Capítulo 44
-POV Rubén-
Ajusté la solapa de mi traje negro, observando cómo el tumulto comenzaba a formarse alrededor de la alfombra roja. Las luces destellaban como estrellas caídas del cielo, y las voces se mezclaban en un murmullo incesante. Los premios de la música siempre habían sido un espectáculo, pero esta noche era diferente. Esta noche, la verdad saldría a la luz, y yo estaba allí para asegurarme de que así fuera.
Sosteniendo la invitación de Tn___ en mi mano, caminé con paso decidido, esquivando a los reporteros que intentaban obtener alguna declaración. Sabía que el padre de Tn___ estaba allí, y no tardé en encontrarlo, parado en medio de la alfombra roja, rodeado de fotógrafos y cámaras. Sus ojos se entrecerraron al verme acercarme.
—No esperaba verte aquí, Rubén —dijo con una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. Creí haberte dejado claro que no tenías cabida en este mundo.
Sonreí, una sonrisa que ocultaba el fuego que ardía dentro de mí.
—Esta es tu última noche, y lo sabes —respondí con calma, mi voz apenas un susurro para evitar atraer la atención de los presentes—. Pronto, se hará justicia por lo que le has hecho a Tn___.
El padre de Tn___ me miró fijamente, pero no me inmuté. Sabía que no podía permitirse un escándalo en público, no cuando estaba tan cerca de recibir el premio que tanto deseaba. Sin decir más, di un paso atrás, dándole la espalda y dirigiéndome hacia la entrada, dejando al hombre con la preocupación reflejada en su rostro.
Pocos minutos después, la multitud empezó a gritar el nombre de Tn___, señal de que había llegado. Su rostro estaba cubierto por una bufanda que ocultaba su identidad, y vestía el elegante vestido negro que le había comprado. A pesar de la seguridad que intentaba proyectar, sus ojos reflejaban la tormenta interna que la consumía. Cuando la vi arrinconarse en un rincón apartado, lejos de las miradas curiosas, caminé hacia ella, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba. Sin pensarlo dos veces, la tomé de la mano y la llevé a un lugar más privado.
—¿Estás bien? —le pregunté con suavidad, buscando sus ojos a través del velo que la cubría.
Tn___ asintió, aunque su respiración era agitada. Me incliné hacia ella y, en un gesto que esperaba la tranquilizara, le acaricié el rostro antes de depositar un suave beso en sus labios por encima de la bufanda. El mundo pareció detenerse en ese instante; sus preocupaciones desaparecieron, reemplazadas por el calor de ese reencuentro.
—Todo saldrá bien —le susurré, separándome lentamente de ella—. Confío en ti. Ahora, debo irme al hotel como lo hemos planificado, Max te estará esperando afuera. Tú puedes con esto.
Tn___ me miró en silencio, notando su nerviosismo en sus manos temblorosas. Asentí de nuevo, forzando una sonrisa para hacerla sentir que todo saldría bien.
—Nos vemos luego —respondió, su voz apenas un hilo.
Le dediqué una última mirada antes de desaparecer entre la multitud.
-POV Tn___-
Respiré hondo, intentando calmar los latidos frenéticos de mi corazón. Decidí dirigirme al baño para intentar controlar el ataque de pánico que comenzaba a subir por mi garganta. Allí, en la soledad del cuarto, me miré al espejo, observando la imagen de una mujer que apenas reconocía.
No estaba sola por mucho tiempo. La puerta se abrió de golpe, y mi padre entró, su rostro una mezcla de confusión y sospecha.
—¿Qué haces aquí? —me espetó, sus ojos recorriéndome de arriba abajo.
Sentí el pánico crecer, pero me obligué a mantenerme firme. Recordando el plan, le respondí con la voz más calmada posible.
—Uno de tus guardaespaldas me dijo que habías ordenado que viniera —mentí, evitando su mirada—. No quería causar problemas.
Mi padre me miró fijamente, evaluando mis palabras, pero finalmente pareció aceptarlas. Asintió y me indicó que lo siguiera.
—Te quedarás detrás del escenario hasta que te llame para recibir el premio. No quiero que causes ninguna distracción.
