♊Géminis x Shu♊

-Definitivamente, no.- Dijo Shu, negándose con la cabeza.

¿Qué?- Pausé, deprimida.- Oh, vamos. Solo es una montaña rusa. Hemos venido a divertirnos al fin y al cabo, ¿verdad?

Me miró dubitativo.

-¿Sabes? No me haré responsable si vomitas al acabar la atracción.

-No voy a vomitar.

-El año pasado pasó.

-El año pasado me acababa de comer un bocadillo.

Suspiró con resignación y caminó hacia la caseta donde vendían las entradas. Mientras tanto esperé sentada en un banco cercano. Miré mi tobillo vendado y dejé salir una mueca de aburrimiento. Desde que me lo torcí no había hecho nada interesante. Fue una suerte que consiguiera convencer a Shu para que me llevara a la feria. Con solo recordar el momento en que se rindió y accedió, mis labios se curvaban solos provocando una tierna sonrisa. Él no solía demostrar afecto abiertamente, pero con estos pequeños detalles transmitía su cariño y amor.

Entonces escuché un llanto muy fuerte. Me giré y vi a un niño pequeño llorar. Los Sakamaki me habían avisado de que aquí, en el mundo de los demonios, cualquier vampiro está al acecho para probar la sangre de una humana. Sin embargo, era un crío. ¿Y si perdió de vista a su madre? ¿Iba a dejarlo solo en medio de tanta gente? Nadie le prestaba atención y pasaban a su lado como si sus ojos no captaran nada. Irritada por tal muestra de frialdad y desprecio hacia uno de los suyos, me levanté y me acerqué al chico.

-Eh, ¿estás bien? ¿No sabes dónde está tu mamá? Puedo ayudarte si quieres.- Le dije, con una gentil sonrisa.

Se limitó a clavar su húmeda mirada sobre mí. Agarró mi muñeca y enseguida supe que algo extraño pasaba. ¿Podría ser una trampa? Confundida y alerta, intenté quitármelo de encima para buscar a mi acompañante lo antes posible.

-Veo que lo has conseguido, hijo.- Sonó una voz femenina detrás mía.- Hoy tendremos una gran cena.

La mujer tapó mi boca y nariz con un trapo impregnado de un olor irreconocible. Al segundo, cerré los ojos y sentí mi cuerpo caer inevitablemente.

(...)

=Shu's POV=

Ya sosteniendo las entradas en mi mano después de esperar una larga cola, me dirigí hacia el banco donde dejé esperando a (T/n). De lejos vi cómo una mujer intentaba llevársela inconsciente. ¿¡Pero qué diantres!?

Rápidamente me posicioné tras la figura de aquella amenazante desconocida. Metí los billetes en mi bolsillo y la aparté de (T/n), estrechándola entre mis brazos para que no cayera de lleno en el rocoso suelo.

-Quién eres.- Demandé, con una afilada mirada.

-¿Y tú?- Debatió la señora, apretando los dientes, con disgusto.

-El hijo mayor de Karl Heinz, el rey de los vampiros y señor de este mundo.- Contesté, alzando la cabeza para ganar superioridad. Nunca me gustó mi procedencia familiar, pero en estos casos debía aprovecharme de ese viejo y usar su apellido y linaje para algo. ¿Algún día tendría que serme de utilidad, verdad?

Automáticamente, la chica palideció y acurrucó a lo que supuse que era su hijo entre sus brazos.

-No lo sabíamos. También desconocíamos que la humana le pertenecía a usted. Ha sido un malentendido, no volverá a ocurrir, se lo aseguro.

-Que así sea.

Se marcharon con rapidez y pánico, temiendo posibles represalias por parte de mi padre. Entonces bajé la mirada hacia el ser más importante para mí en este planeta. Seguramente la durmieron con algún tipo de somnífero. No creo que tarde mucho en despertar. La cogí en brazos y la llevé hasta la mansión, donde dejé que reposara tranquilamente. Debo reconocer que aunque no tuviera muchas ganas de montarme en aquella montaña rusa, lo hubiera hecho por ella. Solo por ella. Es un fastidio que después de toda esa insistencia no pudiera entrar en las atracciones que tanto le llamaban la atención. Suspiré con amargura y entonces me vino una idea excelente a la mente.

Salí de nuestra habitación y fui a la de Subaru. Toqué la puerta y, a pesar de que respondió con un típico "no entres, no quiero que me molestes", pasé.

-He dicho que no entraras, ¿acaso estás sordo?- Preguntó, chasqueando los dientes, con desprecio.

-Necesito que vigiles a (T/n). Voy a salir un momento.

-Qué soy aquí, ¿la niñera? Primero no dejáis de molestarme y ahora quieres que le eche un ojo encima a esa chica. ¿Por qué los hermanos mayores sois así?

