Capitulo 5
—Oh púdrete... —murmure al aire sin poder creerlo.
¿De dónde había sacado ese loco mi número?
¡¿Qué grado de locura había que tener para conseguir el número de alguien que no conoces?!
Mi primera intención fue bloquear el numero de una, sin pensarlo más. Me compraría una picana al día siguiente y si aquel bastardo volvía a aparecerse detrás de mi culo le electrocutaría las bolas.
Me pareció un buen plan en primera instancia, cuando la ira me colapso. Pero ni bien disminuyo un poco surgió algo nuevo que la dejo de lado; curiosidad.
"¿Que es tan importante para arriesgarte a que te parta la cara?"
Aguarde unos minutos en los que una parte de mi deseaba que ignorara mi mensaje y no volviera a contactarme más. La cerveza comenzaba a hacer efecto, pero más que borrachera me invadía el sueño.
—Ya estas vieja Mara —me dije a mi misma cerrando los ojos, aunque no podría dormirme ahí.
El teléfono vibro de nuevo y leí el mensaje atentamente sin poder creerlo.
"No quiero hablar por aquí, creo que podrían verlo, pero se de las espadas"
¿Era una broma? Tenía que serlo.
¿Como podía saberlo? ¿Nos había seguido durante tanto tiempo? ¿Usaría eso para chantajearnos? ¡No podría imaginarme siendo chantajeada!
Me levanté rápidamente en un primer impulso de ir a refugiarme en Atila, y maldije entre dientes nuevamente, no podía hacerlo. Entre a casa bajando las escaleras lentamente mientras tecleaba con el teléfono.
"¿Lugar y hora?" Pregunte.
Guardé el teléfono y decidí que debía dormir por mínimo quince horas esa noche como para poder calmar todo lo que se me cruzaba por la cabeza.
"Parque central, 11hs mañana"
—Vamos a fingir que esto no es real —me dije a mi misma mientras recorría el pasillo a mi habitación.
—Tu diarrea es muy real acéptalo —completo Atila entrando a su cuarto también.
Ambos nos miramos desde las puertas de nuestras respectivas habitaciones, esperando el próximo ataque del otro. Parecíamos Trump y Kim Jong-un analizando quien sería el primero en responder.
Di un paso hacia adentro sin dejar de mirarlo, sosteniendo el pomo de la puerta.
—Atilio —solté únicamente, cerrando de golpe la puerta.
—¡Adoptada! —grito detrás de la puerta, se escuchaba furioso, sabía que detestaba su verdadero nombre, y recordárselo cada tanto me envolvía de un exquisito placer.
Esa noche dormiría bien.
Al día siguiente tuve que mentirle a Mollie, que se había aparecido en casa sin avisar, para llevarme al nuevo parque que había abierto en la ciudad. Le comenté que había arreglado algo con Midas y decidió no interrumpir.
—¿Vas a ir con esa pinta? —Había preguntado.
—No le veo nada malo —había respondido yo, mirándome el atuendo como si nada.
Me había vestido meticulosamente, habiendo planeado una huida segura en el caso de que lo necesitara, me había puesto un buzo de Atila (que de hecho le había robado) que me llegaba hasta el muslo y los tenis más cómodos que tenía en todo mi arsenal de zapatos. La picana tal vez había sido exagerar un poco, según lo que dijo el señor de la tienda, pero en cambio un gas pimienta seria lo justo.
Llegué al parque a las 10:30hs para inspeccionar la zona, fingí que hacía ejercicio como tantos otros ahí, y entonces poco antes de las once apareció el desquiciado. Para no perder el aura de acosador vestía completamente de negro y tenía la misma gorra del día anterior. Repase mentalmente las vías de escape que podría tener.
Entonces él me vio y comenzó a avanzar hacia mí, se me hizo un nudo en la garganta y temí vomitarle el rostro si se acercaba demasiado.
—Hola —hablo lento como si quisiera domar a algún animal miedoso. ¿Me vería así?
—¿Qué sabes? —Solté tajante, no había ido allí para hacer amigos.
El muchacho se rasco el cabello por debajo de la gorra y paso a sentarse junto a mí, dio un par de miradas al rededor como para verificar que nadie nos prestaba atención, entonces se aclaró la garganta y habló.
—Yo también tengo una, eres la segunda persona que conozco que está en las mismas que yo —se inclinó hacia adelante hundiendo los hombros, ahora tenía la naturalidad de quien hablaba con un viejo amigo— pude descifrar algunas cosas, no sé hasta donde sabes así que resumiré todo. Se que los militares están encubriendo lo sucedido con estas espadas, tengo la idea de que vienen del espacio, el cambio climático que hubo en estos días se debe a que alguien está intentando deshacerse de la suya...
