Capítulo 8: Desgracia Milagrosa

Emily Young se encontraba totalmente curiosa pero reservada haciendo un par de comida extra al ver las invitadas sorpresivas de aquel día. Ya se había presentado con la muy confundida Isabella Swan, la chica vampiro, sin embargo, esta parecía estar perdida entre sus pensamientos o más bien perdida y horrorizada viendo a las hermanas gemelas que se encontraban comiendo calladas en una esquina de la sala, su mejor receta: los muffin de chocolate. Si bien, estaba enterada de las improntas que Paul, el lobo irascible tenía, pero no sabía cuánto era creíble lo que tanto su prometido le había dicho.

—¿Quieres algo de beber, querida...? —comenzó la idea de romper el shock de la castaña con suavidad.

—Y-yo... Eh... —Bella se encontraba bastante dispersa, buscando en alguna parte, rincón o detalle todo lo que había visto antes de desmayarse. Buscando la piel oscura y negrura, los ojos brillantes dignos de una película de terror, la postura amenazante. Pero no encontraba nada, absolutamente nada. Era como si se hubiera dado un golpe contra la cabeza y muy fuerte, porque todo aún le daba vueltas y tenía ganas de vomitar estancadas en su garganta—Si...

La voz le faltaba, casi le había salido inaudible la voz de no ser porque lo intentó rasposamente pisar tierra. No sabía dónde estaba ni porqué, sólo sabía que una vez que Jacob llegara se marcharía y no quería estar nunca más cerca de sus primas. No quería ver a esa cosa fea nunca más.

—Se llama Isabella, señorita. Aun parece estar en shock como para razonar completamente su pregunta. —contesta María, la joven de cabellos marrones con mechas rubias.

Bella tembló al escuchar esa voz indiferente debido a que de alguna manera, aquella voz le recordaba a aquel ser tenebroso.

—¿Q-que era esa co...sa?—preguntó temerosa. Bella no era de asustarse realmente ante las cosas sobrenaturales, se notaba claramente que al descubrir la naturaleza de los Cullen, solo había avivado su curiosidad y necesidad de ser parte de aquel mundo desconocido; sin embargo, ante la naturaleza que parecía envolver a sus primas era algo que abismal y todos sus instintos le gritaban peligro, miedo y que se debía mantener alejada. Las características físicas de aquella criatura eran dignas de un monstruo terrorífico que podría comerte en un tajo si lo quisiera, y aquello en definitiva no quería siquiera sentir ni ver.

—¿Ah? ¿Ya estas mejor para hablar o pensar, Isabella? —preguntó Bruna con despreocupación pero recostada en el hombro de su hermana, comiendo a migajas del muffin, que ya iba por la mitad del segundo.

—¿Yo...? E-exijo... Saber si lo que vi, realmente pasó... Yo... No quiero ni imaginarme lo que ese monstruo podría hacer a la gente... —dijo con total pánico, terror y desagrado. Realmente Bella había quedado para siempre con aquel trauma.

—Mira Isabella, lo que ha pasado fue claro, te tropezaste al querer saludar al tal Jacob, nos preocupamos de que te hubieras hecho daño. Pero solo fue un golpe sólido, una contusión leve contra una rama cercana. No sabemos cuáles sean los genes del tío Charlie, o la Tía Reneé pero esto de caerse ya está pasando todos los límites. —habló tan serio María, que ninguno de la manada se aventuró a contradecirle ni una sola palabra. La preocupación era notable en las facciones de la castaña de mechas rubias a tal grado que parecía imposible tener dudas de aquello fuese una mentira.

—Yo... Pero... Yo vi que Jacob se volvió un perro gigante. Y u-ustedes... —titubea con el terror aún vibrando en cada hebra de pelo de sus brazos, nuca y piernas. Aunque con lo dicho en referencia a Jacob aquello sí que lo maravillaba. ¿A quién no le maravillaría ver que tu mejor amigo se convirtiera en un feroz perro?

—No entiendo de lo que hablas, Bella. Nada de eso pasó, Jacob se arrojó enseguida a intentar evitar que te hagas más daño pero aún es un niño muy pequeño para reaccionar. Pero si que ha ido a buscar ayuda con un médico por si lo necesitabas. —añade Bruna ante las suposiciones de la Prima Swan. —Pero tranquila, nosotras te cuidamos hasta ahora con todos ellos y la señorita.

