♋Cáncer x Reiji♋
Dedicado a: Gildiz123
-Bébelo.- Insistió el chico de pelo azabache.
-No puedo hacerlo.- Respondí, con la voz temblorosa.
Dejó el frasco de cristal justo encima de la mesa que se encontraba frente a mí. Mi mirada se posaba en aquel líquido semejante al agua. Prácticamente era incoloro y parecía inofensivo pero... ¿Y si no es así? ¿Y si termino siendo uno más de sus millones de experimentos fallidos?
Permanecí sentada en el sillón, dudosa de si huir o no. Ciertamente si lo intentaba probablemente acabara mal, así que, ¿cuál era la opción restante? ¿Seguir sus órdenes y hacer lo que su mandato indicaba?
-Desconozco plenamente la razón de tu vacilo, sin embargo, siento comunicarte que detesto perder el tiempo con humanos que ni siquiera sirven para cumplir una simple tarea.
Bajé la mirada. Sé que no soy inútil. ¿Pero de verdad tengo que demostrarlo arriesgando mi vida? Determinada, alcé de nuevo la vista y le hice frente.
-Puede que sea inservible, como tú bien afirmas, o puede que simplemente no renuncie a tomar mis propias decisiones. Lo siento, Reiji. No voy a beberme esa "cosa". Si quieres un ratón de laboratorio, no soy la persona más adecuada para satisfacer tu necesidad científica.
Y tras dejar salir esas palabras de mi boca, me dispuse a abandonar aquella detestable habitación. Reconozco que el miedo me recorría, al igual que la penetrante y severa mirada del vampiro que tan tajantemente deseaba que cumpliera sus más déspotas anhelos. No obstante, seguí mi camino, porque no iba a someterme a nada ni a nadie. Daba igual la criatura, o el tipo de persona.
Cuando envolví el pomo de la puerta, una mano me agarró la muñeca que iba a usar para abrir la única salida existente. Con recelo, giré la cabeza para mirarle una vez más a los ojos.
-¿Ha dicho alguien que puedas dejar tu cometido como novia de sacrificio? ¿Te ha dado alguien permiso para rebelarte contra el ser superior que te mantiene encerrada en esta mansión?- Preguntó, apretando su mano.
-No. Pero por si no te has enterado la primera vez, te lo repetiré una segunda: yo tomo mis decisiones, y mi decisión actual es irme de aquí.- Respondí, soltándome bruscamente.
A pesar de que noté un ápice de sorpresa en sus ojos, desapareció en una milésima de segundo para dejar paso a la furia y crueldad que escondía bajo esa faceta de chico educado. Aun así, dio un paso atrás, como si permitiera cumplir mi propósito. Aproveché el gesto para continuar con la acción interrumpida. Giré el pomo de la elegante puerta y presioné ligeramente.
-¿Qué?...- Murmuré, extrañada.- No se abre...
Lo intenté una segunda, tercera y cuarta vez, pero no cedía. Era como si estuviera atascada... O cerrada a posta.
Entonces escuché una dramática y peculiar risa a mi lado. Reiji parecía divertirse como un niño pequeño tras ver mi fracaso.
-¿De verdad pensabas que iba a dejar que escaparas como si nada?- Comentó, todavía entre risas.- Sabía que intentarías huir, por lo que decidí cerrar la puerta con llave mientras estabas distraída viendo los numerosos libros de mi estantería el momento en que entraste. Eres más ingenua de lo que pensaba, pero me agrada ese rasgo de ti. Al menos ahora sé que mis sospechas sobre tu inteligencia eran ciertas. Dime... ¿Qué crees que pasará ahora? ¿Te obligaré a beber el contenido de ese frasco? ¿Me deleitaré con el sabor de tu sangre? ¿O mejor con el sonido de tus llantos y súplicas? No lo sé. Sin embargo, estoy seguro de que me aguarda una tarde de lo más excitante. ¿Quieres que te lo agradezca? De acuerdo... Muchas gracias, señorita. Se ha convertido usted en la atracción favorita del día.
Mi boca parecía sellada, o cosida. No sabía qué hacer, decir o pensar. ¿Cómo podía haber sido tan ilusa e ignara? Todavía en shock, quise apoyarme en algo para asimilar mejor la información de todo lo que se había acontecido en tan poco tiempo. Pero en vez de tocar un mueble, Reiji me sujetó por la cintura, a mis espaldas.
-Eso es... Ten miedo... Deja que tu mundo se desmorone por momentos. Abandona todo lo que eres y concéntrate en sentir mis colmillos.- Me susurró al oído, mientras apartaba los mechones de pelo que escondían mi frágil cuello con su mano libre.
La humillación, la indignación, la tristeza, el miedo, la resignación... Todos esos sentimientos me encarcelaban en aquel momento y me impedían mover un solo dedo. Fui plenamente consciente de la sensación punzante de algo afilado en mi piel, haciéndome estremecer. Y aunque reaccioné tarde, hice un intento de apartarme de él, pero su brazo era demasiado fuerte. Notaba como casi no hacía esfuerzo en detenerme. Algo líquido cayó en mi clavícula y supe que era mi propia sangre. Mi propia vida. El dolor de ser un mero alimento u objeto era más intenso que el de su mordida.
Las facultades no tardaron en desaparecer, y dejé salir una leve mueca de debilidad, al mismo tiempo que mis piernas flaqueaban. Prácticamente me mantenía en pie el brazo de Reiji.
-Vaya... ¿Puede ser que haya tomado demasiado? Mis disculpas, pero la tentación me dominó y no pude evitarlo...
Él seguía hablando, pero no podía distinguir ninguna palabra con claridad. Los párpados renunciaban a dejarme ver algo y caían con pesadez. Lo último que sentí antes de yacer inconsciente fue un suave y pequeño beso en la zona donde ese cruel y sádico vampiro había clavado sus mortíferos colmillos.
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Un cordial saludo.
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