Géminis x Subaru

Dedicado a: _Dafne_Chan_

No sabía si llorar o reír de alegría. Nunca estuve tan nerviosa desde mi primer beso con Subaru; y esque resulta que ha salido el listado de alumnos de este año, y me ha tocado con mi novio. ¿Qué más se puede pedir?

-Vaya vaya... Mira a quién tenemos aquí...- dijo una voz detrás mía.

Me giré tan rápido como pude y mi corazón se paró por un momento.

-Al parecer nos ha tocado juntos...- Respondí yo, nerviosa.

-Sí, y también con el pesado de Kou...- Reprochó, mirándole de reojo.

-No seas así, no es un mal chico.

-Eso es lo que quiere que pienses, hazme caso, no te fíes de él. Es lo mejor que puedes hacer por ahora.

-¿Desde cuándo eres mi madre?

-Desde que soy tu novio.

-Creí que nunca dirías en público esa palabra.

-Si así los demás hombres se dan cuenta de a quién le perteneces...

-¿Acaso estás diciendo que los chupetones del otro día no fueron para "mantener alejados a los buitres"?

-Bueno... Yo... Eso ahora da igual. Lo que importa es que no quiero que te pegues demasiado con Kou.

-Vale, vale. Se cuidar de mí misma.

-Sabes hacerlo cuando se trata de humanos, no de vampiros.

-¿Sugiere el señorito alguna opción para "defenderme" de los vampiros?

-Sí. No te separes de mí. En ningún momento, en ningún lugar, nunca.

-Entonces dime: ¿Y si tengo que mear?

-Pues... ¡Yo qué sé! ¡Entraté contigo al baño!

-Es mejor que esperes fuera si no quieres ser aniquilado por una avalancha de mujeres en manada.

-Hmp...

Entre tanto, Kou apareció abriéndose paso entre la gente, rodeado de fans. Apartó a Subaru, el cual fue arrastrado hacia otro lado por la multitud, y si fijó en mí.

-¿Qué tal, M-Neko-Chan? Me alegro de que nos haya tocado juntos. Así podremos conocernos más- dijo, besándome la mano.

La aparté bruscamente, con miedo y una pizca de vergüenza. La verdad, nunca reaccioné de tal manera ante un coloquial saludo, pero confío en Subaru, y sé que no me aparta de la gente porque le de la gana. Si él no se fía de Kou, yo tampoco lo haré.

-¿Qué pasa? ¿Acaso tu novio te ha hablado mal de mí? Puedo asegurarte que no voy a hacerte nada. No he venido con esas intenciones.

-Bueno, pues si no has venido con esas intenciones como tú dices, entonces no te importa que vaya con Subaru, ¿verdad?

El joven hizo una mueca de desagrado y volvió la cabeza. Se alejó y se fue. Al rato, el otro chico vino corriendo, angustiado y preocupado.

-¿Qué te ha dicho? ¿Te ha hecho algo?

-No, estoy bien.

-¿Ves? Por eso te digo que no te separes de mí.

-Exageras las cosas, no me ha hecho nada.

-Lo que sea, vámonos a casa. Quiero irme de aquí.

Al volver a la mansión, Subaru parecía más enfadado que de costumbre. Incluso no bebió mi sangre en todo el día, y eso es extraño en él.  No sabía si decirle algo o no, porque cuando quiero decirle algo relacionado con Kou, se pone todavía peor. A lo mejor es por lo de esta mañana, pero realmente no sé cómo empezar la conversación.  Finalmente, me decidí por entablar una charla seria con Subaru. Después de todo, somos novios. Podemos confiarnos lo que sea sin nigún tapujo.

Llamé a la puerta de su habitación, pero me di cuenta de que ésta estaba entreabierta. Lo llamé varias veces, pero no respondía. Precupada, pasé al interior, y lo vi dormido en su ataúd. Me acerqué sigilosamente y le acaricié el cabello con movimientos envoltorios. Realmente era muy mono cuando dormía. Pero, de repente, sus manos atraparon mis muñecas, lanzándome dentro de su "cama". Se cerró la tapa y nos quedamos a oscuras los dos. Podía sentir su respiración entrecortada en mi cuello, sus ansias de sangre, pero la contradicción en su mente de no querer hacerme daño.

-Por qué has venido.

-Tengo que hablar seriamente contigo.

-Sobre qué.

-Sobre lo de esta mañana, en el instituto.

-No hay nada de qué hablar referente a eso.

-Pues me vas a escuchar, te guste o no.

Acumulé una gran cantidad de fuerza en mis brazos, la suficiente para darle la vuelta a la tortilla y ponerme encima suya. Sabía que siempre que él estaba arriba de mí, nunca acababa escuchándome. Por eso, me envalentoné y decidí tomar las riendas de la situación.

-¿Qué crees que estás haciendo?- Reprochó sorprendido.

-Esto.-  Lo besé sin decir ni una sola palabra más.

El beso fue diferente a todos los anteriores. Éste lo decía todo. Su deseo, su furia, su ferocidad...  Por otra parte, mis sentimientos salían a flote: comprensión, preocupación, amor, angustia. Con un solo beso nos podíamos comunicar perfectamente. Aunque nos quedáramos sin aire, seguimos hasta que creíamos asfixiarnos. Después del primer beso, vino el segundo, cargado de brutalidad. Sus manos recorrían mi espalda, me deseaba; y yo a él. No podía negarlo. Los dos sentíamos el ansia de fundirnos el uno con el otro. Era un fuego que nos quemaba por dentro.

-Le enseñaré a tu cuerpo quién es el que manda aquí.- Susurró entre besos- no dejaré que nadie te ensucie. Nadie.

Envolví su cuello con mis manos, empujándolo con fuerza al suelo del ataúd, para luego murmurar en su oído: "Te equivocas, aquí la que manda soy yo". Oí una risa burlona y volvimos a besarnos.



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