Capítulo 1
El cansancio estaba plasmado en el rostro de Taehyung, dos jornadas laborales más los estudios estaban acabando con la vida del castaño. A veces sentía que las horas del día no le alcanzaban para todas las cosas que tenía por hacer y más a parte poder dormir apropiadamente, cosa que no estaba haciendo en los últimos días, de ahí la fatiga que estaba experimentando en ese preciso momento. Las grandes bolsas bajo sus ojos eran prueba del poco descanso que estaba teniendo.
Pero no podía darse el lujo de descansar, no con todas las responsabilidades que debe de cumplir. El joven trabajaba medio tiempo en una cafetería por las tardes y durante la noche como bartender en una discoteca, mientras que sus mañanas las pasaba dentro la universidad.
Todo estaba siendo extremadamente pesado para él, demasiado, tanto que estaba llegando al punto de tener anemia por su mala alimentación y pocas horas de sueño. Muchos de sus amigos le preguntaban de qué tanto serviría el sacrificio que estaba haciendo si terminaría muriendo. Y aunque quizás fuera una exageración, tenía algo de verdad.
Como cada viernes a la noche, Taehyung se encontraba detrás de la barra preparando tragos y cócteles para todo aquel que se acercaba a pedir uno. La música resonaba en todo el lugar a todo volumen, cosa que solo causaba que el punzante dolor de cabeza solo se intensificara. Estaba cansado, y se notaba, pero simplemente sonreía con buen ánimo a todo aquel que acudiera a la barra.
—Un martini seco, por favor —pidió un hombre vestido de traje, buen mozo y con una sonrisa encantadora.
—En un momento, señor. —Taehyung le devolvió la sonrisa antes de comenzar a preparar la bebida.
Mientras lo hacía, podía sentir la intensa mirada del hombre sobre él, cosa que era raro, ya que mayormente los clientes esperaban sus bebidas charlando con otra persona, bailando o diciendo incoherencias si ya estaban en las últimas. Pero esta vez, los oscuros ojos del joven seguían cada uno de sus movimientos, como si estuviera analizando estos, cosa que estaba poniéndolo nervioso más solo se centraba en acabar con su trabajo.
—Aquí tiene, señor —dijo poniendo la bebida frente aquel hombre.
—Gracias.
Taehyung le dedicó una leve sonrisa antes de seguir atendiendo a los demás clientes.
Durante todo el rato que estuvo trabajando en la barra, aquel hombre raro se quedó ahí sentado, observándolo. Lo estaba incomodando y mucho, pero no podía decir nada, al fin y al cabo no estaba haciendo más que mirar. Decidió ignorarlo y concentrarse completamente en las bebidas que preparaba.
En algún momento se iría.
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Por fin el momento de cerrar había llegado, y él junto con sus compañeros estaban limpiando todo el lugar. El piso estaba lleno de bebidas derramadas, algunos vasos de plástico, esas que usualmente le daban a los adolescentes, pulseras, billetes, algún que otro celular y prenda olvidada. A Taehyung le tocaba sacar la basura, cosa que odiaba, pues estas estaban llenas de botellas y vasos.
Casi a rastras llevaba las bolsas hasta la parte trasera del club, justo donde se encontraban los contenedores de basura. Con esfuerzo pudo meterlas dentro de los botes, llenándolo de olor a cerveza.
—Maldición, qué asco —se quejó en voz baja limpiándose el uniforme.
—Señor Kim. —Llamó una desconocida voz, sobresaltándolo.
Taehyung volteó rápidamente ante el llamado, encontrándose con el cliente raro que atendió más temprano. El hombre se encontraba a unos pasos lejos de él, con las manos metidas dentro de los bolsillos de su costoso tapado. A simple vista podía notarse la elegancia del hombre, cosa que hace preguntarse una vez más que hacía esa clase de persona en un bar de mala muerte para el que trabajaba.
—Señor... ¿Necesita algo? No es un lugar apropiado para los clientes —habló intentando que su voz no fallara del nerviosismo. El desconocido no se veía amenazante, pero tampoco le daba mucha confianza estando solo y en un callejón.
—Necesitar, no. Creo que usted me necesita más a mí. —Taehyung frunció el ceño sin entender.— Vine a proponerle algo, señor Kim.
—Yo no sé nada de sexo. —Se adelantó a decir. No era la primera vez que le hacían ese tipo de propuesta.
