☦ 35 ☦

[ ☦ ]

Llamé a Chan Yeol de camino a casa.

— ¿Cómo ha ido? —me preguntó.

— Yo diría que bien —respondí, recordando la conversación— Él ha hablado y yo le he escuchado. Yo he hablado y él me ha escuchado. Me ha dicho que me llamará y espero que lo haga.

— Por lo que me has contado de Minnie, estoy seguro de que si te ha dicho que te llamará es porque lo hará.

Me incorporé a la autopista y puse rumbo a mi casa sin apenas advertir los coches que adelantaba.

— Llamará —contesté— Sólo espero...

— ¿Qué? —preguntó Chan.

— Es sólo que... —me obligué a reconocer la verdad— Lo quiero todo. Quiero llevarlo a cenar, preguntarle cuál es su plato favorito, lo que quería que le trajeran por Navidad cuando tenía doce años...

» Quiero llevármelo a la cama y tenerlo allí toda la noche —hice una pausa— Y que Dios me ayude, Chan, pero lo quiero tener en mi cuarto de juegos.

Él se rio con suavidad.

— Lo tienes todo planeado, ¿no?

— Casi todo depende de él.

— Todo depende de él —me corrigió— Cada nuevo paso que den depende de él. Tómatelo con calma. Dense tiempo para conocerse el uno al otro. Construye su...

— Confianza en mí. Lo sé. Lo sé. Ya me lo dijiste.

— Sólo me estaba asegurando de que me escuchabas.

— Lo hice.

— Bien —dijo— Porque si le mencionas el cuarto de juegos demasiado pronto, lo asustarás. Y antes de que pienses siquiera en volver a esa habitación...

— ...Él y yo tenemos que hablar —concluí yo mismo su frase— Palabras de seguridad y nuevas normas. También me has hablado sobre esto una y otra vez.

— Ya lo sé. Sólo intento que veas lo importante que es que hablen mucho esta vez.

«Esta vez» —bromeé— Lo dices como si fuera a ocurrir.

— Yo creo que ocurrirá —sentenció— Al final ocurrirá. Soy un optimista empedernido, ¿recuerdas?

Se oyó entonces el inconfundible sonido del llanto de un bebé.

— ¡Vaya! —exclamó— Se acabó la siesta. Baek ha salido de compras. Una tarde de chicos, ¿sabes? —el llanto se hizo más intenso— Llámame cuando hayas hablado con Minnie.

Colgamos y yo hice el resto del camino hasta casa en silencio, recordando mi conversación con él.

¿Cuándo me llamaría?

¿Querría volver a quedar o me diría que le dejara en paz?

Pero me había dejado besarle la mano.

Estaba seguro de que no me lo habría permitido si tuviera la intención de pedirme que le olvidara.

Me llevé la mano a la nariz para ver si su fragancia seguía pegada a mi piel.

Sentí por primera vez que el silencio ya no era mi enemigo, sino un aliado que me daba tiempo para pensar.

Me volví a olisquear la mano:

Estaba convencido de que podría percibir su olor y quise dejarme llevar por el optimismo de Chan Yeol.

[ ☦ ]

Cuando llegué a casa, Apolo corrió hacia mí y me olisqueó intensamente en cuanto entré en el vestíbulo.

Me puse de cuclillas y me lamió la cara al tiempo que aullaba.

De vez en cuando, miraba en dirección a la puerta, como si esperara que entrara Minnie.

— Lo sé. Ya sé que lo echas de menos.

Él aulló de nuevo y me dio un golpecito con la pata.

— Quizá vuelva pronto —dije, esperando, por el bien de los dos, que así fuera.

Minnie no llamó el lunes.

Pasé el día en el despacho, con el móvil encima del escritorio esperando que sonara y le di a Shan instrucciones específicas de que me avisara si llamaba por el teléfono fijo.

Me dije que no importaba, que él necesitaba tiempo.

Tenía que pensar.

HoSeok me llamó para invitarme a ver la obra de teatro de su instituto que se estrenaría el siguiente fin de semana.

Yo acepté y me pregunté una y otra vez si debía pedirle a Minnie que me acompañara.

Sí.

No.

Tal vez.

Aquella noche dormí muy intranquilo.

El martes no fue mucho mejor.

