♐Sagitario x Reiji♐

-Otra vez.- Ordenó Reiji, ajustándose las gafas.- Tu postura no es perfecta. Lo repetirás las veces que sea necesario.

Volví a ponerme el montón de libretas en la cabeza y comencé a comer lo que me había preparado. Sin embargo, cuando creí que todo iba bien, uno de los cuadernos se deslizó y arrastró al resto haciendo que cayeran inevitablemente al suelo.

-Eres incorregible...- Suspiró, agotado.- No sé si podré presentarte mañana a nuestros invitados.

-¿Son tan importante los modales? Si son solo amigos... No creo que les importe mucho.- Contesté, dejándome caer en el respaldo de la silla.

-Con más razón, (T/n). Necesito demostrarles que aunque un ser inferior como tú está destinado a ser vulgar, puede convertirse en algo más si se le adiestra como es debido.

Le miré con una mueca de rechazo, puesto que sabía que eso iba a ser imposible. A pesar de que solía ser estricto conmigo, lo era todavía más cuando se trataba de gente ajena a nuestro entorno.

De repente, alguien llamó a la puerta.

-Adelante.- Dijo Reiji, sentándose en el sillón más cercano a mí.

Una cabeza albina se asomó por la puerta.

-Necesitamos tu ayuda.- Comentó Subaru.- Es urgente.

-¿Qué ha pasado?- Preguntó asqueado el de pelo azabache, oliéndose algo extraño.

-Bueno... Ayato, Laito, Kanato, cocina... Creo que es mejor que lo veas con tus propios ojos.

El muchacho de las gafas agachó por un momento la cabeza, como si quisiera ganar paciencia y fuerzas para sobrevivir un día más con aquellos hermanos a los que él llamaba "salvajes".

-De acuerdo. (T/n), espera aquí. No tardaré.

Asentí y le ofrecí una sonrisa de apoyo. Cuando se fue, Subaru se rascó la nuca y miró hacia otro lado.

-¿No te cansas de esto?- Cuestionó.

-¿A qué te refieres?

-Es decir, se supone que sois pareja o algo así, ¿no? ¿Por qué tiene que "adiestrarte"? ¿Acaso se avergüenza de ti? No sé... Es solo una opinión. Ahg, no me hagas caso.- Finalizó, antes de salir rápidamente del laboratorio.

Puede que fuera algo sin importancia, sin embargo, me hizo pensar más de lo que creía. ¿Y si no era una simple clase de modales? ¿Realmente se avergonzaba de mí hasta tal punto como para verse obligado a educarme? ¿No me amaba tal y como era? Dudosa y confundida, salí de la habitación y empecé a deambular sin rumbo por la mansión.

Cuando pasó un rato, me encontré inesperadamente con Shu. No sabía si evitarlo o hablar con él, puesto que luego Reiji se ponía hecho una furia. Finalmente, decidí saludarlo al menos.

-¡Eh!, ¿Qué tal?- Le pregunté con una sonrisa de oreja a oreja.

-Te recomiendo no acercarte a mí si no quieres que ese lunático con gafas te cocine como un pollo en el horno.- Respondió, pasando de largo.

Sorprendida pero acostumbrada, seguí mi camino por el pasillo. Entonces se me ocurrió una idea: ¿y si le preguntaba a los demás lo que pensaban de nosotros? Tal vez así vería cómo el resto percibe nuestra relación y conseguiría darme cuenta de cosas de las que antes no era consciente. Las palabras de Subaru me han hecho pensar demasiado y ahora tenía curiosidad.

Caminé hacia el dormitorio de Ayato, y al llegar llamé a la puerta pero nadie respondió, por lo que asumí que no estaba dentro. Me di la vuelta y lo encontré en mis narices.

-¿Ibas a espiar el cuarto del gran Ore-sama?

-No.

-¿Y que hacías aquí parada?

-Te estaba buscando.

-Vaya... ¿Ya te has cansado de ese maniático? Lo sabía, era inevitable que te enamorases de mí. Solo cuestión de tiempo.

-No te hagas ilusiones. Únicamente vine a preguntar tu opinión.

-¿Mi opinión? ¿Sobre qué exactamente? Si lo dices por el tamaño de tus...

-Dios santo, Ayato, para.- Le corté.- Necesito que me digas lo que opinas sobre mi relación con Reiji.

-Ahh... Bueno... Pues la verdad es que creo que te absorbe demasiado.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Pues que a veces no eres tú. Eres quien él quiere que seas: una muñeca. Hablas como él quiere, te comportas como él quiere, te vistes como él quiere. ¿Nunca te has dado cuenta de eso?

Callé y pensé. ¿Y si su obsesión por los modales y la educación ha pasado los límites? Todavía más frustrada, me despedí de Ayato y me dirigí al cuarto de juegos. Cuando entré vi a Laito y a Kanato en la mesa de billlar.

-Anda, ¿qué te trae por aquí?.. Bitch-chan, ¿te has cansado ya de nuestro hermano mayor?- Comentó el chico del sombrero entre risas.

-¿Por qué todos asumís que estoy cansada de él?

-No es demasiado complicado de entender, ¿a que no, Teddy?- Dijo Kanato.- Ya de por sí nos sorprendió que te enamoraras de él. Pensamos que no tardarías mucho en darte cuenta del tipo de persona que es con la gente de confianza.

-No lo entiendo...

