~ Cincuenta y siete ~
El aire comienza a faltar, la boca de su estómago se remueve e intenta hacerle volver el desayuno, poco antes de que su piernas comiencen a fallar y le hagan caer sin delicadeza alguna.
Recuerda entre imágenes difusas el ser sostenido por su primo y la fuerza con la que su nombre fue soltado por su chico, mientras el mayor pedía que respirara y llamaba por su nombre con el temor de que cayera ante la inconsciencia.
Para Seokjin se trataba de una siempre mudanza o un cambio de aire, algo que en realidad para nadie resultaba ser algo grave.
Pero para Jimin lo era.
Su vista se había nublado por algunos segundos y según él doctor su presión había bajado, sin contar que aún se encontraba desorientado, trataban de atraerlo y acérele recobrar la atención.
Parpadeo con desconcierto un par de veces y observo una vez más el lugar, Yoongi se veía ansioso y no dejaba de pedir que lo dejaran levantarse con la intención de ayudar a su chico.
El médico realizó un par de preguntas que respondió con rapidez, incómodo y un poco fastidiado por la atención que agradecía pero creía no necesitar.
Se encontraba sentado en un sofá de la misma habitación, con la voz de Seokjin de fondo y el médico encargado hablando sobre su estado.
—Estoy bien... un poco mareado. —Cerró sus ojos una vez más y se dedicó a cubrirlos con las palmas de sus manos, evitando cualquier rayo de luz y llenándolos por completo en oscuridad. —Solo necesito agua, tengo muchas náuseas.
—¿Estas seguro, es todo lo que quieres? —Desea cerciorarse y se mantiene conforme ante el asentimiento del rubio. —Iré por ella, no tardo.
Su felino interior comenzó a llorar, anhelando volver a ese departamento una última vez, aquel lugar donde había estado viviendo por mucho tiempo y en el cual había comenzado a florecer el amor, en ese momento unilateral, hacia el chico pálido.
Aquel lugar donde lo vio por primera vez después de que le quitase a esos niños malcriados de encima, donde se dedicó a bañarlo con toda delicadeza, curó sus heridas y le alimentó desinteresadamente.
Su mente viaja con rapidez y le regresa hacia aquel momento en el que se encontraba nervioso y encima de las piernas del chico, quien decía nombres distintos que leía frente al computar, esperando que uno fuese aceptado y desde entonces así sería llamado el pequeño minino.
Recuerdas las una y mil veces que Yoongi le pidió que bajara del colchón, las noches que se dedicó a bajarlo de la cama para recordarle que él tenía la propia, pero al final de la discusión y con el transcurso de los días, el chico terminó recostado con su mascota al lado por elección propia.
Ahora se encuentra a solas con su chico, sabe que este le mira incluso si no ha salido de su escondite, las palabras no parecen querer fluir y su preocupación no ha pasado a segundo plano, pero lo cierto es que ahora se encontraba molesto y preocupado.
—¿Por qué no le dijiste nada? —Su voz permanece rota, igual que al inicio de toda la conversación.
—No pensé que te alterara tanto la noticia. —Confiesa.
—¡Por supuesto que si, yo vivía ahí! —Sus manos golpean sus rodillas y decide levantarse ante la impotencia contenida.
—Amor, tranquilízate. Es solo un departamento. —Habló con tranquilidad, comprendiendo un poco el sentir de su chico.
—No solo un departamento, ahí tuvimos mucho momentos bonito, me cuidabas, cantabas incluso si lo hacías frente a nadie más, veíamos películas en el sofá, ¿todo eso ya no te interesa?
—Cariño, claro que me interesa.
—Pues no parece, porque ni siquiera tuviste decencia de decírmelo hasta hora, no creo que te importe mucho ese lugar porque lo vendiste sin pensarlo.
—Jimin. —Intento tranquilizarlo.
—No. Jimin, nada. ¿Te das cuenta de lo que hiciste? Vendiste tu casa el lugar donde vivías y pasamos momentos que jamás podré olvidar y que a ti, parece no te interesa recordar. —Soltaba más exaltado por la situación.
—Jimin. —Repitió una vez más, esperando que el muchacho lo dejase hablar.
—Es que no puedo creer que te importara tan poco, estuvimos juntos por primera vez en ese lugar e incluso tuvimos nuestra primera cita como novios allí mismo.
—¡Jimin, ya no me sentía cómodo!
El rubio aguardó, esperando que el mayor continuará, sintiéndose cohibido ante el grito, pero comprendiendo que había mortificado a su chico. —¿Porqué dices eso?
Suspiro. —Porque todo el lugar me recordaba a Minnie. No es que tenga algo de malo pero nuestra situación era diferente y aún me costaba recordar todo lo que dije o hice cuando pensaba que solo me acompañaba mi gato.
—Sigues molesto conmigo.
—No se trata de eso, Jimin. Solo que sucede es que era extraño no tenerte ahí y tampoco te quería de vuelta. Se que suena horrible pero cuando te pedí un tiempo también incluía esto.
—¿Por qué? Era un lugar especial.
—Era solo un lugar, todo lo que he vivido contigo no se trata de los sitios en los que estamos. Y si, lo vendí porque ahí se mantuvo una fuerte mentira y no tenía muchas energías para seguirla soportando.
—No te comprendo...
—No espero que lo hagas, solo que lo aceptes y te hagas a la idea de que ya no está... bueno aún puedes ir, el lugar aún no está habitado y todavía tengo las llaves.
—No sería lo mismo.
—Nada puede seguir siendo lo mismo por siempre, puede empeorar o mejorar.
Jimin le mira y sabe hay algo que no le ha comentado, está alargando las cosas y eso siempre era señal de tormenta.
—Compre un lugar más grande, pase todos los muebles y adquirí otros. —Su mano se estiró hacia el rubio, pidiéndole sin palabras que la tomara. —¿Podrías acercarte?
Jimin no sabe que se avecina, pero decide hacerlo, caminar hasta tomar la mano de su novio y sonríe con dulzura por la energía que le recorre gracias al contacto de la misma.
—Yo estaba pensado... no es muy habitual pero ¿Jimin, quieres vivir conmigo?
Ya viene lo último.
Yui-Chan ❤️
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