Capitulo 26
-POV TN___-
Uno... dos... tres y una gota de agua caía del techo.
Uno... dos... tres y otra gota caía al suelo.
Los minutos pasaban, mi pierna no dejaba de golpear el suelo de la ansiedad y mis uñas ya eran casi inexistentes. Andaba con las manos esposadas, con un dolor de cabeza por la resaca y falta de sueño. Intentaba aún analizar cómo demonios todo esto podía encajar y no encontraba solución alguna. Joshua, Max, el tiroteo y especialmente cómo yo misma me había metido en tantos líos que ni siquiera sabía cómo.
Flash Back
—A mí tú no me...—Me callo la boca entre abriendo y cerrando los ojos.
Sus ojos verdosos, pelo castaño alborotado, sus labios, todo de él. Tantas emociones se me hicieron presentes, que no me importó que hubiera gente a nuestro alrededor, lo único que quería era continuar lo que no terminamos la otra vez. Su lengua jugaba con la mía y sus manos jugaban con todo mi cuerpo con lentitud, haciendo que pidiera más de él. Me separó de él, buscando un poco del aire perdido, colocando mis manos sobre su pecho medio agitado.
Fin del Flash Back
—Mierda.—Murmuré, recostando mi cabeza sobre la pared.
Esto era un desastre que yo misma podía creer. En ese entonces, el alcohol me tenía tan jodida que ni los cinco sentidos los tenía bien. Besé a un maldito policía pensando que era Rubén. Todas esas preguntas, esos pasatiempos, consuelos eran solo para buscar información para alcanzar y llegar hacia Joshua. Cuando vea a Max, juro en decirle todo el coraje que tengo hacia él.
—Tn___—Escucho mi nombre entre los pasillos. Sabía que ese era él, pero no lo quería ver cara a cara ahora mismo porque sino lo mataría con mis propias palabras. Cubrí mi rostro entre mis rodillas manteniendo la calma. — Ahí estás, me alegro de que estés bien.—Alcé mi rostro, viendo a Max con su camisa desabrochada, dejando ver su torso marcado y la manga de su camisa arrancada para poder curarle las heridas, especialmente la que le causé en el bar por accidente, con una banda cubriendo todo su hombro, parte de su brazo y pecho.
—Vete de aquí.—Le ordené, poniendo de nuevo mi cabeza sobre mis rodillas.
—Oye... solamente vine a ayudarte a salir de aquí.—Rodé mis ojos, levantándome del suelo y acercándome a él.
—Eso mismo me dijiste en el bar y mira,—Golpeé la verja de metal que nos separaba. —Estoy detrás de unas rejas.
—Yo no tengo la culpa de que no me hayas hecho caso. —Alzó de hombros, cruzando los brazos.
—Me dijiste que todo estaría bien con tal de que saliera de allí con vida. —Me pegó de golpe con las manos en las rejas.
—La idea era reportarte como una víctima más que salvé del tiroteo para que no tuvieras que ir tras las rejas. —Colocó las manos sobre las mías.—Sin embargo, decidiste salir como una loca por esa puerta borracha y forcejear con la policía.
—¿Qué? Yo hice eso
Silencio.
—Eres un imbécil.—Separé mis manos de las suyas, dándole la espalda.
—Que yo recuerde, tú besaste a este imbécil.—Se burló de mí, ocasionando que un calentón se posicionará sobre mis mejillas ante la gran vergüenza que sentía por eso.
—Estaba borracha. —Me volteé, enojada. —Mis sentidos no estaban aquí.—Le coloqué mi dedo en el medio de su frente, empujándolo luego hacia atrás. En ese movimiento tan suave, él viene y sonríe, mostrando sus dientes perfectos y sus hoyuelos que no podían faltar.
—No lo niegues, que te gustó.—Río por lo bajo, colocando su brazo en los bolsillos de su pantalón, haciendo que inconscientemente mirara hacia abajo.—¡Hey! Mis ojos están acá arriba.—Estiró sus dedos para que cayera en cuenta de lo que estaba haciendo.
—Si supieras en qué pensaba cuando pasó eso, no dirías eso. —Rodé los ojos, entre alzando una ceja.
—Sé que te confundiste por el tal Rubén, no soy tonto.—Caminó hacia un muro, recostándose sobre él.
—¿Cómo demonios sabes de su existencia?—Pregunté, perdida en asombro y miedo.
Nunca pensé que él llegaría a tal lunático de buscar información de él. Que yo me acuerde, nunca le llegué a mencionar sobre su existencia ni la de Miguel.
—Wow—Rió.—Nunca pensé que el alcohol te afectará tan fuerte.—Empezó a reírse, mientras que yo me quedé mirándolo seria. Obviemos que me quería tirar de un edificio por la vergüenza que este hombre me está haciendo pasar.
—¿Qué más te llegué a decir?—Me volví a sentar en la cama que había en la celda.
—Tranquila, solamente hablaste de lo mucho que lo extrañabas, blah blah blah. —Hizo una mueca, mostrando desinterés en la conversación.
—Al menos no hice nada del otro mundo. —Suspiré aliviada.
—De heeeecho—Alargó, mirando a una esquina del lugar.
—¿Qué?—Pregunté, levantándome de la cama.
—No es la primera vez que nos besamos.—Me volvió a mirar, esta vez con un poco de rubor en sus mejillas, haciendo que sonriera, no por el hecho de lo que pasó, sino porque, a pesar de todo, sigue siendo el Max tímido y atrevido que conocí.
—¿No me vas a decir que soy un idiota?—Se acercó a las rejas nuevamente y negué.
—Podría hacerlo, pero de verdad necesito que me saques de aquí.—Crucé los brazos como pude con las esposas en las manos.
—Sí, ahora mismo estamos verificando tu récord y si no tienes ningún delito registrado, te dejarán ir. Ve pensando en quién llamarás para que te busquen rápido y te den el visto bueno. ¿Tienes a alguien en mente? —Preguntó.
—Sí, será Miguel Ángel Rogel.
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