-No es mi culpa que fueras el último en nacer, Subaru. Ahora quiero que te quedes con ella hasta que vuelva. En el fondo te cae bien y lo sabes.- Dije, con una pícara sonrisa.

Al segundo sus mejillas se tornaron rosadas y evitó el contacto visual.

-No digas tonterías. Es molesto.

-Ajá... Claro.

-Anda, pues yo puedo cuidar de Bitch-chan si Subaru-kun no quiere.- Comentó Laito, asomándose por el marco de la puerta. Sería muy divertido. Ella estaría dormida y...

-Subaru, por favor.- Insistí.

-Tranquilo, yo me encargo.- Respondió, veloz.

Nuestro hermano de ojos verdes agachó la cabeza con rechazo y humillación y se alejó dando tumbos por el pasillo como un zombie.

(...)

=(T/n)'POV=

Un fuerte dolor de cabeza me despertó de mala gana. ¿Qué hora era y dónde estaba? Abrí con pereza los ojos e intenté reconocer mi alrededor.

-Veo que ya has despertado.- Dijo Subaru, a mi lado.

-¿Qué haces aquí?

-Solo te vigilo.

-¿Por qué?- Entonces recordé todo lo vivido en la feria. El niño, la madre, el trapo de olor extraño...- ¿Te has quedado para cuidarme?- Pregunté, con una sonrisa.

-No te hagas ilusiones. Ha sido por obligación.

Bajé la mirada y desvié el contacto visual.

-Y... ¿Estás bien? Shu me ha contado lo que ha pasado.

-Pues... Podría estar mejor, la verdad. Aunque al menos no estoy herida. Solo me duele la cabeza, por lo demás... Bien.

-Ya veo. Pues mi tarea ha finalizado. Voy a irme. Si necesitas llámame.

-De acuerdo.

-¡Bitch-chan!- Exclamó una voz adentrándose de golpe en la habitación, apartando de un empujón al albino.- Me enterado de lo que te ha pasado. ¿Cómo estás? Te he traído dulces especiales del mundo de los demonios. ¿Quieres comerlos conmigo y con Kanato-kun?

-Maldito mentiroso...-Acusó Subaru, en un gruñido.- No has comprado nada, solo quieres hacerle cosas raras...

-Eh, eh, Subaru-kun, no seas así. No voy a hacerle nada a Bitch-chan. Lo único que deseaba era pasar tiempo con mi mejor amiga, ¿verdad, (T/n)-chan?

Aturdida y sin saber qué responder, abrí la boca para decirles que se calmaran al menos, sin embargo, otro sujeto entró en la habitación.

-Eh, Chichinashi. ¿Cómo te atreves a desmayarte en medio de la calle? ¿Acaso eres igual de vaga que el muerto y no querías andar? Te recuerdo que quedamos en que me acompañarías al estacionamiento de takoyaki después de tu cita con Shu. ¿Piensas escabullirte?- Dijo Ayato, posicionándose delante de sus otros dos hermanos.

-Emm, bueno, yo...

-¿Se puede saber que pasa? Estoy intentando hablar con Teddy y no puedo.- Se quejó un cuarto integrante, de mala gana.- Oh, (T/n)-san. ¿Estás bien? He oído lo que te ha ocurrido. La gente no sabe que no hay que tocar pertenencias ajenas ¿verdad, Teddy?- Añadió, estrechando aún más a su oso de peluche.

-Vaya, ¿no ibas a comer dulces con tu querido hermano Kanato? Maldito pervertido mentiroso.- Gruñó Subaru, agarrando del cuello de la camisa a Laito.

-Subaru-kun, no te enfades tanto, ¿sí?

-Sois todos idiotas. El gran Ore-sama pide que salgáis inmediatamente o, de lo contrario, os echará él mismo. Seré yo quien se quede con Chichinashi.

-¿Qué? No, no, Teddy quiere también y solo hay sitio para uno en esta habitación. Respondió el de pelo morado.- Iros, por favor. (T/n)-san no necesita a ninguna molestia como vosotros.

-¿A quién llamas molestia, eh, llorica?- Replicó el pelirrojo.

Vi desde fuera cómo los hermanos se peleaban entre sí, con el único fin de quedarse a mi lado. Suspiré. ¿No podían comportarse como personas normales?

-Ahem...- Interrumpió un quinto.- Puesto que nadie es lo suficientemente inteligente para abandonar la sala al ver cómo (T/n) sufre de un severo dolor de cabeza, debo comunicar que ninguno de vosotros permanecerá con ella.- Garantizó Reiji, acomodándose las gafas.- Es más, os prohíbo acercaros a su puerta exceptuando casos de extrema emergencia, como por ejemplo...

-¿Un incendio?- Insinuó Laito.

