Capítulo 30
-POV Tn___-
—Pase lo que pase, no salgas de aquí. —le ordené a Rubén en un tono suplicante antes de cerrar las puertas del armario.
Después de esconder a Rubén, miré rápidamente a mi alrededor para asegurarme de que no quedara ninguna prueba de su presencia mientras los gritos se intensificaban detrás de la puerta. Corrí hacia la puerta y, tras quitarle el cerrojo, la abrí de golpe, tambaleándome un poco hacia atrás. Varios hombres entraron y me rodearon, siendo mi padre el último en entrar. Se veía furioso; esto no iba a terminar bien.
—¿Por qué no abriste la puerta? —preguntó, mirando a su alrededor con las manos detrás de la espalda.
—Perdón, estaba durmiendo. —mentí, pasando mis manos por mi cabello para mostrar mi rostro.
—¿Crees que voy a creer esa mentira? —ladeó la cabeza, mordiendo la mejilla interior. —Sabes por qué estoy aquí, ¿cierto? —se acercó hasta quedar frente a mí, su presencia era amenazante. Si lo sucedido había salido en las noticias, estaba completamente muerta.
—Nadie sabe mi identidad, ¿por qué debería preocuparte? —le respondí sinceramente, mirando a uno de sus guardaespaldas.
—¿Crees que esto es un chiste? —me sostuvo la cara con una mano, sus dedos incrustándose levemente en mis mejillas y lastimándome.
Sacudí la cabeza, intentando liberarme de su agarre.
—Si lo dices de esa manera, creo que sí. —sonreí al pensar en cómo todo esto podría haber terminado si la gente supiera mi identidad.
—Así que hoy tienes agallas. —se acercó a mi rostro y decidí escupirle. Cerró los ojos, suspirando levemente y limpiándose con la otra mano. —Hueles a hombre. —mencionó, fijándose en el chaleco de Rubén que llevaba puesto.
Mierda.
—¿Con quién estuviste? —preguntó, soltándome la cara y empujándome hacia atrás, chocando con los guardaespaldas detrás de mí.
—No estuve con nadie. —le respondí seriamente. Si se enteraba de que estuve con Rubén o que Rubén estaba aquí, no acabaría bien.
—¿Estás viendo a ese YouTuber nuevamente? —alzaba la voz mientras sus guardaespaldas me sostenían los brazos.
—Te dije que corté lazos con él, no sé de él desde hace un año. Ni siquiera sé si vive aquí en España. —dije nerviosa, temiendo que Rubén saliera de su escondite para defenderme. —El chaleco es de Max, me lo dio antes de salir de la comandancia. —mentí, ya que sabía que mi padre no tenía problemas con Max, pues era parte de mi trabajo en el bar.
—¿Ahora tienes algo con ese bartender de mierda? —se rió levemente.
—¿Qué? —susurré, perdida ante el comentario. Simplemente, no podía andar con ningún hombre que no fuera de su altura.
—Chicos... —se acomodó el gabán. —Ya saben qué tienen que hacer. Pero esta vez, asegúrense de dejarle claro que no debe volver a hacerlo. —dicho esto, se sentó en el sillón a mi lado, cruzando las piernas y encendiendo un cigarrillo.
—Espera...
Tres guardaespaldas se acercaron mientras otros dos me sostenían los brazos. Sentí el primer golpe en la cara y luego otro en el estómago, haciéndome tambalear. Pero, al ser sujetada, me volvieron a parar y a golpear una y otra vez. No podía sentir parte de mi rostro, y en mi boca solo saboreaba la sangre. Me arrojaron al suelo y empezaron a patearme sin remordimiento.
—Por favor, ya para. —imploré con mis pocas fuerzas, arrastrándome por el suelo mientras seguían golpeándome.
—¿Cuándo aprenderás? —bajó la pierna, apoyando los brazos en las rodillas y bajando el rostro hasta casi mi nivel. Cogió mi cabello, levantando mi cara para que lo mirara a los ojos. —Que esta sea tu última lección, Tn___, ¿me oyes?
—Sí, padre. —murmuré, gritando al sentir el cigarrillo caliente en mi cuello.
—Vámonos chicos, creo que es suficiente por hoy. —me arrojó al suelo, apagando el cigarrillo a mi lado. Poco a poco, todos se fueron del lugar, el último cerrando la puerta como si nada hubiera pasado.
Mi cuerpo dolía demasiado. Esta vez, seguramente me quedarían varios días sin poder salir hasta que los golpes fueran menos visibles. Sentí unos brazos intentando ponerme en una posición más cómoda y vi el rostro preocupado de Rubén.
—Por lo menos estás bien. —alcé mi rostro, apoyándolo en su mejilla, notando que mi padre nunca lo había descubierto. Honestamente, podían haberme lastimado todo lo que quisieran, pero si Rubén no salía lastimado, estaba conforme.
—¿Por qué no me lo habías dicho antes? —las lágrimas empezaron a salir de sus ojos verdes. —Joder, Tn___, me lo podías haber dicho. —me abrazó con cuidado, acariciando mi cabello.
—Ya está, estoy bien. Solo me dieron unos golpecitos, he tenido peores. —mentí, tosiendo al sentir la sangre en mi boca.
—No, no me mientas. —negó con la cabeza. —De ahora en adelante, yo te voy a cuidar, ¿okey? —me besó en la frente. —No dejaré que te vuelvan a lastimar, te lo juro.
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