Aquella tarde me fui a casa un poco abatido; sabía que cada día que pasaba significaba que, o bien no llamaría, o que cuando lo hiciera me diría que no quería volver a verme.

Me sonó el teléfono justo cuando acababa de tomarme una cena ligera y estaba a punto de sacar a Apolo antes de irme a dormir.

En la pantalla ponía Minnie.

Se me aceleró el corazón y con un dedo tembloroso, apreté el botón para responder.

— Hola —saludé.

— Yoongi —dijo con voz ronca y despreocupada— soy yo.

«Lo sé —quería gritar— Lo sé, créeme.»

— Hola, Minnie —contesté.

Que me llamara la noche del martes estaba bien, ¿no?

Era una buena señal.

El martes era mucho mejor que el jueves o incluso que el miércoles.

— Hay un restaurante de sushi en la misma calle de la biblioteca —me informó— ¿Nos vemos allí para comer mañana?

— Claro —respondí.

Quería quedar, hablar y comer.

Eso tenía que ser bueno.

— ¿A qué hora?

— Al mediodía.

— Lo estoy deseando.

Y así fue como lo decidí:

El martes se había convertido en mi día favorito de la semana.

[ ☦ ]

Llegué al restaurante a las doce menos cinco y miré a mi alrededor en busca de una mesa vacía.

Pero entonces me encontré con una maravillosa sorpresa:

Minnie ya estaba allí, había conseguido una mesa y me estaba esperando.

Me estaba esperando a mí.

Me puse bien la corbata y me fui directo hacia él.

Sus ojos me siguieron todo el rato y cuando me sonrió se me aceleró el corazón.

Era un bastardo con suerte.

— Hola, Minnie —le saludé, sentándome frente a él.

Sonrió.

— Hola, Yoongi.

Yo le sonreí con más intensidad.

Hasta el momento todo iba muy bien.

El camarero se acercó a nuestra mesa y tomó nota de nuestro pedido.

Minnie sabía exactamente lo que quería y pidió sus makis con cierto aire de autoridad.

Yo inspiré hondo y, después de entregarle la carta el camarero, le miré.

— Va a hacer una primavera preciosa —comenté.

— Estoy impaciente por ver cómo empiezan a florecer los cerezos. Me encantan esos árboles.

«¿Lo ves? —me dije— Puedes mantener una conversación trivial.»

— Yo tengo algunos en casa. A Apolo le gusta mucho revolcarse entre las flores cuando caen.

Minnie se rió.

— Ya me lo imagino.

— Es digno de verse —añadí, pero no estaba hablando de Apolo, estaba hablando de él.

Allí, sentado delante de mí, charlando con naturalidad y riendo.

Estaba precioso.

— Apolo es único.

— Sí que lo es.

— ¿Qué tal va el trabajo?

— Sólo estoy haciendo mi parte para salvar la economía mundial. ¿Qué tal la biblioteca? ¿Ha pasado algo emocionante?

Él se puso derecho.

— Estoy organizando un grupo para lectura de poesía. Clásicos: Dickinson, E. E. cummings, Frost... Ya sabes, esas cosas tan aburridas que no lee nunca nadie.

Estaba bromeando.

Me encantaba.

— Entonces le estás haciendo un gran servicio a la ciudad de Seúl al asegurarte de que los grandes de la poesía siguen vivos.

— Eso no lo sé, pero es muy divertido.

— ¿Los leen a todos en la misma sesión? —le pregunté.

Nunca había estado en una lectura de poesía.

— A veces —respondió— Pero he decidido dividir las siguientes. Dedicaremos una a cada poeta. Dickinson será la primera, el miércoles que viene. Espero poder arrastrar a Tae Hyung esta vez.

— Tae Hyung —repetí— JungKook no habla de otra cosa. ¿Cómo está?

— Bien. He decidido dejarlo vivir a pesar de haberme avergonzado con aquella canción en la fiesta.

— Eso es muy magnánimo por tu parte.

— A fin de cuentas —le brillaron los ojos de diversión— no fue él quien dijo mi nombre por megafonía delante de cientos de personas.

Seguía bromeando conmigo.

— En ese caso —comenté— volveré a alabar tu magnanimidad. En esta ocasión por dejar que sea yo quien escape con vida.

