Padre, me enamoré.

Domingo por la tarde, casa limpia...bueno, lo más limpia que se podía con un preparatoriano abordo.

La cabeza de familia suspiró con alegría, terminando de barrer la morada al tiempo que el sol de su vida cruzaba la puerta.

-Ya termine dattebayo.

-Perfecto Naruto. Puedes irte con tus amigos si quieres, pero recuerda avisarme cuando llegues a casa de Gaara.

El ojiazul menor desvío la mirada hacia sus ropas, sacudiendo el polvo que se acumulo en los pliegues mientras arreglaba el jardín.

-Creo que tomaré un aseo.

-Me parece una gran idea.

Incómodo, asintió con vergüenza antes de hacerle una petición a su padre.

-Papá, ¿Te duchas conmigo?

Minato Namikaze abrió con sorpresa sus espectaculares orbes azules, tratando de pensar que estaba pasando. Con quince primaveras, su bebe  seguía siendo bastante unido a él, pero hace algunos años que no se bañaban juntos. Cuando Naruto creció, empezó a darle su espacio. A veces se escondían en el cuarto del sanitario para cuchichear los chismes que querían esconder de Kushina porque resultaban un tanto íntimos en su vinculo paternal y al varoncito le daban pena; el primer beso de su niño o la vez que le preguntó como es que era eso de "amanecer con una carpa". La tina compartida era algo así como un confesionario, su compartimento privado sin mamá, sin niñas y sin pájaros en el alambre.

Sin embargo, existía un ligero detalle: la increíble pelirroja falleció hace ya tres años, ¿De quien quería esconderse Naru?

-Enseguida subo.

Sintió un gran alivio al ver la deslumbrante dentadura del más joven al sonreirle, corriendo escaleras arriba a encender el calentador.

Quince minutos después, con su cambio de ropa preparado bajo el brazo, ambos ingresarón a la pieza para luego desvestirse. Se metieron a la tina grande de porcelana, haciendo el mismo mohín al sentir el material frío bajo sus pies descalzos y abrieron las llaves de la regadera, ajustandolas para conseguir una temperatura agradable. Desde siempre habían preferido llenar así la tina porque, según ellos, era relajante.

Minato se pocisionó sentado como una flor de loto, hundiendo parte de su cuerpo bajo la refrescante y cálida masa de agua que ya se había reunido. Naruto estaba frente suyo, disfrutando de pie el chocar de las gotas de agua con su cabeza, sentir cómo estás hacían sucumbir sus rebeldes hebras doradas al peso. De cualquier forma, las llaves  se cerrarían al alcanzar un límite en el nivel hídrico.El ambiente era ameno, justo como hace lustros.

Alguno de los dos comento que quería algo de burbujas y terminados hechando todo el bote en la tina, jugueteando para llenar de espuma la superficie. Uno de ellos termino con un bigote falso y el otro con lo que parecían ser cejas de azotador faltas de melanina. Dejaron sus maldades infantiles cuando el jabón entró por sus ojos y los hizo llorar.

Luego del incidente, comenzarón a tallarse la piel como en cualquier otra ducha, hablando de trivialidades. La paz era palpable, por lo menos hasta que Naruto se pusó firme y miró fijamente a su familiar.

-Padre, necesito decirte algo.

El mayor elevó la mirada, esforzándose por ver bien la cara de su hijo por entre la cortina de vapor saliente.

-Te escucho mi niño.

El entusiasta juvenil se agachó un poco para quedar a la altura del más alto, renovando su valentía al escuchar el apodo cariñoso. Su papá lo amaba, no iba a dejarlo por una simple plática, ¿Verdad?

La nariz de Naruto se arrogó mínimamente, su sonrisa se ensancho aún más y el bermellón de sus pómulos se hizo tan intenso como el cabello de su madre, pasando las manos tras su cabeza de forma nerviosa.

-Papá, creo que me gusta alguien dattebayo.Yo...no le he dicho a nadie...necesito ayuda papi.  

