♊Géminis x Shu♊
-Shu, ¿puedo preguntarte algo?- Le dije, acostada a su lado en la cama.
-¿El qué?- Respondió, todavía entre el sueño y la realidad.
-Bueno... Verás... Resulta que mi madre me ha preguntado si por casualidad es posible conocerte.
El muchacho abrió los ojos, sorprendido y sin creer mis palabras. Me miró y luego se incorporó, todavía en shock.
-¿Quieres que conozca a tus padres?
-Me haría cierta ilusión, sí. Además, no los veo desde que llegué aquí hace un año. Solo he hablado con ellos por mensajes y les echo de menos. No creo que la cosa vaya mal, ¿no? Solo sería una cena.
Suspiró y levantó su perezoso cuerpo del lecho donde compartíamos letargo.
-¿Te han dicho día y hora?
Reí nerviosa y rasqué con manía la parte superior de mi cabeza.
-No me digas que es hoy.- Reprochó, al borde de un ataque de inquietud suprema.
-Pues... Ya ves... Emm...
-Maldita sea, ¿no has podido contármelo antes?
-¡No sabía cómo sacar el tema! Además, creía que no querrías verlos. Pensé que me darías una excusa para explicársela a mis padres y no ir.- Pausé, intentando controlar mi incomodidad.- Shu, nunca has querido hacer este tipo de cosas. ¿Cómo iba a imaginarme que accederías a semejante reunión familiar?
-Es mi deber conocerlos, me guste o no. Al fin y al cabo tendremos que invitarlos a la boda, ¿o no?
-¿Qué boda?- Repetí, confundida.
-Olvídalo. Prepárate, quedan tres horas para la noche y tengo que terminar unas cosas.- Despidió, antes de cerrar la puerta.
Dejé salir una leve mueca de cansancio. ¿Y qué iba a hacer ahora? ¿Qué me pongo? Son mis padres, pero aun así... Tengo la impresión de que me metería en una habitación llena de tensión y desconocidos. De todas formas era el día en que conocerían a Shu. Por supuesto que tenía motivos para esta nervadura. Y más importante todavía... ¿Qué maldita boda? ¿De qué estaría hablando? Ahg...
Aproveché para llamar a Laito, quien sorprendentemente estaba con Ayato. En esta mansión es el único que tiene algo de sentido común en moda, aunque no me agradaba la idea de que ese orgulloso se quedara con nosotros.
-Así que va a conocer a tus padres...- Murmuró Laito.- Vaya, vaya, Bitch-chan, ¿cómo es que no te ha dado todavía un infarto? Nfufu... Solo de crear la imagen de Shu sacudiendo la mano de tu padre en mi mente, una sonrisa se curva en mis labios. ¿Verdad, Ayato?
-Menuda fiesta vais a formar, ¿no?- Dijo el pelirrojo, sentado en la cama de su hermano.- Chichinashi, deberías haber cancelado esa comida.
-¿Por qué decís eso? No es para tanto.
Los vampiros se miraron entre sí, como si fuera una completa lunática.
-Bitch-chan, estamos hablando de Shu...- Confesó.- Suele espantar a todos los adultos que conoce.
-Y es estúpido, vago, deprimente, inútil, frívolo y monótono.- Complementó Ayato.- Yo que tú fingiría enfermar y no ir. Ore-sama es sabio, deberías seguir sus consejos.
-No te pases, Ayato. Lo he visto con un brillo en los ojos totalmente indescriptible. Estoy completamente segura de que hará su mejor esfuerzo. Además, te buscaba a ti, Laito.
-¿Qué? ¿A mí? Oh, querida Bitch-chan, ¿quieres que finja ser tu novio enfrente de tus padres? Qué mona. Sabía que al final te decantarías por mí.- Rió, abriendo sus brazos hacia mí.
-Quiero que me ayudes a elegir ropa, no a hacerte pasar por alguien con quien ya tengo planeado ir.- Recalqué, mosqueada.
Cogí al muchacho del sombrero por el brazo y lo llevé hasta mi habitación, dejando solo al terco de su hermano.
(...)
Shu's POV
Mierda, ¿dónde estaba la jodida tienda? He estado buscándola por el centro como unas veinte veces y no consigo dar con ella. Metí la mano en mi bolsillo derecho para acceder al folletín que adquirí aquel día, pero no lo encontré. ¿Podía irme peor? Furioso y al borde del pánico, llamé por teléfono a Ayato, el primer contacto que salió en la agenda.
-¿Eh, eres tú, Shu?- Respondió mi hermano, sin creerlo.
-Sí. Necesito que hagas algo por mí.