Bella no llegaba a comprender que era lo que pasaba, pero algo en la espesura del ambiente que parecía algo hostil hacia ella le dictaba y ordenaba ya no preguntar nada. Tal vez con ayuda de Jacob las cosas podrían resultar con más soluciones que dudas. Por lo que una vez vio entrar a Jacob, trató de ir a por él pero trastabilló unos pasos casi a caer, María y Bruna fueron lo suficientes rápidas para auxiliarla, pero tras un ligero toque de una de las piernas de sus primas entre las suyas, su cuerpo perdió fuerzas y cedió ante una oscuridad sin remedio alguno, como si algo le hubiera pasado entre las piernas y causado tanto temor como para no tener ni manejo ni fuerzas para estar consciente ni móvil de sí misma. Cayendo totalmente en la insconciencia oscura, sabía que Jacob la llevaba pero no entendía porque mientras más pasaba en esa espesura menos podía entender las palabras lejanas para luego sentir que poco a poco se olvidaba de lo que quería con tantas ganas preguntarle.

Jacob había entrado por la puerta, abizbajo y con un rasguño en uno de sus brazos, claramente este ya iba sanando sin embargo, al encontrar aquella extraña situación de las dobles chicas atrapando a su amada que al parecer seguía muy conmocionada con lo sucedido, fue algo que sin dudar le generó entre pánico por el miedo que padecía y por no poder proteger a Bella. Aunque sus miedos se esfumaron al verlas como se preocupaban por ella, la cuidaban y entregaban inconsciente pero sana entre sus brazos.

—Cuídala y no digas más nada. Que por tu culpa toda tu tribu puede estar en crisis por decir costumbres que no te confiere compartir. Ella es humana, ignorante y debe permanecer así, no porque su novio halla sido parte de este círculo tóxico también ella deba serlo.—advirtió Bruna con total libertad pero seriedad en sus facciones, mientras deslizaba sus dedos de la mano derecha para acomodar el cabello desaliñado de Bella en aquellos brazos del joven cachorro, odiaba tener que confiar en alguien como él pra que la llevara a la casa de su Tío Charlie. Pero no podría soportar más tiempo a lado de ella.

—No tienes ni una mísera idea del peligro al que expones a nuestra prima, se supone que eres guardián protector de estas tierras. Cuidala con el anonimato de este mundo sobrenatural y tal vez así sepa ella valorar el mundo y gente a su alrededor. Pero no te ilusiones, la prima Bella anda coladita por el tal Cullen. —comenta María, sin ningún tapujo, pura sinceridad.

Jacob quiso gruñir ante aquellas palabras escuchadas por ambas, pero la mirada de orden y que cuide su comportamiento que Sam le daba como puñaladas con sus ojos, le dejaba más que claro que todo lo que decían era cierto. Había sido imprudente, pero qué querían que hubiera él, si sintió el peligro en ella y cómo quiso alejarlo del peligro. Ella era su amiga quierase o no.

—Cuida tus palabras Jacob. Son mis improntas. Recuerda. Nuestra ley más importante, cachorro. —exige entredientes Paul, pasando y golpeando el hombro de Jacob, para luego ir y abrazar desesperado a sus dos gemelas improntas.

Quienes quedan estáticas, pero con reacciones distintas, pero que ya Jacob no se quedó a observar. Odiaba la sensación de aún no haber logrado que Bella fuera su impronta. Disponiéndose así a llevar a Bella a su hogar, junto al jefe Swan.

—No digas nada a Isabella Swan, Jacob Black. Le revelas el secreto de la Reserva Quileute, y tu padre lo sabrá. El castigo será más severo por haber permitido que llegara a este punto, nosotros protegemos a los humanos, nosotros no los envolvemos en nuestro mundo por capricho. —ordenó Sam Uley.

Siendo esas las últimas palabras que condenaron el silencio acordado de Jacob para con el secreto de la manada, dejándolo así que por fin se marchara. Pero las gemelas se habían quedado para resolver otros asuntos.

—Al fin se fueron, no pensé que un cachorro con el gen de Jacob fuera tan problemático. —resopla Jared mientras termina de comerse algo que Emily le había ofrecido.

—En fin, mis pequeñas traviesas y serias chicas, ¿que há sido todo eso de Bella y lo demás? Me lo pueden explicar por favor, casi me muero de un infarto al ver como se expusieron. No ha sido nada gracioso. —dice Paul.

Bruna se removió algo incomoda, y María levantó la mirada pero no se quedó atrás, ya que levantó la mano y estiró de la oreja a Paul.

—No tienes ningún derecho hombril en mi, recuerda que no has hecho nada para enamorarme, tal vez con mi hermana si, pero yo no diré nada a menos que ella lo quiera así. —admitió separándose arisca, María.

—¿P-pero... Nena...? —dice estupefacto Paul.

