Capítulo 1. Llegada a Forks.

Las horas no fueron tan largas como se pensaba en que fuera al llegar a la casa del sheriff Swan, sin embargo, solo la gemela mayor María se encontraba consciente, claramente adormilada pero no iba a dejar que su tío cargara con todo el peso. La hermana menor si que era un peso pesado en cuanto el malestar emocional que padecían ambas debido al luto que permanecía oculto en el fondo de sus corazones y ojitos castaños miel, desde el punto de la castaña de mechas rubias su Tío Charlie era el mejor tío, y tal vez el mejor padre porque sólo su figura paterna era capaz de levantar sin dolor alguno en la espalda y cadera en brazos a su hermanita gemela, ya no eran unas pequeñas niñas para ser levantadas como si fueran plumas, pero allí estaba Charlie siendo su gran figura familiar que no sabía de dónde sacaba tal agalla y fortaleza para ello.

Agarrando ágilmente su mochila con las pocas pertenencias que lograron resguardar sin sentir ni mirar mucho tiempo su hogar, tomó la de su hermana y almohada pequeña que nunca debiera faltar en el mismo dormitar de su pequeña hermanita. Se podría decir que esa almohada era muy importante para su hermanita Bruna, debido a que esa almohada había sido la de su madre y eventualmente robada/regalada para ella. Su madre veía aquello con gracia y ternura, aunque la mirada de celos no se hizo tardar en aparecer en María por lo que, tal vez ella no tuviera el aroma de su madre pero si tenía un relicario donde estaba la foto de sus padres en un potecito de plastico que resguardaba el perfume de su padre como tesoro inigualable.

María llevó inconscientemente su mano a ese collar plateado, mientras agarraba las mochilas en perfecto y tambaleante danza de maniobrar con pesos en cada hombro, cerrando la puerta del coche. Logrando justo a tiempo abrir la puerta para su tío, quien a costa de caer al suelo le pasó la llave para abrirla.

—Oppa... Tío, no caigas aún.—bromeó

—No lo haré, Mary.—correspondió trás una mueca y diversión desafiante pasiva del mayor.

La castaña sonrió silenciosamente mientras lo dejó pasar, cerrando la puerta con algo de dificultad pero la llaveó como corresponde, para empezar a seguir a su tío escaleras arribas, notando poco a poco que el sudor iba haciendose prueba en la espalda del uniforme del mayor. Causando dulzura en la gemela mayor, su tío si que las amaba.

—¡vamos, vamos que se puede tío! Tu, puedes, tu puedes rarará! —empezó a susurrar con ánimo.

Sabía que su hermanita ni se despertaría con aquellos susurros, en la última semana de papeleo había comprendido que la partida de sus padres ella la sobre llevaba en silencio con un cansancio físico pero en emocional parecían casi como siempre, claramente en un largo tiempo ninguna podría volver a ser lo que fue antes, pero intentarían seguir adelante por sus padres y por la familia que le quedaba.

El ático superior de la casa sería la habitación temporal de las chicas, estaba conformada por cosas básicas, un armario mediano de dos puertas, una cama doble(cama arriba y abajo) de una madera resistente, junto con una pequeña cómoda para lo que sobrara colocar. Por suerte, ambas compartirán un baño básico con ducha, que Charlie había mandado a arreglar todo para sus sobrinas. Por lo que, una vez pasaron por aquella habitación notaron las paredes beige, el mayor con cuidado colocó a su sobrina en la cama baja, mientras que María se apresuró a colocar la almohada favorita de Bruna cerca, quien automática e inconscientemente lo agarró abrazando y acurrucandose mejor en la cama. Charlie terminó por cubrirla y besar la sien de la pelinegra.

—Es hora que descansen, las cuidaré.

Sentenció con un brillo especial y nostálgico Charlie, era difícil también perder una hermanastra como Balhua, ella era una mujer asombrosa y haber concebido hermosas niñas que tenían la perfecta combinación de los Trevelin Swan era sin duda algo que exigía como hombre, sandre vinculada y sentimiento herido de luto y más, protegerlas. Y cuidarlas hasta que pudieran valerse por ellas mismas, ese era el deseo que siempre escuchaba de su hermanastra menor.

—Sabemos que así será, eres el mejor tío Charlie. —correspondió la castaña de mechas rubias, mientras se descalza los zapatos y se colocaba de puntas para dejar un beso en la mejilla izquierda. —descansa, nosotras por hoy no tenemos hambre.

Charlie agradecido por ese gesto tan dulce y cálido por su sobrina, sus labios se fueron curvando ligeramente. —Solo por hoy.

—Yep.

Seguidamente de haber correspondido, María subió a la cama de arriba con ayuda de la escalera de madera con barrotes en cada lado, y se acomodó con sabana incluido.

—Dulces sueños, pequeñas marybru.

Ambas sincronicamente al escuchar ese apodo en un susurro, sonrieron muy suavemente tras caer dormidas profundamente. Poco después, Charlie, apagó las luces y pasó a revisar a su propia hija que aún se mantenía con la mirada perdida en la ventana, claqueó la puerta leve:

—Duerme temprano, Bells.

Más nunca volvió una correspondencia ante el deseo de la figura paterna, solo el vacío de siempre, logrando que Charlie cansado suspirara y cerrase la puerta con delicadeza para darle privacidad a su única hija. Deseaba que pronto su hija tuviera vida, mas con la compañía de las gemelas.

[...]

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