El Mejor obsequio
Regresamos en el auto después de despedir a Jack. Jessy no para de llorar. Ya no le he vuelto a decir nada para que llore libremente, aunque no puedo negar que me incomoda un poquito, ¿por qué se pone así? Incluso se han intercambiado regalos, como si se conocieran de toda la vida.
Yo también empiezo a extrañarlo, pero lo veré el próximo año y podemos hablar por correo así que no estoy tan triste.
—Te vas a quedar sin lágrimas —la fastidio.
—Lo extrañaré —dice con suspiros.
Mi papá habla con no sé quien por los auriculares.
—Uff, ya deja de chillar, puedes hablar con él por teléfono o por correo.
—Sí, tienes razón —intenta no llorar—. No aprendí a montar skate.
—Es sólo para inteligentes —trato de enfadarla para que se distraiga y deje de llorar.
—Soy inteligente, pero tuve poco tiempo para aprender, ahora no hay quién me enseñe.
Ya, más clara no puede ser. Jessy, Jessy.
—Está bien. —Finjo mirar por la ventana—. Te enseñaré, ya que lo pides tan encarecidamente.
—Eso no es cierto, ni siquiera te lo he pedido.
—Pero lo tienes pensado.
—Amm —intenta decir algo pero la corto.
—No digas nada, sólo te digo que soy un maestro exigente, y me gusta que aprendan rápido.
—De acuerdo.
Llegamos a casa. Martha nos da de almorzar y nos preparamos para practicar con el skate.
Esta vez lo hacemos en el patio. Le vuelvo a repetir como se hace, y me paro en rincón cruzando los brazos.
—Debería ganar dinero por todas las veces que te caes.
—Eres un completo burlón, además no tienes paciencia.
—Pues no, creo que esto no es lo tuyo, quédate mejor como pintora.
—¿Acaso me regalaste el skate para que lo tenga de adorno? —Voltea a verme con expresión dura. Podría encender una fogata con sus ojos.
—Véndelo entonces.
—No, no lo haré, no descansaré hasta aprender.
—Bien sigue intentando, yo me voy.
Subo a mi habitación y me pongo a leer un libro, "Fenris el elfo", el libro que me recomendó Jessy. Avanzo página tras página sin darme cuenta del tiempo. Me quedo justo donde "Ankris" besa a "Shi-Mae" a la luz de la Luna. Y me acuerdo de Jessy.
Dejo el libro en mi escritorio y me asomo a la ventana para verla. Ella sigue ahí intentando una y otra vez aprender a montar skate, se cae indeterminadas veces. Me compadezco de ella y bajo a ayudarla.
—¿No vas a desistir?
—No—contesta determinada.
—Eres el doble de obstinada que yo.
Le indico por enésima vez como debe hacerlo, y tomo sus manos mientras ella va subida en un pie sobre el skate. Sin tan pequenas que temo quebrarlas.
—Bien continúa así —la animo.
—¿Así? —pregunta mostrándome como se impulsa con un pie.
—Ajam.
Avanza un poco más. La suelto y yo corro delante de ella, corriendo de espaldas. Doy unos pasos más y siento mi espalda chocar contra un arbusto. Jessy viene con el skate a buena velocidad.
—¡Detente! —grito en vano.
Termina empujándome más haciéndome caer, y ella cae conmigo, la escucho gemir de dolor.
—¿Estás bien? —le pregunto abriendo los ojos y noto lo cerca que está. Me pongo nervioso y al parecer ella también, entonces se levanta toscamente.
—Sí ¿y tú?
—También. —Me incorporo y sacudo mi ropa.
—Debo irme —continúa nerviosa.
—Bien, adiós.
Okey, esto fue realmente raro.
JESSY.
El corazón me late demasiado rápido. Tuve a Thiago muy cerca, y me puse nerviosa. Debe ser porque él me intimida de cualquier modo.
Inicio las clases en la escuela. Llevaré tres días por la tarde clase de pintura en Bellas Artes, y las tardes restantes acompañaré a mamá a la casa de Thiago —aunque ella no me lo pidió—, lo haré porque, porque, porque, ¡no sé! Sólo siento ganas de hacerlo.
Hoy es mi primer día de clases en Bellas Artes. Entro al salón de pintura, me reciben afectuosamente y tomo mi lugar.
Aliso el lienzo que me han dado y siento que alguien se sienta a mi costado, volteo para ver quien es, y me sorprendo al ver de quien se trata.
—¿Thiago que haces aquí? —Frunzo el ceño.
—No dejaré que seas mejor que yo pintando —dice despreocupado.
—¿Vas a estudiar pintura?
—Claro, y ten por seguro que seré mucho mejor que tú.
— ¿Entraste aquí sólo para demostrarme que eres mejor que yo?
—Bueno si así lo dices. —Separa los pinceles que bien sé que no conoce para que sirve.
Me quedo mirándolo con apatía y éste me gira la cabeza hacia el frente.
—Ya sé que soy guapo pero no me mires, mira al maestro que está al frente.
—Tonto.
Tuve que aguantar a Thiago toda la semana. Bueno aguantar no tanto así, me agrada su compañía, aunque siempre esté fastidiándome con sus aires de superioridad.
THIAGO.
¿El motivo por el que entré a Bellas Artes? Pues no lo sé, simplemente tuve ganas de hacerlo.
Me dedico todo el tiempo a molestar a Jessy, y ella siempre termina golpeándome.
Hoy salimos tarde de la escuela, así que decido acompañarla a casa.
— ¿Siempre caminas tanto para llegar a tu casa? —pregunto mirando el recorrido que hemos hecho.
—Pues sí, a diferencia de ti, no tengo chófer.
—Claro.
Llegamos a su casa. Es pequeña.
—Bien ya me voy —digo dándole la espalda.
—¡Espera! —Me detiene de un brazo.
—¿Qué pasa? —Me intrigo.
—Es que hace tiempo quería darte algo, pero no me animaba hacerlo.
—Bien, dámelo ahora.
—Está bien, ahora vuelvo.
Entra a su casa y la espero pateando el suelo. En unos cuantos minutos aparece de nuevo.
—Toma. —Me extiende algo cuadrado, forrado con papel de regalo.
Al instante lo abro rompiendo el papel.
—¡No lo habrás aquí! —chilla.
—¿Por qué no? —Sigo abriéndolo.
Ella cierra sus ojos fuertemente y me hace sonreir. Arrojo el papel al suelo y veo que es una pintura, una pintura de mí. Me enternece, es preciosa, perfecta. Veo a Jessy, ella continúa con los ojos cerrados. Me acerco a ella y sin darme cuenta la estoy abrazando. Siento el fuerte palpitar de su corazón.
—Es el mejor obsequio que me han dado —le susurro al oído.
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