El hombre no pudo evitar reír divertido, su risa sonando profunda.
—No, no es nada de eso, señor Kim. —Del bolsillo pequeño de su tapado sacó una pequeña tarjeta y a paso relajado se acercó a Taehyung para entregársela.— Soy Choi Seung Hyun. Miembro de una empresa de biotecnología.
Taehyung, curioso, tomó la tarjeta viendo el nombre y sello de la empresa grabado en ella junto con el nombre de aquel hombre.
El nombre de la empresa se le hacia conocido, no recordaba de qué o de dónde, pero la conocía.
—¿Y qué tiene que ver esto?
—Como dije, señor Kim, vengo a proponerle algo. —Volvió a decir.— Hemos estado observándolo por un largo tiempo y hemos notado que usted reúne todos
—Entonces, ¿Qué le parece un millón de dólares?
—Haberlo dicho antes. —Sonrió en grande.— ¿Qué tengo que hacer?
El hombre sonrió. Ya tenía a su pequeño conejillo de indias.
—Es simple. Solo deberá someterse a unos experimentos físicos. Nada del otro mundo, pero estábamos probando unas nuevas... vitaminas y necesitamos voluntarios para ello.
—¿Vitaminas?
—Sí. Con solo ver detenidamente su apariencia se puede notar la mala alimentación y descanso que tiene. No me sorprendería que haya tenido algún desmayo. —Taehyung rascó su nuca con incomodidad. Sí, estaba en lo cierto, pero realmente no le gustaba hablar de ello.
—¿Podría dejarme pensarlo?
—Por supuesto. Ahí tiene mi número, llámeme cuando haya tomado una decisión.
—De acuerdo. Muchas gracias.
Sin más el hombre se fue y Taehyung se quedó mirando la tarjeta que tenía en las manos. Sonaba peligroso y la vez tan tentador. Un millón de dólares sonaba tan bien, con eso se resolvía la vida de acá a un tiempo. Tiempo en el que podría descansar y dormir bien, como tanto le hacia falta.
La verdad, habían más pros que contras.
¿Qué tan malo podría ser? Nada. Cuando mucho le saldría una tercera pierna, ¿Y qué? Correría más rápido y tendría un millón metido en el bolsillo.
Y con eso en mente, guardó la tarjeta y volvió al interior del club para terminar su turno e ir a dormir aunque sea una hora.
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Había pasado una semana desde aquel día donde conoció al señor Choi y desde ese día no lo volvió a ver dentro del bar. En toda esa semana, estuvo hablando con sus amigos de esta oportunidad que se le presentó y la gran mayoría estaba en contra. Decían que era muy peligroso o que parecía demasiado falso. Tanto así que uno de ellos buscó el nombre de la empresa para investigar sobre esta.
No encontraron nada fuera de lo normal, era una pequeña corporación en el área medica que investigaba nuevas medicinas para las enfermedades más mortales. Sin logros destacables ni problemas legales. Todo parecía legal, pero aún así le resultaba muy mala idea para sus desconfiados amigos. El único que compartía su mente de tiburón era Hyunsik, que apoyaba su teoría de la tercera pierna, digo de su decisión para aceptar el tratamiento.
Entonces ahí estaba, parado frente a las puertas de vidrio que separaban a Taehyung y su millón, digo de las personas que le harían las pruebas.
No iba a negar que estaba nervioso y ansioso a la vez, pero estaba decidido a hacer esto, aunque sus piernas parecían no estar de acuerdo con ello ya que no querían moverse ni un solo centímetro. Respiró profundo para tomar todo el valor que tenía esparcido por su cuerpo, que no era mucho siendo sincero, pero algo era algo.
Cuando sintió que sus piernas por fin cedían y comenzaban a acatar sus ordenes de avanzar, entró al edificio y se acercó a la recepción. La chica de la recepción lo había estado observando desde que llegó y se quedó parado como estatua frente a la puerta. La verdad, hasta cierto punto, le dio miedo, pues loquito hay en todos lados, pero se tranquilizó cuando por fin se decidió entrar y habló.
La joven lo guió hasta donde se encontraba el hombre que lo contactó. Al entrar a la oficina, el señor Choi estaba reunido con otros cuatro hombres, uno de ellos estaba vestido con una bata de laboratorio.
