Escorpio x Shu
Dedicado a: AudreyJimenez
-¿Cuánto tiempo planeas seguir dormido?- le pregunté con tono molesto a Shu.
-Ya te he dicho que no tengo ganas de salir...- Respondió perezosamente.
-Muy bien, sigue dormido o lo que sea que estés haciendo. Yo me voy.
-¿A dónde vas?
-A un sitio al que tú no irás conmigo.
-Espe- no le dejé terminar la frase cuando salí disparada de la habitación.
No podía creerlo. Para una vez que le pido que demos un paseo, va y no se digna a acompañarme. Ni siquiera le dije a la hora que volvería, pero me da exactamente igual. Llamé un taxi, y cuando entré y cerré la puerta; Shu abrió la de la mansión, alarmado, como si quisiera seguirme a donde fuera que vaya. Sin embargo, el taxi se puso en marcha y ya no hubo vuelta atrás. Vi como su silueta se hacía más pequeña a medida que me alejaba de él.
Al llegar al centro de la ciudad, empecé a sentirme sola. Siempre que venía por aquí era con Shu. Aunque no podía echarme atrás. Es su culpa por no querer acompañarme. Pasaron horas y horas. Miraba el reloj de mi muñeca y cada vez estaba más convencida de que no se molestó en buscarme. Tal vez debería volver a casa... Eran las nueve y media de la noche y no suelo pasarme de las ocho y media. Reconocía que quizá me había pasado de tiempo, pero realmente estaba muy enfadada.
Para ir a una parada de taxis, pasé por un parque bastante conocido por las numerosas parejas que iban allí para sentarse debajo de los árboles y con el fin de estar un tiempo juntos. Aquí es donde quería ir con Shu, pero como no se dignó a venir, paseé sola entre los pinos y los robles. En uno alejado del centro del parque, me senté y me acurruqué. Se podían ver las estrellas brillando desde el infinito cielo. La luna brillaba hoy más que nunca. Las vistas al pequeño lago eran preciosas. Sin darme cuenta, me quedé dormida sin remedio alguno.
Mis ojos se abrieron, alarmados, por un extraño ruido procedente de entre los arbustos y matorrales. El miedo invadió mi cuerpo, no sabía qué hacer. Inmóvil, esperé a que el propietario del sonido saliera de su escondite. Al ver que no se mostraba, me levanté rápidamente; pero lamentablemente mi torpeza hizo que me cortara con unas de las ramas secas caídas. La sangre no tardó en brotar, lo que me asustó todavía más. Entonces, una sombra apareció de las plantas. Su figura congeló mi corazón. Sabía que iba a morir en ese momento. Un vampiro de ojos rojos como manzanas y restos de sangre seca en la comisura de sus labios, se acercaba lentamente a mí. No era Shu, eso estaba claro. Pero podía reconocer a uno de su especie con solo verlo. Sus colmillos afilados como cuchillos me amenazaban con una amplia sonrisa.
Justo cuando iba a abalanzarse sobre mí, grité el nombre de la persona que amaba. En ese mismo momento, otra figura empujó al vampiro, dejándolo empotrado contra un tronco cercano. Fijé mi vista en él, y me di cuenta de que era Shu.
-¡¿Estás bien?!- gritó éste, corriendo hacia mí.
-Sí, solo tengo un corte.
-Voy a llevarte a casa, quédate aquí.
Giró la cabeza, volviéndose al otro vampiro, el cual se estaba recuperando del impacto. Su mirada se convirtió en una máquina de matar. Avanzó con paso firme hasta el enemigo, cogiéndole del cuello y levantándole completamente; sus pies no tocaban el suelo. Subió más el brazo para luego darle la vuelta al cuerpo de su víctima y estrellarlo en el pavimento. Sacó de su bolsillo una daga de plata y se la clavó en el corazón.
No creía lo que mis ojos estaban viendo. ¿Shu había matado a alguien? Mientras mis manos temblaban ante aquella pregunta, él se acercó a mí y me abrazó, besó mi herida y cojió mi cara con sus suaves manos.
-Siento que hayas visto esto...
-¿Tenías que matarlo de verdad?
-Es un vampiro inonsciente de sí mismo. Igual que te ha intentado hacer daño a ti, se lo habrá hecho a muchas más personas y no pudieron evitarlo. Es diferente a mí y a mis hermanos. Ellos solo piensan en sangre fresca. Incluso si para conseguirla tienen que matar a sus seres queridos.
Me tranquilicé ante la idea de que ese tipo no era inocente y realmente era necesaio matarlo, pero eso no quitaba que mis manos pararan de temblar. El miedo seguía dentro de mí, y no se iría fácilmente.
-Shh... Tranquila...- Susurró Shu en mi oído derecho mientras me abrazaba.- Ya pasó todo, no hay nada de qué temer... Estoy contigo...- murmuraba- No te dejaré sola nunca más... Siempre estaré aquí para protegerte, incluso aunque me cueste la vida.
Rodeé con mis brazos su cuello, aferrándome a él, y éste me tomó en brazos. Mis ojos se dormían solos, era incapaz de mantenerlos abiertos por más iempo. Lo último que oí antes de caer rendida fue: "Tranquila pequeña... Te amo".
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