Sagitario x Kanato

Dedicado a: x_popy_x

¿Cuándo acabará esta tortura? No lo sé. ¿Podré volver a casa? Tampoco lo sé. Tan solo sabía que el resto de mi vida lo pasaría fregando el maldito suelo de mi clase. Ahora a nuestro tutor le ha dado por mandar de dos en dos, todos los días, quedarse después del horario escolar para limpiar el "aula tan asquerosa" que tenemos. ¿Que con quién me ha tocado? Pues con Sakamaki Kanato. Pero se vé que ha decidido dejarme el marrón a mí y se está dedicando a no hacer absolutamente nada. Le pedí ayuda como unas treinta veces, y no se ha dignado a ayudarme.

Cuando por fin acabé de fregar el suelo, recogí los utensilios y los llevé a la conserjería. Después, volví a clase para coger mi mochila e irme de aquel infierno. Entonces, miré por la ventana y me di cuenta de que estaba lloviendo a cántaros. Saqué el paraguas y me dirigí hacia la salida del instituto. Y allí estaba Kanato, parado en el porche, sin nada con qué resguardarse de la tormenta.

-¿No te has traído paraguas?- pregunté abriendo el mío.

-No, como siempre me voy a casa en limusina, creía que no era necesario. Además, tampoco me dijeron que había que quedarse más tiempo, y los demás se han ido sin mí- respondió abrazando más fuerte su osito de peluche.

-Bueno... ¿Qué te parece si lo compartimos?- dije señalando el objeto.

-Pero yo vivo muy lejos de aquí, y luego tendrás que recorrer más camino de la cuenta para volver a tu casa.

-No importa, a lo mejor para cuando hayamos llegado a la tuya ya no llueve.- Respondí con una tierna y sincera sonrisa.

Kanato accedió y compartimos paraguas por todo el camino. Como se produjo un silencio incómodo, intenté sacar algún tema de conversación, lo que pareció agradarle igual que a mí. Al llegar a la mansión, me despedí de él, pero al darme la vuelta, me agarró de la manga, haciendo que me frenara en seco.

¿A dónde crees que vas?- preguntó con aire molesto.

-Pues a mi casa- respondí.

-Dijiste que a lo mejor paraba la lluvia, y lo único que ha hecho ha sido empeorar... ¿Seguro que quieres volver con el tiempo así?

-Claro, no pasa nada, me he ido con tormentas peores.

-...

-¿Qué te pasa?

-En vez de ser tan estúpida, ¿por qué no captas la indirecta y te quedas a dormir en mi mansión?- solto de repente.

-Esto... Yo... No sé qué decir...

-¿Aceptas o no? No tengo todo el día, aquí fuera hace frío.

-Vale, vale, acepto la oferta.

Asintió levemente y me hizo una señal para que lo siguiera. Ya dentro, me enseñó una habitación libre para que me quedara esa noche. Era bastante acogedora, no puedo quejarme.

-Tu ropa está mojada, ¿quieres que te traiga algunas prendas secas?- insinuó mientras dejaba a su oso en mi cama.

-Emm... Vale, si tienes...- Respondí, extrañada

Al cabo de un rato volvió con ropa seca, tal y como había dicho momentos antes, pero también trajo otro pijama.

-¿Y esa muda? ¿De quién es?

-Mía. Vamos a dormir juntos.

El corazón me dio un vuelco. ¿En serio acababa de decir que dormiríamos juntos? Al principio me quedé un poco sorprendida, pero luego me tranquilicé y acepté de buena gana para no sonar maleducada. Cuando nos metimos los dos en la cama, me daba miedo hasta mover un dedo. No sabía qué hacer. Me puse a pensar en mis cosas, cuando de la nada, unos brazos me rodearon por la cintura; en una especie de abrazo. Mi cara ardía, seguramente, era un tomate vivinte, milagrosamente, me encontraba de espaldas a Kanato y no podía verme.

-Has sido muy amable conmigo por haber compartido tu paraguas- susurró a mi oído.

-Jeje, no hay de qué...

-¿Por qué no te quedas mañana también? Es sábado y no hay clases.

-No puedo, tengo que hacer deberes y estudiar historia.

-¿Prefieres estudiar a pasar tiempo conmigo y con Teddy?

-No es eso...

-¿Entonces?

Iba a responder, cuando sus brazos me dieron la vuelta, y se puso encima mía. Desabrochó fuertemente los botones de mi camiseta, casi rompiéndolos; y luego empezó a besar mi cuello desnudo. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Me sentía tensa y rara. Nunca había experimentado algo parecido. Su lengua impregnó mi fina y suave piel. Y, rápidamente, esa sensación se convitió en un agudo y punzante dolor en el pecho. Mis fuerzas se iban a medida que pasaba el tiempo. No sabía lo que estaba pasando pero lo que sí sabía era que Kanato no es ni mucho menos humano.

-No te dejaré ir jamás- susurró antes de clavar sus colmillos nuevamente en la herida ya hecha.

-Pues no... Lo hagas...- respondí con las pocas fuerzas que me quedaban antes de perder la consciencia.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top