Capitulo 19

-¿Puedo llamarte Chino?

La chica no se callaba, era incesantemente charlatana, Battista había tenido la impresión de que jamas se callaría y le taladraría la cabeza por siempre.

-Eres muy molesta

-Déjame usar tu nombre entonces -Continuo con su pedido.

-Alisa, ya cállate por lo que mas quieras

Alisa sacudió la cabeza ignorándolo por completo. Se sentó junto a él asomando la cabeza sobre el libro que estudiaba.

-¿Ahora que debes hacer?

-Estoy ocupado -Battista se levanto de la mesa perdiendo el poco control que le quedaba. Tomo los libros en los que trabajaba y se retiro.

-No entiendo porque lo mataste, podrías haberlo secuestrado.

Battista suspiro deteniéndose en medio del pasillo.

-Es la única manera de liberarlos, de liberarte a ti también Alisa

Battista sintió su mano sobre su espalda, la muchacha se había mostrado exageradamente cariñosa en los últimos días, si no fuera porque vivía recordándose que solo era un títere sin criterio ya se hubiera acostado con ella, y eso le molestaba, la sola idea de que pudiera distraerlo tan fácilmente le hacia maldecir por dentro.

-No deseo ser liberada -hablo en el mismo tono recto con el que se comunicaba desde que la había poseído.

-Antes no hubieras dicho eso ¿Lo entiendes?

Battista se giro hacia ella y la observo, Alisa negó con la cabeza aceptando su falta de conocimiento.

-Esta mal, esta realmente mal -Murmuro Battista para si mismo mientras se alejaba de Alisa. Él sabía que muy en lo profundo seguía siendo ella; seguía teniendo su personalidad, apretó con fuerza el libro que llevaba, debía buscar más sí quería lograr liberarla sin la necesidad de una muerte.

Necesitaba poner toda la inteligencia que poseía en lograr aquello.

-¿Por que no le preguntas lo que quieres a ...

-Él no ayudara -Sentenció fríamente.

-Él sabe más que nadie al respecto -Le recordó la chica.

-Necesito concentrarme Alisa, por favor

Alisa tambaleo los brazos infantilmente moviendo la falda de su vestido, pareció pensar algo y desapareció por el pasillo del salón.

Battista se reacomodo entonces, al fin en paz en la mesilla junto al ventanal que daba al gran bosque que lindaba su propiedad. Abrió el libro sobre la mesa pasando hojas y hojas intentando encontrar lo que buscaba.

La muchacha volvió con una gran sonrisa sin despegar sus labios, cargando en manos la espada del comandante, una mediana de estilo medieval con finos surcos y grabados en su hoja.

-Solo dime, por favor

Battista se paso la mano por la cara, desde la frente hasta la pera, invocando toda la paciencia que creía tener en algún lado, todo el peso, toda la imponencia, todo el respeto que había ganado en el ejercito esa chica se lo pasaba por el... Era molesta y hablaba mucho pese a su condición de zombie parlante.

Entonces mientras se enderezaba en la silla lo notó, sus ojos pese a que cada cierto tiempo mostraban una sacudida: no estaban dilatados como los de aquel chico, al parecer nunca dejaría de asombrarse con los secretos de todo aquello.

-Es muy complicado como para explicarte –murmuro ya sin tanta convicción , sabiendo que no podría volver a concentrarse en el libro.

-Solo dilo y veremos -dijo Alisa acomodándose en la silla frente a él, depositando tranquilamente la espada entre ambos.

Battista la miro fijamente manteniendo la mirada, dudando, pero luego entendió que seria como hablar con la pared y se asombro cuando él mismo sintió la necesidad de soltarlo.

-Hace unos meses me había embarcado con un pelotón a mi cargo de cincuenta hombres...

Alissa estiró los labios marcando una sonrisa, apoyó los codos sobre la mesa y luego posó la cabeza entre sus manos como si le estuvieran narrando un cuento, Battista sintió un escalofrió pero continuó.

-Pasaron dos semanas de iniciado el viaje y todo era normal, estábamos por llegar al pueblo para tomarnos el día libre de cada quien... entonces... -El comandante necesito una pausa al sentir la garganta seca y un cosquilleo subiéndole por la espalda- Encontramos... un objeto enorme hundido... creímos que seria algún submarino enemigo con mala suerte, tal vez un barco ilegal que había tenido un naufragio, no lo sé, dimos alerta como dice nuestro protocolo y nos ordenaron quedarnos allí hasta que llegara el equipo necesario para sacarlo del agua... Estábamos a unas cinco horas del puerto y nuestro único temor era que el enemigo volviera por su juguete roto ¿Entiendes?

Cerró los ojos con fuerza con una risa cansada que le sacó todo el aire. 

-La milicia estaba tan retrasada -Continuo omitiendo lo más importante- no me hubieran creído si no llevaba una prueba conmigo... entonces decidí mandar dos buzos, hombres de veinte años de experiencia y aun así... -apretó la mandíbula intentando no irse por las ramas, intentando ser conciso- los mande a subirlas... yo vi esta espada y sentí una especie de conexión... no seria capaz de explicarlo, simplemente me llamaba... todos lo vieron y algunos tuvieron el mismo sentimiento pero...

Battista se levanto sin soportar más la sequedad en la garganta, camino unos pasos hasta el mueble que adornaba el salón y saco un Whisky de uno de los gabinetes y un pequeño vaso de otro. Volvió a la mesa sentándose frente a Alissa y sirvió rápidamente el vaso, un pequeño shot y la garganta se calmaba con un ardor satisfactorio.

-El problema con las espadas es que debes ser fuerte de mente para lograr dominarla... esa porquería corrompe tu cerebro si no eres capaz de reducirla...

-Eso le sucedió a aquel chico -consulto Alissa

-Si, eso mismo, no logro controlarse a si mismo cuando la tomo... pero pudimos corregirlo -levantó los hombros como si hablara de un objeto roto- el que esos chicos aun no hayan perdido la cordura es un milagro... me incluyo...

-¿Perderás la cabeza? -repitió la chica.

-Todos los de mi pelotón la perdieron... tarde o temprano mi fuerza mental también flaqueara... pocas cosas son tan brutales mentalmente como esas espadas - Battista sirvió un nuevo trago y siguió otro shot- ¿Ya te conté de donde vienen?

Entonces Alissa reacomodo sus manos sobre la mesa incitándolo a seguir.    

-No, cuéntame 


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