Minato juntó sus manos en un gesto encantador, con la curiosidad picando cada una de sus fibras. Kushina decía un millón de veces que él sería a quién Naru buscaría cuando sintiera el tan polémico flechazo y ahora estaba ahí, escuchando sobre una confesión adorable de su hijo. ¡Esto era tan emocionante!

-¡En hora buena! ¿Quién es la afortunada?

De súbito, el ánimo adquirido hace poco por el consumidor número uno de ramen se vino por los suelos, carraspeando antes de susurrar en respuesta.

-No es una mujer.

La carita de emoción de Minato no sufrió ningún cambio drástico a excepción de un mayor brillo.

-¡Es mejor de lo que pensé! ¿Quién es?

El menor lo miró extrañado, preguntándose porque su padre no parecía ni un poquito decepcionado.

-¿De veras no te importa eso?

-Bueno hijo, yo también me enamore hace muchos años.

-Pero mamá era hermosa. Y era una chica.

Una risita se escapó de los labios de Minato, negando divertido con la cabeza.

-La primera vez que me enamoré, lo hice de un hombre.

La mandíbula de Naruto casi tocó el suelo ante esa declaración, sobre saltándose de pronto. Nacido en el seno de una familia tan reservada como antigua, lo ultimo que esperaba era algo como eso.

-Me estas mintiendo para que no me sienta mal.

-Oh, no hijo. De verdad, de verdad me enamoré de un hombre y, ¿Sabes? Era muy hermoso.

-¿Más que mamá?

El rubio adulto tragó duro, sonrojándose al sentir la filosa mirada de su hijo indagando por una respuesta.

-No puedes comparar lo bello de una mujer y un hombre, Naruto. Los dos son atrayentes en formas distintas.

El adolescente infló un poco las mejillas, a pesar de estar de acuerdo con la respuesta. Ciertamente, le era imposible encontrar un punto de comparación valido entre ambos sexos.

-¿Y como era...él?

El líder Namikaze encorvó su boca entretenido, palmeando a su lado en un ofrecimiento para que su hijo se sentará. Había esperado años para poder hablar del amor con su ya no tan pequeño bebe y se encontraba dichoso de que Naruto tuviese una mente tan abierta como para escucharlo o, más aún, compartir sus inclinaciones.

La mota hiperactiva de cabello cenizo no tardó un segundo en saltar junto a su padre, tomando la misma pose curiosa que tenia al hurgar en los relucientes regalos de navidad. Minato se sentía halagado de tener un primogénito como el suyo.

-Bueno, ¿Por donde empiezo?

El joven le mando una miradita acusadora para causar presión, intentando acelerar la confesión de su padre, quien rió ante ese gesto. No cabía duda lo mucho del legado que le heredó a su niño Kushina, hacían los mismos gestos.

-Lo conocí cuando él era prácticamente un niño, fuimos parte del mismo grupo. Era brillante, un pequeño y amargado genio. Con todo y todo,era perfecto.

Un suspirito se escapó del sol naranjo, comparando la descripción que hacía su padre con su enamorado platónico. Oh, si, tenían los mismos gustos.

-¿Comó se llevaban papi?

La nostalgia cubrió por un segundo los recuerdos del hombre maduro, llenando los zafiros que tenía por ojos de un resplandor juvenil.

-¡Era tan diferente conmigo! Se sonrojaba cuando le sonreía y, a pesar de tenerme mucho respeto, correspondía mis leves muestras de afecto. No había rastro del chico indiferente mientras platicábamos, es más, parecía satisfecho de estar a mi lado. No sé cómo explicartelo hijo, con él, me sentía...

-Libre...- complementó con aires soñadores el mozo, rascando los bigotitos que tenía en sus mejillas como marca de nacimiento.-; ¿Recuerdas su rostro?

El adulto de piel canela cerró los ojos unos segundos, sin sorprenderse al ubicar en su memoria el perfil de su primer amor tan nítido como el agua clara que reflejaba la luz contra los rostros colorados de ambos rubios. Asintió.