Dio una pausa para mirarme como esperando que le aclarara si había sido yo. Cerré los ojos hundiendo las cejas.
—Bien puede ser que el de hace unos días fue mi culpa, pero no estos que ocurren —le señale el cielo, se había formado una fuerte ventisca que hacía que las nubes corrieran muy rápido, se acercaba otra tormenta.
Asintió lo suficientemente satisfecho con mi respuesta.
—Hay más entonces, tenía la esperanza de que solo fuéramos nosotros... —murmuro bajo sin emoción repensando la situación tal vez.
Quise corregirlo contando también a Elien, pero decidí que primero escucharía todo lo que tuviera por contar y luego decidiría si valía la pena involucrarlo.
—Los militares... creo que están buscándonos —movió las manos nerviosamente volviendo a mirar al rededor— aprendí a hacer algo con la mía...no sé cómo decirlo... algo parecido a la materialización inclinó la cabeza hacia un lado.
Volvió a rascarse la cabeza por debajo de la gorra, quise creer que era un tic nervioso únicamente.
—La persona que conozco, Alisa, puede usar la suya como una especie de rastreador... por eso te encontramos —Se rió tal vez recordando algo— ella estuvo en desacuerdo sobre contactarte, dijo que pareceríamos acosadores... ¿Fue así?
—Si de hecho si —Levante los hombros para darle a entender que ya no importaba, al menos no tanto.
—Lo siento por eso —Volteo a mirarme por un segundo y parecía realmente avergonzado— es que, así como te encontró a ti, encontró a alguien más, parece un rehén de ellos y creí que si contactaba contigo disminuía la posibilidad de terminar como esa persona.
—¿O sea que vieron a alguien? ¿Dónde está?
—Sabes no creo que quieras acercarte a donde lo tienen... espera ¿Lo conoces? —Hundió las cejas y formó una O con los labios— ¡Bueno! Cuéntame lo que tú sabes...
Se me revolvió el estómago, había sido tan obvia que ya no tenía sentido ocultar nada, si tenía la oportunidad de salvar a Elien con la habilidad de Alisa debía aprovecharla.
—El muchacho al que vieron es mi amigo, desapareció la noche que tome mi espada —su rostro se calmó mientras iba entendiendo todo— necesito sacarlo de allí ¡Dime donde es!
El pelinegro negó rotundamente, mucho más nervioso ahora.
—No podemos hacer nada por él, deberías considerarlo muerto... entrar a buscarlo sería condenarnos también.
—No te estoy pidiendo ayuda para entrar —dije entre dientes enfurecida por su indiferencia— solo dime donde esta y yo me ocupare del resto
—Realmente no podrás sola —soltó entristecido, me miraba con pena.
—No estoy sola —le aclare queriendo borrarle esa expresión lo más rápido posible, me causaba molestia.
El momento se vio reducido a una pelea de miradas profundas, duro unos segundos hasta que finalmente él retiro la vista.
—Hablare con ella —Aceptó la derrota, de un envión se levantó del banco y dio unos pasos aun frente a mi— te contactare cuando la convenza... si necesitas ayuda tienes mi número, soy Matt
Asentí lentamente cayendo en cuenta de que de cierta forma ahora éramos... ¿un equipo?
—Dile al chico de ayer que lo siento mucho —soltó mientras se alejaba hasta perderse. No entendí a que se refería si Midas obviamente lo había intimidado, "Masculinidad frágil" pensé.
¿Les contaría a los demás de esto? Me había expuesto demasiado, más que seguro estarían en desacuerdo. Al parecer Matt y yo compartíamos eso de esconderle al grupo nuestras movidas.
Me quede allí sentada, viendo a la gente pasar, durante aproximadamente veinte minutos decidiendo aquello. Nuevamente se me revolvió el estómago entendiendo que antes debía cumplir un pedido importante.
Salí del parque y me tomé un bus, uno que ya había tomado incontables veces. Conocí a Elien en una colonia de vacaciones de verano cuando ambos teníamos quince años, exactamente hace ocho veranos. Él había estado fanfarroneando de que era el mejor nadador de todas las cabañas y simplemente llegue yo a partirle el culo.
Al mudarse de barrio no le había quedado otra más que ir a mi escuela y allí siguió la pelea por ver quien era mejor en cualquier cosa. Ni siquiera recuerdo cuando dejamos de pelearnos y simplemente se integró a mi grupo como uno más, a veces peleábamos como a los quince para no perder la costumbre, y el recorrido del bus termino siendo una costumbre cuando iba a visitarlo.
Al cabo de un rato estaba frente a su casa, la típica casa de veraneo con la que cualquiera sueña, sus padres habían dado todo por tenerla para disfrutarla en familia.
