque le quedaba a tan solo diez cuadras y mientras caminaba podía apreciar a los pájaros que cantaban su increíble melodía.
Caminaba dos cuadras más y se cruzaba con las ancianas que siempre chismoseaban que tan bien se veía vestida Helen, mientras que se sentaban en la esquina donde se yacía una panadería, mientras que Helen las saludaría por última vez al igual que comprar ese fresco pan que vendían diariamente.
–Hola Helen, que bonita te vez esta mañana. –Comentaban las ancianas mientras que Helen salía de la tienda con las dos últimas bolsas repletas de pan que llevaba a sus compañeros de trabajo.
–Hola señoritas, pero a ustedes no les pasa el tiempo que siempre se ven tan jóvenes. –Elogios hacia estas pobres ancianas quienes mostraban una sonrisa a cambio.
Seguía su camino hacia las sedes principales de la editorial. Mientras que ella lucía a la moda o con lo que más relucía en aquella mañana y sin saberlo seguramente su foto aparecería en los periódicos como aquella mujer quien fue atropellada de la forma más atroz posible. Aunque esto no era preocupación de Helen, porque no sabía de nada sobre su cruel destino que tan solo le quedaba unas cuantas horas para que esto sucediera.
Seguía caminando, antes de llegar hacia su destino se detenía una cuadra antes para escuchar las melodías de aquellos músicos quienes tocaban sus canciones a plena calle esperando una recompensa por su esfuerzo y era un ritmo alegre como para ser un lunes catorce de abril. Aunque siempre que Helen pasaba por ese lugar les dejaba algo de dinero, no por sentir lástima si no por el simple talento que poseían aquellos dos jóvenes rubios.
–Hola muchachos, me encanta esta canción. –Hablaba Helen, quien a continuación les dejaba una buena recompensa por su música cada mañana. –Sigan así de bien.
–Gracias Helen, nos alegra que te gustara. –Respondían los músicos en su último día que verían a Helen. Aunque ellos no lo sabían. No había maldad en este pueblo, nadie odiaba a Helen, todo lo contrario: era una persona dulce, quien te daba gusto pasar todas las tardes hablando de cualquier tema con ella y sin contar con la sonrisa que regalaba a las demás personas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top