-¿Y? ¿Es de verdad tan guapo? - indagó con algo de pena. Esto podía ser atrevido con su adorado y recatado padre, pero la duda lo consumía vivo.

-Cielos, hijo.Es tan lindo que a veces dudaba que existiera. Tan, tan bonito.- cubrió su rostro con ambas manos, escuchando una leve risa de su hijo.

-Oh, papá, por favor no te avergüenses, dime ¿Cómo era su cara? ¿Era pelirrojo? ¿Rubio como nosotros? ¡Cuéntame! 

-No,no. No sé parecía nada a nosotros.- miró el vapor en claro ensoñamiento,suspirando.-; su cabello era plata.Muchos decían que se lo teñia, estoy seguro de que era natural. Congeniaba con su piel blanca, lechosa y suave como la nieve. No me mires así, ¡Lo juro!, así se veía. Sus ojos eran oscuros, contra la luz se volvían en tonos grises, sin embargo siempre me gustaron mucho como dos pozos negros. Contrastaban magníficamente.Siempre que lo veía, dentro de mi cabeza gritaba, bello, bello...

Dejó atorada en su garganta la descripción de un dulce lunar en el mentón de su amado, uno de sus rasgos favoritos. Ese era un detalle muy bien guardado, demasiado sensual para compartirlo a su hijo. Tal vez, cuando fuera mayor.

-¿Y te quería? Es decir, ¿Te correspondió,papá?

Minato sonrió, formando un esponjoso corazón entre la espuma de la bañera.

-Me propuso matrimonio para cuando acabaramos las carreras escolares. Estábamos locamente enamorados.

-¡¿DE VERAS?!

-¡De verdad! Conoció a tu abuela y a tu abuelo, y yo fuí a pedir su mano a Sakumo san en el campo santo. Ahorramos durante años para la boda, los trajes, hicimos una lista de nuestros posibles votos en un par de servilletas de helados. Éramos inseparables.

-Oye papi, si se amaban tanto, ¿Porque no te quedaste con él?

Minato entreabrió sus labios dispuesto a responderle antes de ser interrumpido por la alarma del calentador.

-¿Naruto, apagaste la flama, cierto?

Toda la cara del mencionado reflejo un terror instantáneo, saliendo a la carrera como vino al mundo para evitar que el lugar explotará en pedazos. Esta de más decir que el adulto imitó su acción, teniendo la delicadeza de tomar las dos toallas antes de salir desenfrenado.

A media escalera, el grito de "todo está bien controlado dattebayo" proveniente de la azotea lo hizo detener su carrera para amarrarse una de las toallas a la cintura. Negó divertido, suspirando antes de mirar al cielo, agradecido por tener la oportunidad de ver los descuidos de su amado hijo.

Sus orbes azules se centrarón en el cielo nuboso, los rastros dejados por los aviones. Suspiró, una ligera opresión en su pecho y una grata sonrisa. Estaba vivo, tenía a  su hijo al lado suyo, no podía ser más afortunado.

-Kushina, Kakashi...creo...creo que lo estoy haciendo bien.- sintió la brisa golpear su piel desnuda y limpió con rapidez una suave lágrima que le resbalaba por la mejilla, subiendo las escaleras.- ¡Naruto, hijo mío, vuelve para que te vistas o te resfriaras! ¡Naru!

Por unos segundos, el viento pareció susurrarle algo parecido a un asentimiento.

¡Hola, personitas lectoras!

A propósito del mes del padre recién pasado, un poco de material del dúo de rubios más cute del universo.

Los amo tanto 😍
Es esencial una relación bonita entre padre e hijo para un correcto crecimiento, fomentemos lazos inquebrantables en nuestro entorno familiar.

Si te gusto , regáleme una estrellita y déjame tu comentario ✨

¡Muchas gracias por leer!
Shuyaneko~

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