-¿Quién incendiaría la casa?- Le preguntó extrañado Ayato.

-¿Podéis dejar de darle ideas al enano?- Comentó Subaru.

-¿A quién llamas enano? Seré todo lo pequeño que quieras pero al final soy yo el suficientemente mayor como para no romper cosas y evitar traer facturas innecesarias a esta casa.- Respondió, el muchacho de ojos morados, irritado.

-¿Alguien en su sano juicio puede explicarme por qué estáis todos apelotonados en la habitación de mi pareja y pegando gritos?- Cuestionó Shu, parado y de brazos cruzados.

-Esto... ¡Nos vemos, Bitch-chan!- Se despidió el chico del sombrero, con una nerviosa risa.

-Sí, eso... Hasta luego, Chichinashi.- Prosiguió el menor de los trillizos, llevándose del brazo a Kanato.

-Ahem...- Exhaló Reiji, quitándose también de en medio.

Cuando quedamos Subaru, mi novio y yo, suspiré una vez más de alivio. Un pacífico silencio reinó en la sala y noté cómo aquel mortífero y cansino dolor de cabeza se disipaba lentamente.

-Bueno... Yo... Antes de irme quiero decir que siento mucho todo el jaleo. Son unos ruidosos. En fin, que te mejores.- Finalizó el albino, rascándose la nuca y saliendo del cuarto.

Una vez a solas, el hermano mayor se dirigió hacia mí y besó mi frente. ¿Qué mosca le había picado? No es muy común por su arte darme algún beso de repente. Aunque tampoco me quejo...

-¿Me has echado de menos?- Preguntó, acariciándome el pelo.

-Un poco, sí.

Curvó sus labios en una fina sonrisa de satisfacción y me ayudó a ponerme en pie.

-¿Vamos a alguna parte?

-Puede que sí, puede que no.

-¿Tú haciendo sorpresas? ¿Quién eres y qué has hecho con mi novio?

Soltó una perezosa carcajada y me rodeó con sus fuertes brazos. En un abrir y cerrar de ojos aparecimos a las puertas del parque de atracciones. ¿Para qué habíamos regresado aquí?

-¿Por qué?

-Calla y verás.

Cogidos de la mano, nos acercamos al encargado de una gran noria.

-Ya he vuelto.- Dijo.

-De acuerdo, le estábamos esperando. Ya pueden entrar y disfrutar de las vistas.- Respondió el hombre.

Creí que teníamos que pasar aquella inmensa cola, ya que esta atracción era de las más demandadas y famosas, pero en vez de eso, nos adentramos automáticamente en una de las cabinas.

La rueda giró y giró dejando ver las maravillas del mundo de los demonios. El paisaje era un completo paraíso. No podía dejar de mirar aquello que se situaba ante mis ojos. Y una vez en la punta, paramos para degustar con profundidad la imagen.

-¿Te gusta?

-¿Que si me gusta? ¿Estás de broma? ¡Me encanta! Nunca he visto algo así en mi vida. ¿Cómo te las has apañado para conseguir las entradas de la noria? Sé que hay incluso días de espera.

-Bueno... Supongamos que venir de aquel viejo tiene sus ventajas.

-Eso se llama hacer trampa.

-Se llama aprovechar las circunstancias y usar los hechos a tu favor. Solo ha sido una vez, no pasará nada. Además, vi que tenías tantas ganas por montarte en las atracciones que no pude resistirme. Mientras estabas dormida vine aquí a hablar con el jefe.

-¿Y te ha pedido algo a cambio?

-La verdad, me ha hecho gracia. Resulta que es un fanático de todo lo relacionado a Karl Heinz, así que me ha dicho que si podía conseguir autógrafos de mis hermanos. Y por si fuera poco quiere que se suban a la noria también todos juntos. Lo cual no creo que sea una buena idea. La última vez que se montaron en una, Laito casi se tira desde lo alto por los bichos que había. Era de noche y la noria estaba iluminada. Todos los insectos fueron presos de los destellos que desprendían aquellas bombillas de colores. Todavía recuerdo sus gritos y cómo se aferraba a Ayato amenazándole para que le sacase de allí. Aquellos eran buenos tiempos.- Suspiró, nostálgico.

-Y... Oye... ¿Después de esto tienes algo planeado?

-Pues no.

-Lo decía por si querías... No sé... Volver a casa...

-¿Para qué?- Preguntó, malévolo.

-Bueno... Aunque tenga el tobillo mal no significa que no me lo pase bien haciendo otras actividades.

-¿Qué otras actividades?

-¿De verdad tengo que decirlas? Las sabes perfectamente.

-Me gusta oírlo salir de tus labios.

Reí suavemente y le besé suavemente. Esta noche iba a ser muy pero que muy satisfactoria...


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top