Nueva recluta
Ella me mira expectante y analizándome en detalle. Es alta y delgada. Su cabello largo estiliza con sus pómulos altos.
—Sí, soy yo. —Deja de mirarme para ver a Juliet.
Mi corazón amenaza con salirse de mi pecho debido a la magnitud de sus latidos. Sin poder detenerme voy hacia ella y toco lentamente su mejilla. Ella retrocede asustada. No me reconoce...
—Lo siento —musito—. ¿Puedes reconocerme? Soy yo, Thiago.
Jessy frunce el ceño y niega lentamente.
—No sé quién eres.
Una punzada se localiza en mi pecho. ¿No me recuerda? Aunque eso me desanima, estaba preparado. Han pasado muchos años, es de lo más normal. Aunque... quizás no signifiqué para ella lo mismo que ella significó para mí. No importa, eso no puede opacar la felicidad que siento al verla frente a mis ojos. Ella está viva... ¡viva!
Nos sentamos para estar cómodos y le explico la situación.
—Pues verán —empieza a narrar—. Aquel día del accidente perdí a mi familia, en realidad a mi tío.
—¿Tu tío? —pregunto temeroso—. ¿A tus padres no?
—No, mi tío. Mis padres murieron cuando era bebé.
Mis esperanzas se desmoronan, no es ella, no es la Jessy que estoy buscando. No es Jessy... Jessy, ¿dónde estás? ¿Realmente moriste?
Juliet coloca su suave mano sobre la mía. La miro y ella me reconforta con una sonrisa.
—Aquel día iba con mi tío en su auto y fuimos chocados por aquel bus, hasta que cayó al abismo. Yo quedé inconsciente, al despertar supe que mi tío murió, quedé sola en el mundo. Pero mamá Rosa me cuidó. —Le sonríe con amor a la abuela.
—No eres la persona que buscamos —dice Juliet apenas audible.
—Pues parece que no. —Sonríe ella.
Mi deslumbrante felicidad se convierte en nada.
—Es momento de irnos —hablo con notable tristeza.
—Oh no. —Se pone de pie la abuela—. Es demasiado peligroso. No tienen alternativa, deben pasar la noche aquí.
—Pero no queremos causarle molestia —dice Juliet.
—No es ninguna molestia —interviene la chica, que también se llama Jessy—. No se diga más, vengan por aquí
Intercambio una mirada con Juliet, ella está tan cansada que, asiente.
Seguimos a Jessy en el estrecho corredor de la vivienda, tiene un olor particular a viejo y guardado, pero no es desagradable.
—Bueno, tenemos sólo una habitación disponible, pero como ustedes son pareja no hay problema.
—Oh no, no, gracias —ríe Juliet nerviosa.
—Pasen, siéntase cómodos. —Abre la puerta de la habitación. Es muy humilde y sencilla, pero caliente y acogedora. Las paredes blancas se ven cremas y desgastadas.
—Muchas gracias —digo.
—De nada, descansen.
—Gracias —continúa Juliet cerrando la puerta.
Me siento sobre la pequeña cama, cruje, temo romperla. Juliet se sienta a mi lado, me mira apenada.
—Lo siento.
—No te preocupes, está bien.
—¡¿Qué te parece si contratamos un detective?! —exclama entusiasmada.
—Bien. Hagámoslo. —Sonrío sin ganas. Ya no sé si deba hacerlo, si los padres de Jessy murieron, posiblemente ella también. Aun así, no es momento de rendirse.
Juliet se tira de golpe, la cama vuelve a crujir.
—No es como la nuestra, pero es cómoda —suspira.
—Bueno, disfrútala. —Me pongo de pie.
—¿No dormirás aquí? —señala la cama.
—¿Qué?, ¿quieres que duerma contigo? —la fastidio.
—Sí, no no, es decir, aquí no hay calefacción, tu espalda se congelará —habla nerviosa, me río en mi interior.
—Bien, si tanto quieres dormir conmigo te daré el gusto. —Me meto debajo de la frazada y coloco mis manos detrás de mi cabeza.
—¿Qué? —Se sienta de sopetón—. ¡Oye, dormirás en el suelo! —Trata de empujarme.
—Sólo acuéstate. —La jalo del brazo a mi lado; reprimo una sonrisa al ver su cara, está tensa.
