Capitulo 9
Me quede paralizada.
¿Qué haríamos ahora?
¡Lo que tanto había temido estaba pasando!
Casi podía ver toda mi vida tirada al tacho, una eternidad lésbica en la horrorosa cárcel.
El soldado no tuvo reacción, quedo inmóvil mirándose la palma de la mano como si estuviera en alguna especie de trance. Me aleje unos pasos sin poder apartarle la vista.
Midas y Atila lo redujeron, aunque el no presento ningún esfuerzo por soltarse, lo empujamos hacia las escaleras ordenándole que no hablara.
El muchacho era un joven de unos treinta años, tenía el cabello castaño acomodado en ese típico peinado militar, era alto y parecía fuerte como para poder enfrentarnos si quisiera, pero ahí estaba con las pupilas dilatadas siguiéndonos el paso dócilmente.
— ¿Qué le sucede? —Murmuro Midas aun tirando de él por las escaleras.
— Mara creo que descubriste tu poder... — Respondió Alisa pasando la mano frente al soldado que aun continuaba en el trance.
— ¿Yo le hice eso? ¿Cómo? —levante la mano queriendo revisar si la espada tenía sangre, pero solo logre ver un bolso subiendo y bajando al ritmo de mis pasos— ¿Lo hizo el corte?
Los soldados a mi alrededor se miraban entre sí, debía prestar atención para identificarlos, después de unos segundos en silencio nadie supo que responder a la pregunta y Atila nos ordenó continuar.
El soldado a quien apode Drogadicto, por las pupilas dilatadas, tuvo que acompañarnos para no levantar sospechas. Lo lleve agarrado del brazo gentilmente y no hubo más que un par de miradas de los demás soldados que se aparecían.
Como drogadicto parecía ser más cercano a mí me encargue de soltar cada tanto a quienes miraban más de la cuenta un simple "No se siente muy bien" "Lo acompañare" y todos parecían satisfechos con aquello, como si fuera lo más normal del mundo, tal vez drogadicto hubiera estado descompuesto y yo su compañero del alma lo llevaba a donde tuviera que ir.
En el primer subsuelo podría decirse que era todo completamente igual, igual de pulcro y prolijo, innecesariamente amplio y plagado de blanco.
Alisa iba por delante seguida de cerca por Atila y Marc, Alisa murmuraba para si misma nerviosa, pero nadie llegaba a entenderle por completo.
— ¿Qué pasa? —Susurro Atila desesperándose ante su reacción.
Alisa se disculpó y movió nerviosamente el bolso verde militar que llevaba colgando, que solo nosotros sabíamos era su espada.
— Se está moviendo... es muy rápido, debemos encontrarlo, puede que lo estén llevando a otro lugar...
Drogadicto parado a mi lado, cual ente, escuchando la conversación, se acercó a mí y casi en susurro revelo.
— Puedo llevarte si lo deseas —su voz sonó ronca y en un tono neutro.
Me estremecí y me alejé en un segundo temiendo que todo aquello fuera una farsa ¿Había estado fingiendo hasta ahora? ¿Quién podría ser tan retorcido? Solo un militar...
— ¿Qué dices? — le pregunte conteniendo las ganas de salir huyendo de allí.
Los demás estaban discutiendo entre sí qué camino tomar, ignorando mi situación completamente.
— Se donde esta lo que buscas, te llevare
Entonces el gran hombre que era Drogy no tardo un segundo en tironearme del brazo, abriéndose paso por pasillos serpenteantes extremadamente similares unos a otros, con total seguridad de a dónde nos dirigíamos.
Por un mili segundo, en el que olvide que aquel loco desconocido me arrastraba a las profundidades de un área militar, pensé en cómo nos habíamos atrevido a bajar, a exponer nuestras vidas así, que me perdonara Elien pero no estábamos a la altura para intentar irrumpir en ese lugar.
— ¿Por qué haces esto? —Solté entre quejidos, sabiendo que me llevaría a mi final.