-¿Por qué iba yo..?
-¡Ayato, joder, es urgente!- Corté, impulsivamente.
-¡No te atrevas a alzarle la voz a Ore-sama!- Quejó, furioso.
-¡Es por (T/n)!
Hubo un pequeño y breve silencio y juré creer que el muy idiota me había colgado. Para mi suerte, seguía conectado.
-¿Y qué se supone que es lo que pasa?- Preguntó, con cierto interés.
-Te lo relataré a modo de resumen, pero si lo cuentas...
-Vale, vale. Tú suelta la basura que te has montado.
-Hace unas semanas comencé a plantearme seriamente el hecho de casarme con (T/n), y una de las veces en las que me escaqueé del instituto fui caminando por el centro para investigar joyerías. Una de ellas me llamó la atención ya que tenía un anillo precioso. Lo prometo, Ayato, no era un simple anillo. Era el anillo. El único que se me quedó marcado en la cabeza. Así que tomé un folleto y regresé a casa. Creí que ese maldito papel lo llevaba encima, pero al parecer debo de haberlo dejado en mi habitación. Seguramente esté en la chaqueta del uniforme. Esa es la razón por la que te he llamado. Hoy voy a cenar con sus padres y quiero pedirle matrimonio junto a su familia. Esto es jodidamente importante para ella y necesito el anillo.
-Pues... Me encantaría decirte que va a ser pan comido, sin embargo...- Se detuvo.
-¿Sin embargo...?- Continué, impaciente.
-Me temo que Laito y Chichinashi están en vuestro dormitorio.
-¿Qué diantres hace ese con (T/n)?
-Ella le ha pedido ayuda porque no sabía qué ponerse.
-Sácalos de allí, como sea. Si no consigo el papel, todo se irá al garete.
-De acuerdo, de acuerdo. Ore-sama es un excelente improvisador, después de todo.
-Vale, gracias.
-Tsk, no lo hago por ti, viejo.- Se despidió, antes de colgar.
Así que no lo hace por mí, ¿eh? Hmph... Supongo que mis hermanos le han cogido más cariño del que esperaba a mi pareja. Tendré que estar más pendiente de ahora en adelante.
(...)
(T/n)'s POV
-Entonces... ¿El vestido lila o el rojo?- Le pregunté, mostrándole los dos.
-Hmm...- Susurró, dubitativo.- Creo que el rojo te favorece más, Bitch-chan. El lila es soso... No te da vida ni realza tus atributos en absoluto.
-De acuerdo...- Respondí, dejando la prenda definitiva sobre la cama y guardando el perdedor en el armario. Cuando lo cerré, alguien llamó a golpes la puerta de mi cuarto.
-¡Eh, tú!- Exclamó Subaru, tras la puerta.- ¡Sé que estás dentro!
Laito y yo nos miramos, sin comprender muy bien lo que se estaba aconteciendo en aquel momento. Le abrí y entró como un burro cabreado.
-¡Maldito seas!- Gruñó, agarrando a mi acompañante por el cuello de la camisa.
-¿Pero qué es lo que te pasa, Subaru?- Preguntaba el vampiro de ojos verdes, sorprendido.
-No te hagas el loco, has sido tú quien ha hecho eso!
-¿El qué?
-¿No reconoces tus propias jugarretas, cara de perro? ¡Ven y míralo por ti mismo!
Alarmados, abandonamos la sala para ir corriendo al dormitorio del albino.
(...)
Ayato's POV
Nunca hice una trastada y le eché el muerto a Laito, pero reconozco que es muy divertido. He llenado el ataúd de Subaru con pétalos de rosa y he dejado una carta en nombre de mi hermano que decía; "esta noche jugaremos a ser adultos tú y yo, te enseñaré toda mi artillería pesada". Heh... Seguro que se ha tenido que poner como una furia.
Una vez vi salir a mis dos hermanos y a Chichinashi de la habitación, me colé y busqué la chaqueta de ese desgraciado. Anda que mandarle cosas al gran Ore-sama. Soy yo quien debería dar las órdenes y no ese viejo.
Tras revisar uno de los bolsillos de la prenda de ropa, saqué el folleto del que me habló y le eché una foto. Luego, se la pasé por WhatsApp y esperé a que me contestara.
"Gracias."
Está bien, hora de retirarse. Devolví todo a su sitio y huí. Trabajo completado.
(...)
(T/n)'s POV
Cuando vi aquel desastre, me tapé la boca con la mano y dejé salir un sonido ahogado. A mi lado, Laito inspeccionó minuciosamente la carta que se encontraba dentro del ataúd de Subaru, mientras el afectado se contenía para no romperle la cara en dos.