-Tal vez te haya comido el cerebro más de lo que imaginabas. Te recuerdo que cuando llegaste aquí eras mucho más aventurera y dinámica. Todavía puedo saborear tus risas desenfrenadas y tus bromas en la comida familiar del mes. Ya no haces nada de eso, Bitch-chan. La verdad es que te estás empezando a comportar como Reiji. ¿Nunca lo has notado?

-¿Lo decís de verdad?

-Aunque me enfadaba tu emoción y tus ánimos para todo... Concuerdo con Laito. Y echo de menos, en cierta medida, a la tú de antes. Ahora eres más aburrida, hasta Teddy lo sabe.

Agaché la mirada. ¿Tan ciega había estado? Con una sonrisa fingida, salí de allí peor de lo que entré. Caminé hacia mi habitación con los pies pesados y las fuerzas por los suelos. Me sentía deprimida. ¿Tendrían razón? ¿Me había dejado llevar por mis sentimientos y había permitido que Reiji me cambiase solo para estar con él?

Llegué a mi cuarto, cerré la ventana y bajé las cortinas. No quería ni ver el sol. Solo deseaba dormirme y esperar a que todo pasara a algo mejor. Me metí en la cama a pesar de que todavía era de día y cerré los ojos.

(...)

Me despertó una mano fría sobre la frente. Perezosa, abrí los ojos con cansancio e hice un esfuerzo con la vista para ver quién estaba a mi lado.

-¿Te encuentras mal?- Preguntó Shu.

Sinceramente... Me esperaba a otra persona.

-Físicamente, no. Mentalmente, sí. De todas formas, ¿qué haces aquí?

-Solo quería saber por qué te has aislado de esta manera tan extraña. Llámalo curiosidad.

-La curiosidad mató al gato. Yo que tú me iría antes de que viniera tu hermano.

-No va a pasar nada. Está ocupado echando a los "invitados".

Me sobresalté y me incorporé rápidamente en la cama. ¿Echar a los invitados? Dios mío. ¿Será que ha tenido que rechazar la visita por mi culpa? Me va a caer la bronca del siglo.

-No te preocupes. No es por tu culpa, si es lo que estás pensando. Digamos que algunas personas han hablado con él seriamente y le han contado "cosas".

-¿Cosas? ¿Qué cosas?

-Ya lo descubrirás. En fin, tengo sueño. Nos vemos luego.- Se despidió, con un bostezo.

Intenté asimilar la información que acababa de recibir en tan poco tiempo. Sin embargo, al rato vino otra persona.

-He oído que estabas dormida, pero veo que ya no es el caso.- Dijo Reiji, abriendo la puerta.

-Sí, bueno... Me he despertado hace relativamente poco.

Se acercó a mí y se sentó en el filo de la cama. Noté algo extraño en él, puesto que por primera vez creí que no supo qué decir. Era como si hubiéramos estado separados durante mucho tiempo y no nos reconociésemos a penas.

-¿Te pasa algo? Estás raro.- Le pregunté, poniendo suavemente mi mano en su hombro derecho.

Me miró a los ojos y pude ver su dolor. Era real, no una ilusión o una broma.

-(T/n)... Creo que... - Hizo una pausa para coger aire.- Debo pedirte disculpas por todo lo que te he hecho. Sabes de sobra que la perfección es mi obsesión, y que mi ambición por conseguirla roza los límites de la locura en ocasiones, pero eso no me da derecho a cambiar la esencia de los demás. Cuando te conocí eras un completo caos, un torbellino. No obstante, me sentí atraído hacia ti porque me complementabas. Me era inevitable caer a tus pies. Tú siempre me aceptaste tal y como soy, con mis virtudes y defectos. Yo, en cambio, fui sustituyendo lo que pensaba que eran problemas en tu comportamiento por ideales de educación demasiado estrictos. Te he moldeado a mi gusto sin siquiera darme cuenta de ello. Creí que hacía lo correcto, pero lo único que he conseguido es demostrar que te he fallado. Mis propios hermanos lo dicen. Soy una vergüenza. - Confesó, mirando hacia la nada.

Contemplé su expresión desolada, cansada, agotada y triste. No pude evitar tocar delicadamente su mejilla y hacerle volver su rostro en mi dirección. Le besé tiernamente en la comisura del labio y estreché su mano entre las mías.

-Tienes toda la razón, lo has hecho fatal.- Dije.- Pero de eso se trata la evolución en la pareja, ¿no? Si hay un problema se habla y se resuelve. No ha estado nada bien el hecho de que me intentaras cambiar, pero ahora que hemos podido verlo, nos aseguraremos de que no vuelva a pasar, ¿verdad?

Apartó un mechón de pelo de mi cara y juntamos las frentes, cerrando nuestros ojos. Para él, eso era una señal de que estaba totalmente de acuerdo.

-Por cierto... ¿Qué ha pasado al final con aquellos"invitados"?

-Pues... Les dije la verdad.

-¿Y cual era la verdad?

-Que me caían mal.

-¿¡Les dijiste eso en la cara!?

-Bueno, igual que tú empezaste a ser un poco seria por mi culpa, yo he comenzado a soltarle lo que pienso a la gente sin pararme a pensar en las consecuencias.

-¿Y a mí que me dirías?

-Eso estaría mejor con una demostración gráfica.- Finalizó, quitándose las gafas y recostándome de nuevo en la cama.- ¿Empezamos?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top