Capítulo 37

-POV TN___-
El sol apenas comenzaba a asomarse cuando terminé de empacar la última de mis maletas. La emoción y los nervios se mezclaban en mi estómago mientras me preparaba para uno de los viajes más importantes de mi vida ya que es la primera vez que voy a un evento de estos. Rubén estaba a mi lado, terminando de cerrar su maleta con esa tranquilidad que siempre lo caracterizaba.

—¿Estás lista? —me preguntó con una sonrisa confiada.

—Sí, creo que tengo todo. No puedo creer que ya llegó este día. —respondí, tratando de controlar la emoción que se reflejaba en mi voz.

—Lo sé, ha sido un largo camino. Pero verás que todo saldrá bien. Vamos, no queremos perder el vuelo.

Salimos de casa y nos dirigimos al aeropuerto en un taxi que habíamos reservado la noche anterior. Mangel y Max,, no pudieron acompañarnos por compromisos previos, pero prometieron mantenerse en contacto constante a través de mensajes y videollamadas. Atentos a que el plan siga en orden.

Mientras el taxi avanzaba por la ciudad aún adormecida, sentía mariposas en el estómago. Miraba por la ventana, viendo cómo las luces del amanecer iluminaban las calles desiertas. Rubén, percibiendo mi nerviosismo, tomó mi mano y la apretó suavemente.

—Todo va a salir bien. Lo más importante es que disfrutes cada momento.—me dijo con una sonrisa reconfortante.

El aeropuerto estaba lleno de viajeros apresurados, anuncios de vuelos resonando en los altavoces y un murmullo constante de conversaciones. Después de registrar nuestras maletas y pasar por los controles de seguridad, finalmente encontramos un lugar tranquilo donde esperar nuestro vuelo.

—¿Qué te parece si comemos algo antes de embarcar? —sugirió Rubén, señalando una cafetería cercana.

—Buena idea, así no estaremos tan hambrientos durante el vuelo —respondí, agradecida por su consideración.

Nos sentamos en la cafetería, disfrutando de un desayuno ligero mientras conversábamos sobre los eventos que nos esperaban en California. A pesar de todo estaba emocionada por la gala de premiación, en especial porque Rubén estará conmigo en cada momento.

El tiempo pasó rápidamente y pronto llegó el momento de embarcar. Nos acomodamos en nuestros asientos de clase turista y nos preparamos para el largo vuelo. Rubén sacó su laptop y comenzó a editar algunos de sus videos para su canal de YouTube mientras yo me sumergía en un libro que había traído para el viaje.

—¿Te imaginas ganar después de todo? —preguntó Rubén, rompiendo el silencio.

—Sería un sueño hecho realidad. Pero honestamente, solo quiero que todo salga bien. —respondí con humildad.

El vuelo transcurrió sin contratiempos, y antes de darnos cuenta, estábamos descendiendo hacia el aeropuerto de Los Ángeles. La emoción de estar en una nueva ciudad y la expectativa de los eventos que se avecinaban llenaban el aire.

Tras recoger nuestras maletas, nos dirigimos a la salida donde un coche del hotel nos esperaba para llevarnos a nuestro alojamiento. Durante el trayecto, no podía dejar de mirar por la ventana, maravillada por el bullicio y el brillo de la ciudad.

Al llegar al hotel, un elegante edificio en el corazón de Los Ángeles, fuimos recibidos por el personal con una calidez profesional. Hicimos el check-in rápidamente y fuimos a nuestra habitación.

Al entrar, ambos quedamos sorprendidos al ver que solo había una cama.

—Debe haber un error —dijo Rubén, frunciendo el ceño.

—Voy a hablar con la recepción —dije, saliendo de la habitación con determinación.

En la recepción, la encargada nos explicó que, debido a la alta demanda por las premiaciones, esa era la única habitación disponible. Intenté negociar, pero no había otra opción. Resignados, volvimos a la habitación.

—Bueno, no es la primera vez que compartimos una cama. Podemos manejarlo —dije, tratando de ver el lado positivo. Ya que la primera vez fue en casa de mi padre y no sucedió nada.

—Claro, hemos pasado por cosas peores. Además, estamos aquí para disfrutar —respondió Rubén, sonriendo.

Desempacamos nuestras maletas y decidimos explorar un poco la ciudad antes de la gran noche. Caminando por las calles de Los Ángeles, nos dejamos llevar por el ambiente vibrante y la energía de la ciudad. Visitamos algunas tiendas, probamos comida local y tomamos muchas fotos para compartirlas con Mangel y grabamos algunas cositas para el canal de Rubén aprovechando la ocasión haciendo un vlog para su canal.

Al caer la noche, regresamos al hotel agotados pero felices. La habitación ahora nos parecía más acogedora, una especie de refugio en medio de la bulliciosa ciudad. Después de una ducha rápida, nos acomodamos en la cama, cada uno en su lado, respetando el espacio del otro.

—¿Sabes? Estoy realmente feliz de que estés aquí conmigo —dije, mirando a Rubén con gratitud.

—Yo también.—respondió Rubén, dándome un apretón de manos.

—¿Qué crees que dirán Mangel y Max cuando les contemos sobre la habitación? —pregunté con una risa suave.

—Probablemente Mangel se reirá un poco y Max... ese inútil me dirá algo para hacerme enojar.—respondió Rubén rodando los ojos ante la mención de Max.

A pesar de compartir la cama, no hubo incomodidad entre nosotros. Nos conocíamos tan bien y teníamos una confianza tan sólida que podíamos estar juntos sin problemas. Pronto, el cansancio del día nos venció y nos quedamos dormidos, cada uno soñando con el día siguiente

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