~ Veinticinco ~
La dulce risa de su chico calentaba su corazón, provocándole sensaciones que amaba sentir y que por algún tiempo creyó que no podría experimentar en realidad.
Sus miradas se conectaron por segundos en los que sintió que algo le quemaba a través de la garganta, esparciendo un cosquilleo gustoso que le provocaba una sonrisa sincera sobre sus delgados labios.
Pisadas rápidas se presentaron en sus pies, los cuales hormigueaban ante la ensoñación que presentaba su cuerpo al tener frente a él a Jimin, encontrándose ansioso.
Sostuvo su cintura con delicadeza, atrayendo hacia sí el pequeño y estilizado cuerpo que desde su punto de vista era parte de el ser más perfecto que el universo pudo admirar.
Trato de escribir sobre ello una y otra vez, frustrándose de sobremanera al no lograr expresar lo perdido que se encontraba por él rubio. Siempre había logrado plasmar sus sentimientos y opiniones a través de su música, usando aquellas letras como una autoayuda y una forma de liberación que no se comparaba con nada, sin embargo, algo realmente raro sucedía dentro de su cabeza cuando intento escribir sobre Jimin. Lo hizo por tantas ocaciones que miles de composiciones se formaron en pocos instantes, letras hermosas que se habían vuelto famosas o que incluso se mantenían ocultas dentro de aquella libreta especial, donde ninguna le parecía suficiente para la persona que él amaba.
Sus ojos brillaron con ternura de manera diminuta, pequeños besos fueron depositados en las mejillas más pálidas, provocando que él chico percibiera los rechonchos y calientes labios que se encargaban de mostrar lo mucho que se habían extrañado.
—Estás aquí.
La suave y cálida voz lo sumergió en un abismo del cual no tuvo escapatoria desde el primer instante, cuando tiempo después se percató de las discretas pero constantes miradas que le dedicaba él menor.
Habían pasado aproximadamente dos semanas desde su último encuentro. Entre la empresa y los cuidados hogareños Yoongi no había tenido el tiempo suficiente para visitar a Jimin, quien le había suplicado que no se presionara y que dejara que las cosas fluyeran con calma.
Recordó el primer beso y los fuertes e imponentes sentimientos que se alojaron en su pecho, aquellos que le hicieron temblar y asustarse, pero que a la vez le llenaron de una felicidad exorbitante.
Pensó en la primera vez que Jimin le demostró lo celoso que se encontraba de una chica que había visitado el café constantemente simplemente para pedir su numero o intentar coquetear un poco, riendo en silencio al recordar el como había negado estar celoso, para después recibir una disculpa de la chica por intentar flirtear con un chico que ya tenía un compromiso con alguien.
Imagino diversos futuros en los cuales Jimin lo acompañaba de la mano, con un abrazo o una simple mirada, plantándose firmemente en los suelos y afirmando que sería de esa forma, porque ya no deseaba concebir en su mente una realidad en donde Jimin estuviese con alguien más, donde no fueran más que un par de amigos y se negó rotundamente a una donde no se conocieran. Por que si, él no era alguien muy espiritual o creyente de un ser místico, pero podía jurar que aquel sonriente cachetón había sido creado especialmente para él y solo para él.
Sonrió al cielo, admirando sus violáceos colores y la brisa fresca que repentinamente surcó los cielos.
—Estoy. —Soltó con seguridad, depositando un duradero pero silencioso beso sobre la sien de él más bajo, la cual se encontraba cubierta por un bonito pero peculiar gorro. Uno de los que siempre solía usar, porque Jimin sufría de dolores fuertes de cabeza ante el frío que solía tener la ciudad en esa época. Bueno, al menos eso era lo que creía, era lo que su novio le había dicho.
Yui-Chan. ❤️
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