Capitulo 23

Entre por la puerta principal de casa deseando que no hubiera nadie allí. Pero no olvidemos que soy Amaris Figlioulo, reina de las desgracias y de la mala suerte.

Midas estaba sentado sobre uno de los sillones, y Atila frente a él en el otro. Me estaban esperando y tuve una especie de deja vu.

Sin embargo Midas se levantó corriendo hacia mi cuando vio mi rostro, todo hinchado y violeta por el golpe, realmente se me haría muy difícil verme en un espejo en los próximos días. Tuve un momento de flaqueza en el que desee que Midas no me hubiera visto así.

-¡¿Quién te hizo eso?! -Preguntó poniendo las manos en mi rostro y luego abrazándome.

-Estoy bien solo tuve una pelea  -Admití- resulta que no peleo tan bien como creí

-¡Oh por dios! -Atila solo necesito aquello para entender lo que había sucedido, no esperaba menos de mi hermano- ¿Fuiste a ver a ese militar?  

Intente negar con el rostro pero él no parecía muy convencido.

-Si lo hiciste ¿Te arriesgaste a salir con tu espada hasta el bosque? ¿Qué tal si alguien te veía? 

Levanté los hombros, alejándome de Midas y dejándome caer sobre el sillón. 

-Le diría que voy a una fiesta temática y soy una cazadora de dragones...

Atila bajó las cejas, admitiendo que sería una buena excusa, pero aun parecía enojado.

-Supongo que ya tuviste suficiente -Murmuró al fin volviendo a la calma.

Midas desapareció y volvió unos segundos después con una bolsa de hielo que extendió hacia mi. Fue una tortura pero lo puse sobre mi ojo magullado.

-No debemos aliarnos con él... mira lo que te hizo -Midas se había sentado a mi lado inspeccionando ahora mi cuello. 

-Debemos tenderle una trampa...-Finalizo Atila- Si, eso es... llamaré a los demás 

Diciendo esto subió corriendo a su habitación en búsqueda de su teléfono celular.

-Sabes yo... no te entiendo Amaris 

Midas se había enderezado a mi lado, con los codos apoyados en las rodillas y una extraña expresión en su rostro.

-Tienes a varias personas a tu alrededor que te respaldarían sin pensarlo... y aun así vas y te expones a esto tu sola.

Él se volteó hacía mi y sin decir más nada se inclinó hacia mi para acomodar la bolsa de hielo.

-No quería involucrarlos -Me excusé

-Ya estamos involucrados... desde esa noche en la playa estamos involucrados... sabes yo- Midas me observo con la expresión más triste y desolada que le había visto nunca, y hasta me sorprendí pensando que él no era capaz de tener esa expresión- me gustaría pensar en un noviazgo serio entre nosotros a futuro -Levantó los ojos hasta los míos y volvió a bajarlos- pero veo que sigues pensando en individual... hasta en estas cosas... me pregunto si alguna vez podrás pensar en un nosotros...

Me sorprendió aquello y entendí que realmente solo había pensado en mi, no supe que responder y solo me incliné hacía Midas para dejarle un pequeño beso en la frente. Su expresión perdió dureza pero no dejo de ser melancólica.

-Yo... tal vez sea mejor como amiga que como novia -Dije sin pensar.

Midas levantó las cejas confundido.

-Quiero decir... n

-Entiendo -Me interrumpió- entiendo...

Un extraño silencio se formó entre nosotros.

-Iré a comprar algunas botanas -Midas se levantó y tomó su chaqueta, sin voltearse a mirarme salió de la casa.

Atila bajo por la escalera sosteniendo el celular entre su hombro y su oreja, y en las manos un anotador. Cuando termino de hablar por teléfono volvió la vista a mi.

-Tienes cara de pato 

-Y tu de verga 

-Oye.. tranquila  ¿Qué sucedió? -Consultó con una risilla.

Lo mire molesta haciendo un pequeño puchero mientras mantenía la bolsa de hielo, que de hecho ya estaba durmiéndome la zona del golpe.

-Las relaciones son difíciles -comenté hundiéndome en el sillón.

Atila suspiró y se sentó frente a mi una vez más.

-Lo son... pero valen la pena..

-¿Crees que solo pienso en mi mis..

-Si -Respondió sin dejarme terminar la frase- no lo veas como una desventaja, pero sí es algo en lo que tal vez debas trabajar... por lo menos con Midas... Porque imagino que hacía ahí va tu preocupación... 

-Lo pensaré

-Mientras tanto te explicaré mi plan maestro -Atila estiró los brazos frente a él entrelazando sus dedos hasta hacerlos crujir. Apoyo el anotador sobre la mesa ratona que nos separaba y comenzó a dibujar- este es mi plan...

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