Capítulo 36

-POV Rúben–
El cielo estaba cubierto de nubes grises, y la lluvia caía con fuerza, creando un ritmo constante contra las ventanas. Al salir de la habitación de Mangel quien había decidió en tomar un descanso,  observe a Tn___ acurrucarse en el sofá con una manta, disfrutando del sonido relajante del aguacero. Mientras decidí en preparar una taza de té caliente en la cocina, cada gota que caía afuera parecía sincronizarse con el latido de mi corazón, un recordatorio constante del momento que compartía con ella.

—Aquí tienes —dije, entregándole la taza con una sonrisa. Mis ojos, siempre tan intensos, debían parecer más brillantes bajo la luz suave de la lámpara.

—Gracias, Rubén.—respondió, dándome una mirada cálida. Sus dedos rozaron ligeramente los míos al tomar la taza, y aunque fue un contacto breve, fue suficiente para enviar una corriente de electricidad por mi brazo.—¿Y Mangel?

—Decidió en tomar una siesta.

Me senté a su lado, manteniendo una distancia prudente. Sin embargo, la proximidad y la intimidad del momento hacían que la tensión entre nosotros fuera palpable. Tn___ tomó un sorbo de té, sintiendo el calor reconfortante mientras me observaba. Su perfil, tan familiar y querido, se destacaba contra la luz tenue.

—Es un día perfecto para quedarse en casa y relajarse.—comentó ella, envolviéndose más en la manta. Quería que supiera cuánto apreciaba estos momentos tranquilos juntos, lejos del bullicio del mundo exterior.

—Sí, definitivamente —respondí, mis ojos fijos en ella. Había algo en su mirada, una mezcla de ternura y deseo que hacía que mi corazón latiera más rápido.

El silencio se alargó, lleno de una tensión agradable. Tn___ decidió aprovechar el momento y acercarse un poco más a mí, sus piernas rozando las mías. Noté cómo me tensaba ligeramente, pero no me aparté. Nuestras respiraciones se sincronizaban, creando un ritmo íntimo que solo nosotros compartíamos.

—Rubén, he estado pensando mucho en nosotros últimamente —dijo Tn___, su voz suave pero segura. Sentía que este era el momento perfecto para abrir su corazón, para dejarme saber cuánto significaba para ella.

La miré, sorprendido y deseoso. Era como si hubiera estado esperando este momento, pero nunca me atreviera a dar el primer paso.

—¿Sí? ¿Y qué has pensado? —pregunté, mi voz más baja de lo habitual. Había un brillo de esperanza en mis ojos, y Tn___ me hizo sentir una ola de ternura hacia ella.

—Que hay algo especial entre nosotros, algo que no podemos seguir ignorando —respondió ella, acercándose aún más. Su corazón latía con fuerza, pero no era de nerviosismo, sino de emoción.

Suspiré, librando una batalla interna. Tn___ podía ver el conflicto en mis ojos, pero también la chispa de deseo que había estado tratando de ocultar. Sentía la tensión en mi cuerpo, la lucha entre mi deseo de respetarla y mi creciente necesidad de acercarme a ella.

—Tn___, sabes que siento lo mismo. Pero también quiero hacer esto bien, respetarte y asegurarnos de que esto no sea solo un impulso del momento —dije, mi voz cargada de emoción. Mis palabras eran sinceras, y Tn___ no pudo evitar sentirse conmovida por mi honestidad.

—Lo sé, Rubén. Y eso es lo que más me gusta de ti. Pero a veces, hay que dejarse llevar por lo que sentimos —susurró ella, inclinándose hasta que sus labios casi rozaron los míos. Podía sentir su respiración, cálida y suave, y mi corazón se aceleró aún más.

Cerré los ojos por un momento, mi respiración acelerándose. Finalmente, la atraje hacia mí, envolviéndola en mis brazos y permitiéndome disfrutar del contacto. La calidez de su abrazo era reconfortante y segura, y Tn___ se sintió completamente protegida.

—Tn___, no sabes cuánto te amo.—dije antes de besarla con una pasión contenida durante demasiado tiempo. El beso fue profundo y lleno de emociones no expresadas. La lluvia continuaba golpeando las ventanas, pero el mundo exterior parecía desvanecerse mientras nos perdíamos el uno en el otro. Sentí cómo el calor de su cuerpo se mezclaba con el mío, creando una sensación de comodidad y deseo.

Sus labios eran suaves pero firmes, y cada movimiento parecía sincronizado con mis propios deseos. Mis manos se deslizaron por su espalda, trazando líneas de fuego que la hicieron estremecer. Ella respondió con igual intensidad, sus manos enredándose en mi cabello, tirando suavemente, acercándome aún más.

Cuando finalmente nos separamos, ambos respirábamos con dificultad, pero con sonrisas en nuestros rostros. Mis ojos brillaban con una mezcla de amor y alivio, como si una pesada carga hubiera sido levantada de mis hombros.

—No hay vuelta atrás ahora —dije, acariciando su mejilla. Mi toque era suave y lleno de ternura, y Tn___ cerró los ojos por un momento, disfrutando del contacto.

—No, y no quiero que la haya —respondió, sus ojos brillando con determinación. Sabía que esto era solo el comienzo, y estaba emocionado por lo que el futuro nos deparaba.

Nos quedamos así, abrazados en el sofá, disfrutando de la compañía mutua mientras la tormenta continuaba afuera. La lluvia seguía cayendo, pero dentro de la casa, todo era cálido y seguro. El sonido rítmico de las gotas contra el vidrio era como una melodía que marcaba el comienzo de una nueva etapa en nuestras vidas.

—¿Sabes? —dijo Tn___ después de un rato, su voz suave—. Siempre me ha gustado la lluvia. Me hace sentir en paz. Cada vez que mi padre hacía de las suyas la lluvia era mi mejor compañero.

—Me imagino que ahora, —respondí, apretándola suavemente contra mí—.  cada vez que llueva, pensarás en este momento.

Tn___ sonrió, sintiéndose más cerca de mí que nunca. Sabía que la relación que estábamos construyendo era especial, algo que valía la pena proteger y cuidar.

—Rubén —dijo, levantando la mirada para encontrar mis ojos—. Gracias por ser tan paciente, por esperar.

—Tn___, tú vales la pena cada segundo de espera —respondí, inclinándome para darle un suave beso en la frente.

Nos acurrucamos juntos en el sofá, escuchando la lluvia y el latido de nuestros corazones. Sabíamos que habría desafíos en el camino, pero también sabíamos que juntos podríamos enfrentarlos. La tormenta afuera continuaba, pero dentro de la casa, todo estaba en calma, en perfecta armonía.

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