— No es nada. Me alegro bastante de que lo hicieras. Aunque eso lo pienso ahora, claro.

El tono de broma ya había abandonado su voz y supe que había llegado el momento de hablar de cosas más serias.

— Antes de que hablemos de nada más —señalé— tengo que decirte una cosa.

— Como quieras —contestó con cierto recelo.

— Necesito que entiendas que estoy yendo a terapia para trabajar mis problemas con la intimidad y mi estabilidad emocional. Esto no tiene nada que ver con mis necesidades sexuales.

Mi médico, además de Chan Yeol, y hasta cierto punto también NamJoon, me habían ayudado a comprender que mi estilo de vida era completamente aceptable.

No estoy seguro del motivo por el que necesitaba que me reafirmaran en ese sentido, pero me sentí mucho mejor después de eso.

—Soy sexualmente dominante —le dije— Y siempre seré un Dominante. No puedo ni quiero olvidarme de esa parte de mí. Eso no significa que no pueda disfrutar de otros... Sabores. Al contrario, los demás sabores ayudan a una buena variedad.

Y yo quería disfrutar de esa variedad con él.

— ¿Te parece bien?

— Sí. Yo nunca esperaría que abandonaras esa parte de ti mismo. Sería como negar quién eres.

Lo había entendido.

— Exacto —respondí.

— Igual que yo no puedo negar mi naturaleza sumisa.

Lo había comprendido de verdad.

Sonreí.

— Claro.

El camarero nos interrumpió un momento para traernos el té.

Me sentí mejor después de haber comentado aquello, sabiendo que los dos estábamos en el mismo punto y que si alguna vez volvíamos a estar juntos, Minnie sabía lo que debía esperar.

Y, sin embargo, aún faltaba una pieza del rompecabezas...

— Siempre me he preguntado una cosa. No tienes por qué contestarme —añadí— pero, ¿cómo te enteraste de lo mío?

Él bajó la vista y la posó sobre el té.

¿Qué?

Era una pregunta razonable, ¿no?

Entonces me miró e hizo un gesto con la mano.

— Por favor. Todo el mundo conoce a Min Yoongi.

Había algo que no quería decirme.

Y eso significaba que tenía que tomar medidas drásticas.

— Es posible —respondí— pero no todo el mundo sabe que encadena personas a la cama y las azota con una fusta.

Minnie se atragantó con el té.

— Tú te lo has buscado —murmuré.

— Es verdad —se limpió la boca— Absolutamente.

Mi rápida respuesta alivió un poco la tensión, pero seguía teniendo curiosidad.

— ¿Me vas a contestar? —le pregunté.

Él inspiró hondo.

— La primera vez que me fijé en ti fue cuando salvaste la casa de mi madre.

Así que mis acciones no habían pasado inadvertidas.

Me encantó tener esa certeza.

— Hasta ese día, sólo eras un hombre sobre el que leía de vez en cuando en las noticias de sociedad —prosiguió— Una celebridad. Pero entonces te convertiste en alguien real.

El camarero nos trajo la comida y a mí me irritó su interrupción.

Minnie acababa de admitir que sabía de mi existencia y que me había seguido la pista en las publicaciones durante años.

Necesitaba saber más, tenía que saber los detalles.

Esa información me sorprendió.

¿Sería posible que llevara casi tanto tiempo esperándome como yo a él?

Mientras hablaba, se sirvió un poco de salsa de soja.

— Poco después de aquello, vi tu foto en el periódico. Ya no me acuerdo del motivo.

¿A quién le importaba el motivo por el que saliera mi foto en el periódico?

Mi foto siempre estaba en el periódico.

¿Cómo había averiguado todo lo que sabía sobre mí y sobre mi estilo de vida?

— Es igual —dijo— El caso es que mi amiga Sam pasó por allí cuando yo estaba leyendo el artículo. Yo hice algún comentario sobre lo guapo que eras y me pregunté en voz alta cómo  serías.

¿Ah, sí?

¿Al ver mi foto en el periódico?

— Y entonces ella se puso nerviosa y se mostró inquieta —explicó.

— ¿Sam? —pregunté.

Pensé un poco, pero fui incapaz de recordar que hubiera ninguna Sam en la comunidad.

— Una vieja amiga. Hace años que no hablo con ella.