Sin embargo, Bruna retrocede muy a pesar de que le gustara sentir la calidez del abrazo de Paul. Su lobo. Para luego bajar la cabeza tímida, dejando que María la abrazara protectoramente, poniendo incómodos a la manada.

—Tal vez la forma en la que pidió Paul una explicación no fue la correcta. Pero nos gustaría saber que ha ocurrido, vosotras ya sois parte de nuestra historia, es justo que confíen como nosotros lo hicimos con ustedes. —dice comprensivo y serio Sam, mientras abrazaba a su impronta.

—Agradezco su intención al tratar con nosotras. La cuestión es que es difícil de contar nuestra historia. Para entendernos, tendríamos que retomar nuestros orígenes de tierras distintas a las de ustedes, de creencias maléficas al de ustedes. Y... Sinceramente, ya estamos cansadas de que nos vean como monstruos. —contesta con toda la cordialidad y precaucion la castaña-rubiacea.

—No las veo como monstruos... Yo las vi tal cual son. —contesta Paul, preocupado por cómo María se había referido sin tener ningún contacto de ojos ni palabras de su pequeña Impronta, aquello realmente era totalmente inquietante.

—N-nosotras no somos como ustedes... No somos protectores con nuestro pueblo, no somos seres magicos con la misión de cuidar y dar vida a los demás... Nosotras somos una reencarnación de un maleficio de años, es algo que pasa cada milenio o no sabemos correctamente cada cuanto, realmente solo sabemos que ocurrió tras un suceso en nuestro país latinoamericano, más específicamente Paraguay. Se dice que el perro negro pasa tras las piernas de una mujer, y del recuerdo la leyenda recibe el bebé engendrado. —explica Bruna sin levantar la cabeza de la vista hacia sus manos, mientras que María le acaricia suavemente la cabeza a su hermanita. —Tau y Kerana tuvieron 7 hijos maldecidos.

—¿Qué tiene que ver esas personas con ustedes.. Digo esa maldición? —pregunta Paul aún confundido.

—Hermano, déjalas explicar. Qué yo aun no capto la señal de la historia. —se queja Jared totalmente interesado en saber de la historia mística de las chicas gemelas.

—El perro negro es una leyenda o tal vez más bien, es parte de ser mito. En tiempos más antiguos, había una pareja que era prohibida, el sol y la noche se habían enamorado de una mujer nacida de la Luna, pero solo el sol era bendecido para proteger a la luna, pero la noche no lo era porque Dios(Tupã) creía que la contaminaría con los males de la noche, prohibiendo el verdadera amor entre Ta'u(la noche) y Kerana(la luna), siendo así como todos los hijos que esta pareja de amantes tuvieran, salieran con una maldición encima que pasaría de generación en generación. El primer hijo tuvo la maldición de convertirse en un feo cuerpo morfológico de una mezcla de 4 cabezas de perro y un cuerpo de reptil, llamado como Teju Jagua. El segundo hijo, había caído con una maldición misma de poseer cuerpo de víbora y cabeza de pajaro, llamado como Mbói Tu'i. El tercer hijo tenía la maldición era un cuerpo ya mas o menos de un hombre peludo, cavernicula y temido, llamado Moñái. El cuarto hijo, había nacido ya menos feo, tal vez maldecido en siempre ser un asalta unas y volver locos a quien lo viera, de ojos celestes y cabello rubio, conocido como Jasy Jatere. El quinto hijo maldecido fue más terrorífico, pensando que tal vez sería menos peor que los demás, sin embargo tuvo la maldición de ser llamado pedófilo por la larga extensión del miembro viril que era muy comparada a la de una forma de víbora, escurridiza, llamado como Kurupi. —explicó María con una sabiduría digna de una enciclopedia.

—El sexto hijo, fue maldecido por la malformación de poseer la cabeza de un lobo de piel reptiliana, con cuerpo esponjoso como la de una oveja, llamado Ao Ao, porque solo esas palabras puede pronunciar para comunicarse. Mientras que... El último... Y... Séptimo hijo.. —traga saliva Bruna al explicar, carraspeando la voz para poder continuar pero se le cierra e imposibilita decir algo más. Como si fuera muy difícil de contar.

—El séptimo es ese perro negro, ¿no? —pregunta afirmando Sam, aturdido pero asombrado por la cantidad de maldiciones e hijos que había tenido aquella pareja.

—Si. El perro negro, de piel escasea de pelaje, de oído y cuerpo normal cual perro se acostumbra a ver, es una de las criaturas más malditas de entre todas las otras, ya que se alimenta de cuerpo putridos, bañados en la sangre de quienes ya muertos yacen. Puede maldecir a una criaturas tras caminar entre las piernas de una mujer, mientras que también posee de otras maldiciones más, puede ver la muerte de los demás, anunciarlo. Y también curar u hacer olvidar cosas. Puede divertirse como también hacer perder el conocimiento de las cosas. —explica María nuevamente al ver y sentir como su hermana se ve incapaz de decir algo al respecto.