¿Como me atrevía a pararme allí y derrumbarles todo? Dirían que estaba mal de la cabeza, quise vomitar de una vez por todas todo lo que llevaba aguantando, pero solo hundí las manos en los bolsillos desviando la vista a donde era la ventana de la habitación de Elien.
—¿Amaris?
Baje la vista, la voz inesperada resultaba ser de Verónica la madre de Elien, la señora regordeta parecía más cansada como si de repente los años le pesaran el triple, me imagine que la pérdida de un hijo provocaría eso en cualquiera.
—¡Buen día señora Szumpich! —la saludé— mil disculpas no quise molestarla.
Decidí irme, luego le pediría disculpas a Elien todas las veces que fueran necesarias, pero no sabía cómo revelarle aquello.
—¡Oh pequeña Mara! No llores cariño —su voz me envolvió de una manera tranquilizadora y solo ahí note que había estado llorando.
Se acercó a mí y me envolvió en un abrazo que acepté con ganas, y con su tacto, como si fuera lo único necesario para desencadenar aquello, me rompí. Se me hundió el pecho dolorosamente y llore más angustiada que nunca en su hombro, mientras ella me acariciaba el cabello con comprensión.
—Debo contarle algo —balbucee limpiando los mocos que tenía, momento conmovedor pero asqueroso.
Verónica me invito a entrar y llamo a su esposo para atenderme, me preparo un té de esos que sabían que me gustaban y me acerco unas pequeñas tartitas que había hecho, realmente sabia como ganarme.
Me tome mi tiempo para tranquilizarme y beber el té, que estaba hecho de un conjunto de plantas como la valeriana que producían un efecto sedante, durante años Elien me lo había compartido como remedio para el insomnio. Junte las palabras adecuadas en mi mente planeando como se los diría.
Debía haberlo planeado mejor.
—Sé que Elien no está muerto —solté sabiendo que de cualquier forma sonaría extraño— él se contacta conmigo, tengo la teoría de que esta bajo custodia militar...
Verónica se aferró a la mano de su esposo quien tampoco podía creerlo, ambos se miraron entre ellos confundidos, pero al parecer confiaban en mi palabra porque me solicitaron que continuara.
—Él me pidió que se los contara, sé muy bien que sueno como una loca pero estoy tranquila porque cumplí con lo que me pidió —baje la taza, realmente esperaba que pudieran entenderme.
—Amaris, lo que nos dices nos reconforta —se miraron entre ellos y Verónica asintió enérgicamente limpiándose las lágrimas que se le escapaban— por supuesto que creemos en ti ¿Como se contactó contigo dime? Tal vez podamos hacerlo nosotros también
Entonces me acomodé en el asiento y les conté la historia completa de lo que había sucedido esa noche. Sus expresiones fueron variando y en algún momento deben haber creído que si estaba loca, pero cuando acabe me agradecieron por confiar en ellos y entendí que pese a que era una locura lo que les había contado me creían. Los puse al tanto entonces de las cosas que estábamos planeando con los chicos y del acosador que parecía poder encontrar su paradero, me prometieron que no revelarían nada por el bien de todos y luego me marché a casa sintiéndome varios kilos más liviana.
Ni bien cruce la puerta de casa comenzaron las preguntas.
Un Midas y una Mollie enojados me miraban desde el juego de sillones de la sala, ya secos y limpios.
Me detuve y quede ahí parada mirando de uno al otro intentando saber que sucedía, forme una línea con los labios esperando por quien hablara primero.
—¿Que? —pregunte cuando ya no soportaba más sus ojos sobre mí.
—¡Nos mentiste! —Atacaron al unísono, parecían igual de ofendidos.
Mi mente vago lentamente hasta entenderlo, si alguien me hubiera sacado una foto en ese preciso momento me vería como Homero Simpson en uno de sus Douh! solo que variándolo con una maldición.
Mi cerebro maquino a mil por hora para ver como saldría de esta.
—¡Carajo! —Solté dando un golpecito al piso con el pie— Salí con el chico de ayer —Admití frustrada sin poder imaginar una excusa.
Midas se quedó boquiabierto esperando que fuera mentira y Mollie simplemente soltó un "¿Que chico?"
—No es un psicópata acosador —le aclare a Midas apuntándolo con el dedo antes de que se levantara y se fuera, cosa que parecía quería hacer— él sabe lo de las espadas y tiene una, conoce a otra chica que también tiene una y...
Mollie adopto entonces la expresión de Midas y solo la cambio cuando se giró a verlo a él buscando explicaciones.
—¡No me mires así! —Se defendió Midas— yo tampoco sabía dónde estaba ¿Recuerdas?