Los demás correteaban detrás nuestro aun sin entender la situación por completo, tal vez confundiéndome con Drogy. Tal vez en su mente se les dificultaba tanto como a mi diferenciarnos y por eso no hacían ningún alboroto.
—¡Porque es lo que anhelas! —respondió con cierta muestra de hastió, aun sin perder aquella expresión de ente, de quien solo es un espectador en su propio cuerpo.
Continuó tironeándome del brazo mientras nos acercábamos al final del pasillo. ¿Este era el poder de la espada? Solo lograba ver un bolso que se tambaleaba de un lado a otro siguiendo los tirones de Drogy. No tuve ni una pisca de la felicidad que creí que tendría cuando me imaginaba que en algún momento domaría aquel poder.
Y entonces sucedió.
No fui capaz de entenderlo en ese preciso momento, la mente se me nublo tratando de entender todas las cosas impresionantes que estaban pasando.
Una especie de niebla salía de la habitación al final del pasillo, aquella misma puerta había sido abierta violentamente de una patada, un muchacho alto salió luego de eso gritando cosas a todos los presentes, nos asesinó con la mirada y apunto el extintor que tenía hacia nosotros, unas pequeñas marcas de sangre me hicieron ver que ya lo había utilizado antes de otra manera.
—¡Pudranse ustedes y sus experimentos! —Elien se veía agotado, como un animal salvaje que había sido encerrado por mucho tiempo, dispuesto a perder la vida antes que seguir en cautiverio.
Uno de nosotros se abalanzo sobre él, solo entendí que era su padre cuando lo abrazo ignorando al extintor que había entre medio, Elien forcejeo contra su padre sin saber que éramos nosotros. Pero como dije antes, lo único que Matt no podía falsear de nosotros era nuestra actitud, aquello que te hace reconocer a una persona cercana simplemente con verla caminar, su propio estilo o esencia.
Y Elien lo identifico, rompió a llorar aun forcejeando, tal vez creyendo que eran alucinaciones.
—¡Matt déjale vernos! —ordene mirando a todos en general, sin poder darme tiempo a distinguirlos.
Entonces Matt desactivo su poder, mire a mi alrededor como saliendo de un sueño muy pesado, los chicos con sus respectivas caras aparecían frente a mí, y ahora eran evidentes las ostentosas armas que portábamos Alisa y yo.
Elien soltó el extintor de inmediato, apretando a su padre que lo sostenía en sus brazos y al mismo tiempo mirándonos de pies a cabeza. ¿Se habría dado cuenta ya de que éramos reales?
— Debemos irnos —apuró Atila dando un vistazo a los daños que había dejado Elien en la habitación al final del pasillo, no tardarían mucho en encontrarnos. Y en seguida paso los brazos sobre Elien para animarlo a seguirnos.
Aun atontado miraba todo a su alrededor, a nosotros, el extintor en el suelo, las paredes impolutas, admiraba cada detalle de aquello que seguramente aun no podía creer que estuviera sucediendo.
— Sácanos de aquí —le pedí a Drogy.
El muchacho desconocido de las pupilas dilatadas y palma sangrante me asintió en respuesta, y girándose para ir por el camino por el que habíamos llegado todos lo seguimos.
¿Ya está? ¿Eso había sido todo?
Suspire aliviada mientras subíamos las escaleras hacia el primer subsuelo, quizás si podría hacer ese viaje antes de volver a la universidad, todo había salido tan bien que tendría tiempo para muchas cosas más, mire a Midas a mi derecha caminando con Elien recostado de un lado y Atila sosteniéndolo por el otro.
Nos movimos rápidamente escaleras arriba sin darnos tiempo a frenar por nada, unos cuantos escalones antes Matt reactivo su poder y dejamos de ser nosotros mismos. Salimos a la superficie y atravesamos el edificio central, aquel imponente cuartel que tenía escrito en relieve sobre la pared "Benevolentes en la paz, valerosos en la guerra" nos despedimos de aquel lugar acortando el espacio hasta la salida.
