~ Cuarenta y cinco ~

Sus orejas descienden y su cuerpo comienza a temblar, imaginando escenarios en los cuales habría tomado una decisión diferente aquella mañana, en definitiva debió ponerse el suéter amarillo.

Comienza con ligeros pasos en retroceso y puede notar que su cola comienza a tomar aquella peculiar forma que detona su estado.

El chico frente a él le conoce, sabe que algo sucede incluso si no puede decírselo gracias a su actual condición, presintiendo que los bigotes bajos y la espalda arqueada de su antiguo minino tratan de comunicarle algo.

Minnie siempre fue alguien a quien podía describir como dócil, nunca atacaba o arañaba sin ser parte de un juego o quizá basado en sus pequeños celos que solía sentir, demostrando en ese momento que su pequeña figura comprimida en una esquina de la habitación era un claro ejemplo de algo que ya había surcado por su mente en el momento que ingresó en la habitación.

Su chico estaba asustado y era algo que claramente no deseaba provocar en el menor, él solo esperaba darle una sorpresa después de varios días sin verse gracias al trabajo, realmente ansiaba ver a su pequeño. Quizá debió decirle de ante mano que iría a visitarlo.

Sus pies dejan de avanzar cuando la imagen de Minnie cohibido junto a la pared se le presenta, no sabe muy bien cómo actuar y en especial las palabras que deben salir de sus labios para no dañar los delicados sentimientos de su bebé.

Se toma unos minutos en los que sus miradas no se desconectan ni por un solo segundo, emitiendo el necesario parpadear que claramente estuvo presente en todo momento.

Respira y toma algo de fuerza cuando siente que las palabras correctas se han estructurado en su mente, quizá no eran perfectas pero era lo mejor que podía hacer.

—¿Puedo acércame? Yo... realmente esperaba el día en que volvería a verte de esa forma. —Trago con nerviosismo al no recibir una reacción muy diferente.—¿Te gustaría que nos recostáramos Minnie? —Una pequeña risa salió de sus labios. —Siempre has sido muy dormilón...

Su mano se estira y trata con fervor el lograr acercar sus falanges a la peluda figura, que parece por unos segundos encontrarse inconsciente al decidir alejarse nuevamente.

Decir que hizo algo terriblemente mal suena algo exagerado, pero es así como lo siente al no obtener un comportamiento positivo.

Sus opciones parecen agotarse y la simple idea de imaginar que Jimin pueda sentirse incómodo a su lado le hace temblar, necesitaba reducir la tensión.

Jimin sabe que no tiene nada que temer cuando su diminuto cuerpo tiembla, percibiendo aquella electricidad que le hace entrar en confianza de nuevo al ver a su chico malo en una posición que solía usar cuando le veía decaído y sin muchos ánimos de jugar con su bola de estambre.

Yoongi mueve las manos como si fueran pequeñas garras que desean despedazar al aire, pegando su espalda con el suelo y encogiendo sus piernas hacia su pecho, creando un intento de maullido que Jimin puede jugar es terrible y posiblemente entre berreos y balbuceos soltó una mala palabra que desconoce por completo.

Y sin pensarlo mucho su suaves acolchonadas patitas le llevan hasta él en un par de saltos y tiernos ronroneos, sus figuras quedan tan cerca que incluso si la timidez la recorre no se arrepiente de restregar su pequeña cabeza contra la mejilla del pálido.

Y es ahí cuando Yoongi piensa que lo ha logrado, incorporándose con rapidez y sujetando entre sus al cuadrúpedo ser.

—Te extrañe, realmente disfruto el tiempo contigo, no importa la apariencia que tengas. —Trago y suspiro con tranquilidad al sentir los pequeños mordiscos en sus brazos y la manera en cómo se retorcí con la intención de llegar hasta sus mejillas. —Te amo mucho mi Jiminie.

Aquella tarde no se parecía ni un poco a sus planes en el trayecto a la cafetería, pero sin duda alguna había resultado mucho mejor.

Después de todo, había recuperado un poco más esa cercanía que solía tener con su minino antes de que las verdad comenzara a surgir.


























Sin embargo, entre tanta calidez y frescura existía algo que a Jimin le inquietaba, quizá porque nunca antes lo había percibido o por la firmeza que mantenía entre las ropas de Yoongi, aún no lo sabía. Pero en definitiva ese peculiar olor no le daba buena espina.
































Plis!!! Díganme si llegan a ver alguna falta ortográfica o alguna palabra que no concuerde en el texto... 🥺

Estaba pensando en subir dos o quizá tres capítulos por semana en esta temporada de cuarentena, ¿que dicen?



Les amo mucho UuU











Yui-Chan ❤️

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