Sin embargo, Bruna toma valentía para explicar lo que había hecho sin ninguna cosa a cambio.

—Causamos terror en las personas, somos monstruos vivientes. Pero... Yo... Esta vez... Quise ayudar... Y por eso asusté mucho a Bella, para que ya no recordara su secreto, el nuestro. —explica con cierto temor al rechazo.

—Lo hicimos sin necesitar nada a cambio. Solo quisimos devolver la confianza que ustedes nos dieron al ser la pareja de este lobito. —admite María con brutal sinceridad.

—Wao... Entonces ustedes... ¿Fueron concebidas así? Con esa maldición encima? —pregunta Jared.

—Jared. —advirtió Sam.

—Agh, no seas aguafiestas. No es para nada agradable esa criatura pero la historia si que vale la pena. —se queja Jared al ser amonestado.

—Callate Jared. —alegó Paul.

—Vale, vale. —cedió Jared refunfuñando para proseguir con la comida.

—Respeta al menos a las hermanas, son como una leyenda en vida, hermano—apoya Embry, con cierto hilo de maravilla iluminado en sus ojos. Quien es apoyado con un asentamientos de Quil Ateara nieto.

—Además nos ha cubierto y salvado las colas del desastre de Jake. No hay de otra, las adoptamos Sam. —bromea Quil, haciendo que Bruna levante tímidamente la mirada.

—¿Q-que dijiste?

—Qué nos han salvado? —pregunta confundido Quil.

—No, no, no eso tarado. Lo otro. —responde María sin ninguna paciencia e inquietud. Tal vez por creer que también lo había escuchado mal.

—¿Que las adoptemos...? Lo decía a modo de aceptación, me caen bien chicas, aunque den miedo. —dice Quil, ya con algo de vergüenza.

Paul al ver que el nuevo cachorro también llamaba la atención de la Reservada y pequeña impronta se puso celoso.

—Hey, ellas son mías. No de la manada, cachorro. —gruñe Paul.

María y Bruna no pueden evitar soltar una risa tras aquellas palabras. Siendo así como el ambiente tenso y de preocupaciones poco a poco son disueltas, sin embargo la mirada de ambas gemelas no mostraban una sonrisa tan plena que les iluminara la mirada completamente. Y Paul presentía que no era toda la historia completa la que había escuchado en manada incluida.

—¿Entonces... Podrían ustedes.. Ayudar a Emily? —pregunta después de una hora de estar escuchando las tonterías de los demás.

María y Bruna se miran a los ojos, como si se estuvieran comunicando mentalmente, miran a Emily y como si fueran hermanas pegadas y siamesas, se acercan con cuidado a la mujer del alfa. Este se tensa ligeramente al sentir el escalofrío al ver los ojos brillantes de ambas mujeres que habían dejado de ser cafés claros. Sin embargo, al ver cómo suavemente y delicadamente le acarician las mejillas una de cada lado del rostro de Emily, sabe que no le harán daño.

—Sana, sana, curita de rana, se curará de noche o de día. —pronunciaron infantilemente las gemelas.

Y de sus manos un frío escalofriante, de manos negras cubrieron la piel dañada del rostro de la impronta del alfa, regenerando el dañado rasguño del rostro. Curando una herida física, sin embargo la emocional tomaría tiempo, por que aquello había marcado un antes y después de la historia de ambos.

—La felicidad lo es todo... —comienza María siendo interrumpida por una más desenvuelta hermana menor.

—Si la comparten juntos, apoyándose sin esperar nada a cambio. Solo juntos como pareja. —termina diciendo Bruna, que compasiva le regala una sonrisa.

—Muchas gracias, señoritas. —Sam había agradecido, debido a Emily se encontraba llorando de la felicidad al haberse visto al espejo. De ahora en más sabían que su futuro sería distinto, ya Sam no se culparía más por aquel mal comienzo de su vida juntos y el alfa comenzaría a proteger y cuidar mejor a su impronta y mujer en todos los sentidos.

Siendo así como las Trevelin Swan, iban cambiando lentamente el mundo de Paul al cuadrado. Aunque aún no hubieran revelado la cereza del pastel en toda esta cuestión.

Pero al menos habían dado paz mental através de su desgracia que ahora parecía milagrosa.

━━━━━━hellou

¿Que les pareció? ¿Se lo esperaban todo esa explicación? ¿Lo entendieron? ¿Que creen que falta contar por parte de las gemelas?

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