Capítulo 6. Bella y María.

Bella al llegar del instituto y encontrarse a una de sus primas sola fue totalmente extraño, pero no dijo nada, sino que la ignoró. Pasó por su lado e ingresó a la casa, sin embargo, al volver a intentar contactar con Jacob no dio resultado. Frustrada, arrugó el entrecejo, subió a su habitación, arrojó su mochila en donde sea y volvió a tomar sus llaves del auto, no podía estar sin saber cómo estaba su nueva luz y salvación después de lo ocurrido con Edward.

—Oye...

María no la escuchaba por los auriculares y la música de Theophilus London-Neighbors a todo volumen. Por lo que en cuanto sintió un estironeo brusco, la morena con mechas rubias la mira con mucha molestia.

—¿A ti que mierda te pasa?—preguntó María.

—No me escuchabas, te hablé muchas veces y no hacías caso. —contestó indignada con la misma molestia.

María al escuchar aquello, por un momento de lógica la perdonó tan sólo un poquito, porque en eso sí era su culpa. Por lo que sólo lo rebajo al super volumen a un 10. Y lo siguió escuchando con un auricular en una oreja, levantándose del escalón de la entrada para encarar y encontrar más respuestas a la acción de Bella.

—Ya. Há sido mi culpa. ¿Y bien, qué querías? —preguntó con desdén.

—Vayamos juntas a la Reserva.

María la ve extraña, pero se encoge de hombros y acepta. Tal vez así pueda ver al chico guapo.

—Vamos.

Bella sonríe victoriosa muy levemente y por muy poco tiempo, por no ir sola, por lo que, enseguida emprende camino a su camioneta. María la sigue, entran juntas al auto, cada una se pone el cinturón de seguridad y se dirigen al lugar. Mientras ambas comparten el silencio dentro del automóvil, María descubre que Bella se ve incapaz de prender la radio por lo que, adjudica que es por el ex-novio, por lo que vuelve a colocarse el otro auricular para empezar a escuchar música clásica. Tal vez así se sentía menos ansiosa de haber pasado ya varias horas de no haber visto a su gemela.

[...]

En el lado contrario al de las Swan, Paul se encontraba llegando a la Cabaña de su alfa, con su pequeña impronta en brazos, aun se le notaba los ojos hinchados por haber llorado. En cuanto entró en el terreno de la cabaña, su alfa salió preocupado por verlo así, pero este le envía una mirada relajada y niega suavemente con la cabeza la preocupación. Al pasar por su lado, le comenta:

—Está bien, ¿puedo dejarla descansar aquí? —pregunta dudoso Paul.

—Déjala en la cama de invitados, son bienvenidos, pero deberás explicarme el contexto. Por cierto, Jacob entró en fase, así que, un nuevo cachorro. —dice Sam mientras los dirige al lugar.

Paul se sorprende un poco, pero luego hace una mueca, era el hijo de Billy, quien estaba obsesionado por la hija de Charlie. Aquello no era muy grato para él, que se arrastrara por alguien que no le hacía caso, era caer bajo. Por lo que, suspira y trata de alejar aquellos pensamientos para sólo concentrarse en una de sus pequeñas improntas, que dormía tan tranquila en sus brazos, como si al fin estuviera en un lugar seguro. Y claro, mientras estuviera en sus brazos la cuidaría y protegería siempre, así como a María aunque aún no tuviese la oportunidad de conocerla.

Con cuidado, se subió a la cama, se recostó con ella en brazos. La pequeña de cabellos negros tan solo se encontraba inconscientemente reaccionando al calor que desprendía para acurrucarse con más seguridad hacia su pecho desnudo. Aquello sin duda lo hizo soltar un pequeño ronroneo/gruñido de satisfacción. Siendo así como los primeros minutos se quedó relajado mirándola respirar y dormir tan tranquila, que poco después se sintió contagiado por la paz de Bruna por lo que, cayó en el sueño y cansancio también. Perdiendo noción del tiempo de esa forma, tan relajado se encontraba que ambos quedaron arropados en la casa del alfa en un cansancio y disfrute mutuo. Paul era feliz de poder apoyarla, Bruna estaba contenta de sentir un calor que la protegiera del frío que sentía en Forks.

Siendo así, como las horas iban pasando, tanto que cuando llegó cierta hora de la tarde, tal vez cerca del almuerzo. Unos aullidos a la distancia hicieron que el sueño tan a gusto de Paul se rompiera, tanto que por reflejo Bruna lo abrazara adormilada también despertando, para luego decir en un susurro:

mmmm... ¿Qué hora es...?

Paul aquel suave sonido de la voz de su impronta lo hizo estremecer de ternura, por lo que aspira y llena sus pulmones con el aroma delicioso a manzanilla rubia y coco del cabello de su impronta, para luego mirar de reojo en el reloj de la mesita de noche.

—Casi hora de comer. A justo tiempo.

Mmm... ¿Podemos dormir un poco más? —pregunta perezosa Bruna.

—Perdona mi preciosa, pero el Alfa me llama lastimosamente. Tengo que ir. —dice a regañadientes.

Paul no quería dejar a su impronta por más que se pudiera quedar con Emily, no la quería dejar. Aún sentía preocupación por ella y sus emociones que horas atrás habían sucumbido tan amargamente.

Mmm... —gruñe levemente cómo gatito—Voy contigo.

Paul al escucharla abre los ojos e intenta negar, no mentiría que era una grandiosa idea para no alejarse de él, pero todos eran muy nuevos aún en ser protectores, y sabía que sí sentía que estaba su impronta en peligro no dudaba que saltaría a protegerla.

—Es peligroso, Bru.

También lo somos nosotras. ¿Que lo que tanto? —contraatacó tan despreocupada y sin molestia en su rostro la pequeña castaña.

Paul gruñó entre preocupación y molestia ante lo dicho.

—No son monstruos temperamentales como los lobos, además hay uno nuevo en la manada, no puedo exponerte así.

La mirada tierna y desafiante de Bruna le mandó fue tan escalofriante al notar como por momentos sus ojos marrones claros se volvieron dorados. Tan al grado que hizo entrar en shock por minutos a Paul.

Somos una Paul, y no somos algo para amar. También hay leyenda en nosotras. —admite Bruna con total sinceridad misteriosa, y se acerca al cuello de Paul timidamente depositando un beso en esa zona—No somos tan diferentes.

Siendo así como Paul había quedado intrigado por lo que era su impronta, pero al final cedió a lo que su pequeña pedía porque aquel beso lo sedujo en ternura y amor.

—Bien, irás. Pero no te alejaras de mí.

Perfecto. No lo iba a hacer.

Siendo así como Sam, una hora después los ve unirse a la reunión del grupo de Protectores Quileute, a la impronta reciente y a Paul, ganándose una mirada reprobatoria, pero ambos parecía estar tan despreocupados. O bueno Bruna, lo estaba porque estaba con Paul, no quería alejarse de quien había visto su resquebrajamiento emocional. Mientras que Paul si que se encontraba alerto a cualquier peligro, sin embargo, se lo notaba relajado por tenerla.

Sin embargo, parecían estar esperando a Jacob que saliera de su casa, sin embargo, ninguno pudo prever lo que ocurría a continuación...

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