Volví a repasar mis recuerdos, pero seguía sin poder ubicar ninguna Sam.

¿Cómo habría oído hablar de mí?

— Resulta que ella había asistido con su novio a una fiesta o una reunión o algo, no sé cuál es la forma correcta de llamarlo, un evento para Dominantes y sumisas. Ellos eran aficionados.

Claro, una fiesta BDSM.

— Ah —dije— Y yo estaba allí.

Si aquella Sam sabía quién era yo, era evidente que debí de hacer de participante o de instructor.

Por lo visto no debía querer que Minnie se mezclara con un tipo como yo y lo tuvo tan claro que rompió la regla de confidencialidad.

Lo normal es que esa información me hubiese puesto furioso, pero, dadas las circunstancias, supongo que debía estarle agradecido por presentarme.

—Sí —confirmó Minnie— y me contó que eras un Dominante. Luego dijo que no debería habérmelo dicho y me hizo jurar que guardaría el secreto. Yo nunca se lo dije a nadie, excepto a Tae Hyung, y sólo cuando tuve que hacerlo. Pero Sam no quería que me hiciera ilusiones contigo ni que fantaseara con historias del príncipe azul y su cenicienta.

Todos aquellos años desperdiciados.

Todos aquellos años que había pasado deseando a Minnie y por alguna clase de milagro resultaba que él también soñaba conmigo.

¿Cómo era posible?

— ¿Y lo hiciste? —le pregunté.

Necesitaba saber lo que pensaba de mí.

— No —contestó con despreocupación— Pero sí imaginé que me encadenabas a la cama y me azotabas con una fusta.

Joder.

Entonces fui yo quien se atragantó con el té.

Minnie me lanzó una mirada inocente.

— Tú te lo has buscado.

Me reí.

Minnie me deseaba.

Me había deseado durante años.

Y estaba bromeando conmigo sobre ello.

— Es verdad —convine— Absolutamente.

Me lo había buscado.

— Durante mucho tiempo no hice otra cosa que fantasear —reconoció.

Joder.

Había estado fantaseando conmigo.

Durante años.

No conseguía asimilarlo.

Miró su plato.

— Y entonces hice algunas preguntas. Algunos de los amigos de Sam siguen viviendo por aquí, así que no me costó mucho encontrar al señor Han. Guardé sus datos durante meses antes de hacer nada.

Y lo hizo en el momento preciso.

Si hubiera hablado con Han un poco antes, yo habría estado con Chae Rin y habría ignorado su solicitud.

Inspiré hondo al darme cuenta de lo cerca que habíamos estado de no llegar a conocernos nunca.

Él se encogió de hombros.

— Sabía que acabaría llamándolo en algún momento; cualquier cosa tenía que ser mejor que...

— El sexo insatisfactorio —completé, sin dejar de pensar en CL.

— O en mi caso sólo pura insatisfacción —levantó la vista como si necesitara reafirmación— Era incapaz de mantener una relación con un chico. Sencillamente no podía.

Claro.

Yo sabía exactamente cómo se sentía.

Por suerte, y gracias a las conversaciones que había tenido con Chan Yeol, en ese momento podía ayudarle.

— Supongo que hay varios grados de normalidad, Minnie —dije— ¿Quién se supone que puede decidir lo que es normal y lo que no lo es?

Yo no estaba dispuesto a dejar que nadie me volviera a poner etiquetas nunca más.

Ni siquiera yo mismo.

Y me negaba a dejar que Minnie albergara las mismas dudas con las que yo había luchado durante tanto tiempo.

— Sinceramente —replicó— yo ya he hecho lo que es normal a los ojos de todo el mundo y es aburridísimo.

— Son distintos sabores. Y todos pueden ser deliciosos cuando se disfrutan con la persona adecuada.

«Yo quiero disfrutarlos contigo»

— Pero sí, la tendencia natural de cada cual encuentra la manera de definir lo que uno ve como normal.

— Tú también intentaste mantener lo que se conoce como una relación normal. Con Chae Rin.

Sí, si Minnie y yo íbamos a tener una relación, tenía que hablarle de Chae Rin.

—Sí —le di un bocado a un maki y mastiqué mientras pensaba— Con Chae Rin. Fue un desastre.

Esbocé una mueca de dolor al recordar el daño que le había hecho.