Tras un tiempo hablando, llegamos a la conclusión de que alguien más había hecho eso y dejé que realizaran sus propias conclusiones, puesto que en diez minutos tendría que estar vestida y esperando a Shu para irnos a casa de mis padres.
Me puse el vestido rojo y terminé de peinarme. Salí por la puerta y encontré a un vampiro de ojos azules tranquilamente apoyado en la pared. Vestía como de costumbre, aunque creí percibir algo diferente en él. ¿Tal vez el aura que desprendía? No lo sé. De todas maneras, me acerqué a él y caminamos hasta la limusina que siempre nos llevaba al instituto.
Cuando el conductor aparcó el automóvil, Shu me dedicó un gesto para que esperara. Ansiosa y confundida, obedecí. Para mi sorpresa, vi cómo rodeó por detrás el vehículo con el fin de abrirme la puerta y dejarme pasar.
-Vaya... Eres más formal que nunca.- Le dije, con una sonrisa de oreja a oreja.
-Bueno, resulta que ciertas personas nos están viendo desde la ventana.
-¿Huh?- Alcé la vista y observé a mis padres cotilleando por el cristal, boquiabiertos. Supongo que será por la limusina. Nunca han admirado una desde tan cerca.- Así que lo haces solo y exclusivamente para quedar bien, ¿eh?- Continué, con un atisbo de decepción en la voz.
Pareció notar esto, por lo que acarició mi melena y posó un suave beso en ella.
-No te enfades, por favor. Sabes de sobra que la caballerosidad no es mi punto fuerte precisamente. Estoy actuando así porque quiero que tu familia me acepte.
No supe qué responder concretamente a ese último comentario, así que opté por no decir nada y seguir avanzando hasta la casa de mi infancia.
Una mujer emocionada abrió la puerta de par en par y se abalanzó sobre mí.
-¡Oh, cariño! ¡Has vuelto!- Exclamó, estrechándome entre sus brazos.- Te he echado tanto de menos, cielo. Ha sido un completo infierno no poder verte igual de seguido que antes.
-Jeje, mamá, yo también te he extrañado. Y a ti, papá.
Mi padre me dedicó una sonrisa dulce mientras limpiaba un plato con un paño.
-Pasad, pasad, no os quedéis ahí fuera.- Insistió mi madre.
Entramos y automáticamente se estableció un ambiente tenso. Dirigí mi mirada hacia Shu, quien estaba manteniendo un contacto visual extraño con mi padre. No hablaban, no se acercaban... Solo se limitaban a mirarse.
-Encantado.- Dijo el vampiro, por fin.- Soy Shu Sakamaki, la actual pareja de vuestra hija. Es un placer poder conoceros en persona. Me siento halagado de compartir el mismo techo que vosotros aunque sea solo durante una cena.- Dijo, agachando la cabeza, como señal de respeto.
El otro hombre pareció reaccionar de buena manera y dejó salir numerosas y ruidosas carcajadas. Le ha caído bien. Después de terminar sus desenfrenadas risas, le cogió la mano y la sacudió jovialmente. Luego le dio unas palmadas en el hombro y lo llevó al comedor. Mi madre y yo los seguimos.
-Sentaros, por favor.- Pidió mi padre. Ante sus palabras, tomamos todos asiento.- Voy a traer la comida, la he hecho yo, espero que os guste.
-Por supuesto que nos gustará, cariño. Cocinas estupendamente, no como yo.- Suspiró mi madre.- Una vez casi quemo la cocina, JAJAJA.- Rió, echándose agua en el vaso.
-Heh... Yo conozco de gente en mi familia que tienen los mismos problemas gastronómicos que usted.- Le comentó Shu.
-Oh, no me digas "usted", llámame Lucía. Y a él Harold. Somos formales, pero no tanto. Siéntete como en casa, ¿vale? Eres el amado de nuestra pequeña, ahora somos familia.
El chico se quedó atónito por los mensajes de bondad procedentes de mi madre. Le miré de soslayo y noté cómo una sincera sonrisa de comodidad se formaba tímidamente en él. Sus hombros se relajaron y dejó salir el aire que habría estado guardando durante todo este tiempo debido al nerviosismo. Bajo la mesa tomé su mano como forma de apoyo incondicional y giró el rostro hacia mí. Sus ojos brillaban más que nunca. No sé por qué tuve tanto miedo. Creo que olvidé por un momento lo tolerante y acogedora que era mi familia.