—No... —aclara su garganta— no intentes nada.
—Duerme tranquila. —Le doy la espalda. Juliet ha sido muy empática hoy, me ha acompañado y animado a venir aquí. Aunque no sucedió como esperaba, estoy agradecido—. Gracias —me atrevo a decir después de un largo silencio—, gracias por ayudarme en esto.
—¿Ya no seguirás buscándola?
—No. Mañana debo volver a la empresa. Te haré caso y pagaré un detective que se encargue.
—Está bien, buenas noches.
—Buenas noches.
Juliet se duerme en un instante, de verdad estaba muy cansada. Siento los párpados cansados, los cierro, y siento la pierna de Juliet sobre las mías, la retiro con cuidado, pero inmediatamente me abraza.
—Saca tu brazo. —Se lo quito. Ella se da vuelta con la frazada encima dejándome sin nada—. No te lleves toda la frazada. —La vuelvo a jalar.
Por fin se queda quieta, pero cuando intento dormir una vez más ella rueda hacia mi lado dejándome colgando en el aire.
—Juliet, acuéstate más allá. —Trato de empujarla.
Así se pasa toda la noche, duerme terrible, se mueve peor que gusano, y no soy capaz de conciliar el sueño. Fue mala idea dormir con ella, estoy muy incómodo. Trato de dormir en un pequeño espacio. Mejor me hubiera congelado en el frío. No volveré a dormir junto a ella nunca más.
Los rayos del sol entran tímidos por la ventana, siento adormecido el brazo; Juliet duerme plácidamente sobre el, y babea sobre mi polera.
—Juliet.
Intento moverme, pero es pesada, ella se soba los ojos bostezando.
—¿Estás cómoda?
—¿Mm? —abre bien los ojos, ve donde está su cabeza y la baba que mojó mi polera—. Sudaste mucho.
—Si claro. Todo esto es tu baba.
—¿Dormiste bien?
—Como en el cielo —ironizo.
—Oh, qué bueno.
¿Es en serio? Quiero pensar que también está ironizando.
JULIET
Estoy tranquila, tuve tanto miedo que aquella joven sea Jessy. Sé que no debo ser egoísta, pero tengo miedo de divorciarme de Thiago. Me he acostumbrado con él, aunque también sé que no sólo es costumbre, ojalá pudiera hacer que supere a Jessy. Haré todo lo posible. Aun así, quiero ayudar a buscarla. No puedo vivir con el miedo de que algún día aparecerá y lo apartará de mi lado.
En cuanto ponemos un pie en nuestra adorable casa, me tiro de golpe al sofá. Mi espalda me lo agradece.
—Al fin llegamos. Extrañé nuestra casa, ¿tú no?
—Sí... también —dice desanimado—. Iré a tomar un baño.
¿Él está pensando en Jessy? Por eso está desanimado...
—¿Irás a la empresa?
—Así es, tengo una reunión —dice subiendo las escaleras.
Hoy ejecutaré mi plan. Necesito hacerlo cuanto antes porque siento que enloqueceré si no hago nada. Sonrío maliciosa mientras pienso en ello.
Le marco a mi mayor aliado.
—¿Juliet? —contesta Jack.
—Soy yo. ¿Quedó todo como lo planeamos?
—Exactamente. Ella renunció, tengo entendido que irá a trabajar con tu padre.
—Perfecto. —Sonrío. Quiero ver ya la cara de Sandra—. No te olvides de ir a tu cita a ciegas —le recuerdo.
Antes de ir con Thiago inscribí a Jack en una cita a ciegas. Sí, otra vez ando con mi idea de casamentera. Es algo que disfruto y, sobre todo, con mis amigos. Jack ya es muy feliz estando solo, pero creo que una compañía femenina no le haría nada mal.
—¿Por qué me inscribiste a una?
—Lo necesitas, sólo ve. Me lo prometiste.
—Uff —resopla—, de acuerdo.
—Pórtate bien. Antes necesito hablar contigo, ¿sí?
—Dime dónde nos vemos.
—En el Starbucks de siempre.
—Ahí te veo.
Subo las escaleras en busca de Thiago, entro a la habitación, pero no lo veo. De repente entra con una toalla alrededor de su cintura, su cabello está mojado, las gotas de agua caen por su rostro y resbala a su tonificado pecho, se ve demasiado...