— Fracasamos por varios motivos: Ella no es sumisa por naturaleza y yo no pude reprimir mi naturaleza dominante.

Recordé la noche en que me encontró en mi cuarto de juegos.

— Pero Chae Rin no quería admitir que lo nuestro no funcionaba.

Nunca llegué a entender por qué.

Nunca comprendí que se fuera a llorarles a NamJoon y a SeokJin, ni tampoco que sintiera la necesidad de interrumpirme cuando intentaba hablar con Minnie en la fiesta de compromiso.

— En cualquier caso —dijo él— ahora ya parece haber superado lo suyo.

Me pregunté de qué habrían hablado durante la fiesta.

Aunque si él creía que CL ya lo había superado, tampoco tenía mucha importancia.

— Gracias a Dios —exclamé— ¿Y tú?

Minnie me miró con un precioso brillo de deseo en los ojos.

— No.

Me recorrió una punzada de relajación, excitación, expectativa y esperanza.

— Menos mal —me limité a contestar.

Alargué el brazo por encima de la mesa y le tomé la mano.

— Yo tampoco —aseveré, porque no bastaba con que yo supiera cómo se sentía él, tenía que ser sincero.

Debía dejar que también él supiera cómo me sentía yo.

Nuestras miradas se cruzaron y yo empecé a notar cómo se aflojaban las cadenas de mi pasado.

Si habíamos llegado hasta allí, quizá pudiéramos ir un poco más lejos.

— Haré todo lo que sea necesario para volver a ganarme tu confianza, Minnie, y durante el tiempo que haga falta.

Inspiré hondo y me obligué a hacerle la siguiente pregunta, mientras le acariciaba los nudillos:

— ¿Me dejarás intentarlo?

— Sí.

Sentí ganas de saltar por encima de la mesa. Le estreché la mano y luego se la solté.

— Gracias.

Lo íbamos a conseguir.

Lograríamos superar todo aquello y encontraríamos nuestro camino, juntos.

Quería seguir hablando con él durante horas.

Entonces el maldito camarero volvió a la mesa.

— ¿Alguna vez has preparado sushi? —preguntó Minnie.

Vale, también podíamos hablar sobre sushi.

— No, nunca, pero siempre he querido aprender.

El camarero recogió mi vaso y lo rellenó.

— Aquí impartimos clases. El próximo jueves por la tarde. A las siete.

Minnie me miró.

«¿Deberíamos probar?», me decían sus ojos.

¿Como una cita?

¿Una cita normal?

¿Para conocernos mejor?

Sí, claro.

Haría cualquier cosa para estar con él.

Estuve a punto de decírselo, pero entonces oí la voz de Chan Yeol en mi cabeza:

«En adelante, es él quien debe decidir cada nuevo paso que den»

Lo miré con una ceja arqueada.

«Es cosa tuya. Tú decides.»

— Hagámoslo —propuso.

Había aceptado.

Quería intentarlo.

En ese momento decidí pedirle que me acompañara a ver la obra de teatro de Hope del sábado.

Tuve la oportunidad de hacerlo cuando salíamos del restaurante.

— Minnie —le dije mientras le ayudaba a ponerse el abrigo— HoSeok va a participar en la obra de teatro de su escuela. El estreno es este sábado y me ha pedido que vaya. ¿Te apetece venir conmigo?

Intenté descifrar su expresión, pero fui incapaz de deducir lo que estaba pensando.

— ¿A qué hora?

— Puedo recogerte a las cinco —dije— ¿Quieres que comamos algo antes de la obra?

Hasta ese momento, él no había querido que fuera a recogerlo o que subiera a su apartamento.

¿Habría conseguido cambiar eso nuestras conversaciones y las confesiones?

— Nos vemos a las cinco.

[ ☦ ]

Cuando Minie se marchó, llamé a Shan y le dije que trabajaría desde casa el resto de la tarde.

Conduje hasta allí con un propósito en mente y después de librarme de los neuróticos olisqueos de Apolo y de dejarlo salir, recorrí el pasillo.

Me detuve frente a la puerta doble y cerré los ojos.

Ya era hora.

Había pasado mucho tiempo.

Debía dejar atrás el pasado y ése era el día en que lo  haría.

