2. La puerta prohibida

Recorrimos la biblioteca , el comedor y la sala común , en realidad yo le seguía el paso mientras él iba adelante metiéndose en cualquier sitio que le diera curiosidad , intentaba explicarle cada cosa pero el parecía en su mundo y yo parecía ser un zancudo en su oído, así que a mitad de camino solo empecé a seguirlo en silencio.

Al final del pasillo había una puerta , los rumores entre  los pequeños lo llamaban tenebrosamente la puerta prohibida , era una puerta normal, no había ningún cartel que advirtiera no pasar , ni siquiera tenía echada la llave , pero la madre soledad avisó que nadie pasara , y todas las chicas llevadas por el error de Adán y Eva se negaban a pasar , era prohibida porque una religiosa dijo que era prohibida y lo último que se quiere en este lugar es fallarle a Dios. . . Pero ahí iba el chico directamente a abrirla.

— no puedes pasar ahí — avisé , se detuvo y aunque no dijo palabra se por sus ojos que preguntaba el porqué — las hermanas dicen que está prohibido pasar y no creo que quieras ser ensuciado de pecado al caer en tentación.— así funcionaba en este lugar esa puerta.

El sujeto se quedó un momento en silencio observandome y luego esbozó una sonrisa de medio lado , toda su sonrisa era culposa , maliciosa , y de una cosa estaba segura , este chico rezaría mucho al momento de su confesión.

— tú ya has entrado Annabeth — habló por primera vez de todo el rato , tenía la voz suave pero al mismo tiempo llena de convencimiento. Quedé boquiabierta , no sonó a acusación pero tampoco fue una pregunta.

Si , si había abierto esa puerta, muchas veces en realidad, y no era la gran cosa , es una habitación totalmente vacía , creo que solo era una trampa para ver quién caía en tentación.

— vámonos — dije tratando de ignorar su comentario pero el seguía aferrado a la puerta.

— me cuesta creer que te vayas al infierno por abrir una puerta . . .pero hay que intentarlo — volvió a sonreír y sin esperar más abrió la puerta.

Una cama con sabanas , una mesita de noche , y una maleta al pie de ella.
Eso había.

Un pensamiento llegó a mi cabeza pero no podía ser.

— deja de creer que por todo te vas al infierno Annabeth  — se burló de mí y se adentró a la habitación.

No podía creerlo.

— ¿esta es tu habitación? — pregunté y el asintió.

¿Tenía una habitación para él solo? , A mí me costó 10 servicios sociales y caridad a montón. Aún seguía del marco hacia afuera , pero cuando intenté entrar para confirmar que era mucho más grande que la mía su voz me detuvo

— ¿segura que quieres caer en tentación? — hablaba con malicia , pero con picardía , como si cada oración que saliera de su boca fuera un reto , una insinuación o una declaración.

— ¿Quien eres? — fue lo primero que se me salió , el hace un rato estaba en total silencio y ahora parecía que hablar y retar era su hobbie.

— yo Haro , y tú Annabeth , ¿olvidas las cosas ? —

Lo prefería cuando no hablaba , me cae mal , no me da buena espina.

Me quedé mirándole por un rato antes de pasar a la habitación y ver que puede que sea un poquito más grande que la mía pero yo tengo buenas paredes pintadas , y éstas siguen blancas y frías , entonces no tengo nada de que quejarme , esta vez era yo la que danzaba , y aunque ni le dirigía la mirada al chico sentía sus pesados ojos negros en mi espalda.

— ¿Cuál es tu historia , Annabeth? —

Soltó como si nos conocieramos , me helé en mi lugar pero no lo demostré. Estaba tratando de ser paciente.

— no te importa mi historia Haro —

Sin intención soné muy a la defensiva , pero ni se inmutó , solo volvió a sonreír de medio lado.

— solo estoy tratando de integrarme —

Eché a andar hacia la puerta , ya el parecía tener todo bajo control , para nada que me necesitara.

— entonces . . . Amigos o rivales? —.

Me detuve para mirarlo , ¿Estaba diciendo que podíamos declararnos guerra?. ¿Era amenaza o tratado de paz?

— no te conviene tenerme de rival — hablé con seguridad y sus ojos brillaron.

— y creo que a ti no te conviene ser mi amiga , o tal vez si . . . ¿Quien sabe?  —

Ya tenía suficientes guerras como para otra más, no necesitaba menos horas de sueño de las que tenía.

— mejor cada quien por su lado —

Y sin más me fuí.
Aunque pude escuchar como gritaba
« Trato Hecho »

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