—¡Hey! —interrumpe mis pensamientos, mientras se coge bien la toalla—. ¿Qué haces aquí?
—Vi...vine hablar contigo —respondo nerviosa. ¿Qué te pasa Juliet? ¿Te has vuelto loca? ¡Reacciona!
—Al menos espera que me ponga algo de ropa.
—No importa. Hablamos luego, voy a salir. —Trago saliva y vuelo hacia la puerta.
—¿A dónde vas?
Por favor, ya no me detengas... Tengo que salir antes de que...
—A reunirme con Jack.
—¿Por qué?
Me giro de golpe hacia él.
—Porque... —Mis ojos lujuriosos se pierden en su pecho húmedo y bronceado. Mis manos dispuestas quieren sentir la textura de su piel y...—¡Deja de hacer tantas preguntas! —Cierro la puerta con él adentro.
Golpeo mis mejillas rojas y calientes mientras bajo corriendo las escaleras. Me tropiezo en un escalón, pero me sostengo con rapidez. Tomo un taxi, y subo en el a toda velocidad. Uff hace calor.
Jack y yo llegamos a la misma vez. Nos saludamos con entusiasmo y corremos a abrazarnos.
—Iré a ocupar mesa —digo.
—Bien, yo iré a pedir, ¿quieres capuchino?
—Sí por favor.
Ocupo la mesa junto a la ventana. Jack se tarda unos minutos en volver.
—No había mucha gente en la cola.
—Ah, qué bueno. Jack.
—Dime. —Le da un sorbo a su café.
Necesito contarle lo que estoy empezando a sentir por Thiago. Necesito saber qué piensa ya que él lo conoce mucho más que yo. Quiero saber si Thiago le ha dicho algo sobre mí, que siente o cómo ve. No sé por qué estoy haciendo esto, pero me es inevitable. Sin embargo, tengo vergüenza. Sé que él no le dirá nada a su primo, mantendrá mi secreto a salvo. No soportaría que Thiago se entere de mis sentimientos. Ya lo veo burlándose de mí.
Me doy valor para develar lo que tengo guardado. Quiero escuchar el consejo de Jack.
—Creo que... —dudo en decirle—. ¡Me enamoré de Thiago! —suelto lo último cerrando fuertemente los ojos.
Durante un par de segundos se mantiene en silencio, hasta que abro mis ojos para ver su expresión.
—¡¿Qué?! —Escupe su bebida—, ¿qué dices?
Hemos llamado la atención de los otros clientes, nos miran extraño. Les sonrío y vuelvo a mirar a mi primo político.
—¿No se me nota? Es un alivio. No quiero que tu primo se entere, no antes de saber qué es lo que siente por mí —hablo atropellando las palabras—. Planeo mantenerlo en secreto cuanto pueda. Tú me ayudarás, ¿verdad? ¿Él no te ha dicho nada? Sé que él es muy reservado, pero tú eres su mayor confidente, seguro algo te ha dicho. ¿Qué te ha dicho? ¿Qué piensa sobre mí? Todo el rato anda diciendo que soy loca e infantil, ¿de verdad piensa eso? ¿No cree que soy bonita? ¿No le aparezco atractiva? Yo creo que...
—Juliet...
—... a veces exagera, es decir, a veces decimos algo solo para molestar. No soy fea, ¿o sí? ¿Yo te gustaría? ¿Crees que le gustaría a él? Vivimos bajo el mismo techo, pero nunca ha intentado nada. He escuchado que los hombres les entran incluso a mujeres que no les gusta cuando están bajo el mismo el techo por la noche. ¿Tan mal me ve? Dime Jack, tienes...
—¡Basta!
Me detengo de golpe. La expresión de Jack es indescifrable. Creo que le he abrumado con tantas preguntas.
—Jack...
—¿Te has enamorado de Thiago?
—Lo que te dije. Me pongo celosa de Sandra y pues... llegué a esa conclusión.
—Juliet —dice indignado—, ¿por eso me has hecho hacer todo eso en la empresa?, ¿por qué estás celosa de Sandra?
—Sí, es que ella es regia y...
—Juliet. —Me mira fijamente—. Su matrimonio es arreglado, y él no olvidar a...
—Jessy —continúo—. Lo sé, incluso ayer fuimos a buscarla.
—Algo me dijo mi tía.