Los soldados de la entrada al vernos volver a pasar por ahí intentaron detenernos, pero antes de que pudiera idear algo mejor, levanté la espada y les hice un pequeño y rápido corte a cada uno de ellos en las piernas.
Eso basto para dejarlos sin consciencia al igual que a Drogy.
— Quédense aquí, actúen normalmente y olviden habernos visto —sentencie empujando a Drogy para que los acompañara.
Los tres se quedaron en la garita, desorbitados mirándose entre sí, pero ninguno intento seguirnos, sino que obedecían mis órdenes. De cierta forma era terrorífico saber que tenía aquel poder ¿Que otros poderes podrían dar esas espadas?
¿Qué tan susceptibles éramos a esos? Me temblaban las piernas de solo pensar que podría haber alguien más por la ciudad, tan solo un poco más retorcido o depravado que yo, y ese sería el poder justo para hacerlos sufrir a todos. Indirectamente mire a Matt esperando que él solo fuera un chico al que le gustaba jugar por lo prohibido, pero por nada más que por eso.
Alana y la madre de Elien se cruzaron por mi vista, la madre de Elien salió corriendo hacia nosotros una vez que Matt desactivo nuevamente aquella neblina que nos disfrazaba y pudo ver una vez más a su hijo luego de tanto tiempo. Los tres se entrelazaron en un abrazo completamente íntimo y familiar dejándose caer al suelo entre el llanto.
Una mirada me basto para confirmar que Atila también me estaba mirando, su mirada decía "¿En serio eso es todo?"
Y si lo era, ahora podríamos vivir haciendo de cuenta que esas espadas jamás habían existido y que jamás las tomamos de la playa, que siempre ignoramos su poder y existencia, a partir de ahora podíamos ser normales.
— Debemos irnos —ordenó Atila interrumpiendo el momento emotivo de los Szumpich.
Verónica acuno el rostro de Elien entre sus manos y dándole un rápido beso en la frente lo acompaño a subir al auto. Aun sintiéndome llena de alegría de tener a Elien nuevamente con nosotros jamás llegaría a entender el amor de padres que deberían de estar desbordándolos a ellos en ese momento.
Y casi tan rápido como entramos y salimos nos subimos a los autos y nos alejamos de aquel lugar, cada quien tomo su rumbo ya que habíamos decidido que Elien debía descansar. A pesar de estar bien físicamente dudábamos un poco de su estabilidad mental, y la paz que necesitaba para recuperarse solo se la podrían dar sus padres.
Alana sacrifico su casa ese día, y los demás fuimos allí a pasar el rato mientras nos tranquilizábamos por todo lo ocurrido.
Me hundía en el sillón de la habitación de Alana cuando Atila se me acerco, acomodándose el pelo incómodamente para sentarse frente a mí en la cama de su novia.
— ¿Como estas? —consulto vagando la vista por todo el lugar. Midas y Mollie entraron a la habitación rompiendo cualquier privacidad de hermanos, lo ignoré por completo cuando vi que traían chocolates para tomar entre todos.
— Aun no dejo de pensar en los soldados que corte... —Le extendí la mano a Midas exigiendo una taza, el chico de tez gris sonrió y me extendió una al azar—¿Habrán vuelto a la normalidad?
Lleve la vista hacia mi espada, que estaba recargada contra la pared cerca de mí. Lejos de mis manos lucia opaca y descuidada, pero al rozarla cobraba cierta vida inexplicable que la hacía parecer recién forjada.
Matt y Alisa entraron siguiendo los pasos de Midas y Mollie, ellos también traían un par de tazas con chocolate, con total confianza el pelinegro camino por la habitación de Alana hasta que encontró el lugar que le pareció mejor y se sentó, Alisa lo siguió con cierto cuidado.
