Capítulo 3
- Cassandra. ¡Cassandra, despierta! - me despertó mi hermana.
Beatrice me dedicó una sonrisa nerviosa. Hoy era la ceremonia de elección.
Nos vestimos con nuestra odiosa ropa normal: un vestido gris, una chaqueta gris, unas medias grises y finalmente unos zapatos grises.
Odio el color gris. Y lo peor, que está por todas las partes de abnegación. Las casas son de color gris, el suelo es de color gris, las farolas que alumbran la calle son grises... ¡Incluso las palomas que van por la calle (a las que no se nos permite asustar, puesto que tenemos que ser abnegados incluso con las palomas) son de color gris!
Pero dentro de un par de horas cambiaré el gris por el negro de osadía. Ya nada volverá a ser como antes, pero no soportaría un día más en abnegación.
Aunque también echaré muchísimo de menos a mis padres, sobretodo a mi madre.
Terminamos de vestirnos y le pedimos a mi madre que nos ayude a peinarnos. Hacemos como cuando éramos una niñas. Yo le hago el tradicional moño que llevan todas las mujeres de abnegación a mi hermana y mi madre me lo hace a mi.
- Esperad, creo que me he dejado algo en mi habitación. - dice Beatrice, cuando ya estamos en la puerta listos para irnos.
- Vosotros podéis ir ya. - le dice Caleb a nuestros padres. - Nosotros dos esperamos a Beatrice.
- Esta bien. - dice mi padre, poco convencido. - Daos prisa.
- Cassandra. - me llama mi hermano. - Quiero despedirme de ti. Sé que estaremos en distintas facciones y bueno, no nos veremos mucho y te echaré de menos.
Y después de ese discurso que será lo más personal que me haya dicho Caleb en mi vida, me abraza. Pero llega Beatrice y se carga nuestro momento de hermanos.
- ¿Qué...? Oh, da igual, no quiero saberlo. - suspira. - ¿Y papá y mamá?
- Han salido ya. Y nosotros deberíamos hacer lo mismo.
...
- Caleb Prior. - le llamó el líder de Osadía, cuyo nombre no recordaba.
Estábamos en la ceremonia de elección, que ya había empezado. Habían ido llamando alfabéticamente a los que tenían dieciséis años. Era el turno de Caleb, después iría Beatrice y por último yo.
Mi hermana y yo suponíamos que mi hermano se quedaría en abnegación. Él era humilde y siempre complacía a los demás, era un perfecto abnegado.
Nadie esperaba que dejara caer su sangre en el cuenco de erudición.
Sin embargo, lo hizo.
No me dio tiempo a reaccionar, puesto que llamaron a mi hermana. Beatrice me abrazó rápidamente y fue hasta los cuencos.
Sin vacilar ni un segundo, cogió el cuchillo y dejó caer su sangre en el cuenco de osadía, como quería, como habíamos decidido juntas.
- Cassandra Prior. - me llamaron.
Avancé hasta los cuencos y cogí el cuchillo. Estaba a punto de dejar caer mi sangre en el cuenco de osadía, cuando lo pensé.
Mi hermano en erudición. Mi hermana en osadía. Si yo me iba a osadía, mis padres se quedarían destrozados, perderían a sus tres hijos en un mismo día.
Mi madre se quedaría destrozada.
No lo pensé.
Dejé caer mi sangre en el cuenco de abnegación.
Ya no viviría la vida que siempre había deseado. Ya no sería libre. Sería una abnegada durante el resto de mi vida.
Es la primera vez que hago algo que se pueda creer abnegado.
Y mi decisión me ha arruinado la vida.
Y lo peor, Beatrice está en osadía. Yo estoy en abnegación.
No podremos vernos más.
Porque lo dicta nuestra ley: "La facción antes que la sangre"
Siempre me pareció una ley tonta, hoy me parece aún más estúpidamente innecesaria que nunca.
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