🌺 Cap 16

Sus pupilas se encogieron por la impresión a la vez que sus manos apretaban con fuerza la sabana sobre su cuerpo, incapaz de pronunciar palabra, tal vez su garganta se seco o tal vez no encontraba las fuerzas para hablar, pero no importaba, en ese instante él recordó porque le gustaba imponer miedo a las personas a su alrededor,  le encantaba como sus miradas eran tan expresivas cuando sentían terror.

---: Mucho tiempo sin verte Rin, haber, déjame hacer cuentas, creo que es alrededor de 39 semanas con dos días, siete horas y 57 minutos no? Si, demasiado tiempo

El hombre de gran estatura dio algunos pasos hasta la camilla, ahí,  justo a un lado de esta se encontraba aquella bebé, su hija.

Sus ojos verdes escanearon a la recién nacida con cuidado, permitiéndose sonreír al notar su parecido, aquel cabello rosa sin lugar a dudas era idéntico al suyo.

Rin al percatarse de su mirada obligó a su cuerpo a moverse, no le importo el dolor que recibió al moverse bruscamente para tomar a su hija entre sus brazos, se levantó de la camilla y obligó a sus pies a caminar por lo menos unos cuatro pasos lejos del hombre, quien la miraba divertido.

Ella por lo contrario temblaba levemente a la vez que abrazaba a su hija contra su pecho y mordía su labio inferior con temor.
Con algo de dificultad consiguió hablar.

Rin: ¿Qué haces aquí Taro?

El hombre la miró durante unos instantes para luego colocar una mirada aburrida.

Taro: Vine por mi primogénita

Ante aquello la mujer retrocedió aún más, asustada por aquella frase.

Rin: No, no puedes......

Su mirada demostraba lo angustiada que se encontraba, abrazo a su pequeña y miró al hombre frente a ella.

Rin: Ni siquiera te agradan los niños....¿Cómo podrías

Sus palabras fueron interrumpidas por el movimiento de la bebé, ella asustada la miro durante unos momentos,  temiendo que despertará pero cuando la pequeña volvió a mostrar signos de dormir profundamente pudo respirar tranquila.

Taro: ¿Cómo podría cuidarla? ¿Eso ibas a preguntar? Se perfectamente como debo hacerlo, dame a la niña

Se acercó a ella y trató de arrebatarle a la menor de sus brazos, pero por mala suerte no logró su cometido, pues la madre se puso a la defensiva ni bien logró recuperarse de la impresión inicial que había sufrido.

Taro: Rin no seas terca, ella va a estar mejor conmigo, ¿Acaso no lo notas? Soy la opción más fiable para esto, porque realmente soy su padre.
Nada le va a faltar si dejas que me la lleve, después de todo, tu vida se está desmoronando, con esa obsesión que tienes por tu ex novio las cosas no acabarán bien, debes dejarlo de una vez

La castaña lo miro con rabia, y con la voz quebrada hablo lo suficiente claro para que él la escuchara.

Rin: No te vas a llevar a mi hija, es mi niña, y Kakashi,  lo amo desde que estábamos en el colegio, él fue quien me dio apoyo cuando ese demonio hizo aquello.
Taro: Rin, Rin, se tu historia, se todo, fui tu compañero de cuarto en el orfanato ¿lo recuerdas cierto?
Porque yo lo hago al pie de la letra, mmm veamos, fue una noche lluviosa en la cual llegaste, una adolescente asustada por haber presenciado el asesinato de su madre a manos de su padre, no querías a nadie cerca, mucho menos a los oficiales, estabas temblando, mucho más que ahora y solo podías murmurar el nombre de Kakashi pidiendo ayuda, supongo que siempre te sentiste protegida a su lado, bueno, ya sabes el resto de la historia no.
Quedaste tan traumada que en lo único que pensaste era en que todos los hombres eran una basura completa, pero siempre lo quitaste a él de tu lista negra, y por algo de suerte, o porque supongo creíste que era gay por las bromas de los niños del orfanato a mi también, fui tu amigo no? Rin estuve siempre a tu lado, lo se todo, incluso más que ese idiota al que adoras tanto, y tu sabes todo de mi, sabes que soy lo suficientemente bueno para ella.
Vamos, déjame cargar a mi hija

La mujer miró a su pequeña, la cual dormía plácidamente en sus brazos, luego pasó su mirada a su compañero.

Rin: Te la vas a llevar, lo se, no quiero que me la quites

Lágrimas empezaron a descender por sus mejillas a la vez que la menor se empezaba a remover inquieta al sentir el ambiente tan tenso.

El chico de cabellera rosada miró a su hija y luego a su amiga de adolescencia. 

Taro: Rin, ¿La amas?

La mujer lo miró enojada y con algo de furia le grito.

Rin: Claro que lo hago, ¿Qué clase de madre no puede amar a sus propios hijos? La amo más que a mi vida

El contrario se quedó durante unos segundos en silencio, luego llevo su mano derecha a su cabello, volviéndolo a este hacia atrás.

Taro: Escúchame, se todo, incluso lo que hiciste recientemente,  y puedo decir que lo que le hiciste a la chica también se encuentra en mi memoria, solo dame a nuestra hija, y luego de ello podrás hacer lo que quieras, por favor Rin trata de razonar, él no la va a aceptar, mucho menos cuando la vea, ¿En verdad quieres que sufra? ¿Acaso quieres que tu historia se repita con ella?

La mujer quedó en silencio durante unos instantes,  luego suspiro cansada.

Rin: Mi bebé
Taro: Necesitas descansar, vamos

Él le ayudo a volver a la camilla, y con cuidado cargo a la bebé, la cual no se había levantado aún con todo el jaleo en el vuelo estuvo.

Rin: Kakashi no sería capaz de matarme
Taro: No lo sabes y su actitud hacia ti no es la mejor
Rin: Solo esta enojado, él se molesto cuando se dio cuenta que no era virgen
Taro: Jaja ¿se molesto por eso? Que idiota
Rin: Yo le prometí que tendría mi primera vez con él después de casarnos, y trate de cumplirlo, pero la perdí esa noche y lo sabes
Taro: Si, tranquila, no pienses en eso
Rin: Por favor, no te la lleves, al menos no hasta que pueda salir del hospital, ese día ven antes que él
Taro: Tenemos un trato Rin, pero, no olvides que puedes pedirme ayuda en cualquier caso

La mujer asintió, se recostó con cuidado en la camilla, observando como el verdadero padre de su hija la colocaba en la cuna, para luego volver a su lado y cantarle a ella.

Aquella canción que escribió solo para ella, para calmarla en las noches donde el recuerdo de su padre golpeando a su madre hasta el cansancio le atormentaban sin cesar, su canción. 

Sus ojos empezaron a pesarle, y antes de caer dormida un fugaz pensamiento cruzo por su cabeza.

Tal vez hizo mal todo, tal vez nunca tuvo que meterse y tal vez hubiera podido encontrar a alguien que la amara

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