~ Treinta y siete ~

Su cuerpo entero sudaba de una manera que le helaba la piel en todo momento, comprimiendo con una mano su enredado cabello, tirando de él y lastimándose en el proceso cuando la desesperación por razones y respuestas le dominaba de sobremanera.

Sus ojos reflejaban cada imagen que el computador le mostraba, recorría una a una con lentitud, miraba hasta los más pequeños detalles y se forzaba por encontrar alguna pista, algo que le ayudase a comprender la situación que se encontraba sucediendo desde hace cinco días atrás.

El aparato y la poca iluminación que utilizaba en su casa como en su estudio comenzó a volverse un problema cuando sus ojos se encontraban tan irritados que suplicaban por ese descanso que necesitaban desde hace días en los que solo dormían un par de horas para continuar con su trabajo.

Su departamento y su aspecto le habrían avergonzado con anterioridad, sin embargo, ahora que todo se encontraba descuidado y desarreglado, dando la imagen de no haber sido habitado en semanas, comenzaba a sentirse como en la preparatoria, cuando dormía en el suelo de una sucia habitación de hotel que con mucho esfuerzo lograba pagar.

Cerró sus ojos como un pequeño reflejo que no pudo contener por más tiempo, alejo su mano del teclado y la dirijo hacia el puente de su nariz que imaginaba pronto volvería a sangrar, estaba acostumbrado, después de todo era algo que le sucedía desde que era muy joven.

Salió con molestia de la habitación, aventando la puerta y comenzando a caminar a mitad de la noche por todo su apartamento, importándole poco que se encontrase sobre la habitación de alguien más y el ruido que podría causar sobre el piso ajeno.

No lo entendía con claridad absolutamente nada de lo que había sucedido en la habitación de Seokjin trataba de comprender la situación y no podía, sabía que Jimin y él debían charlar y aclarar cada una de las dudas que surgieron minutos después de haberse marchado, pero aún no, no estaba listo para un enfrentamiento de tal magnitud.

Habían transcurrido días en los que no se había marchado de su estudio, trabajando en la empresa sin descanso alguno, olvidando las horas apropiadas de comida que no se basarán en medio litro de café al día, esperando que de esa forma la molestia y decepción que sentía se vieran amortiguadas por algún dolor muscular o estomacal.

Observó su hogar con detenimiento y se preguntó cuántas veces había tenido a Jimin junto él sin siquiera saberlo, provocando una sonrisa melancólica que se convirtió en un potente grito. —¡Maldita sea! —Soltó con dolor, aquellas palabras resonaron por la habitación, aventó el sofá nuevamente y se olvidó de la preocupación por los objetos delicados.

Las fotografías del minino que colgaban por las paredes fueron arrojadas a la esquina de la habitación común, quebrando los marcos en pedazos de recuerdos que durante esos momentos deseaba olvidar.

Sujeto las fotografías y terminó sangrando un poco a consecuencia de los cortes que se hizo por no se cuidadoso, quiso romper todas y cada una de las imágenes que tenía de Jimin, aunque ahora su cerebro parecía explotar con solo pensar en Jimin y Minnie siendo una sola persona, sintiéndose frustrado al observar la maltratada imagen entre sus manos.

Él ya no era así, había dejado de ser un chico impulsivo que peleaba con lunáticos en medio de callejones por un poco de dinero, había dejado de consumir y vender porquerías que solo le arruinarían la vida un poco más de lo que el destino ya había escrito para él.

—Ahg, te odio. —Apretó los dientes y su mandíbula dolió, pero era algo insignificante en comparación a cómo su cabeza punzaba segundo a segundo.

Su cuerpo entero de dejó caer sobre el sofá que lo sostuvo con fuerza en segundos, comenzó a golpear una y otra vez su nuca contra la parte poco mullida del respaldo, deseaba hacerse el mayor daño posible que ayudase a olvidar el que carcomía su interior. 

Ahora todo se sentía efímero e imaginario, su vida en ese lapso comenzó a ser irreal y con poca importancia, provocándole un sentir de debilidad e impotencia acompañado de una vulnerabilidad que le dejaba totalmente expuesto ante cualquier abuso, siendo algo que jamás había experimentado con tanta brutalidad.

Jimin era el ser más especial que había conocido, siendo una persona tan etérea y hermosa que se consideraba poco merecedor de tanta luz en su vida, aquella que ahora le segaba con una intensidad que lastimaba sin intención hasta dejarlo varado en un solitario desierto.

Su mente se había petrificado con la simple imagen del felino, quien era un Jimin que nunca había visto en realidad, aquel que portaba unas suaves y delicadas orejas gatunas que él habría amado desde el primer momento en el que lo conoció, pero aquellas que él rubio dominado por el temor jamás le mostró.

La rabia lo invadió al sentirse poco considerado por su menor, por su mejor amigo e incluso por aquel chico al que le había brindado una honesta mistad. La furia y las malvadas intenciones sobre provocarle dolor a dos de ellos le provocaron un sentimiento amargo y ácido que le recorre del pecho hasta el más diminuto rincón de su cuerpo y parece esfumarse con solo pensar en la sonrisa de él chico por el cual siempre pensó entregar todo.

Le quería con su propia alma de por medio, lo extrañaba tanto que dolía el simple hecho de imaginar no volver a mirarlo, lo necesitaba como se había prohibido desde muchos años atrás el rogar por el cariño de alguien. Yoongi le amaba tanto que estaba dispuesto a olvidar las mentiras del menor y continuar con su relación que se encontraba pausada.

Todo parecía una mentira o una cruel pesadilla de la que esperaba despertar con rapidez, correr hacia su pequeño Jimin, aprisionar entre sus brazos él delicado cuerpo de su precioso novio, besar sus rechonchos labios, realizar esa y cientos de muestras de amor por todo su bonito rostro.

Pero ahora necesitaba tiempo para acostumbrarse a la idea que se le había presentado de sorpresa, se relajaría y ducharía para un nuevo día, en el cual volvería a su viejo ritmo de vida, uno que esperaba no durara por mucho tiempo.

Aquella época en la que Jimin y Minnie no habían aparecido aún en su vida.




































¡Plis! Imaginen que se subió el viernes 🥺



Yui-Chan. ❤️

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