♊Géminis x Shu♊
-¿Ahora qué clase tenemos?- Preguntó Shu, caminando perezosamente a mi lado.
-Emm... Creo que literatura.- Respondí, mirando el horario.
-De acuerdo, entonces me voy a la sala de música, te veo luego.- Se despidió, poniendo su mano derecha suavemente sobre mi cabeza.
-¿Vas a volver a saltarte clase?- Dije, con una mueca de desaprobación. Me aburría muchísimo sin él. Aunque casi se quede dormido en clase, a veces nos pasamos notitas o jugamos a algo.
-No tengo nada de ganas de escuchar a ese hombre, me agobia.
Todavía molesta, asentí con la cabeza y fui al aula de literatura. Cuando llegué, tomé asiento como el resto de mis compañeros, o mejor dicho, cavernícolas, y saqué mi cuaderno. Me hubiera gustado saltarme la clase con mi pareja, pero necesitaba tener los apuntes del profesor para poder aprobar el examen.
La lección se hacía eterna y no paraba de mirar el reloj de muñeca que llevaba puesto. Dios mío, ¿por qué? ¿Qué he hecho yo para merecer semejante tertulia?
-Señorita.- Dijo el profesor, mirándome.- ¿Podría responderme a una pregunta sorpresa? Si la acierta le subiré un punto en la nota final.
-De acuerdo.
-¿Sabe usted el autor de "Fausto"?
-Por supuesto, es Goethe.
-Correcto, lo prometido es deuda. Veamos, ¿quién será el siguiente en contestar? Aunque... Antes de continuar, escriba la respuesta en la pizarra, si no le importa.
Accedí, me levanté y me acerqué a la pizarra. Cogí la tiza y comencé a escribir el nombre de aquel poeta alemán romanticista. Cuando terminé, quise volver a mi asiento. Sin embargo, se me nubló la vista y no pude evitar tener que apoyarme en la mesa del profesor, la cual estaba milagrosamente a mi lado.
-¿Se encuentra bien?- Me preguntó el profesor, preocupado.
-Creo que me he mareado, será la tensión. Suelo tenerla bastante baja.
El hombre le encargó a una chica que me acompañara a la enfermería. Me apoyé en su brazo y comenzamos a andar por el pasillo. En el camino, la vista volvió a traicionarme y mis piernas flaquearon, haciéndome caer inevitablemente al suelo, de rodillas. Sujeté mi cabeza, ya que unos fuertes dolores surgieron y siquiera aguantaba la luz del instituto. Todo me molestaba.
-¡(T/n)!- Exclamó la chica.- Espera, buscaré ayuda, no te muevas de ahí. Túmbate y sigue con los ojos cerrados.
Obedecí y escuché cómo sus pasos desenfrenados se alejaban en la inmensidad del pasillo. Agotada, me acordé de los mareos que había tenido últimamente. ¿Debería hacerme un análisis de sangre para asegurarme de que no es nada grave?
Al rato, volví a oír gente caminando. Abrí los ojos y vi una melena familiar.
-¿Shu..?- Pregunté, forzando la vista.- ¿Qué... Qué haces tú aquí? ¿No estabas en... La sala de música?
La chica de antes estaba a su derecha.
-Iba de camino a la enfermería con ella y se cayó repentinamente. ¿Crees que podrás cargarla hasta allí? Avisaré al profesor mientras tanto.- Le dijo, ignorándome por completo.
-Está bien. Vete.- Respondió, agachándose junto a mí, de rodillas.
Mi compañera se fue y nos dejó completamente solos.
-¿Tienes frío?
-No... Solo me da vueltas la cabeza.
-Sube un poco las piernas.- Ordenó.
Hice caso y sentí cómo pasó un brazo debajo de mis muslos y otro bajo mi espalda. Luego se levantó y a mí con él.
-Ya son demasiados mareos, ¿no crees?
-Estaré bien. Tal vez solo necesite algo para la tensión.
-Para mí eso son solo palabras vacías. Después de clases te llevaré al médico.
-Ajá...
Escuchaba cómo Shu me seguía hablando, pero solo distinguía el tono de voz, no las palabras. Otro fuerte dolor de cabeza me atacó y los párpados comenzaron a pesarme más de lo normal. No sentía ninguna parte del cuerpo. Sin siquiera notarlo perdí la consciencia en los brazos de mi amado.
=Shu's POV=
No soy de muchas palabras, no obstante, quería entablar conversación para tranquilizarla y hacerle saber que estaba con ella. Aunque no obtenía respuesta por su parte. Agaché la mirada y su palidez me sorprendió negativamente.
-Oe, Oe.- Dije, sacudiendo los brazos suavemente.
En vano, solo giró la cabeza por el movimiento que acababa de hacer. ¿Se ha desmayado? Su rostro expresaba malestar y dolor, además de que nunca la había visto así, ni siquiera cuando me pasaba bebiendo su sangre. ¿Y si es mi culpa que esté así? Últimamente he tenido mucha más sed que otras veces. ¿Le habrá pasado factura? Alarmado, decidí llevarla lo antes posible a la enfermería.
Cuando llegué, me recibió aquel extraño enfermero de pelo largo. Me recordaba a alguien, pero no sabía exactamente a quien. Finalmente, recosté a (T/n) en una camilla.
Vi cómo le hacía algunas pruebas y al rato me comunicó que posiblemente tuviera anemia. Me preguntó si había tenido mareos en esta semana y le conté todo, obviando la parte vampírica, claro.
-De todas formas, no te preocupes. Si tiene anemia no es muy grave de momento. Solo asegúrate de que coma muchos alimentos con hierro y...
Me hizo una pequeña lista de cosas que tendría que cumplir (T/n). Es muy despistada, así que tendré que mantenerme alerta y muy al tanto de que lleve esto a rajatabla. Esta chica no para de causar problemas. Aunque... Se lo debo. No es la primera vez que me ha cuidado o me ha aliviado de pensamientos del pasado.
Agarré el papel y el enfermero se fue de la sala. Me senté en una silla cercana a la camilla donde se encontraba mi pareja. Suspiré y la miré. Admiré sus facciones, su pelo, sus labios... Ella no lo sabía pero... Me gustaba verla dormir. A veces no quería que me pillara observando su belleza, por lo que decidí verla cuando ella no pudiera percatarse de ello.
Acaricié su suave melena. Inevitablemente mis ojos cayeron en una marca de colmillos que había en la parte más baja de su cuello. Estanqué la mirada ahí y los remordimientos vinieron a por mí. ¿Qué he hecho?
Agaché la cabeza y borré aquellos pensamientos deprimentes de mi mente. Ahora no tengo tiempo para arrepentirme, sino arreglar lo que he hecho y cuidarla. Me aseguraré de que se cure y vuelva a correr y a saltar.
Tomé su mano y la besé. Luego la apoyé en mi frente y esperé a que mi amada se despertara.
-Hmph... Mi bella durmiente, al parecer fue tu propio príncipe azul quien te capturó en ese indeseado letargo.
Acerqué mis labios a los suyos y los posé suavemente, deleitándome de su calidez. Luego di pequeños besos en cada uno de sus ojos y mejillas. Otra cosa que me encantaba era hacerle esto cuando estaba dormida. De momento me guardaré el secreto. No creo que me deje vivir si supiera que muchas veces duermo demasiado de día para poder admirarla de noche. ¿Quién lo diría?
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