~ Cinco ~
Se dejo caer en la suave y mullido sofá, suspirando de alegría mientras admiraba el techo de su departamento.
Había pasado una tarde maravillosa en compañía de su menor, disfrutando de la presencia y calidez que desprendía con una simple risa, deleitándose con la suavidad y dulzura de su voz.
Miraba la pintura en el techo incluso sin prestarle atención, ya que se encontraba inmenso en su mundo, uno donde Jimin era el protagonista y la primera imagen que siempre veía.
Cerró sus ojos recordando cada facción y expresión que él menor le dedicó en el transcurso del día, analizando y atesorando cada palabra que fue expulsada de sus rosados y regordetes labios.
Se encontraba tan distraído en esos momentos que no se percató de el peso extra en su pecho, no fue hasta que la diminuta y húmeda lengua de su minino depositó pequeñas lamidas sobre su cuello.
—¿Dónde te habías metido? Jimin estuvo aquí toda la tarde. —Abrió sus ojos ya algo cansados y comenzó a posar sus largos dedos sobre las suaves orejas de él felino, dándole delicadas caricias. —Esperaba que logrará conocerte esta vez. Pero siempre que vengo con él decides escabullirte y escapar. —Río levemente y sostuvo a su pequeño entre sus manos.
Observó detalladamente a su acompañante, recordando la primera vez que lo vio, la furia que se acumuló en su pecho cuando notó que unos niños se encontraban lastimándolo.
Era la primera vez que su fastidio hacia la sociedad era expuesto ante personas mucho más jóvenes que él, realmente había dicho muchas malas palabras ese día, consiguiendo que muchos en el edifico en el que vivía lo vieran de mala manera y destacaran cómo un vecino ofensivo y de mal carácter.
Realmente llamar vagos y molestia para sociedad a un pequeño grupo de niños de ocho años parecía ser algo exagerado para la situación, sin embargo, esos niños necesitaban una reprimenda, en la cual él era el indicado para hacerles ver que lo que se encontraban haciendo estaba mal. Después de todo, ¿qué daño les podía hacer un pequeño e indefenso gatito?
Aproximó el pequeño cuerpo hasta su rostro y frotó su nariz en detrás de una de sus pequeñas orejas, disfrutando de la extrema suavidad y depositando un par de pequeños besos sobre estas, percatándose de los ligeros y sonoros ronroneos de su minino.
—Eres un gatito muy celoso Minnie.
Era verdad, Jimin se encontraba muy consciente de los celos que se acumulaban en su pecho y eran dirigidos hacia su parte gatuna, ¿pero cómo culparlo? Después de todo Yoongi siempre mostraba una sonrisa única y especial para su pequeño compañero.
Aunque si era sincero realmente Yoongi merecía saber la verdad, que su pequeño y celoso gatito también era su sonriente y consentido novio.
Miro a su dueño y comenzó a lamer su mejilla, dejando de lado la culpa por unos momentos, deseaba disfrutar esa bella noche en compañía de su adorado Min Yoongi.
—Te prepararé algo delicioso de cenar.
Él chico de oscuros cabellos depositó al pequeño cuadrúpedo en medio de el sofá, levándose y dirigiéndose hacia su cocina.
Sin duda guardar su pequeño secreto tenía sus ventajas. Por ejemplo, él como Yoongi cocinaba para él, cuando lo mimaba y consentía con distintos juegos o el como dormían justos todos los días.
Yui-Chan. ❤️
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