-¡Ya está aquí la comida!- Anunció mi padre.- Coge todo lo que quieras, hijo, lo nuestro es tuyo desde que te enamoraste de (T/n).
Se sentó en la mesa junto a nosotros y comenzamos a comer. Charlamos sobre todo. Nos reímos y emocionamos como si fuéramos viejos amigos reencontrados tras años sin vernos. Cuando terminamos, me levanté para recoger los platos sucios. Tomé tres y me dirigí a la cocina. Al volver, no estaban ni mi padre ni Shu. Extrañada, le pregunté a mi madre si sabía dónde podían haber ido, a lo que me respondió con su dedo índice posado sobre sus labios. "Tú solo espera, cariño".
Shu's POV
-Y bien, hijo... ¿Qué es lo que traes en ese bolsillo de tu chaqueta?
Me quedé de piedra ante su duda. ¿Estaría bien que le contara mi jugada? Inquieto, puse una mano en mi nuca.
-¿Quieres casarte con ella?
La sorpresa me invadió por completo. Ahora no sabía ni qué hacer. Harold es el hombre más amable con el que me he topado hasta hoy. A decir verdad, tanto él como Lucía lo son. Me negaba a meter la pata. No después de haber llegado hasta aquí. Fui a abrir la boca, cuando levantó una de sus manos y me detuvo.
-Sé que vas a hacerlo. Hijo, si la amas, pídeselo. Y no me preguntes cosas como "¿me da el permiso para tomar a su hija?", porque ella puede decidir sobre sí misma y sus relaciones. No es una pertenencia. Los tiempos cambian, y con él las costumbres anticuadas y discriminatorias. Se te ve en la cara que te mueres por (T/n). ¿Sabes? Solo quería hablar contigo a solas porque en mis tiempos yo hice lo mismo con Lucía. En la cena con sus padres le pedí que se casara conmigo. Las casualidades existen, desde luego. Y ahora, ve y arrodíllate en el jardín. Han crecido unas flores preciosas. Durante semanas y semanas las hemos cuidado su madre y yo. Espero que sean lo suficientemente románticas para la ocasión.- Confesó, con los ojos empapados y un leve tono rosado.
Me dio otras tres palmadas joviales en el hombro y me acompañó hasta el comedor, donde permanecían (T/n) y Lucía, hablando y riendo. Me acerqué a la chica de mi vida y le supliqué que me siguiera hasta el sitio que escogió Harold.
-¿Para qué salimos aquí?
-Date la vuelta.
-Oh, vale.
Hinqué la rodilla derecha y saqué la pequeña caja de terciopelo añil. La abrí y la coloqué delante mía.
-Ya puedes mirar.
A mi señal, giró y juré que casi se cae al suelo de la sorpresa. Escuché además a Lucía gritando como una lunática.
-¡Harold! ¡Dios mío!- Exclamaba.- ¡Ay! ¡Que me da algo!
Pero mis ojos se quedaron fijos en los de la mujer que ganó el corazón de este despiadado vampiro.
-¿Quieres casarte conmigo y compartir toda una eternidad junto a mí?- Pronuncié, con una sonrisa.
Las lágrimas salieron sin que ella pudiera controlarlas. Temblaba y a penas se sostenía en pie. Entonces, se dejó caer a mi lado y me besó. Repartió numerosas muestras de afecto por toda mi cara mientras repetía una y otra vez "sí". Nunca la había contemplado tan hermosa. El sonrojo que se cernía sobre sus mejillas, el brillo que despertaban sus ojos. Era perfecta en todos los aspectos.
-Por supuesto que quiero casarme contigo, Shu.- Susurró, estrechándome entre sus brazos.
Puede que este sea el mejor día de mi vida. Por alguna razón me sentía completo. Todas las piezas del rompecabezas encajaron y el alivio recorrió mi mente. Una nostálgica sesión de recuerdos abarcaron todos mis pensamientos. Desde el momento en que la conocí, hasta ahora. La primera vez que clavé mis colmillos en su piel, nuestras discusiones sin sentido, las siestas hasta no saber en qué año vivíamos, las miradas cómplices en clase, la noche en que nos unimos en uno solo... Parecían tan lejanos pero a la vez tan cercanos... Y lo mejor es que me quedaba toda una eternidad junto a ella. Esa sensación cálida envolvió mi corazón y lo protegía de la frialdad del pasado. Mi presente y mi futuro son suyos. O más bien... Nuestros.
Coloqué el anillo en su dedo anular izquierdo. Luego, levanté la mirada y juntamos las frentes. Supongo que este era el verdadero comienzo de mi vida. Y pensar que amando es cuando uno está realmente vivo, ¿verdad?
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