Inspiré hondo, abrí las puertas y entré en mi biblioteca por primera vez en semanas.

[ ☦ ]

El sábado llegó después de los que debieron de ser algunos de los días más largos de mi vida.

Me pregunté si Tae Hyung estaría por el piso, pero JungKook me dijo que aquella noche se quedaría en su casa.

Decidí ignorar su tono de «ya te lo dije».

La cita con Minnie no pudo salir mejor.

Estaba precioso, encantador y bastante hablador.

Me invitó a asistir a la lectura de Dickinson y acepté sin pensarlo dos veces.

Y, por cierto, su plato favorito era pierna de cordero y cuando tenía doce años quería que le regalaran una bicicleta por Navidad.

Yo ya sabía que HoSeok no tendría un gran papel en la obra, pero cuando salió al escenario formando parte del coro por primera vez y me vio sentado entre el público...

Las palabras se quedan cortas para describir lo orgulloso que me sentí.

Había mejorado mucho.

Ya no era el chico enfermizo que conocí poco tiempo atrás y se había esforzado por llevar una vida activa.

Estuve toda la noche procurando no tocar o rozar a Minnie por accidente.

Recordaba muy bien lo que me había dicho Chan Yeol y quería que fuera él quien decidiera el futuro de nuestra relación física.

Mi único momento de indecisión fue cuando lo dejé en su apartamento.

¿Debía intentar besarlo?

— Gracias por invitarme —dijo, cuando estuvimos ante la puerta— Lo he pasado muy bien.

— Me alegro de que hayas venido conmigo. La noche no habría sido lo
mismo sin ti.

No pude evitar tomarle de la mano.

— Nos vemos el jueves por la noche.

Le miré a los ojos.

Quería preguntarle si podía besarle.

Aún no.

Deja que sea él quien dé el primer paso.

Pero, ¿y si no lo hacía?

No lo hizo.

Le sonreí y me di media vuelta para irme.

— Yoongi —me llamó, cuando yo ya me había alejado unos pasos.

Se me aceleró el corazón, pero me volví para mirarlo.

Se acercó a mí y yo me quedé inmóvil, esperando, era incapaz de apartar la vista de él.

¿Querría que...?

¿Desearía...?

Entonces se me detuvo delante y me tocó la cara.

La caricia de un dios.

Sentí sus dedos deslizándose por mi mandíbula, subiendo hasta mi pelo; ¿cómo había podido sobrevivir sin sus caricias?

No lo había hecho.

— Bésame —me pidió— Bésame y siéntelo.

Me exigió que lo sintiera.

Quería que se lo demostrara y no lo negara después.

Nunca más.

Jamás volvería a sentir lo que sentía por él.

— Oh, Minnie —exclamé.

Podría vivir trescientos años y seguiría sin comprender que me perdonara.

Le puse un dedo debajo de la barbilla y le levanté la cara.

Cuando acerqué la boca a la suya, se me cerraron los ojos.

En cuanto nuestros labios se tocaron, percibí su necesidad.

Sentí su deseo.

Noté el delicado equilibrio entre sus emociones y lo mucho que se parecían a las mías.

Y, aun así, me tomé mi tiempo y me deleité en lo que sentía al tocarlo, en su suavidad y en cómo se movía junto a mí.

Él dio un paso adelante y yo le estreché entre mis brazos.

Luego abrí los labios bajo los suyos al notar que él así lo quería.

Se lo confesé todo en ese beso.

Por primera vez conseguí no guardarme nada y, a cambio, sentí cómo él se entregaba una vez más.

Era un regalo que no merecía y lo atesoraría todo el tiempo que Minnie me permitiera hacerlo.

Lo atesoraría a él.

Conseguiría que se sintiera deseado, necesitado y amado.

Enseguida noté cómo mi cuerpo despertaba al percibir su cercanía y sus caricias, y me separé.

No quería que pensara que yo esperaba nada aquella noche.

Ya era suficiente que me hubiera dejado que le besara.

Suspiré contra sus labios.

— Gracias.

«Gracias por tu aceptación, por tu perdón, por estar dispuesto a dejar que vuelva a formar parte de tu vida. Gracias por no perder la fe en mí ni en nosotros a pesar de que yo sí lo había hecho.»

Minnie me miró todavía entre mis brazos.

— De nada.

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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆

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