Al verlo, Seunghyun sonrió.
—Oh, joven Kim, al fin decidió aparecer —habló él llamando la atención del resto, de un momento a otro todas las miradas se posaron en Taehyung, poniéndolo aún más nervioso.
—Uhm... sí. Lamento haber tardado tanto. Espero que aún pueda aceptar el trato —dijo con algo de nerviosismo, agradeciendo que su voz no falló en ningún momento.
—Por supuesto que sí. Precisamente estamos aquí con el científico que lleva a cabo la investigación. —Señaló al hombre castaño que estaba a un lado suyo.— Él es Kim Seok Jin, él estará a cargo de ti. —Taehyung hizo una pequeña reverencia con la cabeza.
—¿Él será el nuevo sujeto de prueba? —preguntó el castaño mirando a su jefe.
—Sí, él es.
—Que firme el contrato y llévalo al laboratorio.
Sin más, caminó hasta la salida, pasando de largo a Taehyung. Choi suspiró pesadamente, su científico era tan molesto a veces.
—Venga, señor Kim, siéntese.
Taehyung se acercó algo cohibido al escritorio donde se encontraban aquellos hombres, todos mirándolo fijamente, eso le ponía los nervios de punta.
—¿De qué contrato habló él? —preguntó sin mucho rodeo, sentándose en una de las sillas desocupadas frente al escritorio.
—Las formalidades. Un poco de burguesía en donde usted acepta voluntariamente ser parte de este experimento y así poder llevarse el millón de dólares cuando este finalice —explicó brevemente extendiéndole los papeles junto a un bolígrafo.
—Entiendo... —miró las hojas delante suyo y tomó el boligrafo para firmar el contrato.
—Perfecto, señor Kim. Ahora te acomparan a donde se haran las pruebas —habló retirando los papeles.
—¿Cómo? ¿Hoy mismo? ¿Ahora? —Se apresuró a decir. Él pensó que le darían un par de días.
—Sí, no hay que perder tiempo.
Sin darle oportunidad de quejarse, dos hombres lo hicieron levantar de su lugar para llevárselo casi a rastras hacia el laboratorio.
Ahí dentro lo obligaron a cambiarse por una de esas batas que usaban en los hospitales. De esos que te dejan el trasero al aire.
Al final lo dejaron en una especie de sala quirúrgica donde había una camilla y varios de esos carritos con bandejas de metal con cosas que no sabía que eran. Iban desde bisturís a charolas con quien sabe qué dentro. Aparte habían tres personas vestidos con ambos, barbijos y una cofia, pero estos parecían ignorar su presencia, estaban más concentrados en preparar las cosas que iban a usar.
Él solo miraba el lugar en silencio, parado en una esquina como si de una estatua se tratara. En eso entró Seok Jin, el cientifico que antes conoció, vistiendo exactamente igual que los otros tres presentes.
—Subete a la camilla —dijo directamente, poniéndose unos guantes de látex.
—¿Qué me van a hacer? —preguntó algo a la defensiva, la verdad esto le empezaba a dar mala espina.
—Empezaremos con el experimento.
—Pero... dijeron que solo probaría unas vitaminas.
—Son inyecciones, así que te necesito en la camilla. Acostado. Hazlo ahora o lárgate de aquí —habló cruzándose de brazos. Para él era mejor que se fuera.
Respirando profundamente, se acercó a la camilla y se subió a esta. Estaba nervioso, demasiado, pero realmente necesitaba ese estúpido dinero.
Qué horrible era ser pobre.
—Mira, niño —habló Seok Jin llamando su atención—, quiero que sepas que luego de esto no volverás a ser el mismo chico de cuando entraste aquí, así que te lo preguntaré una última vez. ¿Estás seguro de esto?
Taehyung se le quedó mirando un largo tiempo. Realmente ya no estaba seguro, pero lo necesitaba.
—Sí... estoy seguro —mintió desviando la mirada.
Seok Jin, quien no le creyó ni un poco, aceptó su respuesta.
Sin más, el castaño tomó una de las geringas que estaba en una de las bandejas ya cargada con un liquido transparente.
—Solo diré que te lo advertí, niño —comentó el mayor antes de inyectar aquel liquido en uno de sus brazos.
Taehyung no tenía idea de que aquello era un sedante y poco le importó al quedarse completamente dormido.
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