Mollie sacudió la cabeza y me dio un discurso de cuanto me había arriesgado, me lo escuche enterito como la mejor y una vez que termino le di un discurso de todo lo que podríamos ganar gracias a ese riesgo que tome.
—¡Por supuesto que me alegra tener la posibilidad de encontrar a Elien! —Bufo mostrando las palmas de las manos— Pero ¿y si no es verdad? ¿y si solo es alguien que nos vio y quiere entregarnos?
En ese momento Atila bajo por las escaleras cargando una caja empolvada que no veía hacia años. Era el primer juego de mesa que mamá nos había regalado una navidad, habíamos pasado noches enteras jugándolo.
—¡Ya lo encontré!
Al ver que nadie se había emocionado como él pensaba que sucedería, nos miró uno por uno hasta fijar su vista en mí.
—Oh que hiciste ahora... —hablo en un suspiro de resignación.
Hundí las cejas ¿Por qué me veían como la única que podría mandarse cagadas?
—Les traje esperanza —me defendí ahora apuntando a mi hermano con el dedo, Atila me dio una mirada sin entender nada.
—¡Te arriesgaste demasiado! —soltaron Mollie y Midas de nuevo al unísono. Me hizo pensar que ya habían estado hablando entre ellos sobre lo que me dirían antes de que llegara.
—¡¿Y qué importa?! —había llegado a un punto de fastidio en el que ya no soportaba más nada— ¿Se atreverían a decir lo mismo teniendo que ver a Elien todas las noches?
Atila miraba aun desde la escalera fijo como quien no sabe qué hacer para calmar el ambiente, tal vez si no estuviera tan fastidiada podría haber disfrutado más de verlo así, ¿Atila sin saber qué hacer? Era sorprendente.
Midas y Mollie habían caído en cuenta de que todo se resumía a sí dejábamos morir a Elien o si mínimo hacíamos el intento de salvarlo. Mollie se acomodó el cabello nerviosamente tal vez pensando en algo que decir. Midas relajo aquella expresión ofendida que había mantenido y se levantó del sillón dando un paso hacia mí.
Se paro frente a mi bajando la vista para verme a los ojos, no supe distinguir con que intención.
—Solo nos preocupamos por ti —Levanto los hombros intentando sacarle peso al momento— hasta hace 20 minutos no sabíamos dónde estabas y creíamos que aquel loco te podría haber hecho algo, podríamos haberte acompañado desde lejos, sin que él nos notara...
Midas sonrió sin ganas, casi obligándose a hacerlo, tanto que fue evidente para todos el hecho de que sus ojos no acompañaban su sonrisa y sin más salió de la casa.
No voltee a mirarlo ni me quede tampoco con los chicos, únicamente subí a mi habitación sin decir ni una palabra y pase un buen rato allí sola.
Atila entro a mi habitación cuando ya estaba comenzando a aburrirme de estar con mi celular, entro tranquilamente por la puerta sin tocar ni nada y se tiró sobre el banquito que tenía al lado de la cama.
—¿Podrías explicarme qué diablos pasó? —dijo mientras revisaba los juegos que había dejado tirados Midas hacía unos días.
En breves palabras le explique la montaña rusa emocional que había tenido ese día, mientras le contaba todo con miles de detalles él solo escuchaba analizando la situación, daba leves asentimientos cada tanto y suspiros cuando le contaba lo de Matt, sabía que por dentro quería golpearme detrás de la cabeza con la mano, un japish.
—Está bien, si pueden ayudarnos valió la pena —dijo levantándose con cierta pereza— la próxima vez reunamosnos todos juntos, sabes que no es tu problema, es el problema del grupo.
Me miro serio dándome a entender que no peleaba sola.
—Lo sé, lo siento
Admití para mí misma que debía dejar de pensar en individual, porque todo lo que hiciera podría afectar al grupo entero.
—Y arregla las cosas con Midas que después tengo que soportar sus mensajes de voz de cinco minutos y medio —agregó frotándose la cien teatralmente— se pone muy sentimental cuando discuten
Reímos por lo que había revelado con cierta complicidad, y salió de mi habitación.
Mi celular vibro segundos más tarde, lo saqué un tanto aburrida ya de el y leí el mensaje.
"¡Alisa acepto! ¿Nos reunimos hoy?"
"Claro, iré con un conocido que sabe del asunto"
"Perfecto, te esperamos en el mismo lugar a las 9pm de acuerdo?"
"Genial!"
Bueno, eso había sido rápido realmente. Cuando Matt había hablado de ella había sonado como si fuera una gran tarea convencerla, pero agradecía que lo hubiera logrado.
Marque el teléfono de Midas para arreglar las cosas.
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