Lo seguí, mi mente girando con rapidez. La hora de la verdad se acercaba, y no podía permitirme fallar. Me escondí tras el camerino, mi corazón latiendo con fuerza mientras escuchaba el bullicio de la ceremonia al otro lado de la cortina.
El tiempo pareció alargarse eternamente, pero finalmente, llegó el momento. El presentador subió al escenario, y la audiencia guardó silencio en anticipación.
—Y el premio a la mejor artista de música electrónica es para... ¡DJ Blue!
Los aplausos resonaron como un trueno, y vi a través del televisor en el cuarto a mi padre levantarse con una sonrisa de satisfacción. Comenzó a caminar hacia el escenario para recibir el premio, pero justo cuando estaba a punto de hablar, la pantalla gigante detrás de él se iluminó.
—Gracias a todos por este honor... —mi voz resonó en el auditorio, haciendo que mi padre se detuviera en seco. La grabación continuó, pero en lugar de un simple agradecimiento, el video comenzó a mostrar las evidencias que Rubén y yo habíamos recopilado. Abusos, manipulaciones, el rostro amable de mi padre convertido en el de un monstruo.
El auditorio se sumió en un silencio mortal. Aproveché para salir del camerino y caminé hacia el escenario, mis pasos firmes, aunque mi interior temblaba. La bufanda seguía cubriendo mi rostro, pero mis ojos estaban llenos de determinación.
Cuando llegué al escenario, las luces me iluminaron, y con un gesto lento, me quité la bufanda, revelando mi rostro al mundo. Los murmullos crecieron en la multitud, pero antes de que alguien pudiera reaccionar, un grupo de policías entró en la sala, avanzando hacia mi padre.
—Por favor, acompáñenos —dijo uno de ellos, mientras los flashes de las cámaras no paraban de estallar.
Mi padre trató de resistirse, pero fue en vano. En cuestión de minutos, fue esposado y sacado del lugar, mientras la audiencia observaba atónita.
Ahora sola en el escenario, miré a la multitud y respiré hondo.
—Lo siento —dije, mi voz temblando ligeramente—. Lo siento por lo que han visto, pero era necesario. Este será mi último día como DJ Blue. Gracias por darme la oportunidad de ser su artista durante todo este tiempo.
Las luces se atenuaron mientras la ceremonia llegaba a su fin. Los aplausos, tímidos al principio, comenzaron a crecer, llenando el auditorio con un reconocimiento que se sentía como un abrazo.
Cuando todo terminó, salí del escenario, caminando por la alfombra roja mientras los flashes continuaban persiguiéndome. Max me esperaba afuera, listo para sacarme de allí. Los paparazzis me rodearon, sus preguntas lanzadas como dardos, pero mantuve la cabeza baja, siguiendo a Max hasta el coche que nos esperaba.
Durante el trayecto, las emociones comenzaron a desbordarse. Las lágrimas caían silenciosamente por mis mejillas, mientras las imágenes de la noche pasaban por mi mente. Max, atento como siempre, me ofreció un pañuelo, y le dediqué una sonrisa agradecida.
—Gracias, Max... por todo —susurré, mi voz quebrada por la emoción.
—Siempre estaré aquí para ayudarte, Tn___ —respondió él, su voz firme.
Al llegar al hotel, Rubén me esperaba en la entrada. Mi corazón se aceleró al verlo, y cuando bajé del coche, él me recibió con un abrazo fuerte, como si nunca quisiera soltarme.
—Lo lograste —dijo Rubén, sus ojos brillando con orgullo.
—Lo logramos —corregí, mi voz apenas un susurro.
Rubén me miró, su mirada recorriendo cada rasgo de mi rostro, cada detalle que me hacía tan especial. No pudo evitar mencionar lo hermosa que me veía, mi valentía irradiando una belleza única. Antes de que pudiera decir más, me atrajo hacia él, besándome apasionadamente, un beso cargado de todas las emociones contenidas durante tanto tiempo.
Esa noche, el mundo había cambiado para nosotros. La verdad había salido a la luz, y aunque quedaba un camino por recorrer, sabíamos que lo haríamos juntos.
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