01 . • . crush ✦




La música retumbaba en el club nocturno, envolviendo el aire con un ritmo vibrante que se mezclaba con risas, luces de neón y el murmullo de conversaciones furtivas. Namgyu se movía con facilidad entre la multitud, saludando a conocidos, asegurándose de que todo fluyera con la energía perfecta para una noche inolvidable. Pero, incluso en medio del caos, su atención se fijó en la puerta.

Thanos acababa de entrar.

Era la primera vez que lo veía en el club, pero Namgyu lo había estado siguiendo desde hacía tiempo. No de manera obvia, por supuesto. Solo lo suficiente para saber en qué círculos se movía, qué lugares frecuentaba, cómo sonaba su risa cuando estaba con amigos. Había algo en él que lo atrapaba, una presencia magnética, una seguridad en su andar que lo hacía destacar entre cualquiera.

Esta noche, Thanos no estaba solo. Caminó junto a su grupo de amigos hasta la zona VIP, donde el ambiente era más exclusivo, más selecto. Namgyu observó cómo se acomodaban en los sofás de cuero, pidiendo botellas caras sin siquiera mirar los precios. Se veía relajado, cómodo... pero cuando sus ojos recorrieron la pista, Namgyu pudo notar el mismo brillo en su mirada que tantas veces había visto en las sombras: el de alguien que, a pesar de la diversión, nunca bajaba la guardia del todo.

Sin pensarlo demasiado, Namgyu ordenó que les enviaran una bolsita con lo mejor que tenía a la mano. Un gesto sutil, un detalle que podía pasar desapercibido para el resto, pero que él esperaba que Thanos notara. Y lo hizo.

Cuando el mesero dejó la bolsita sobre la mesa frente a él, Thanos la tomó con calma, girándola entre sus dedos antes de levantar la vista. Su mirada se encontró con la de Namgyu, al otro lado del salón.

Namgyu sintió cómo su respiración se detenía un instante.

Entonces, Thanos sonrió. No una sonrisa cualquiera, sino una de esas que parecían dibujadas con la precisión de quien sabe exactamente el efecto que causa en los demás. Y antes de volver a su conversación, le guiñó un ojo.

El estómago de Namgyu dio un vuelco. Una ola de calor le subió al rostro antes de que pudiera evitarlo, y sin darse cuenta, estaba sonriendo también. Su corazón latía con fuerza, un latido tan intenso que podía sentirlo en la garganta, en la yema de los dedos.

No importaba cuántas veces lo hubiera visto desde la distancia, cuántas veces hubiera soñado con llamar su atención. Nada lo había preparado para ese instante. Para la chispa que se encendió en su pecho con un solo cruce de miradas.

Dios, me gusta demasiado... pensó, mordiéndose el labio, sin poder apartar los ojos de él.

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