—Pues sí y yo...yo tengo miedo, miedo de que ella aparezca. Sé que él no dudaría en dejarme.
—Si lo sabes, ¿por qué continúas?
Su mirada de lástima, sus palabras, su expresión... me hacen endeble.
—No es algo que lo pueda detener.
—Juliet Juliet. —Se restriega el rostro—. ¿Él lo sabe?
—¡No! Y tampoco debe saberlo, ¿entiendes?
—Es mejor así.
Ni siquiera quiero preguntarle por qué. Con eso ya me ha dicho que Thiago no le ha dicho nada respecto a mí, que ni de chiste se ha sentido alguna vez atraído por mí. Es tan indignante...
CECILIA
Una cita a ciegas. Bueno, no debe ser tan malo. No sé cómo mi prima me convenció de eso. Aunque a decir verdad tengo mucho interés en conocer un chico alto y guapo. Si tiene dinero mucho mejor.
Juliet, ella fue adoptada por mis tíos, aunque ella lo ignora totalmente. Yo la quiero como si fuéramos primas de sangre, en realidad la quiero como hermana, sí, es como una hermana para mí.
Llego primero al restaurante. Un punto menos a mi cita por tardón. Me recuesto en la mesa y cierro mis ojos.
—¿Buenas? —me saluda alguien, debe ser mi cita—. ¿Esperó mucho?
Esa voz se me hace conocida, levanto mi cabeza, retiro mis mechones rubios de la cara y...
—¿Jack? —Me pongo de pie del susto—. ¿Qué haces aquí?
—No, tú que haces aquí.
—Yo tengo una cita.
—Yo también tengo una cita.
Nos quedamos mirando, ahora todo tiene sentido.
—¡Juliet! —gritamos al unísono.
—No seré partícipe de esto —espeta Jack.
—Yo no desperdiciaré esta rica comida, si quieres lárgate. —Le hago una seña con la mano para que se vaya.
—Yo también tengo derecho, también comeré.
—Como quieras —hablo sin interés.
Comemos mirándonos de rato en rato, hasta que coge la misma presa que yo.
—Eso es mío —gruñe.
—Yo lo vi primero. —Lo pincho con el tenedor.
—Es mío.
—Mío.
Lo jalamos, hasta que él se queda con la mitad y yo con la otra
—Tonto.
—Tú más.
THIAGO
Luego de la reunión, voy directo a mi oficina. Estoy tan cansado... Me reclino en la silla y suelto un suspiro.
Jack llega en seguida, recuerdo que quedó en verse con Juliet, ¿para qué habrá sido? ¿Qué tanto tienen qué hablar? Bueno, ellos son buenos amigos.
—Hola Jack, ¿ya almorzaste?
—Sí, lo hice —responde serio.
—¿Con Juliet?
—No, con Cecilia.
—Pensé que habías quedado con Juliet.
¿Acaso ella me mintió?
—Eh sí, fuimos a un Starbucks.
—¿Y para qué? —Intento hacerme el desinteresado.
—Cosas privadas —me evade
No le insisto, pero no me gusta su respuesta. ¿Qué cosas privadas puede tener con la esposa de alguien más?
Jack se sienta frente a mí, toma un lapicero, juguetea con él y lo deja sobre la mesa.
—Dime, ¿qué sientes por ella?
Me toma por sorpresa. ¿Está hablando de Juliet? ¿Me está preguntando que siento por ella?
—¿Eh? —titubeo.
Está por continuar, pero se queda callado cuando alguien llama a la puerta. Es Sandra, no luce muy bien. Creo que está preocupada.
—¿Ocurre algo? —pregunto inquieto.
—Pues sí, la ingeniera industrial ha renunciado.
—¿Qué?, ¿por qué?
Eso no suena nada bien. ¿Renunció justo cuando íbamos a lanzar el proyecto?
—No lo sé, no dio motivos.
—No se preocupen —interviene Jack con frescura—. Ya tengo a la nueva recluta. —Se mira las uñas.
—¿Qué?, ¿a quién? —Me inquieto aún más. Esto no me gusta nada.
El hace una llamada diciendo a alguien que entre. Incluso se pone de pie para abrirle la puerta.
—Aquí está, la ingeniera industrial Juliet.
Abro bien los ojos a ver a mi atolondrada esposa, ¡¿qué hace aquí?!
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