—¡Bueno al final salió todo bien! —exclamó Matt casi interrumpiendo a Atila, dando un gran trago a su taza.
—Ahora solo nos queda desaparecer de su vista —aceptó Alisa eligiendo también una taza.
— ¿Te iras? —pregunto Midas con fingida emoción a Matt. El ultimo levanto la cabeza al techo intentando aguantar un poco más de aquel tire y afloje que tenían entre ellos.
—Claro que no, jamás te dejaría mi amorcito —respondió Matt arrojándole besos al aire.
La expresión de Midas se endureció formando una terrible amenaza en su mirada.
Todos prestamos atención a la mini pelea que llevaron.
—¿Pudieron hablar con su amigo? —Consulto Matt en cierto momento ignorando a Midas.
Mollie se adelantó a contarnos las ultimas noticias —hable con sus padres, estuvo dormido desde que llegaron a su casa... están esperando a que descanse para bombardearlo a preguntas...
Era lógico que debiéramos esperar un tiempo para permitirle recuperarse, claro que mientras tanto nos mataba la curiosidad y las ganas de tener las respuestas a todo.
Pasee los ojos de uno a otro, desde la cara inocente de Mollie a la retorcida de Matt, pasando por la estratega de Atila, la imponente de Alana y la burlesca de Midas...finalice con la de Alisa, no podría ponerle un solo adjetivo, aunque lo intentara.
Alisa aun ahora era un enigma, un rompecabezas por resolver, cada uno de nosotros mostraba su personalidad abiertamente demostrando nuestras diferencias, pero ella siempre se limitó a ayudarnos sin revelar gran parte de su persona. Imagine que Matt habría pasado esa barrera hacía mucho ¿Tal vez no siempre estuvo ahí? Pero la gran pregunta aun revoloteaba en mi mente.
—¿Alisa me acompañas al baño?
Todos me miraron sin entender, estábamos en la casa de Alana, casa que conocía casi tan bien como la mía.
— ¿Temes perderte en el pasillo recto de dos metros? — Cuestiono Midas acercándose un poco, ignorando por completo mi código femenino. Decidí ignorarlo sin siquiera voltear el rostro hacia él.
— ¿Al...? —Llamo Matt, una especie de dialogo secreto ocurrió entre ellos con la suficiente confidencialidad como para no poder saber que pensaban.
Alisa asintió levemente hacia él, igual de atontada que los demás, pero aceptando ir conmigo.
Salimos juntas de la habitación y la guie hasta el patio interno de la casa de Alana, aquel pequeño cuadrado que a pesar de ser abierto contaba con un sector bajo techo, lo que nos permitía estar afuera sin mojarnos por la lluvia.
Me acerque una de las sillas de la mesilla y ella hizo lo mismo.
El clima continuaba roto, una fuerte tormenta seguía sobre la ciudad con fuertes vientos que acompañaban la tromba marina, que para nuestra suerte había quedado en contacto con el mar sin salir hacia la ciudad.
El viento a pesar de su fuerza nos refrescaba e impedía que alguien escuchara nuestra conversación, lo que desde un principio creí que tratarían de hacer.
— Sabes, estuve pensando mucho —comencé mientras ella se retorcía incomoda en la silla, sin saber lo que le esperaba— tu espada te sentenciaba a saber que alguien te traicionaría... y aun así llego un grupo de chicos y los ayudaste aun poniéndote en peligro, pero no cualquier peligro, nos guiaste en una base militar sabiendo que te arrestarían de por vida si salía mal... Llegue a pensar que eras extremadamente buena persona ¡Ni yo misma haría semejante sacrificio! ¿Por qué tu sí?
Alisa sonrío de costado, tomándose su tiempo para empezar a hablar. Sus ojos parecieron destellar, pero fue algo tan rápido que me fue imposible estar segura.
—Está bien, tal vez omití algunas partes de mi historia —Admitió acomodando una sonrisa leve.
Allí en ese preciso momento presentí que al fin vería su verdadera personalidad.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top